El mito del trabajo


Ningún mito ha sido más importante en la teoría económica que el de la existencia del mercado laboral. Para la plácida ideología del capitalismo contemporáneo, plasmada en la teoría económica ortodoxa, esta fábula se usa para explicar la determinación del salario y el fenómeno del desempleo (o negar la existencia de desempleo involuntario). Es también el fundamento para recomendar la completa flexibilidad en el mercado de trabajo, es decir la eliminación de obstáculos al movimiento de los salarios para realizar el ajuste en este peculiar mercado. Este es el fondo de la llamada reforma laboral en México y en muchos otros países.
domingo, 18 de enero de 2015

Reformas estructurales y el mito del mercado laboral

Alejandro Nadal, La Jornada

Pero hay un problema. En realidad no existe el llamado mercado laboral. Para empezar, consideremos la estructura de un mercado cualquiera. En él se encuentran los productores de una mercancía para cuya producción se han tenido que cubrir los costos de insumos variados y los consumidores que demandan ciertas cantidades de dicha mercancía.

La demanda de las mercancías comunes está determinada por las preferencias e ingresos de los consumidores, mientras su oferta depende de los costos de producción y de una tasa de ganancia. Pues en el caso del llamado mercado laboral, las cosas no son tan fáciles. Para empezar, el trabajo no se demanda para consumirlo sino para usarlo en la producción de mercancías. Además, el trabajo no se produce por empresas cuyo único objetivo es llevar su producto a vender en el mercado.

En otros términos, en el supuesto mercado laboral las relaciones entre las fuerzas de la oferta y la demanda están invertidas. La demanda de trabajo está fijada por los productores, mientras la oferta de trabajo está determinada por los que son, en el fondo, consumidores. O, si se prefiere, los productores se convierten en consumidores y éstos en aquéllos. Esta alteración acarrea una serie de complicaciones que terminan por destruir la noción de mercado laboral.

En la teoría económica estándar cuando se incrementa el precio de una mercancía, la oferta de esa mercancía aumenta (porque los oferentes obtienen mayores utilidades con el aumento de precio). En el caso del supuesto mercado laboral, cuando sube el precio de la mercancía los trabajadores pueden llegar a ofrecer menos de esa mercancía (al contrario de lo que acontece con todas las demás mercancías). ¿Por qué? La explicación es que en ese caso un trabajador puede obtener el mismo ingreso con menos horas de trabajo.

En la jerga de los economistas se diría que la curva de oferta del trabajo tiene una pendiente negativa (a mayor salario menos oferta de trabajo). Eso es un desastre para la teoría ortodoxa. Se ha buscado resolver este problema teórico aduciendo que existe un efecto sustitución y un efecto ingreso cuando aumenta el salario. Por el primero el trabajador sí aceptará trabajar más horas porque cada hora de asueto que es sustituida por una hora de trabajo le proporciona un ingreso mayor. Pero si eso suena lógico el razonamiento se viene abajo cuando se observa que el llamado efecto sustitución se destruye por el efecto ingreso: cuando el salario aumenta el trabajador reduce sus horas de trabajo y obtiene simultáneamente más tiempo de asueto y mayor ingreso. Se destruye el efecto sustitución, desaparece la curva de oferta de trabajo y el tristemente célebre concepto del mercado de trabajo se cae al agua.

En el desastre que es la teoría económica convencional queda claro que también se desmorona el supuesto fundamento racional de la llamada política de flexibilidad laboral: nada justifica la idea de que la legislación sobre salarios mínimos o que la presencia de sindicatos provocan desempleo. Ese tipo de desplantes dependen crucialmente de la idea de que existe un mercado laboral que, al igual que el mercado de manzanas, respeta la ley de la oferta y la demanda.

Si no existe el mercado de trabajo, ¿qué es lo que sí existe? La respuesta es que en una economía capitalista existen estructuras de empleos con sistemas de remuneraciones heterogéneas. Pero esto también tiene otras repercusiones negativas para la teoría ortodoxa. Ésta sostiene que la demanda de trabajo está regida por la productividad marginal del trabajo, es decir, por la aportación al producto de la última unidad de trabajo utilizada. Según este razonamiento la remuneración de los trabajadores refleja su contribución al producto social. Pero en una estructura heterogénea de empleos no es posible calcular la productividad de la última unidad de trabajo utilizada.

Todo esto confirma que el salario no es un precio. Es una variable de distribución del ingreso y se determina no por un mecanismo impersonal anónimo, sino por las relaciones de poder entre capitalistas y trabajadores. Por eso en las últimas décadas la productividad total del trabajo (que sí se puede calcular) ha crecido mucho más que el salario real: los beneficios de la mayor eficiencia no han sido para los trabajadores sino para los dueños de las empresas en las que laboran.

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¿Qué dice la teoría económica sobre el mercado del trabajo y el desempleo?

09 de mayo de 2011 | 08:30 CET
Marco Antonio Moreno






Aunque el mercado del trabajo es uno de los problemas centrales que enfrenta cualquier sociedad, la teoría económica dominante toma al mercado del trabajo igual que el mercado de los tomates. Pese a que con frecuencia el mercado del trabajo conlleva a una situación en la cual no sólo se dilapidan recursos humanos conducentes al descalabro social (en el cual toda la creatividad se ve colapsada), la teoría económica considera al mercado del trabajo un simple mercado más dentro del contexto de su equilibrio general. Sin embargo, de acuerdo a la teoría del equilibrio general walrasiano, los desequilibrios económicos son inexistentes o, a lo sumo, levemente transitorios. Esta transitoriedad depende, desde los tiempos de Aristóteles, del ciclo económico dado por el auge en el período de las cosechas y el declive en el de la siembra. Aparte de este desempleo cíclico, no existe otra forma de desempleo de acuerdo a la corriente dominante de la economía, y a su carta magna: el equilibrio general walrasiano. Para esta carta magna, todos los desequilibrios son transitorios dado que se resuelven automáticamente por la vía de los precios, como indica la gráfica de la izquierda.

Puede parecer increíble, pero a lo largo de 230 años de teoría económica, el mercado del trabajo es analizado igual que cualquier otro producto, igual que el mercado de las papas o los tomates. Si en el mercado de arquitectos hay un exceso de oferta de arquitectos es sólo cosa de bajar el salario de los arquitectos para equilibrar el mercado de arquitectos (gráfica de la derecha). Para toda la corriente de la economía clásica y neoclásica, el mercado del trabajo se rige igual que cualquier producto. Si hay exceso de oferta de trabajo, los salarios reales deben ir a la baja, y si hay exceso de demanda, deben ir al alza, como ocurre con cualquier bien, sean tomates o lechugas. Es tan poco lo que importa el tema del empleo a la teoría económica aplicada en la vida real, que siempre se deja en manos del mercado.

Una de las pruebas de la poca importancia que se le da al tema del empleo, lo ejemplifica rotundamente la Academia Sueca con el Premio Nobel de Economía. Sólo el año 2010 consideró oportuno destacar el trabajo que tres economistas realizaron, hace cuarenta años (en 1970), sobre el tema del desempleo y las fricciones reales que impiden los ajustes automáticos que plantea las teoría económica convencional. Cuatro décadas debieron transcurrir para que se aceptara que el mercado del trabajo no es igual al mercado de las papas, y que sus desequilibrios son persistentes. La teoría ha negado un hecho muy importante y es que el desempleo se puede prolongar hasta el infinito.

Este tema, que debiera ser crucial para la sociedad en su conjunto, siempre encuentra obstáculos para su desarrollo y no se considera el menoscabo social que produce el desempleo. Para la teoría económica convencional, el desempleo ofrece la ventaja de ayudar a reducir salarios, como muestra la gráfica de la derecha. En este post enfatizo el caracter transitorio del desempleo, continuando la linea desarrollada en Líderes del mundo deben asumir que el desempleo es el problema central de la economía, enfatizando que la teoría (que siempre actúa ex-post) no tiene respuestas frente a este problema.
¿Cuáles son los aportes que la teoría económica hace frente al tema del desempleo?

Desde el primer tratado de economía escrito por Adam Smith en 1776, el mercado del trabajo se considera igual que el mercado de los tomates: a mayor demanda, mayor precio. Smith esboza el problema del empleo en el contexto de su teoría del salario, pero no constituye el objeto central de su investigación. Para Adam Smith existe una estrecha relación entre la variación del salario y el empleo, lo que puede sintetizarse en las siguientes afirmaciones:
1. Los salarios varían en proporción inversa a lo agradable del trabajo. (Es decir, mientras más desagradable un trabajo, mejor salario, y viceversa).
2. Los salarios varían en proporción directa al costo de su aprendizaje. (Mientras más costoso en tiempo y estudio, tiene mejor salario, por ejemplo: un médico).
3. Los salarios varían en proporción inversa a la continuidad del empleo (ningún otro trabajo es más fácil de aprender que el del albañil). Su compensación la eventualidad del empleo.

¿Qué dice David Ricardo, sobre el mercado del trabajo, en 1818? Si Adam Smith escribe e la alborada de la revolución industrial, David Ricardo comprueba sus efectos reales y advierte que este desarrollo y la producción de maquinarias sustituirán al hombre como mano de obra. La incorporación de las máquinas al proceso productivo requeriría una mano de obra menor, pero a la vez, Ricardo cree que esa mano de obra sustituida encontrará trabajo más adelante en las nuevas invenciones. Para Ricardo, la creación de nuevas maquinarias, al demandar mano de obra más calificada, permitirá también aumentar la demanda de otros bienes que mantendrán estable la demanda de trabajo, mientras la producción total y el ingreso significarán un beneficio neto para toda la sociedad.
¿Qué dicen los neoclásicos sobre el mercado del trabajo?

El primer economista que analiza la situación del empleo es Alfred Marshall, el gran desarrollador del modelo de oferta y demanda y para quien la oferta y la demanda, “son las dos hojas de una tijera”. Marshall forma parte de la primera corriente económica que da un papel fundamental al mercado, pues lo considera el mejor asignador de los recursos. Según la teoría de la competencia y del laissez-faire, el desempleo se debe o a una interferencia nefasta del gobierno, o a las prácticas monopolísticas generalmente también culpa del gobierno. Para Marshall y los neoclásicos que le siguen, bastaría con que el gobierno se abstuviera de intervenir en los asuntos económicos, incluyendo la legislación social, los subsidios, los derechos arancelarios, etc., y dejara todo el campo abierto a la iniciativa privada y a la libre competencia del mercado, para terminar automáticamente con el desempleo. La propuesta para terminar con el desempleo, según los neoclásicos, es seguir la carta magna de la teoría económica. Así es como llama Schumpeter al equilibrio general walrasiano, que predomina desde fines del siglo XIX hasta hoy. Aunque hay que reconocer que Walras nunca ambicionó tal objetivo pues sólo buscó dar respuesta matemática al problema que Adam Smith no pudo responder en su idea de la mano invisible. Recordemos que la mano invisible de Adam Smith tiene un claro componente newtoniano.

Como presento en la gráfica de la derecha, para estos economistas el desempleo existe porque se han alcanzado niveles de salarios demasiados altos, y este alto nivel de salarios es fruto de las prácticas monopolísticas de los sindicatos; el desempleo es también culpa de los gobiernos por la imposición de un salario mínimo. Si no existiera el salario mínimo podría haber empleo para todos.
Otra mirada al desempleo

El primer economista que toma en serio el problema del desempleo, es Arthur Cecil Pigou (1877-1959). Pigou detecta que no todo lo que existe está dentro de la Caja de Edgeworth (la matriz deWalras), sino que hay temas que requieren cuidado externo. Este importante economista fue un gran investigador de los ciclos económicos, y fue el pionero en la economía del bienestar y del desarrollo de los impuestos para corregir las externalidades. Es el creador del concepto de las externalidades y su mportante aporte científico demuestra que no era un economista que creyera que el mercado es la panacea. Pigou fue tal vez uno de los primeros en detectar las fallas del mercado, y por eso es un economista que ha pasado al olvido. Todos los méritos sobre las externalidades se los llevo Ronald Coase.

El otro economista importante que cuestiona esta tesis del empleo es John Maynard Keynes. Keynes considera que la situación del pleno empleo es un caso particular de la economía, tal como para Einstein la economía newtoniana es un caso particular de la física. Es interesante constatar que así como Einstein logra diferenciar los efectos transitorios de los de mayor plazo, así Keynes intenta diferenciar a la economía clásica y neoclásica con la economia real en su Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero. Nótese que para este economista es el desempleo el elemento central, junto al interés y el dinero, para la salud de la economía. Keynes murió en 1946 y aunque sus teorías se mantuvieron en carpeta hasta inicios de los años 70, la presión de aquellos que pujaban por los siguientes dos elementos que señala Keynes: el interés y el dinero, pudo mucho más.

Como señala el catedrático Julian Pavon en este post que titulé El nudo gordiano de la política económica, las ideas de Keynes murieron en los años 70 con la crisis del petróleo. En el período de Keynes no existían problemas derivados de la oferta dado que en su época todos los recursos eran infinitos y el impulso de la industrialización y el desarrollo los amplificaban aún más. De esta forma ideas como la escasez a lo Robert Malthus eran desacreditadas de inmediato. En los años 70, sin embargo, con la crisis del petróleo y el retorno a la idea de un mundo finito esto cambió, y de ese cambio no se ha hecho cargo la teoría económica, ni los gobiernos de turno.

http://www.elblogsalmon.com/economia/que-dice-la-teoria-economica-sobre-el-desempleo




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Trabajo flexible por David Harvey.


Trabajo flexible en David Harvey. Publicado en "Patrones de trabajo Flexible", Ed. Curson 1990.




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