08 marzo, 2021

"Hay que educar!" (por IXX)

"Acá lo que falta es educación!" y otras muchas frases por el estilo se escuchan cada vez que surgen problemas sociales y por lo general la respuesta se reduce a enseñar en la escuela tradicional con métodos tradicionales y más rigor. ¿Es ese el camino? 
Sin duda que educar es fundamental para la vida en sociedad y nadie va a renegar de la escuela como parte de la formación de toda persona, lo que se trata de pensar aquí es de qué otras maneras o por qué medios nos educamos los seres humanos ya que claramente no aprendemos todo únicamente de la escuela.
La familia y la comunidad son formativas y eso lo sabemos de sobra desde hace tiempo y nuestro comportamiento esta signado por claves que aprendemos en casa antes de salir al mundo y cotidianamente en los espacios sociales en que nos movemos de los cuales vamos comprendiendo sus códigos, sus valores, sus maneras y así nuestra vida se adapta a la integración paulatina con nuestra comunidad. 
Hay muchas comunidades delimitadas por espacio, tiempo, creencias y más recientemente han surgido a partir de las comunicaciones y las redes otros ámbitos con sus propias reglas que pueden atravesar incluso algunos de los enclaves antes mencionados.
¿Se puede excluir del compromiso formativo ámbitos en los cuales las personas pasan inclusive más tiempo semanal que en la escuela? ¿Cómo confronta una frase de un docente con cientos de repeticiones de publicidad o propaganda?
Pero eso que muchos de nosotros desconocemos o cuyo debate postergamos es por demás conocido por los medios digitales que fueron diseñados para influir sobre nuestras decisiones.
Al respecto del "sujeto algorítmico" que constituimos para las redes Antropomedia blog publicó:
"(...), las plataformas sociodigitales se han diseñado también para producir un conocimiento de los usuarios desde algoritmos no perceptibles que funcionan en el momento en que la persona simplemente enciende su celular, prende su computadora, le habla con cariño a su aparato para prender la luz (Alexa buenos días) o sube una fotografía a Instagram después de estar varios minutos editándola. Argumento no novedoso, inclusive se encuentra dentro del sentido común, pero que vale la pena que repasemos porque tiene un conjunto de implicaciones que van más allá del simple hecho de reconocer este fenómeno de captación para inmiscuirnos en una discusión más amplia que implica la definición de ¿quiénes somos actualmente? y ¿cómo somos definidos?"
Pero si la educación es una tarea repartida entre diversos actores del lado de los educadores además de personas debemos reconocer procesos, intereses, objetivos que (ya lo sabemos) tienen una carga de subjetividad siempre presente. ¿Y qué pasa cuando un bot (un proceso automatizado) decide el rumbo de nuestros intereses? ¿A quién responde? ¿Se trata únicamente se darnos el gusto como consumidores de ofrecernos más de lo mismo (o casi lo mismo) o debiéramos poner en cuestión quién decide qué darnos y cuándo? Dejaremos para el final la discusión sobre el por qué.
Está altamente estudiado nuestro comportamiento, al respecto: 
De acuerdo con la socióloga Zeynep Tufekci (2018) son los algoritmos de YouTube los que hacen que las personas se sientan atraídas por contenidos que son más “extremos” que los videos que los llevan a la plataforma en un inicio.
“Lo que estamos presenciando es la explotación computacional de un deseo natural de los humanos: mirar "detrás de la cortina", profundizar en algo que nos involucra. A medida que hacemos clics y clics, nos dejamos llevar por la emocionante sensación de descubrir más secretos y más “verdades” profundas. YouTube lleva a los espectadores a un "rabbit hole" de extremismo, mientras que Google acumula ventas de anuncios.
Los seres humanos tienen muchas tendencias naturales que necesitan ser monitoreadas atentamente en el contexto de la vida moderna. Por ejemplo, nuestra ansiedad evolutivamente heredada por consumir grasa, sal y azúcar (que nos sirvió bien cuando la comida escaseaba), puede llevarnos ahora por un mal camino en donde ya estos ingredientes son demasiado abundantes y procesados para nosotros. Así también nuestra curiosidad natural por lo desconocido puede llevarnos por mal camino en un sitio web que nos lleva en una dirección de mentiras, engaños y desinformación.
Los conceptos de biopolitica y bio poder nos acercan un poco a la comprensión de cómo se considera a la población en general a los fines del aprovechamiento económico de sus capacidades y fuerza productiva así como sus condiciones y necesidades.
Biopolítica el nombre que da el filósofo francés Michel Foucault a una forma específica de gobierno que aspira a la gestión de los procesos biológicos de la población. Foucault sostiene que la Biopolítica es efecto de una preocupación anterior del poder político: El Biopoder, que son un conjunto de estrategias de saber y relaciones de poder que se articulan en el siglo XVII sobre lo viviente en Occidente. Esta modalidad se despliega sobre lo humano. Primero se pensó en el cuerpo “como máquina: su educación, el aumento de sus aptitudes, el arrancamiento de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su integración en sistemas de control eficaces y económicos, todo ello quedó asegurado por procedimientos de poder característicos de las disciplinas: una anatomopolítica del cuerpo humano”[3].
El surgimiento del Biopoder absorbe el antiguo derecho de vida y muerte que el soberano detentaba sobre sus súbditos y, en las sociedades post Revolución Francesa, aspira a convertir la vida en objeto administrable. Foucault acusa el surgimiento de una tecnología individualizante del poder, que por medio del análisis de los individuos, sus comportamientos y sus cuerpos, aspira a producir cuerpos dóciles y fragmentados. En función de esto se inventan herramientas como la vigilancia, el control, el conteo del rendimiento o el constante examen de las capacidades.
Actualizando los conceptos la filosofa Rosi Braidotti nos brinda una perspectiva más actualizada:
"Estoy preocupada por las apresuradas celebraciones de un nuevo tipo de humanitarismo o de humanismo empresarial, que proclama ruidosamente que ¡todos nosotros estamos juntos en esto! Pero, ¿quiénes somos nosotros y qué proyecto político compartimos realmente? Lo que necesitamos son cartografías críticas precisas de las nuevas relaciones de poder, que están emergiendo del actual orden geopolítico mundial posantropocéntrico. Sin embargo, si consideramos el alcance global de los problemas posthumanos a los que nos enfrentamos hoy en día en la era del antropoceno, resulta que nosotros humanos estamos de hecho juntos en esta crisis. Esta toma de conciencia no debe oscurecer o escamotear de ningún modo los diferenciales de poder que sostienen al sujeto colectivo (nosotros) y su empresa ética y política (esto). Al reflexionar sobre un sujeto posthumano unitario, nosotros necesitamos reconocer que muy bien pueden existir múltiples y contradictorios proyectos en liza en las complejas recomposiciones de «lo humano» en este momento presente: muchos modos complejos, nomádicos y contestados de devenir mundo juntos." (Rosi Braidotti)
El sitio antes mencionado (Antropomedia) nos explica en un post como las redes sociales pueden vincular intereses que consideran afines, en este caso terraplanismo con antivacunas que si bien pueden parecer diferentes están unidos por el escepticismo o conspiracionismo y la pregunta que debemos hacernos es ¿Qué hace suponer al algoritmo que esos dos temas son ideales para un mismo grupo de internautas? La explicación viene por el lado del trackeo (las huellas) que dejamos al navegar y que el sistema como un Gran Hermano elige para guiarnos a la satisfacción inmediata pero si somos un poco (solo un poco) mal pensados se nos ocurre que nos están manipulando a la ignorancia ya que de la misma manera que nos orientan a despistarnos más también podrían enseñarnos un camino mejor con explicaciones científicas serias que ayuden a desmitificar ciertas cuestiones.
Al parecer la educación no estaría dentro de los objetivos primordiales de estas plataformas sino (a mi entender) el entretenimiento y fundamentalmente el consumo. Se resume en que dar más de lo mismo, más placer estimula más visitas, más avisos, más de lo mismo en definitiva. En cambio educar iría por otro camino.

Hay cada vez más acuerdos de convivencia entre plataformas de medios, buscadores, redes sociales y eso constituye cada vez más un embudo comunicacional que nos angosta el camino. Basta buscar un tema de interés que recordemos y que no forme parte del criterio hegemónico para darnos cuenta que eso que para nosotros es un claro recuerdo puede ser una aguja ocasionalmente perdida en la web. Esto es que la versión "oficial" hegemónica de un hecho se reproducirá hasta el hartazgo pero las demás miradas quedan sumergidas solo al alcance de los más expertos.

La formación entonces es cada vez más una responsabilidad individual, acompañada obviamente por los diferentes ambitos educativos que para eso están pero aislada. No podemos contar con el apoyo formativo de las abundantes plataformas disponibles, no podemos confiar en ellas. Si bien la actualidad nos provee de acceso ilimitado no por ello nos brinda las llaves para entrar al conocimiento. Estamos solos en una enorme biblioteca ¿quién va a decirnos por donde empezar?

Ixx, abr21  
   



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