Fuga de capitales - dos visiones - Reposteo
22 de diciembre de 2017
En dos años de gobierno de Macri, el capital de argentinos en el exterior aumentó 11 por ciento.
Por Tomás Lukin
Los argentinos tienen 262.343 millones de dólares en el exterior. La cifra correspondiente al tercer trimestre del año equivale al 44 por ciento del PIB. Elaborada con los datos de la Posición de Inversión Internacional (PII) difundida por el Indec, representa la estimación más conservadora para la magnitud de la fuga de capitales. Los datos muestran un incremento del 7,6 por ciento frente al mismo período de 2016 y una escalada del 11,0 por ciento desde finales de 2015. El denominado “método de stock” no contempla los ahorros en dólares por fuera del sistema financiero ni las colocaciones canalizadas a través de la red global de servicios financieros offshore expuestas con revelaciones como los Panamá Papers. Estimaciones elaboradas por los ex investigadores del Cefid-Ar, el centro financiado por la banca pública y cooperativa clausurado por el Gobierno, llevan el stock fugado del país hasta los 500.000 millones de dólares, alrededor del 80 por ciento del Producto.
Los resultados de la Balanza de Pagos publicados ayer por el organismo estadístico evidencian que el proceso de fuga de capitales se financia con el creciente endeudamiento externo. Entre enero y septiembre de 2017, la deuda externa creció 19 por ciento (ver aparte). Los pasivos en moneda extranjera asumidos por el Gobierno de Mauricio Macri no cubren el déficit fiscal sino que tapan los desequilibrios en la cuenta corriente y la cuenta financiera. Los dólares que ingresan por esa vía se destinan a pagar las importaciones, abastecer la remisión de utilidades y dividendos de las firmas extranjeras, financiar viajes al exterior, cancelar los intereses de la deuda y alimentar la fuga de capitales.
En el tercer trimestre del año, el rojo en la cuenta corriente escaló hasta los 8683 millones de dólares. La cifra es un 200 por ciento más elevada que un año atrás cuando el resultado negativo llegaba hasta los 5789 millones de dólares. El deterioro se explica fundamentalmente por el estancamiento en las exportaciones y el sostenido incremento en las importaciones en un contexto de reactivación estadística de la actividad económica. En el acumulado anual, el déficit superó los 21.500 millones de dólares y duplicando el rojo observado en los primeros nueve meses de 2016. Con ese desempeño el déficit saltó de 1,9 al 3,5 por ciento del PIB en un año.
La contracara de ese proceso fue el ingreso de divisas por el frente financiero. La cuenta financiera por su parte registró un ingreso neto de capitales que ascendió hasta los 8469 millones de dólares que duplicó los registros de un año atrás. De acuerdo al Indec “las necesidades netas de financiamiento fueron cubiertas casi en su totalidad por operaciones del Gobierno general”. Sin embargo desde el Ministerio de Hacienda celebraron que “la inversión extranjera directa se está transformando en uno de los factores de financiamiento del déficit en cuenta corriente más importantes”. Los funcionarios destacaron ayer que durante los primeros nueve meses del año la IED escaló 124 por ciento frente al mismo período de 2016. A pesar del optimismo oficial los datos muestran que la aceleración en el ingreso de capitales sigue “liderado por las cuentas vinculadas a la especulación y no por las productivas: tres de cada cuatro dólares que entraron por la cuenta financiera, correspondieron a la inversión de cartera, a la par que sólo uno obedeció a la inversión extranjera directa”, apuntaron desde la consultora Radar.
“La fuga de capitales es el reverso de la ausencia de inversiones en la economía argentina. La fuga resta capacidad de inversión. El crecimiento de la fuga es ahorro interno que no se invierte pero además agrava las necesidades de endeudamiento externo. En un contexto de déficit de la cuenta corriente la deuda financia no solo las importaciones, el pago de los intereses y la remisión de utilidades y dividendos sino que abastece la fuga de capitales”, apuntó el investigador del Area de Economía y Tecnología de Flacso, Andes Wainer.
“La fuga es un rasgo estructural de la economía argentina desde mediados de la década del setenta. No siempre tiene el mismo origen ni volumen y tampoco las mismas causas. Durante el kirchnerismo la fuga se financiaba con superávit comercial. Ahora se abastece con endeudamiento externo. En ambos casos tiene efectos negativos pero ahora genera una bola de nieve que incrementa la vulnerabilidad de la economía”, apuntó Wainer a PáginaI12. La dependencia permanente del endeudamiento externo en el esquema económico instalado por Cambiemos expone la economía a la impredecible voluntad de los acreedores externos.
https://www.pagina12.com.ar/84365-la-fuga-de-capitales-deporte-nacional
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http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/02/25/argentina-fuga-de-capitales-y-atraso-economico/
En entradas anteriores señalé que uno de los principales problemas que dificulta el desarrollo en Argentina es que una parte sustancial del excedente (esto es, de la plusvalía) no se reinvierte productivamente en el país, y sale al exterior. Por ejemplo, en polémica con los K-economistas, escribí en septiembre de 2011:
“… en los 2000, y a igual de lo sucedido en períodos anteriores, otra parte fundamental del excedente ha estado saliendo al exterior, sea bajo la forma de remesas de utilidades, pagos de intereses y salidas de capitales que se colocaron en inversiones inmobiliarias y de cartera. La diferencia con los 90 es que esa salida de capitales, en lugar de financiarse con deuda, se financió con buena parte de los excedentes de la balanza comercial. (…) [Entre 2003 y 2010] las salidas netas por pagos de intereses, utilidades y dividendo… fueron por 63.192 millones de dólares. Y los activos externos (incluyen inversiones inmobiliarias, depósitos en el exterior, tenencia de moneda extranjera y diversas inversiones de cartera) del sector privado pasaron de 118.008 millones de dólares en 2003 a 172.888 millones [en 2011]” (aquí).
En otra nota, aproximadamente un año después:
“Desde el punto de vista del desarrollo capitalista, la raíz de los problemas en la economía argentina reside en que una parte sustancial del plusvalor no se reinvierte productivamente. En parte se utiliza en gastos improductivos (incluidos gastos estatales), o construcción inmobiliaria. Y otra se coloca en el exterior, ya sea porque las multinacionales no reinvierten sus ganancias, o porque la burguesía argentina saca los capitales. Los teóricos de la dependencia, y en general los autores de izquierda, tradicionalmente explicaron el atraso de los países coloniales y semicoloniales por la extracción del excedente que realizaban las potencias y sus empresas, aliadas a las oligarquías locales. Pero hoy, en Argentina, la remesa de utilidades por parte de las grandes transnacionales es solo una parte del problema, porque existe una enorme masa de riqueza, propiedad de la clase capitalista criolla, que está acumulada en el exterior (algunos la ubican en 160.000 millones de dólares, pero puede ser superior); esto es, no se reinvirtió, ni se reinvierte, para ampliar las capacidades productivas. En este punto, el esquema explicativo “imperio-colonia” hace agua, ya que esa transferencia del excedente fue un acto libre de los capitalistas argentinos. (,,,) Esta debilidad de la acumulación de capital explica entonces por qué el problema económico en Argentina se manifiesta como carencia, como falta (de energía, de transporte, de producción con valor agregado, etc.) y no como “exceso” (aquí).
Pero no es solo Argentina. La transferencia de plusvalía al exterior es un fenómeno que afecta de conjunto a los países atrasados. En este respecto, es ilustrativo el informe “Financial Flows and Tax Havens: Combining to Limit the Lives of Billions of People”, de diciembre de 2015, elaborado por el Centre for Applied Research, Norwegian School of Economics. Global Financial Integrity (GFI). En lo que sigue resumo las principales cuestiones que plantea, y presento luego una reflexión sobre el significado de la fuga de capitales.
Presentación del estudio del GFI
Se trata del estudio más abarcativo de los flujos financieros globales que impactan en los países en desarrollo. El GFI reconoce dos tipos de flujos, los que se registran en la balanza de pagos y los que no se registran, y son en gran medida ilícitos. Sobre las transferencias registradas, se analizaron 151 países en desarrollo, a lo largo de 33 años, el período 1980-2012.
El GFI define Transferencia Neta de Recursos (NRT por sus siglas en inglés) como los flujos netos registrados hacia o desde un país, menos las salidas de capital ilícito. La balanza de pagos proporciona un marco estadístico unificado para medir las transferencias registradas, que son principalmente financieras. Cuando se calcula el neto de las transferencias hacia afuera a través de la fuga de capitales con las transferencias registradas en la balanza de pago, se obtiene el balance NRT. Esto es, el balance de la NRT no toma en cuenta las entradas de capital provenientes de actividades ilícitas.
Las fugas de capital juegan un papel de primer orden, y consisten principalmente en flujos ilícitos. Según el estudio, las salidas ilícitas representan el 82% de toda la NRT desde los países en desarrollo.
Existen dos formas principales de fugas de capitales. Por un lado, las filtraciones no registradas en la balanza de pagos. Precisemos qué son las filtraciones en la balanza de pagos: cuando la fuente de fondos de un país (flujos de IED entrantes por no residentes en exceso de los flujos de IED salientes por los residentes, más el neto de nueva deuda externa contraída por sobre el repago de viejos préstamos) excede el uso de los fondos (tales como financiar el déficit de cuenta corriente y/o aumento de las reservas), el exceso tiene que haberse filtrado por fuera de la balanza de pagos de una forma no registrada. La otra vía de fuga de capitales son las malas facturaciones del comercio (subfacturación de exportaciones, sobrefacturación de importaciones) o refacturaciones realizadas en paraísos offshore.
En cualquier caso, el cálculo de los flujos no registrados presenta muchos problemas. Tengamos presente que entre esos flujos se encuentran, en primer lugar, los que tienen origen en actividades de tipo criminal, tales como tráfico de drogas, tráfico de personas, comercio de órganos, falsificación (medicamentos, electrónica, cigarrillos, ropa, calzado) y contrabando. Con respecto de los flujos provenientes del crimen, no queda claro si existen transferencias netas hacia o desde los países en desarrollo. Como adelantamos más arriba, el GFI, de todas maneras, no considera las entradas de capital en los países en desarrollo que son producto de estas actividades.
En segundo lugar está la falsificación de facturas de comercio. Los datos del comercio bilateral muestran refacturación de transacciones, habitualmente realizadas a través de entidades offshore, pero no revelan mala facturación dentro de los mismos documentos intercambiados entre exportadores e importadores. El tercer rubro es la propiedad intelectual y servicios, ya que solo el comercio de mercancías está comprendido en el análisis de datos de la mala facturación. Se considera, de forma conservadora, que la propensión a mal facturar en servicios es la misma que en bienes. Otra dificultad importante es China, ya que es el mayor exportador tanto de capital lícito como ilícito y porque los flujos financieros a través de Hong Kong son problemáticos.
Los principales resultados del estudio
Cuando se toman en cuenta las transferencias registradas, entre 1980 y 2012 salieron de los países en desarrollo 2,97 billones de dólares (aproximadamente 90.000 millones de dólares anuales, en promedio). Debido a que China tiene grandes superávits en cuenta corriente y salidas de capital y activos de reserva asociados a esos superávits, cuando se excluye a China las transferencias netas acumuladas pasan a ser de aproximadamente un billón de dólares (o unos 32.000 millones de dólares por año, en promedio).
En cuanto a las fugas de capitales, para el período 1980-2012 de todos los países en desarrollo fue de 13,37 billones de dólares; son 405.000 millones por año, en promedio. Las salidas de capital desde los países atrasados a lo largo de los 33 años correspondieron más o menos de forma pareja a filtraciones en la balanza de pagos y mala facturación en el comercio. Como porcentaje del PBI aumentaron desde 3,7% en 190-1984 a 6,4% en 2000-2004, llegando a un pico de 7,2% en vísperas de la crisis financiera. Luego bajaron, pero de todas formas en 2012 eran del 6,2%. La fuga de capitales acumulada, excluyendo China, para el período bajo estudio fue de 10,6 billones de dólares; representaban el 4,9% de sus PBI en la primera mitad de los 1980. Antes de la crisis financiera, en 2008, representaban el 8,3%. Cayeron durante la crisis, pero en 2012 representaban el 6,4% del producto.
Si se suman las transferencias registradas, la transferencia neta de recursos fue negativa por más de 16,3 billones para el conjunto de los países en desarrollo. Es un promedio anual de 495.400 millones de dólares. La provisión neta de recursos aumentó desde un promedio de 15.800 millones por año en la primera mitad de los 1980 a 503.800 millones en la primera mitad de 2000. El drenaje declinó cuando la crisis financiera, en 2009; pero luego volvió a aumentar, llegando casi a los 2 billones de dólares en 2012.
Por otra parte el estudio del GFI estima que el total de activos en paraísos fiscales de los residentes en países adelantados y en desarrollo pasaron de 18,1 billones de dólares a finales de 2005 a 30,8 billones en 2011. Los activos de los residentes –ajustados por inflación- crecieron, entre 2005-2011, a una tasa anual del 5,9%, en tanto los activos de los residentes en países en desarrollo crecieron al 12,2% anual. En promedio las tenencias de los residentes en países en desarrollo representaban el 12% del total de los activos en los paraísos fiscales. Los activos en paraísos fiscales del sector privado de los países adelantados pasaron de 16,8 billones en 2005 a 28,1 billones en 2011. Los activos de los residentes en países en desarrollo pasaron de 1,2 billones en 2005 a 2,6 billones de dólares en 2011. Los paraísos fiscales offshore juegan un rol central, ya que facilitan los flujos financieros provenientes del crimen, la corrupción y la evasión fiscal.
¿Explotación de países, o explotación de clase?
Una de las tesis más extendidas entre el progresismo y la izquierda –incluidos los marxistas- sostiene que los países atrasados son explotados por parte de los países adelantados. Esta explotación tendría su expresión más clara y definida en las transferencias de plusvalía desde los países atrasados hacia los adelantados (o “desde el Sur al Norte”). La bandera de la “liberación nacional” tiene como fundamento último esta idea. Cuando se afirma que Argentina, por ejemplo, es explotada por los países adelantados, se está afirmando que, de alguna manera, el conjunto de la población argentina padece esa explotación. De ahí que se haya llegado a afirmar que las burguesías de los países atrasados son “semi-oprimidas”, o “semi-explotadas”, y que sus fracciones “nacionales e industrialistas” tendrían un “interés objetivo en la liberación nacional”. Fue, y sigue siendo, el argumento de los partidos Comunistas y otras variantes stalinistas, para proponer los “frentes nacionales” de colaboración de clases.
En otras notas he criticado esta tesis, planteando que las burguesías de los países atrasados participan en pie de igualdad con las burguesías de los países adelantados de la explotación de la clase obrera, tanto nativa como a nivel global. Cuando hablo de “igualdad” no estoy diciendo que globalmente el capitalismo de los países atrasados tenga el mismo poder económico que el capitalismo de los países adelantados; ni que los Estados de los países atrasados tengan el mismo poder militar y geopolítico que los Estados de los países adelantados. Simplemente estoy diciendo que la relación no es la del tipo “metrópoli-colonia”, sino la que existe entre capitalistas con iguales derechos formales, y que como tales participan de la tajada que les corresponde de la plusvalía, según sus fuerzas económicas relativas.
Pues bien, el informe del GFI refuerza mi argumento contrario al nacionalismo radical y al nacional-marxismo. Es que la fuga de capitales –la principal forma de transferencia de riqueza hacia los países adelantados- no ocurre por alguna imposición manu militari o imperial, sino es el resultado de las decisiones de amplias franjas de las clases dominantes de los países atrasados. Más precisamente, sea que esa fuga se realice vía filtraciones en la balanza de pagos, o mala facturación, no puede llevarse a cabo si no hay un comportamiento de clase. Esto significa que abarca empresas de todo tipo, rentistas, bancos y otras instituciones financieras, así como amplias capas de la alta burocracia estatal de los países atrasados. Es la clase capitalista “del Sur” (o una porción significativa de ella) la que decide colocar sus fondos en los paraísos fiscales, o en bancos e inversiones inmobiliarias en el extranjero. Agreguemos que, al menos en el caso de Argentina, la fuga de capitales fue financiada con deuda externa, tomada por el mismo capitalismo nativo, y el Estado (véase “La fuga de capitales. Historia, presente y perspectiva”, de J. Gaggero, C. Casparino y E. Libman, Cefidar, Documento de Trabajo N° 14, mayo 2007).
La salida de capitales es un factor clave a la hora de explicar el atraso económico de países del “tercermundo”. Pero no ha caído del cielo; está orgánicamente vinculado a la lógica de la ganancia y a la seguridad que puedan tener los capitalistas de los países atrasados para sus inversiones.
Rolando Astarita es Profesor de economía de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Fuente: https://rolandoastarita.blog/2018/02/10/fuga-de-capitales-y-atraso-economico/
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En dos años de gobierno de Macri, el capital de argentinos en el exterior aumentó 11 por ciento.
La fuga de capitales, deporte nacional
El Indec estima en forma conservadora que la fuga suma 262.343 millones de dólares. Otros estudios la elevan a 500 mil millones.Por Tomás Lukin
Los argentinos tienen 262.343 millones de dólares en el exterior. La cifra correspondiente al tercer trimestre del año equivale al 44 por ciento del PIB. Elaborada con los datos de la Posición de Inversión Internacional (PII) difundida por el Indec, representa la estimación más conservadora para la magnitud de la fuga de capitales. Los datos muestran un incremento del 7,6 por ciento frente al mismo período de 2016 y una escalada del 11,0 por ciento desde finales de 2015. El denominado “método de stock” no contempla los ahorros en dólares por fuera del sistema financiero ni las colocaciones canalizadas a través de la red global de servicios financieros offshore expuestas con revelaciones como los Panamá Papers. Estimaciones elaboradas por los ex investigadores del Cefid-Ar, el centro financiado por la banca pública y cooperativa clausurado por el Gobierno, llevan el stock fugado del país hasta los 500.000 millones de dólares, alrededor del 80 por ciento del Producto.
Los resultados de la Balanza de Pagos publicados ayer por el organismo estadístico evidencian que el proceso de fuga de capitales se financia con el creciente endeudamiento externo. Entre enero y septiembre de 2017, la deuda externa creció 19 por ciento (ver aparte). Los pasivos en moneda extranjera asumidos por el Gobierno de Mauricio Macri no cubren el déficit fiscal sino que tapan los desequilibrios en la cuenta corriente y la cuenta financiera. Los dólares que ingresan por esa vía se destinan a pagar las importaciones, abastecer la remisión de utilidades y dividendos de las firmas extranjeras, financiar viajes al exterior, cancelar los intereses de la deuda y alimentar la fuga de capitales.
En el tercer trimestre del año, el rojo en la cuenta corriente escaló hasta los 8683 millones de dólares. La cifra es un 200 por ciento más elevada que un año atrás cuando el resultado negativo llegaba hasta los 5789 millones de dólares. El deterioro se explica fundamentalmente por el estancamiento en las exportaciones y el sostenido incremento en las importaciones en un contexto de reactivación estadística de la actividad económica. En el acumulado anual, el déficit superó los 21.500 millones de dólares y duplicando el rojo observado en los primeros nueve meses de 2016. Con ese desempeño el déficit saltó de 1,9 al 3,5 por ciento del PIB en un año.
La contracara de ese proceso fue el ingreso de divisas por el frente financiero. La cuenta financiera por su parte registró un ingreso neto de capitales que ascendió hasta los 8469 millones de dólares que duplicó los registros de un año atrás. De acuerdo al Indec “las necesidades netas de financiamiento fueron cubiertas casi en su totalidad por operaciones del Gobierno general”. Sin embargo desde el Ministerio de Hacienda celebraron que “la inversión extranjera directa se está transformando en uno de los factores de financiamiento del déficit en cuenta corriente más importantes”. Los funcionarios destacaron ayer que durante los primeros nueve meses del año la IED escaló 124 por ciento frente al mismo período de 2016. A pesar del optimismo oficial los datos muestran que la aceleración en el ingreso de capitales sigue “liderado por las cuentas vinculadas a la especulación y no por las productivas: tres de cada cuatro dólares que entraron por la cuenta financiera, correspondieron a la inversión de cartera, a la par que sólo uno obedeció a la inversión extranjera directa”, apuntaron desde la consultora Radar.
“La fuga de capitales es el reverso de la ausencia de inversiones en la economía argentina. La fuga resta capacidad de inversión. El crecimiento de la fuga es ahorro interno que no se invierte pero además agrava las necesidades de endeudamiento externo. En un contexto de déficit de la cuenta corriente la deuda financia no solo las importaciones, el pago de los intereses y la remisión de utilidades y dividendos sino que abastece la fuga de capitales”, apuntó el investigador del Area de Economía y Tecnología de Flacso, Andes Wainer.
“La fuga es un rasgo estructural de la economía argentina desde mediados de la década del setenta. No siempre tiene el mismo origen ni volumen y tampoco las mismas causas. Durante el kirchnerismo la fuga se financiaba con superávit comercial. Ahora se abastece con endeudamiento externo. En ambos casos tiene efectos negativos pero ahora genera una bola de nieve que incrementa la vulnerabilidad de la economía”, apuntó Wainer a PáginaI12. La dependencia permanente del endeudamiento externo en el esquema económico instalado por Cambiemos expone la economía a la impredecible voluntad de los acreedores externos.
https://www.pagina12.com.ar/84365-la-fuga-de-capitales-deporte-nacional
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Argentina. Fuga de capitales y atraso económico
Resumen Latinoamericano / 25 de febrero de 2018 / Rolando Astaritahttp://www.resumenlatinoamericano.org/2018/02/25/argentina-fuga-de-capitales-y-atraso-economico/
En entradas anteriores señalé que uno de los principales problemas que dificulta el desarrollo en Argentina es que una parte sustancial del excedente (esto es, de la plusvalía) no se reinvierte productivamente en el país, y sale al exterior. Por ejemplo, en polémica con los K-economistas, escribí en septiembre de 2011:
“… en los 2000, y a igual de lo sucedido en períodos anteriores, otra parte fundamental del excedente ha estado saliendo al exterior, sea bajo la forma de remesas de utilidades, pagos de intereses y salidas de capitales que se colocaron en inversiones inmobiliarias y de cartera. La diferencia con los 90 es que esa salida de capitales, en lugar de financiarse con deuda, se financió con buena parte de los excedentes de la balanza comercial. (…) [Entre 2003 y 2010] las salidas netas por pagos de intereses, utilidades y dividendo… fueron por 63.192 millones de dólares. Y los activos externos (incluyen inversiones inmobiliarias, depósitos en el exterior, tenencia de moneda extranjera y diversas inversiones de cartera) del sector privado pasaron de 118.008 millones de dólares en 2003 a 172.888 millones [en 2011]” (aquí).
En otra nota, aproximadamente un año después:
“Desde el punto de vista del desarrollo capitalista, la raíz de los problemas en la economía argentina reside en que una parte sustancial del plusvalor no se reinvierte productivamente. En parte se utiliza en gastos improductivos (incluidos gastos estatales), o construcción inmobiliaria. Y otra se coloca en el exterior, ya sea porque las multinacionales no reinvierten sus ganancias, o porque la burguesía argentina saca los capitales. Los teóricos de la dependencia, y en general los autores de izquierda, tradicionalmente explicaron el atraso de los países coloniales y semicoloniales por la extracción del excedente que realizaban las potencias y sus empresas, aliadas a las oligarquías locales. Pero hoy, en Argentina, la remesa de utilidades por parte de las grandes transnacionales es solo una parte del problema, porque existe una enorme masa de riqueza, propiedad de la clase capitalista criolla, que está acumulada en el exterior (algunos la ubican en 160.000 millones de dólares, pero puede ser superior); esto es, no se reinvirtió, ni se reinvierte, para ampliar las capacidades productivas. En este punto, el esquema explicativo “imperio-colonia” hace agua, ya que esa transferencia del excedente fue un acto libre de los capitalistas argentinos. (,,,) Esta debilidad de la acumulación de capital explica entonces por qué el problema económico en Argentina se manifiesta como carencia, como falta (de energía, de transporte, de producción con valor agregado, etc.) y no como “exceso” (aquí).
Pero no es solo Argentina. La transferencia de plusvalía al exterior es un fenómeno que afecta de conjunto a los países atrasados. En este respecto, es ilustrativo el informe “Financial Flows and Tax Havens: Combining to Limit the Lives of Billions of People”, de diciembre de 2015, elaborado por el Centre for Applied Research, Norwegian School of Economics. Global Financial Integrity (GFI). En lo que sigue resumo las principales cuestiones que plantea, y presento luego una reflexión sobre el significado de la fuga de capitales.
Presentación del estudio del GFI
Se trata del estudio más abarcativo de los flujos financieros globales que impactan en los países en desarrollo. El GFI reconoce dos tipos de flujos, los que se registran en la balanza de pagos y los que no se registran, y son en gran medida ilícitos. Sobre las transferencias registradas, se analizaron 151 países en desarrollo, a lo largo de 33 años, el período 1980-2012.
El GFI define Transferencia Neta de Recursos (NRT por sus siglas en inglés) como los flujos netos registrados hacia o desde un país, menos las salidas de capital ilícito. La balanza de pagos proporciona un marco estadístico unificado para medir las transferencias registradas, que son principalmente financieras. Cuando se calcula el neto de las transferencias hacia afuera a través de la fuga de capitales con las transferencias registradas en la balanza de pago, se obtiene el balance NRT. Esto es, el balance de la NRT no toma en cuenta las entradas de capital provenientes de actividades ilícitas.
Las fugas de capital juegan un papel de primer orden, y consisten principalmente en flujos ilícitos. Según el estudio, las salidas ilícitas representan el 82% de toda la NRT desde los países en desarrollo.
Existen dos formas principales de fugas de capitales. Por un lado, las filtraciones no registradas en la balanza de pagos. Precisemos qué son las filtraciones en la balanza de pagos: cuando la fuente de fondos de un país (flujos de IED entrantes por no residentes en exceso de los flujos de IED salientes por los residentes, más el neto de nueva deuda externa contraída por sobre el repago de viejos préstamos) excede el uso de los fondos (tales como financiar el déficit de cuenta corriente y/o aumento de las reservas), el exceso tiene que haberse filtrado por fuera de la balanza de pagos de una forma no registrada. La otra vía de fuga de capitales son las malas facturaciones del comercio (subfacturación de exportaciones, sobrefacturación de importaciones) o refacturaciones realizadas en paraísos offshore.
En cualquier caso, el cálculo de los flujos no registrados presenta muchos problemas. Tengamos presente que entre esos flujos se encuentran, en primer lugar, los que tienen origen en actividades de tipo criminal, tales como tráfico de drogas, tráfico de personas, comercio de órganos, falsificación (medicamentos, electrónica, cigarrillos, ropa, calzado) y contrabando. Con respecto de los flujos provenientes del crimen, no queda claro si existen transferencias netas hacia o desde los países en desarrollo. Como adelantamos más arriba, el GFI, de todas maneras, no considera las entradas de capital en los países en desarrollo que son producto de estas actividades.
En segundo lugar está la falsificación de facturas de comercio. Los datos del comercio bilateral muestran refacturación de transacciones, habitualmente realizadas a través de entidades offshore, pero no revelan mala facturación dentro de los mismos documentos intercambiados entre exportadores e importadores. El tercer rubro es la propiedad intelectual y servicios, ya que solo el comercio de mercancías está comprendido en el análisis de datos de la mala facturación. Se considera, de forma conservadora, que la propensión a mal facturar en servicios es la misma que en bienes. Otra dificultad importante es China, ya que es el mayor exportador tanto de capital lícito como ilícito y porque los flujos financieros a través de Hong Kong son problemáticos.
Los principales resultados del estudio
Cuando se toman en cuenta las transferencias registradas, entre 1980 y 2012 salieron de los países en desarrollo 2,97 billones de dólares (aproximadamente 90.000 millones de dólares anuales, en promedio). Debido a que China tiene grandes superávits en cuenta corriente y salidas de capital y activos de reserva asociados a esos superávits, cuando se excluye a China las transferencias netas acumuladas pasan a ser de aproximadamente un billón de dólares (o unos 32.000 millones de dólares por año, en promedio).
En cuanto a las fugas de capitales, para el período 1980-2012 de todos los países en desarrollo fue de 13,37 billones de dólares; son 405.000 millones por año, en promedio. Las salidas de capital desde los países atrasados a lo largo de los 33 años correspondieron más o menos de forma pareja a filtraciones en la balanza de pagos y mala facturación en el comercio. Como porcentaje del PBI aumentaron desde 3,7% en 190-1984 a 6,4% en 2000-2004, llegando a un pico de 7,2% en vísperas de la crisis financiera. Luego bajaron, pero de todas formas en 2012 eran del 6,2%. La fuga de capitales acumulada, excluyendo China, para el período bajo estudio fue de 10,6 billones de dólares; representaban el 4,9% de sus PBI en la primera mitad de los 1980. Antes de la crisis financiera, en 2008, representaban el 8,3%. Cayeron durante la crisis, pero en 2012 representaban el 6,4% del producto.
Si se suman las transferencias registradas, la transferencia neta de recursos fue negativa por más de 16,3 billones para el conjunto de los países en desarrollo. Es un promedio anual de 495.400 millones de dólares. La provisión neta de recursos aumentó desde un promedio de 15.800 millones por año en la primera mitad de los 1980 a 503.800 millones en la primera mitad de 2000. El drenaje declinó cuando la crisis financiera, en 2009; pero luego volvió a aumentar, llegando casi a los 2 billones de dólares en 2012.
Por otra parte el estudio del GFI estima que el total de activos en paraísos fiscales de los residentes en países adelantados y en desarrollo pasaron de 18,1 billones de dólares a finales de 2005 a 30,8 billones en 2011. Los activos de los residentes –ajustados por inflación- crecieron, entre 2005-2011, a una tasa anual del 5,9%, en tanto los activos de los residentes en países en desarrollo crecieron al 12,2% anual. En promedio las tenencias de los residentes en países en desarrollo representaban el 12% del total de los activos en los paraísos fiscales. Los activos en paraísos fiscales del sector privado de los países adelantados pasaron de 16,8 billones en 2005 a 28,1 billones en 2011. Los activos de los residentes en países en desarrollo pasaron de 1,2 billones en 2005 a 2,6 billones de dólares en 2011. Los paraísos fiscales offshore juegan un rol central, ya que facilitan los flujos financieros provenientes del crimen, la corrupción y la evasión fiscal.
¿Explotación de países, o explotación de clase?
Una de las tesis más extendidas entre el progresismo y la izquierda –incluidos los marxistas- sostiene que los países atrasados son explotados por parte de los países adelantados. Esta explotación tendría su expresión más clara y definida en las transferencias de plusvalía desde los países atrasados hacia los adelantados (o “desde el Sur al Norte”). La bandera de la “liberación nacional” tiene como fundamento último esta idea. Cuando se afirma que Argentina, por ejemplo, es explotada por los países adelantados, se está afirmando que, de alguna manera, el conjunto de la población argentina padece esa explotación. De ahí que se haya llegado a afirmar que las burguesías de los países atrasados son “semi-oprimidas”, o “semi-explotadas”, y que sus fracciones “nacionales e industrialistas” tendrían un “interés objetivo en la liberación nacional”. Fue, y sigue siendo, el argumento de los partidos Comunistas y otras variantes stalinistas, para proponer los “frentes nacionales” de colaboración de clases.
En otras notas he criticado esta tesis, planteando que las burguesías de los países atrasados participan en pie de igualdad con las burguesías de los países adelantados de la explotación de la clase obrera, tanto nativa como a nivel global. Cuando hablo de “igualdad” no estoy diciendo que globalmente el capitalismo de los países atrasados tenga el mismo poder económico que el capitalismo de los países adelantados; ni que los Estados de los países atrasados tengan el mismo poder militar y geopolítico que los Estados de los países adelantados. Simplemente estoy diciendo que la relación no es la del tipo “metrópoli-colonia”, sino la que existe entre capitalistas con iguales derechos formales, y que como tales participan de la tajada que les corresponde de la plusvalía, según sus fuerzas económicas relativas.
Pues bien, el informe del GFI refuerza mi argumento contrario al nacionalismo radical y al nacional-marxismo. Es que la fuga de capitales –la principal forma de transferencia de riqueza hacia los países adelantados- no ocurre por alguna imposición manu militari o imperial, sino es el resultado de las decisiones de amplias franjas de las clases dominantes de los países atrasados. Más precisamente, sea que esa fuga se realice vía filtraciones en la balanza de pagos, o mala facturación, no puede llevarse a cabo si no hay un comportamiento de clase. Esto significa que abarca empresas de todo tipo, rentistas, bancos y otras instituciones financieras, así como amplias capas de la alta burocracia estatal de los países atrasados. Es la clase capitalista “del Sur” (o una porción significativa de ella) la que decide colocar sus fondos en los paraísos fiscales, o en bancos e inversiones inmobiliarias en el extranjero. Agreguemos que, al menos en el caso de Argentina, la fuga de capitales fue financiada con deuda externa, tomada por el mismo capitalismo nativo, y el Estado (véase “La fuga de capitales. Historia, presente y perspectiva”, de J. Gaggero, C. Casparino y E. Libman, Cefidar, Documento de Trabajo N° 14, mayo 2007).
La salida de capitales es un factor clave a la hora de explicar el atraso económico de países del “tercermundo”. Pero no ha caído del cielo; está orgánicamente vinculado a la lógica de la ganancia y a la seguridad que puedan tener los capitalistas de los países atrasados para sus inversiones.
Rolando Astarita es Profesor de economía de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Fuente: https://rolandoastarita.blog/2018/02/10/fuga-de-capitales-y-atraso-economico/
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