25 enero, 2011

Intelectuales y barro



Alejandro Magno
"Cuentan de Alejandro que una vez se metió en un río tumultuoso de la India, todo con barro
persiguiendo al ejército que peleaba con él
y que cuando iban en mitad
los caballos perdieron pie
aquellas aguas estaban heladas
y se volvió a sus compañeros y les dijo:
"me cago en la leche
os dais cuenta las cosas que tengo que hacer para que me tengais respeto?"

(recitado por Carlos Escohotado en el tema "Siempre es igual" de Andrés Calamaro)




Podrá decirse que Alejandro era un militar, o que en este caso lo seguía un ejército y no un pueblo o la intelectualidad, pero sin duda que ir adelante y meter los pies en el barro es toda una decisión.
No se trata tan solo de "dar el ejemplo", se trata de estar en situación, de comprender las vivencias de quienes se pretende instruir desde el liderazgo.



El barro frente a la abstracción de las utopías, "La mayoría de los intelectuales son platónicos. Prefieren la coherencia interna en la comodidad subjetiva de su propia ideología, que las contradicciones y dificultades de abrazar realidades políticas, con sus espinas y sus asperezas e imperfecciones." (Follari en P/12, 29-11-2010)


El intelectual deberá afrontar su militancia, comprender y asumir sus propias contradicciones. Claro que puede elegir, el Olimpo de sus meditaciones puras, un lugar desde el cual se podrá erigir discursivamente por sobre todo y todos pero con solo levantar la vista se encontrará con todo un mundo de materialidades en contradicción con sus fantasías. Nadie podrá discutirle las razones de su ideología, de hecho son constitutivas de sí mismo pero imagino que al transmitirlas pretenderá que alguien más las adopte, y para esto hay muchos siempre dispuestos. Ahora, si esos "muchos" son una insignificante minoría, vendrá la pregunta ¿Por qué nadie me comprende?
Podría contentarle pensar que sus ideas no son de este tiempo, que es un incomprendido y que debe producir para las futuras generaciones que estarán mejor preparadas para comprenderle. Como también puede asumir que esas generaciones futuras se moldean hoy y que las están formando otros y que esto puede incluso borrarlo definitivamente de la historia porque es en el presente donde se construye. Se plantea entonces el riesgo de esperar o participar, de ser historia o ser histórico. 


Aquí volvemos al comienzo, entre las mayorías y las verdades develadas a unos pocos hay una distancia salvable, un territorio incómodo, extraño, al cual solo aquel que toma conciencia puede arriesgarse, ensuciarse en su descenso aparente, luchar con sus propias contradicciones. El desafío será salir bien parado de este barro.


IXX (2011)    

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