La televisión, por Horacio González


SUPLEMENTO CULTURA POPULAR 
de Agencia Paco Urondo


Publicamos la participación de González en el Congreso de Cultura, donde disertó sobre tiempos televisivos, Lanata, justicia mediática, y nuevos golpismos, entre tantas otras cosas.


En el marco de la sección “Conversaciones: Lógicas televisivas, lógicas políticas” del Cuarto Congreso Argentino de Cultura, el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, fue entrevistado por el escritor y ex Ministro de Educación y Cultura de Chaco Francisco “Teté” Romero.

¿Qué es la televisión?

Yo no conocía este texto de Raymond Williams (La Televisión), que es un gran crítico marxista. En realidad, en Argentina estos textos de Raymond Williams –no éste-, sobre todo los de crítica literaria son muy consultados en todas las carreras de Letras. Este párrafo que acaba de leer Romero es muy avanzado para la reflexión de los años '70 en relación a qué hace la televisión con la lengua, con el ejercicio de la política, con la voluntad cognitiva sin más, con la voluntad cognitiva del humano. ¿Qué viene a ser la televisión? ¿Qué tipo de organismo cultural, visual, estético, político, lingüístico puede condensar la televisión? Porque todas esas dimensiones están en ella. Cuando hablamos, sentimos que la televisión habla como nosotros, cuando tenemos un horizonte de sentimientos de los más diversos y los más oscuros, sentimos que la televisión también los tiene. Sentimos y no sentimos que la televisión es algo que pertenece al rango de lo humano, al rango de lo pensable humano. Puesto que es una realización de las más altas tecnologías de la época, no la consideramos participe eminente del mundo humano. Pero como es una continuación de la lengua tenemos la incomodidad de definir qué es este aparato de las grandes tecnologías que también supone una continuidad con el mundo humano.


La televisión ha sido muy criticada, la seguimos criticando quienes la vemos, no es habitual entregarse totalmente a la lógica de la televisión, cualquiera que ésta sea. Si podemos intentaremos definirla, porque así como sospechamos que la televisión es una continuación de lo humano lingüístico, tal vez sospechamos que nuestra vida pertenece a una esfera de la libertades y autonomías que no necesariamente está en la televisión. Por eso la vemos, somos televisivos, somos de algún modo personajes de la tecnología televisiva contemporánea pero al mismo tiempo no estamos entregados a ella.





Este tipo de crítica, a partir de la de Raymond Williams, tuvo muchas otras expresiones importantes en la crítica a las culturas dominantes. En realidad provenían de pensamientos avanzados de centro izquierda, pensamientos de  vanguardia, pensamientos culturales que diría de la intranquilidad de la época, que pensaban que la televisión era un fuerte aparato de confiscación de las experiencias y de los relatos que tienen la pertinencia de ser relatos y experiencias personales. En este caso, también se pensaba que era una mala heredera del cine, que no era la continuidad del cine, que podía convivir con el cine y con la radio, pero que no era la superación ni del cine ni de la radio. Hay una crítica de Pierre Bourdieu que yo sigo con placer y se llama igual a la de Raymond Williams: La televisión. La crítica la hace en un programa de televisión,  lo invitan especialmente a realizar esa crítica, en dos programas de una hora cada uno. Es decir, la televisión suponía querer demostrar que la crítica a su modelo de tiempo, a su modelo de tiempo restringido, a su modelo de comprensibilidad, que es un modelo de comprensibilidad sumario y a veces brutal desde el punto de vista de la síntesis o de los agrupamientos cacofónicos que se ve obligada a hacer, precisamente para cumplir con un horizonte de temporalidad muy estricto, es el horizonte del capitalismo. No hay nada más parecido a la plusvalía capitalista que la plusvalía del tiempo televisivo que está representada por miles y miles de trabajadores: cameraman, el que pone el micrófono, el maquillador, etc. Son todas tecnologías que vienen del cine y el teatro, y del circo, la televisión si es heredera de algo es más del circo que de cualquier otra cosa.

Tiempo e inteligibilidad

Hay un modelo no solo temporal que es: qué tiempo hay que usar para decir las cosas, qué tiempo de sentido mínimo hay para que se introduzca una inteligibilidad en el mundo. Eso la televisión lo controla muy estrictamente y tiene frases para eso: “se nos acabó el tiempo”, “el tiempo es tirano”, que se lo dice también en la radio. Por primera vez, la humanidad controla el tiempo, por primera vez con la radio y con  la televisión mucho más, de una manera muy estricta. El moldeado del tiempo, la molecularización del tiempo. El tiempo aparece como un tiempo entrecortado, como un tiempo dominado por una lógica de reproducción, pequeños átomos de tiempo. Pero lo más interesante, pero también lo más grave de la televisión, es el dominio de la inteligibilidad. Entonces, esos dos dominios, el del tiempo y de la inteligibilidad, producen una tormenta cultural, digamos, una reformulación de la vida cultural contemporánea, cuyos alcances todavía no estamos en condiciones de discernir. El dominio del tiempo y de la inteligibilidad es evidente.

Los encargados de dirigir la palabra en la televisión son ultra especialistas en lenguaje, son quizás los máximos lingüistas de nuestro tiempo. Pero qué saben de la lingüística, saben que hay un nivel de inteligibilidad que no se puede pasar. La televisión tiene un dictado muy profundo respecto de que hay cosas que se entienden y cosas que no se entienden, esa línea puede ser más alta o más baja en ciertos programas. Hay programas de discusión política que tienen una línea más alta de tolerancia que permiten decir, hablar más libremente. Otros programas tienen una línea menos baja de tolerancia respecto a la ilegibilidad que tiene el organizador, el articulador de todo el aparato de comprensión que está tratando de controlar. Es decir “explique eso para la gente”, “esto no se entiende”, esto está más allá, está palabra es difícil. Siempre la educación es un pasaje de lo fácil a lo difícil, y a veces un pasaje de lo difícil a lo fácil y a veces no es ningún pasaje y a veces  es estar en un lugar no fácilmente comprensible.

Es decir, toda innovación cultural tiene siempre una aureola difícilmente investigable por el locutor de turno, a una grave reducción cultural nunca se le podría decir tradúzcalo para la audiencia. Esa expresión es una expresión que pertenece al campo del conservadurismo cultural como la propiedad privada de las grandes unidades productivas, como la propiedad privada entendida como una concepción del sujeto que vive pensando en la autónoma satisfacción de sí permanentemente, en una subjetividad vinculada al erotismo de su propiedad. La televisión, en su peor aspecto, hace lo mismo y lo hace vigilando la lengua; y en este sentido, es donde se ha producido un cambio fundamental en todas las actividades humanas, puesto que todas ellas, en la televisión han cambiado todas las reglas de constitución del sentido. En primer lugar, las del habla. El habla, cuya complicación habitual tiene infinitos matices, no solo infinitos matices, tiene momentos de oscuridad, una conversación busca su sentido siempre, no tiene el sentido declarado de antemano, nadie conversa con el sentido declarado de antemano. Una conversación es eterna, las conversaciones que hacemos con amigos, con familiares o con compañeros de cualquier tipo, que duran décadas pues se componen de fragmentos que buscan un sentido. Eso no es posible con la televisión,  ahí tiene que haber una fugacidad de la comprensión hecha en el tiempo acotado y vigilado correspondiente.

Fútbol televisado

Hay otro texto que les recuerdo es de Lacan que se llama Televisión, precisamente, donde también se da en la televisión, acá nunca se ha producido todavía esa situación donde se vaya a criticar a la televisión en su lenguaje con otro lenguaje que la televisión admite, porque la televisión admite todo. Como bien decía Oscar Landi que fue un gran estudioso de la televisión, la televisión puede encuadrar todo, incluso su propia crítica hecha desde el punto de vista del mundo intelectual, que es lo último que la televisión no ha confiscado enteramente. Por ejemplo, el futbol está muy confiscado por la televisión, las reglas siguen siendo más o menos las mismas pero el fútbol tiene que respetar los tiempos de la televisión. El verdadero espectador de fútbol es el espectador televisivo, por eso fue tan interesante esa escena del hincha de fútbol que frente al televisor se agarraba los pelos, quería romper el televisor, estaba representando al hincha virulento que no es que esté en extinción  en el mundo porque si se acaba ese tipo de hincha se acaba el fútbol también. Pero ahora está representado en un mundo doméstico, y es posible que un hijo filme a este personaje y ese personaje se haga famoso como un hincha virulento, un verdadero hincha poseído por los dioses, por la amargura de la pérdida del sentido de su vida por un gol en contra, pero en el living de su casa. Entonces, en realidad aunque la gente sigue yendo a los estadios, las reglas del futbol no han cambiando íntegramente, pero el futbol es largo, dura 90 minutos, 45 minutos y 45 minutos,  es un tiempo  en que la televisión tiene que justificar la publicidad, etc.  Por ahí, en algún momento futuro puede chocar la temporalidad del futbol que es una temporalidad interesante, no es la temporalidad del futbol algo fijo, algunos genios de la inversión de reglas inventaron la definición por  penales y eso extiende el partido como si fuera la Atenas antigua, donde se jugaba a la pelota horas enteras y donde se representaba una obra de teatro durante horas y horas, terminaba y empezaba otra vez. Una definición por penales de verdad puede arruinar el fútbol porque el penal se convierte en la única forma de la dinámica del fútbol donde, al mismo tiempo, puede extender de una manera inadecuada el tiempo de la televisión.

La Justicia

La otra anexión que hace la televisión es la justicia, la televisión propone la justicia rápida, la justicia mediática. No hay en este momento ningún lugar de la justicia donde la televisión intervenga de forma explícita, contundente, absolutamente visible o de formas más oscuras, más indirecta, pero no hay ningún lugar de la justicia que se mantiene tal cual, sin modificaciones. Pero una justicia paralela ya hace que cualquier entrevistador de la televisión, el movilero es el filosofo de nuestro tiempo; el movilero, cuando hace su pregunta es como Sócrates haciendo las preguntas, pero carga con la culpa del entrevistado; y un juicio rápido, un simple guiño del locutor., una frase acentuada de tal o cual manera, ya es un tipo de juicio mediático que después a los jueces, si no fuera cierto que la televisión encontró al culpable, le cuesta repuntar porque la justicia se hizo un aparato burocrático muy difícil de definir, muy terrible. Cuanto más aumenta su burocracia, los jueces dicen: más certera la justicia, cuando más aumenta la cantidad de tiempo de resolución de los temas, los jueces dicen: mejor porque tengo un tema de habilitación, pero un contemporáneo no acepta ya la justicia lenta y burocrática, es necesaria una reformulación. Pero esa reformulación ya la hizo la televisión hace mucho tiempo, es decir la justicia se hace con una inmediatez asombrosa, y después no importa si finalmente trató el tema de la culpa y no importa si presentó pruebas, con la televisión no es necesario. En ese sentido, es muy revolucionaria la televisión, no es necesaria la prueba, puede ser que algún fiscal la encuentre, puede ser que haya indicio de prueba, puede ser, pero en realidad la prueba es una gran representación teatral: una valija llena de dinero en la televisión va a ser una representación de una prueba, más allá de que esa valija pueda haber existido en la realidad. De modo que la televisión tiende a hacer favores, entonces como gran revisación técnico y visual tiene significados, colocar un nivel de inteligibilidad, el colocar un alto nivel de conexión de todas las actividades humanas que antes no tenía la televisión como anexión, es decir la justicia, el lenguaje mismo, el deporte o cualquier otra actividad que imaginemos.

Ayúdenos a pensar

Para dar un último ejemplo en relación al lenguaje, de los tantos ejemplos que se pueden dar respecto a cómo el pensamiento rápido de la televisión interviene en la lengua nacional, que era anterior tema de los académicos de las universidades. Apenas un ejemplo: cuando alguien que posee un título va a la televisión, un doctor o licenciado, por qué van las personas poseedoras de supuestos saberes a la televisión y por qué se produce un espectáculo a veces muy interesantes, y no pocas veces bochornosos cuando el locutor de turno le dice al invitado sobre cual o tal tema, por ejemplo, la expansión de la soja o la contaminación ambiental o lo que fuera, la globalización, la caída del cepo al dólar, “ayúdenos a pensar”. Esa expresión es una expresión que la televisión usa a menudo y establece la relación entre la televisión que sabe poco o no sabe nada, que es un simple reflejo de la realidad y el especialista que conoce todo su tema. Pero la televisión no es un simple reflejo de la realidad, engaña con su naturalismo, es el máximo invento de la simbolización que hubo en la larga tarea de la humanidad por encontrar una forma de representación. No hay ningún naturalismo, ser claro en un canal de televisión es difícil. Hay más guardias que para entrar a un ministerio, ya entrar al set es difícil, la maquilladora, el personaje que te esconde el micrófono, todo lo que se dice ahí queda grabado y la frase puede salir al otro día en los diarios como frases tremendas que, sin embargo, son frases del sentido común que uno dice sin pensar. La televisión que parece tan espontánea, condena al pensamiento finalmente espontáneo, pero no se anima a dar el último paso que es decir: “no precisamos más de doctores ni licenciados, todo el saber lo condenso yo”.

La televisión no precisa jueces, el aparato judicial fuera de la televisión, precisa que exista el Estado porque posiblemente podría sustituirlo por un Estado real televisivo, porque si se puede juzgar, fustigar, se puede transmitir todo lo que interesa efectivamente que es ya no un partido de futbol local – que también interesa, no lo dudo- pero la globalización real es la FIFA, organismo de la pulsión deportiva que corresponde a la propaganda de la globalización. De modo que la posibilidad que tiene la televisión de paralizar no solo una nación, como ocurre en Brasil, aquí menos, sino paralizar a toda la humanidad con personajes futbolísticos que son, a su vez, modelos de grandes casas de publicidad que forman parte de la gran economía del mundo, que es una economía de la imagen, la imagen supone un correlato económico muy fuerte. Pero todavía no se anima a dar el último paso que sería confiscar totalmente la universidad y generar intelectuales y profesionales propios, que son aquellos que surjan de las escuelas de periodismo que se animan a pensar lo que ya está de alguna manera insinuado, que no se precisa de nadie que venga a ayudar a pensar, entonces es una farsa. ¿Por qué es una farsa? Porque apenas  empieza a ayudar a pensar el doctor en medicina o no sé cuánto  para explicar el Mal de Chagas, el locutor de las siete de la tarde que puede tener 19 años y salió recién de la escuela de periodismo, dice: “no, doctor, hable claro, no sé lo que me dice, esta palabra no se entiende”. En vez de ayudar a pensar, de repente se ve cortado y expulsado del orden de lo conversable o dialogar, simplemente porque la televisión tiene esa compulsión última de poder reemplazar todos los saberes; no se anima a hacerlo porque después sería difícil que el joven de 17 años que maneja toda la escena pueda explicar bien qué es el mal de Chagas.

Hay una conciencia de la televisión que eso no lo puede, pero en algún momento puede llegar perfectamente a que la televisión imagine el mundo medico como el mundo publicitario. Uno puede imaginar perfectamente lo que cuesta hacer las propagandas de dentífricos, disfrazar a alguien de doctor, todo ese segundo de representación que hacen al consejo, a la publicidad, etc. le hacen pensar a la televisión que está en condiciones de reemplazar el conocimiento humano adquirido a lo largo de milenios. Eso no va a ocurrir, porque no puede ocurrir porque sería una catástrofe civilizatoria tremenda pero la televisión tiene esa ligera inquietud interna que le da ciertos derechos a quien sale en la televisión a llamar al que ayuda a pensar pero al mismo tiempo a proscribirlo, y en esa vacilación está hoy presentado el tema que le falta que es la  política y eso puede llegar a confiscarlo.

Política y memoria

Las lógicas políticas son ingenuas, son lógicas de acumulación,  es habitual en el lenguaje político decir “tenemos que acumular poder” y el poder no es acumulable por excelencia, el poder es algo muy etéreo, se conquistan ciertas posiciones pero se pierden otras, se pierde lo que se conquista siempre. El poder genera grandes aparatos pero en la historia está escrito que tarde o temprano se desploma, entonces esa idea acumulativa del poder la televisión no lo tiene, la televisión tiene escasa memoria, no tiene en cuenta lo que emitió el día anterior. Pero al mismo tiempo si se le pide que de una memoria de la  humanidad pone un programa de hace veinte años que de algún modo forma parte de nuestra memoria, nuestra memoria puede tener menos que ver con los ciclos de las efemérides patrias que con el día que  nació Humprey Bogart o el día que murió Marlon Brando, lo cual considero justo en estos dos casos que son dos grandes actores del mundo del cine. Pero efectivamente la televisión no tiene memoria social, pero tiene una exquisita memoria de sí misma, cada vez que hay algún aniversario, es un aniversario que antes lo vende la televisión. En Argentina coincide, además con el 17 de octubre del ’51 que es la primera  emisión televisiva de la Argentina, lo cual demuestra hasta qué punto el Estado ha dado lugar a la televisión, unos años antes de la caída de Perón. La primera emisión de la televisión es un acto del partido peronista de la época, pero hoy de algún modo la disputa que hay con la televisión es una disputa mundial, más allá de que haya una ley en países donde no hay leyes, o una ley que, por otro lado, todavía no se aplica. La disputa es la misma: quién es el Estado, dónde está el Estado porque la televisión está en condiciones de demostrar que ya está lista para ser el nuevo diccionario del modo en que se habla de cualquier tema que sea, produciendo este efecto, liquidando los tabiques internos que tiene el organismo.

Palabras soeces

Una cosa más que no puede confiscar efectivamente es la lengua personal, la lengua intima, la amorosa no se puede confiscar, la lengua insultante. Por ejemplo, uno sabe cuando hay que insultar, hay una sabiduría profunda que no estoy todo el día diciéndole a todo el mundo un insulto terrible, soez; el habla soez no es lo habitual, es un apéndice de la comunicación. Yo diría que si el habla soez no estuviera, la comunicación pierde su generosa capacidad de hablar de la vida. Si se habla de un profesor, si el profesor  tiene que dar una clase de epistemología, no habla a las puteadas aunque a lo mejor la puteada puede ser un elemento de análisis de la epistemología del lenguaje. Si uno tiene que dar una clase de medicina no dice palabras inapropiadas para describir ciertas partes del cuerpo humano. El lenguaje tiene secretos declarados que son tabiques internos donde una demostración de futbol enojada permite decir muchas más palabras soeces que un dialogo entre académicos. Esa es la lógica del lenguaje, si se desploman esos hilos invisibles del lenguaje que hace que hablemos diferente en nuestra casa, la protección relativa que tiene un domicilio cuando uno le da tiempo, un domicilio protege la asistencia relativamente, no digo porque puedan entrar ladrones, sino porque entran toda clase de servicios a tu domicilio. Hablamos claramente del afuera siempre, pero hay un momento intimo, la información intima, secreta, la revelación de algo que no se tiene que saber y el lenguaje que puede ser insultante, un lenguaje que implementa la palabra  de la cual después nos arrepentimos.

Esos son palabras muy atractivas, son las palabras soeces, creo que todos somos habilidosos en usarlas porque son palabras que  en el fondo implican un respeto al revés, no la decimos en cualquier momento, no se las decimos a cualquiera, si tenemos que decir de una manera radical, fuerte y ya demoledora lo decimos cuando perdimos efectivamente, porque si no después nos podemos arrepentir. La televisión sacó todos esos tabiques con la idea de que tenemos un mercado y es casi solo un mercado, y entonces esas palabras soeces que son tan atractivas en nuestra lengua,  palabras amorosas, de extrema sexualidad, la televisión las liberó todas porque la idea que pertenecían a una censura, lo que en la televisión se llama no censura, que es algo que todos compartimos, es algo que tiene un error. No un error de que no debe haber censura, de hecho creo que la televisión cumple muchas veces un papel muy importante en ampliar las fronteras de la no censura a cualquier lugar, eso desde ya lo ha hecho muchas veces. Porque la televisión reproduce mucho la teoría política y en su interior  los trabajadores saben muchas veces cómo salir a cuestionar la censura real que produce un Estado. Pero en nombre de eso muchas veces aplastan el lenguaje, de manera tal que siempre que se lo escucha a Tinelli, Lanata, Rial, están todos los que se escuchan porque una nación generalmente es su televisión. Si uno va a un hotel de La Quiaca mira la misma televisión que en el sur del país o que en Buenos Aires. Un personaje como Santo Biasatti es un tipo nacional, uno diría un tipo nacional puede ser Borges, pero en realidad ves mucho más a Biasatti que a Borges; uno diría que pueden convivir Santos Biasatti con Borges, más o menos porque está este mecanismo por el cual la televisión desato todos los nudos secretos del lenguaje, entonces se puede decir cualquier palabra que antes la familia prohibía a los chicos

¿Eso está bien o está mal? El que dice que mal, como habla la televisión, si lo  bien, tenemos que aceptar la realidad del lenguaje amplio  y  que se produzca esta tormenta en el lenguaje. Ahora si nos ponemos a examinar de ahí  el papel de la política en la Argentina, que tiene que ser un papel renovado que no se está cumpliendo porque hay políticos temerosos, “si no hablo como Tinelli me voy al tacho con la elección”. O no hubo un político que Tinelli imitó  y que después imitó a la imitación de Tinelli, eso, si no es el vaciamiento total de la política, no sé cómo se llama. Y además le fue bien por hacer eso, no es que nadie le dijo usted es una imitación, ese político jactanciosamente dijo: “soy una mera imitación, soy un personaje efectivamente fabricado en una agencia de publicidad”. Y eso lo favoreció. Esos efectos del modo en que la televisión ejerce su  inteligibilidad, donde como el lenguaje es parte de un mercado se puede decir absolutamente cualquier cosa. Otra cuestión importante es la medición minuto a minuto en una discusión familiar: el papel de lujuria, la acusación de infidelidad, el hecho de que la humanidad viva minuto a minuto qué se habla en la televisión, la hace el género más despótico de las conversaciones. Si nos enteráramos que un programa de televisión le ganó en el minuto tal a un programa de fútbol, no sufre el fútbol ni ganó el programa de televisión que le ganó al fútbol, lo que perdió es el sistema conversacional que nutre finalmente cualquier política de emancipación de cualquier país.

Globalización

Lo primero que hay que aclarar es que soy un gran crítico, pero los verdaderos críticos – que se aprende a cierta edad eso- no se pasan todo el día criticando, se sumergen en el propio fenómeno que critica, que hay un oscuro placer en eso, por eso estar todo el día criticando también incomoda. No sólo la televisión, todas las cosas que no nos gustan en el fondo la tenemos que practicar. No sé qué filósofo habrá definido esta ética pero la tengo como relativamente aceptada. Hay un concepto que es el concepto de la globalización misma donde la globalización es buena o mala, eso también es un tema. Si uno lo escucha al presidente de Uruguay, que parece un campesino que cena en la esquina de su casa, en un boliche con veredas de tierra, ha construido esa idea en la televisión, construyó esa imagen, pero hace apología a la globalización constantemente. La actual situación en la Argentina no permite eso porque existe un mecanismo de control, el Estado ha resurgido de muchas maneras que podrán ser discutidas pero está tomando un papel mucho más importante. La Argentina es un país que tiene problemas con el estado de la globalización, es decir con la drástica comercialización de un tipo humano, de un tipo de consumo, que sería la globalización. Pero Uruguay no, el presidente campesino que cría chanchos y alimenta él mismo las gallinas, no es un campesino artiguista del siglo XIX, es un apologista, lo digo con simpatía porque puede causar simpatía, pero cree que Uruguay se va a salvar colgándose del último vagón de la globalización. Yo no lo pienso así, pienso que Uruguay tiene muchísimas más posibilidades, como hoy es un lugar financieramente  muy importante en el mundo, le permiten eso las finanzas, el dinero, la conversación, las formas polémicas que se hacen, está todo muy relacionado, no hay nada metafórico.

Lanata

Por eso la discusión de Lanata es que puede tener pruebas, cada uno pensará lo que sea, de ninguna manera me gusta un personaje como Lázaro Baez, desde ya lo quiero decir. Pero lo que propone Lanata es algo que de alguna manera los pueblos reclaman ante la globalización. Primero: ésta globalización nos permite pensar en una única cosa, que en la China podemos criticar productos chinos, esa moladora que antes venía de EEUU era mejor que la que ahora viene de China pero que cuesta la mitad. Podemos criticar esas cosas de China, que es un país de la globalización, aquello que el marxismo previó en el siglo XIX  pero bajo otras formas de mercado y otras formas de producción. Entonces, en ese sentido, las finanzas son abstractas, son circulaciones que se registran electrónicamente, lo que llamaríamos corrupción desde el punto de vista de los excedentes monetarios y legales, se lo representa como una valija rebosante de dólares como en las historietas del tío de Patoruzú  o una novela gótica que son todos géneros muy antiguos, satisfacen una necesidad de probarse porque el mundo se hizo tan abstracto, la economía se hizo tan abstracta que los economistas ante la televisión sienten la necesidad de divulgar. Se divulgan las matemáticas, bien, Paenza lo hace bien, pero no son las matemáticas de Euclides, son otras matemáticas pasadas por la televisión, Pigna hace una divulgación  de la historia, creo que lo hace con respeto, pero ya no es el historiador solo porque la televisión le va pidiendo médicos, historiadores, Cormillot divulga las formas de adelgazar, ante lo hacían grandes magos, hechiceros, alquimistas, visitas secretas y particulares. La televisión nos abriga a todos a que seamos divulgadores de algo que existió antes o que existe para ciertos especialistas que podemos convocarlos para que nos esclarezcan pero cuando el doctor empieza a esclarecer “no, no va, usted habla difícil”, entonces viene el divulgador. Y en ese sentido la divulgación de la corrupción ¿qué sería?: elementos concretos, físicos, elementos que han sido dibujados por ciertos dibujantes de todo el mundo, lo que representan en la simbología de lo que podríamos llamar en nuestro inconsciente la caja fuerte, la caja fuerte es un personaje central en la vida financiera pero quién usa caja fuerte hoy.

El dinero es un  dinero electrónico, no hay nada mas invisible que el dinero, triunfó la profecía de Marx del fetichismo de la mercancía que está representado por el dinero que es computable en grandes maquinarias de cómputos que no se ven nunca en ningún lugar. No es la máquina con la que la chica de la ventanilla cuenta los billetes, es algo que tiene otro lenguaje, ese lenguaje es un lenguaje de signos, es un lenguaje de signos electrónicos, es un lenguaje de una profunda abstracción, la economía se ha vuelto mucho más abstracta que nunca, el poder es totalmente abstracto, si alguien que es invisible con un botón que no sabemos dónde está, en qué lugar del Pentágono puede destruir una ciudad en Libia, entonces eso es una abstracción y las abstracciones permiten pensar. Por eso las abstracciones permiten pensar lo que es el mundo pero enormes partes de la población a las que le gusta la globalización porque hay maquinarias nuevas que apuntan a hacer de la vida domiciliaria, incluso amorosa, nótense que el diario La Nación  le dicen cuantas posiciones sexuales hay, en primera página. De algún modo hay un público que viene de estratos antiguos, vienen de las batallas del Peloponeso el público real, porque la mente humana es muy plástica pero al mismo tiempo tiene registros retóricos muy antiguos, entonces es preciso representar con algo concreto la corrupción.

Cómo se representaría el flujo financiero, cómo habla un personaje de la familia Roca de Techint con su sucursal en Denver o en un condado de Lichenstein, con qué lenguaje habla, no lo sabemos bien, con qué teléfono  habla, con qué tipo de registro simbólico intercambia mercancía, eso no lo sabemos. Pero una caja fuerte, una bóveda, una bóveda es un elemento trascendental de las novelas de terror, si en una bóveda encierra un osario y además encierra dólares, tenemos todo dicho respecto a la aniquilación de un momento histórico de un país. Qué estábamos pensando, que era la liberación nacional si estaba la bóveda, son elementos muy contundentes y hacen honor a lo que la televisión viene a traer que es la gran visualización del mundo. Si la televisión diría, no, esto no lo podemos visualizar. Todo tiene que ser visualizable, si dijera esta transacción entre una empresa como Techint y su casa matriz que ahora está en Lichenstein, ya no está en Argentina a pesar de ser una empresa italo-argentina, entonces como hacen para mostrar eso, eso es una desesperación de la televisión, no todo es mostrable. El mostrar al presidente Mujica comiendo un chorizo en la esquina de su casa lleva a la no demostración de lo que es efectivamente el mundo de la globalización. Que es un mundo del cual la televisión emerge, pero no puede mostrar sus más íntimos elementos. Que es dónde se toma la decisión efectiva de torturar, como se tortura en Guantánamo, eso no lo sabemos, porque no lo muestra Tinelli, por qué no lo muestra Lanata. Porque ellos tampoco lo saben y si lo supieran, lo más probable es que no les interesaría porque efectivamente el contrato, el pacto del público con la televisión no es que te muestre eso.

Sociedad de conocimiento

Entonces, la televisión  y después las redes sociales, nada de lo cual estoy en contra, parece que hablo en contra, hablo para que seamos ciudadanos más maduros en estos años que van a venir que van a ser difíciles. El concepto sociedad de conocimiento remplazó a otro concepto interesante que es el concepto de conocimiento, el concepto de sociedad, el concepto de tecnología, son todos grandes conceptos, el concepto de trabajo ha sido reemplazado también. Entonces hay miles y miles de personas que creen que pasan a un nuevo estatuto profesional y laboral y que así se salvan, no sé sabe  de qué castigo por no conocer las reglas de la sociedad de conocimiento pasan a ser parte de la sociedad de conocimiento. Es el concepto de los fabricantes de equipamiento informático. Así me parece bien. Es el concepto de los fabricantes de juguetes, me acuerdo de un juguete de mi infancia, el soldadito loco, que se le daba cuerda e iba en un jeep y se caía y se volvía a levantar, sería la sociedad del juguete del soldadito loco. Perfecto, supone una comunidad de usuarios de un juguete llamado el soldadito loco. Pero esta comunidad ya define el mundo, la comunidad llamada sociedad de conocimiento que es lo que eclosiona cuando presiona y presiona en las personas.

Basta imaginarse sobre un mismo partido de fútbol, viendo Barcelona y Atlético de Madrid, cien millones de personas en el mundo. Eso es una fuerza inmaterial que no llega a mover la órbita del planeta, pero es un peso enorme que después se traslada, que me parece muy bonito; una comunidad planetaria hablando de un gol  de Messi, podría resultar bastante interesante, se podría escribir una gran novela sobre eso. Pero escribir una teoría que se llame sociedad de conocimiento es trazar, para el conocimiento, un pobre destino: trazamos una línea de lo que se puede entender y no se puede entender, modificamos todo el mundo domestico con el modo en que estamos interconectados y la conectividad solo puede entenderse en buena y no en mala. Entonces también hay ahí un tema para educadores respecto a qué tipo de conectividad… la conectividad supone la globalización y supondría que no estar conectados es la peor caída en una especie de antropología del silencio que nos podría ocurrir a nosotros ¿Cómo vamos a estar no conectados?

Entonces me parece que ese concepto está mal, eso sería la información social de conocimiento sustituye información cultural. Llamar teoría de la información a una operación del hígado, a la caída de un satélite, a la encuadernación de un libro. Todo tiene información, entonces ese ideal de información va a hacer que tarde o temprano al mundo lo dirijan los servicios de inteligencia. Y como los nuestros, uno diría “son los nuestros”  pero son tan pavotes, el mundo lo va a dirigir una entidad como puede ser la CIA. Si el concepto de sociedad de información prosperara, pero por suerte no prospera íntegramente porque todos pensamos más o menos diferente, la televisión no sabe que después nos vamos a dormir con una pesadilla y por ahí soñamos con caja fuerte pero al otro día tenemos que ir al trabajo y la sociedad laboral siempre es distinta a la sociedad de conocimiento y tenemos que aprender, me parece a mí, a cuestionar la mera idea linda. La sociedad de conocimiento es bárbara, uno lo escucha al mayor productor de soja de la argentina, y dice “qué bárbaro la sociedad de conocimiento”, “estamos construyendo la sociedad de conocimiento”. Que es una especie de país con muchas computadoras y mucha soja. Yo, francamente, no quisiera esa parte para la Argentina, quisiera otro país donde la soja tenga un papel, el conocimiento otro papel, hacer críticas necesarias al modo en que se está comportando la economía agraria en la Argentina incluso la economía minera también y que toda esa crítica pueda hacerse en el nombre de un conocimiento que tiene linaje, legado, ni olvidarse del latín ni otros idiomas, ni olvidarse de Aristóteles, ni Kant. No olvidarse de Irigoyen, no olvidarse del Peronismo, porque cualquier gobierno argentino, sea peronista o no peronista también siente la seducción de este lenguaje y de esta atracción que sería la conectividad. Estamos todos conectados como los personajes de El Eternauta, recuerdan la fábula libertaria de El Eternauta, que es tan interesante. Estar todos conectados de la misma manera no está bueno (es una frase de Macri, cómo captó la formula, ahora hablamos así), estaría mejor pensar en distintos tipos de conexión, de desconexión y tener, cuando se dice “dar poder a la sociedad”  que es diferente a la sociedad de conocimiento, se lo dice de una manera que a mí no me gusta: empoderamiento. Pero no importa, se entiende lo que quiere decir. Dar poder a la sociedad, dar poder a las organizaciones populares, es para decidir con qué nos conectamos y con qué nos desconectamos. Y que eso sea una decisión lúcida y consiente, de carácter comunitario, emancipador. Así pienso yo la Nación.

Golpismos

Yo no creo que pueda haber un golpe en la Argentina. La institución golpista por excelencia que es el Ejército, ni está en condiciones de hacerla, ni lo quiere hacer y al mismo tiempo es muy difícil definir hoy qué es el ejército y qué son las Fuerzas Armadas en la Argentina.  Se lo predestinó a un ámbito científico técnico, la Argentina hoy fabrica cañones, fabrica algunos misiles también , esto constituye al militar y se ponen en una instancia científico-técnica. Hoy las Fuerzas Armadas tienen cursos de derechos humanos, no es fácil indagar la conciencia última que hay en los cuerpos armados de la Argentina, pero uno puede decir  que eso no es necesario,  de modo que la vida militar es una vida de reglas, y las instituciones militares hoy son instituciones donde  se enseñan cosas que antes no se enseñaban;  quizás con el tiempo se produzca algo que aun no vimos, qué tipo de fuerzas armadas debe tener la Argentina. Las que tienen hoy son un mixto, oscuro, me parece a mí, no está claro lo que pasa ahí, no sabemos qué se discute, pero sabemos que hay muchos profesores de derechos humanos, pero todos los que estudiamos cualquier cosa sabemos que podemos creer o no en los profesores. No es como creían las Fuerzas Armadas en un tiempo en que el profesor era la voz que determinaba la orientación  final de conciencia de las personas que eran sus alumnos, eso nunca fue así en realidad, la verdadera educación diría que eso no debe ser así.

Entonces, no habiendo esa institución precisamente golpista, todos los golpes en la Argentina fueron una Alianza entre el poder mediático y el poder militar. Si hacemos una breve historia tendríamos que ir a 1890, es un golpe militar, pero es un golpe militar  muy simpático, si puede ser simpático un golpe militar.  Gobernaba Juárez Celman, había una crisis económica mundial que era la crisis de la convertibilidad de las monedas, muy parecida a ésta y había un sector del ejercito golpista, el general María Campos, que era simpatizante de Alem, de la formación del radicalismo; un sector de la marina, un golpe cívico militar, que es el surgimiento de la Unión Cívica, donde participa Mitre también. En ese momento los orígenes del partido radical van en comunión con el partido de Mitre, que es el partido nacional. A eso no lo llamamos golpe, lo llamamos revolución del `90, porque tiene un lado simpático, era un movimiento hacia la ampliación de la ciudadanía y la democracia, y gobernaba un gobernante declarado inepto, pero hay muchos parecidos con un golpe. Por ejemplo la gran revista humorística El Mosquito,  le hizo la vida imposible a Celman. Lo convirtió en una especie de pelele, incapaz de resolver nada, un cuñado de Roca, cordobés, él, de modo que diríamos que técnicamente fue un golpe; fracasado por otro lado y a costa de luchas varias y el combate principal  con muchos muertos, fue enfrente de lo que hoy es el Teatro Colón. Inmediatamente después se construye el Teatro Colón,  está al lado el colegio Roca, los Tribunales, todo eso no existía, era un parque militar, por eso se llama Revolución del Parque. Si van a La Recoleta van a ver el monumento a la revolución, donde está enterrado Raúl Alfonsín: un soldado del ejército, un marino con su arma, y un partisano, civil con su boina blanca, también con su fusil.  Eso es una alianza perfecta, no le  diríamos que es un golpe diferente, social, cívico militar de carácter democrático, por eso es tan difícil decir que es un golpe.  Si uno se pone pesado, diría que eso podría ser un golpe porque el gobierno de Juárez Celman era constitucional,  pero Alem era simpático, el joven sobrino de Alem, Yrigoyen, también era simpático. A mi me resulta simpático un sector del ejercito que es un ala con vocación más democrática, podemos decir que es simpático, por eso a ello, no lo llamamos golpe.

Pero después viene el `30, qué clase de golpe viene con el `30, Yrigoyen era acusado de corrupto, de nazi, los nazis todavía no existían, surgieron tres años después, pero existía el Ku Klux Klan, de modo que a los militantes radicales se les decían el Ku Klux Klan. Al mismo tiempo Yrigoyen era un personaje mas bien aislado, tenia más de 80 años y encarnaba lo que muchos movimientos populares encarnan, la vida popular mas desposeída y al mismo tiempo, tiene n cierta incapacidad de que esa deposición se convierta en algo que este en condiciones de mayor autonomía. Eso le paso al peronismo, en una época.  Ese golpe es el golpe que preparo el diario Crítica de Natalio Botana, un gran periodista, es decir, como un golpista, bueno, fue un gran periodista modernizador del periodismo, y seguidor de Randolph Hearst, que inspiro  la gran película de Orson Welles, El Ciudadano. Vender diarios con una guerra es mucho mas fácil, casi se puede atribuir la guerra de EEUU contra España por Cuba, en 1899, a la tarea del diario de Hearst. Crítica hizo lo mismo, era un gran diario donde escribía Borges, por ejemplo. Y ahí la idea diaria de que  se estaba en manos de un  corrupto,  finalmente termina inquietando a la población. ¿Quién quiere estar en manos de un corrupto, quien quiere estar en manos de politiqueros, de personas violentas que usan cachiporras? Sea cierto o no y es probable que en un momento de degradación de un partido, todo partido se degrada, aparezcan los militantes de cachiporra, los que no quieren perder su posición, los que saben que habían pertenecido a un movimiento popular que hoy ya no los acompaña, pero en nombre de ese acompañamiento del pasado,  podemos suponer que es legitimo un plan de violencia. Es decir todo eso cuando ocurre en un movimiento popular, el movimiento popular se degrada, inevitablemente,  un poco porque lo acusan de corrupción, otro poco porque esto puede ser cierto, otro poco porque se degrada interiormente.

Entonces el diario Crítica, no tanto La Nación,  sino Crítica, mas una pequeña columna decadente del colegio militar que avanzo por la avenida Rivadavia, en su escasísima resistencia,  salen por el Congreso. En la famosa Aguafuerte de Roberto Arlt, que presencia el tiroteo en el Congreso entre los cadetes de Uriburu y los militantes radicales, que estaban pertrechados en el Congreso de la Nación. Todas las demás revoluciones,  tuvieron un poco ese mismo formato, salvo la del `43, que es una decisión militar, de un grupo de oficiales, una logia militar que tenía un poco de masonería, un poco de nacionalismo, un poco de liberalismo, no es fácil definir esa logia, de la cual sale el general Perón. Esa es una revolución sangrienta, hay un combate en la Esma, en la ex-Esma, donde la marina resiste esa revolución. Hay muchos muertos en la Avenida Libertador, hay un tipo de revolución que el pueblo de Buenos Aires no estaba acostumbrado a ver. Pero el gobernante era Ramón Castillo, que iba a dar paso a un gobierno conservador del salteño Robustiano Patrón Costas,  de modo que la población esperó un cambio, y en efecto que ahí surge el peronismo. Pero posteriormente, después de Alfonsín, el peronismo ya casi no reivindica mas ese 4 de junio de 1943, porque es una revolución militar, sangrienta. Y al mismo tiempo, con dos alas en debate, no se sabe quién es partidario de EEUU y quien es el partidario de Alemania. Qué era Perón en ese momento, ningún historiador del peronismo desentrañó exactamente en qué lugar estaba Perón. No era fácil decir en el ´30 qué era Perón, es un golpista que sale en el diario Crítica pero al mismo tiempo  no esta con Uriburu, está con Justo, que era constitucionalista. Uriburu quería hacer la constitución corporativa.

La alianza del ejército es mucho más notoria en el `55, a pesar de que todos los diarios decían que estaban con el gobierno, no era así, como es caso de La Nación. Clarín tiene una relación ambigua con el peronismo,  pero participa del golpe porque esta aliado a la Marina. Pero el papel fundamental lo cuple la Iglesia, como se decía en una época “no aguanta diez tapas del Clarín”; se puede decir que el gobierno de Perón no aguanto mil sermones de curas y párrocos de todo el país, insistiendo todos los Domingos. Porque el enfrentamiento con la Iglesia fue muy duro: el matrimonio civil, Perón hace cosas muy audaces para Argentina, desde el punto de vista de las creencias religiosas, habilitando otras creencias.

Después en el ´76, por supuesto que no solo lo preparo la prensa, que tuvo un papel importantísimo, que se nota con la cuestión de Papel Prensa que surge en intima relación con el golpe del ´76. Aunque ya era una idea en los años anteriores de Roberto Noble, director de Clarín, que ya había muerto. Entonces, la situación al día de hoy, cuando no hay posibilidad de alianzas entre militares, Iglesia, aunque tampoco sabemos bien qué piensa la Iglesia. Sabemos qué es lo que piensa Bergoglio, que es parte de la discusión argentina. Lo que ocurre hoy con este debate con Clarín, que uno puede expresar si estuvo bien planteado, yo creo que es una expresión justa la frase de Kirchner de “que te pasa Clarín” la frase inquisitorial, en ese sentido más concesivo. Clarín le explicaba que le pasaba, en lo posible con algún acuerdo, porque de hecho había acuerdos con el gobierno, por razones que no conocemos ese acuerdo se rompe, la pregunta “qué te pasa Clarín” no es respondida y es tomada como una injuria y hoy tenemos una guerra mediática que nunca se vio en la Argentina con esta proporción. Parecida a la de Brasil, solo que en Brasil no hay ley de medios. Entonces todo lo que es la televisión como sustitución de experiencia humana, y como directora general de conciencia de la globalización, esta en su máxima tensión, operando no para un golpe, pero sí con pulsiones que podrían ser golpistas.

Por supuesto que todos esperaran a las elecciones, algunos recrean que hay que desembarazarse de este gobierno insoportable, que les combiene que haya un golpe. Pero de todas maneras una emisión de cada Domingo del programa de Lanata hace trastabillar a todo el mundo. Porque emplea todas las tecnologías del circo, de novela, del vodevil, ahí se resume todo el poder de la televisión, con las tecnologías más modernas. Y con las herramientas del teatro, del teatro popular callejero. Y los periodistas no sabemos ya si son periodistas o comediantes, oradores de barrio, activistas, actores teatrales no muy buenos. Entonces el espectador si no está emancipado, generalmente esta viendo algo que  provoca un intimo regocijo, porque las cosas no están tan bien como esperábamos, porque siempre los pueblos piensan que las cosas no están como esperaban. Esto suministra un horizonte posible de deslegitimación general de un gobierno sobre la base de ningún otro programa político, porque el único programa político es el hedonismo de una risa que puede causar un empresario corrupto. Que puede causar alguien que se enfundó en el uniforme de El Eternauta, que aparecía como una persona adornada de toda clase de virtudes de salvación, como era el presidente Kirchner. Y que ahora hay que cambiar totalmente lo que se llama relato, el gobierno paso de construir un relato y ahora el relato pasa a ser una palabra cuestionada.

Pero al mismo tiempo en manos de aquellos a los que se dirigía el primer relato, entonces este otro relato, donde pareciera que la civilización es un derroche de relatos, y debemos no creer que es así, es una lucha de fuerzas productivas, formas de conciencia, y el último relato en vez de ser El Eternauta, es un personaje que ve una caja fuerte y dice “estoy en éxtasis”. Bueno, si esa es una de las políticas de un país, no puede ser; es una humorada que cualquiera puede hacer frente a una caja fuerte, pero en estos momentos estamos viendo todos esos símbolos, como símbolos del atrevimiento, de una transformación moral, de un lugar donde se esconde algo. El juego de las escondidas es el más recordado de nuestra infancia, el lugar secreto de donde saldría una verdad que se nos esta ocultando. Entonces hoy los gobiernos son capaces de demostrar que actúan a la luz y que no hay verdades que se le oculten a nadie, o aun sin ser cierto, o aun siendo cierto una lógica del Estado, las lógicas del Estado no siempre son visibles ni son transparentes, de ser cierta, alguna pequeña por la razón que sea, es evidente que hay que hacer un debate en la televisión misma respecto a qué quiere la televisión, suponiendo que es la madre y maestra de la demostración de todo lo que hay visible en el mundo. Es una hipótesis equivocada, tan equivocada es que lo que se debería hacer visible es quizás,  es las rutas del dinero del gran capitalismo de la globalización, de las grandes empresas, qué piensa un funcionario de las grandes calificadoras de riesgo, qué piensa un funcionario de una de esas calificadoras. Goldman Sachs por ejemplo, que tiene una parte del capital accionario de Clarín,  porque no se toma un teleteatro que tenga como eje para saber qué piensa un funcionario de la Goldman Sachs. Que es muy complejo porque el gobierno también tiene una partecita del paquete  accionario, entonces todas esas cosas no se pueden resolver con viejas metodologías sólidas como es el ataúd, las bóvedas,  que sirven para guardar vino como para guardar a nuestro socio, la palabra bóveda es muy tremenda, pertenece al inconsciente de la muerte, al tánatos.

Entonces, el medio màs moderno de comunicación, donde todos debemos estar conectados,  porque si no estuviéramos conectados, perderíamos la orientación del pensamiento, es aquel  que recurre a las mascaras mas arcaicas. Y las metáforas más arcaicas son las más poderosas. Pueden voltear gobiernos, pueden debilitarlos al punto tal de debilitarles su legitimidad, por ejemplo sacarle el buzo de legitimidad de El Eternauta. Y de quitarnos a todos nosotros el placer de una lectura que pudo tener una consecuencia política. Por eso el debate es económico, social, como quieran; pero también es un debate de los símbolos de nuestra juventud, nuestra niñez, de los libros que leímos,  de las historietas que leímos, todo eso esta en combate en Argentina,  y orientarse en eso no es fácil. No hay ningún maestro orientador que nos diga qué es lo que tenemos que hacer.

Tendrá que salir de debates colectivos donde todos nosotros tenemos que tener la lucidez de poder participar con más conocimiento y  sin odio. Cuando uno dice sin odio dice “que fácil”, pero el odio más fácil de definir, es un pensamiento rencoroso que primero lo dirijo hacia mi mismo y después tengo el placer de decirlo de la manera mas obtusa posible y creer que eso esta bien. Eso seria una persona que odia, también este momento del país exige lo que la televisión cree que tiene que es un gran confesionario, no es la televisión un gran confesionario,, el programa de chismes, el gran confesionario que sustituye al de la Iglesia. Por eso el astuto Bergoglio va más a la televisión de lo que fue el astuto Juan Pablo II, si uno es sacerdote o Papa y si no es astuto, un empresario puede ser poco astuto, un político poco astuto, hasta un presidente puede ser menos astuto que un Papa, pero un Papa no puede no ser astuto. La astucia es el régimen interno de la Iglesia, “porque predico con las creencias y debo tolerar con la astucia de los no creyentes”. Lo dijo Bergoglio el otro día, “me dirijo a los que no creen”. Es un movimiento de máxima y profunda astucia, dirigirse a todos los que creen o a los que crea yo, no es astuto, es una ingenuidad, a veces la cometemos. El astuto habla a los que no creen como él, hoy la iglesia esta dirigida por un personaje verdaderamente astuto y profundamente astuto, por eso la alianza entre Iglesia y televisión, que es una alianza ya producida, y no porque a la noche hablan solo los evangelistas, el noticiero es evangelista, Santo Biasatti es evangélico. La lengua evangélica es omitir toda la negrura, la acritud que tiene la vida, lo agrio que tiene la vida, y postular que todos seamos buenos. Es tan fácil, ¡si lo dijo Santo Biasatti!

SÁBADO 08 DE JUNIO DE 2013

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