17 septiembre, 2022

Un acto de lealtad - Estación Facundo Quiroga

InicioNormativaLey 21057/1975
Ley 21057
HONORABLE CONGRESO DE LA NACION ARGENTINA

FERROCARRILES
CAMBIO DE DENOMINACION
Ley 21.057
BUENOS AIRES, 17 de Septiembre de 1975
Boletín Oficial, 31 de Octubre de 1975
Derogada
Id SAIJ: LNN0025389
Resumen:
DEROGADA POR LEY 21812 (B.O. 12-06-1978)-CAMBIO DE DENOMINACION DE LA ESTACION VIRREYES POR EL DE FACUNDO QUIROGA

Observaciones:
DEROGADA POR LEY 21812





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lunes, 19 de septiembre de 2011

Teresita Scianca, un acto de lealtad


Un ex militante de la JP bonaerense recuerda los últimos momentos de Teresita Scianca, desaparecida pampeana en San Fernando. Cómo una patrulla del Ejército la secuestró mientras hacía una volanteada y su resistencia contra los represores. Cómo salvó a sus compañeros.

Norberto Asquini

María Teresita Scianca nació en Intendente Alvear en 1954 y tras finalizar el colegio secundario se radicó con su familia en Capital Federal. Militante de base cristiana y de la Juventud Peronista, trabajó en una villa de San Fernando durante los años '70. Poco después del golpe, el 31 de mayo de 1976, Scianca fue la encargada junto a otros cuatro compañeros de realizar una actividad de propaganda con una volanteada en la barriada en la que militaban. Uno de los integrantes de la agrupación recordó que el contenido de los panfletos era una declaración política de Montoneros. Allí fue secuestrada y luego desaparecida por la represión ilegal.

Alegrías y tristezas.
El testimonio es de Anselmo Gayo, otro ex militante de la Juventud Peronista. "No recuerdo el momento o el día en que la conocí pero sí recuerdo días de caminar por el barrio en el que militábamos juntos en la JP. La recuerdo cuando caminábamos juntos los andenes de la estación de San Fernando, donde ella tenía que ir a tomar el tren para viajar hasta la Capital", afirmó.
"La recuerdo compartiendo con las compañeras y compañeros, con alegría, con la alegría de la militancia, de la esperanza de un cambio para este país. Tanto a ella como a su compañero Chango, que era un compañero médico y ejercía la militancia y la medicina en el barrio. Los recuerdo juntos y se cruzan los recuerdos de profunda tristeza de un momento a otro, no encontrarlos más", indicó.
Teresita trabajaba además en el Banco Nación en la sucursal de Energía Atómica, mientras seguía con el trabajo barrial de base. Estaba casada con Germán Federico Kuhn, "Chango", un estudiante de medicina de la UBA, que integraba el frente territorial con ella y que es parte de las listas de desaparecidos.
Gayo continuó: "Recuerdo la fortaleza que tenía en la militancia y la lealtad a los compañeros, que quedó demostrada cuando fue capturada por el Ejército. La lealtad a los compañeros, la persistencia, la tozudez en sus ideas. Las defendía, argumentaba cuando creía que tenía la verdad".

La volanteada.
El militante rememoró que "Mari (Scianca) era muy delgadita y alta y recuerdo su caminar, era de caminar y hacer gestos mientras caminaba, y de reírse. Eran bromas permanentes, una alegría que estaba ahí. Una alegría por un país mejor, se estaba luchando, tratando con todas las fuerzas para hacer algo distinto, algo mejor para el pueblo, para todo el pueblo".
Gayo indicó sobre el 31 de agosto del '76: "El día que ella es capturada y secuestrada por el Ejército estaba programada una volanteada en San Fernando. A esa volanteada yo tenía que ir, éramos cinco compañeros. Seguíamos con una organización mínima de encuentros y actividades, aún para esa fecha. Yo vivía en San Fernando con mi familia pero estaba en Florida, provincia de Buenos Aires. Y teníamos una cita para iniciar esa volanteada, y yo llego tarde".
El testigo recuerda quienes eran: Teresita, Beto, Ana y Néstor, uruguayo. Los dos últimos serían desaparecidos después. "La volanteada era ir desde (la ruta) 202 y Sobremonte -una avenida muy transitada-, iniciando desde esa esquina. Estaba planificado entrar desde Sobremonte a los barrios donde teníamos nuestra militancia y saliendo otra vez a Sobremonte, una esquina y volver a entrar. Ese era el recorrido que harían los compañeros".

La patrulla.
Gayo recordó que "antes de terminar esta última volanteada, Beto y Mari convencen a Ana y Néstor que se fueran para su casa, que vivían cerca. Néstor, para seguridad, antes de llegar a su casa vuelve a Sobremonte para ver que está todo bien. Después, antes de que fuera secuestrado, nos contó cómo pasa todo".
"En la esquina de Sobremonte y Avellaneda Mari con Beto hacían la volanteada y, llegó una patrulla del Ejército. Como hay mucha cantidad de gente, se confunden, se confunden entre gente que corre al llegar la patrulla. Mari corre por Sobremonte, vuelve como para el barrio, buscando el barrio corriendo", rememoró.
"Cuando 'la Flaquita' corre por Sobremonte para el barrio intentan tirarle, uno o varios soldados intentan tirarle. Uno, por lo menos, pone rodilla en tierra para tirarle y el disparo no sale. Y ahí la corren, la corren por Sobremente y la alcanzan. Néstor, el compañero que queda en la esquina observando esto, nos cuenta que la traen y la Flaca los putea, los caga a patadas y los putea, la flaquita no se entrega", indicó Gayo.
"En la esquina -continuó- había quedado Beto. En la confusión, los milicos no estaban seguros de que también participara en esa actividad y había podido desprenderse de algunos volantes y, aparentemente, estaba sin nada encima. En el momento ese de confusión los milicos los suben a ambos a un móvil del Ejército. Después Beto cuenta que el maltrato sigue contra la Flaquita: la aprieta un conscripto con un fusil contra el piso. Otro conscripto le plantea que no la traten tan mal, que no le peguen. Eso cuenta Beto".

La victoria.
"La patrulla del Ejército los lleva a los dos, hacia una antena de Radio El Mundo, que aún está sobre la ruta 202 a la altura del aeroparque de San Fernando. El edificio de Radio El Mundo es el lugar donde a la Flaquita comienzan a torturarla. Eso comenta Beto después y él es testigo de que los milicos dicen que es dura, que no dice nada, que no canta nada. En ese momento, Mari sabe que está en algún lugar con Beto. Y la primera victoria que tiene Mari, la flaquita, sobre los milicos, es el silencio, su silencio que salva a Beto", indicó.
El ex militante afirmó que a Beto "lo salva el aguante de la Flaca. Beto debe su vida a la Flaquita por no haber dicho absolutamente nada. Esta situación sigue hasta las primeras horas del otro día. A Beto lo dejaron libre, al no encontrarle nada. Y, al otro día, con Néstor, hacemos una cita con Beto que nos cuenta esto".
"En el barrio, en las casas conocidas de Mari, no pasó nada, no fueron a ninguna casa, la Flaca seguro que no dijo nada. La Flaca seguro que no dijo nada, no vendió a ningún compañero, ninguna casa fue afectada por su caída. Hasta esa fecha manteníamos cierta actividad, después de ahí se desmoronó lo que aún se mantenía en pie", dijo.

Final.
Gayo indicó al autor: "De esos tiempos, han pasado años, décadas, y sin embargo la cuestión sigue tan fresca y el dolor de la pérdida de estos compañeros sigue viva. En estos tiempos que nos toca pasar, de vanidades, de personalismos, hemos quedado huérfanos de esta clase de compañeros, huérfanos de esta clase de entrega. Y es un orgullo haber estado al lado de compañeros como Mari y Chango. De algún modo, uno sigue vivo gracias a su entrega".
Los restos de Teresita Scianca permanecieron sin ubicar hasta que en el verano de 2005, el Equipo Argentino de Antropología Forense pudo saber de su destino. Todo indica que fue a dar al Centro Clandestino de Detención de Campo de Mayo luego de su secuestro y tortura el 31 de mayo. Ella fue acribillada en la vía pública días después, y su muerte fue hecha pasar como un tiroteo. Fue enterrada el 2 de julio del '76 como NN junto a otros cuatro cadáveres, en el Cementerio de Virreyes en San Fernando. Las huellas dactilares tomadas en aquella época, por los policías bonaerenses a los abatidos durante ese supuesto enfrentamiento con el Ejército, dieron la pista.
Sin embargo, nunca pudieron dar con el cuerpo: en los '90 se tuvo que remover esa parte del cementerio de Virreyes para agrandarlo y los restos de las fosas fueron depositados en el osario.

(Publicado en La Arena)


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Los vecinos cuentan historias de resistencia. Como cuando la juventud peronista primero, y los montoneros después, se instalaron en el barrio y prohibían el ingreso de cualquiera que no viviera allí. Era una suerte de “protección”. Montoneros no pudo con los militares, que terminaron infiltrándose en el barrio: se llevaban personas para que limpiaran comisarías. A algunos los desaparecían.

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