Un caso estremecedor, signo de estos tiempos y de este lugar. Marginalidad, anbandono y descontrol en todos los aspectos. Ausencia de estado y la indefensión de los menores que terminan por ser víctimas de un círculo que se retroalimenta. En los suburbios donde no llegan la normas de la civilidad bien entendida las vidas se desenvuelven en una cotidianeidad macara que solo interrumpen las cámaras de la TV cuando van a buscar sangre que se pueda vender, el resto de la sangre, esa que corre todos los días dejará de interesar bien pronto, en cuanto el rating refleje el desinterés de la audiencia. Entonces los telespectadores buscarán otros entretenimientos y los arrabales volverán a sus miserias de todos los días, siempre al borde de la tragedia, siempre lejos, cada vez más lejos de todo. IXX, oct2018