Escuela Científica Basilio - Anael - Isabelita

La ECB cristiana de prácticas espiritistas pasó por etapas de rechazo y aceptación de la mano del primer peronismo, de la persecución y confrontación directa con el catolicismo militante al apoyo explícito de Evita y Perón cuando reunió a sus seguidores en el Luna Park.
Vinculada a la secta Anael y a paso de personalidades destacadas de la política por sus rituales cuesta mucho separar la escuela de las política del momento, su camino se cruza una y otra vez con visionarios que pretenden acceso al poder a partir de sus vínculos políticos sin escatimar esfuerzos mágicos en el intento. Una larga historia que tiene alcance internacional al mejor estilo de las logias masónicas y abre una vez más la imaginación al derrotero de los pueblos de la mano de iluminados salvadores que a la luz o entre las sombras tejen sus alianzas de poder renovándose constantemente.
Esta es una historia.
Ixx, mar23

Se recomienda leer el artículo completo en Evita3 y en Mágicas Ruinas (link al pie)
 

La Escuela Científica Basilio, Isabelita y Lopez Rega

José López Rega gobernó la Argentina entre el 1º de julio de 1974 y el 11 de julio de 1975. Nunca tuvo un cargo electivo, simplemente tomó las riendas de un gobierno peronista, el de la fórmula Perón-Perón. Las palabras de cinco letras eran idénticas antes y después del guión, pero la primera aludía al presidente de la Argentina entre 1946 y 1955, mientras la segunda hacía referencia a su tercera esposa, María Estela Martínez. Conocida como «Isabelita», nombre que recibió en la esotérica Escuela Científica Basilio, quiso devenir una copia de la segunda esposa de Perón: la Santa Evita.
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López Rega había estrechado lazos con Bernardo Alberte, exedecán de Perón. «Su militancia peronista parece arrancar aquel año cuando se vinculó con algunos miembros de la logia Anael», dice Tomás Eloy Martínez (1996: 138). Su cargo en la empresa Suministros Gráficos le permitió tomar la decisión de publicar un libro del juez Julio César Urien. El juez era el líder de la logia Anael, que significaba Asociaciones Nacionales En Liberación. Había desarrollado la teoría de que la unión de América, Asia y África permitiría la liberación del Tercer Mundo, el final de capitalismo y el comunismo. Era un intelectual nacionalista, que pregonaba la lucha contra el imperialismo a partir de la unión de los tres continentes.[44] 3 triángulos. 3 veces 3, 3 veces 9. La perfección: tres A. Nuevos insumos para las relecturas de López Rega.
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Alberte y Urien tenían un vínculo con Perón y ayudaron a su esposa en el viaje de 1965-1966. María Estela Martínez había asistido a la Escuela Científica Basilio en 1954, cuando era joven. Aquel año, Perón se relacionó públicamente con uno de los líderes de la Escuela, en el contexto de la tensión con la Iglesia católica. Ya en 1965, cuando el mayor Bernardo Alberte invitó a López Rega a una reunión en la que estaba Isabel, se produjo una conexión muy fuerte entre ambos[45]. López habría sostenido que el objetivo de todos los presentes era «una misión eminentemente espiritual» y en un encuentro posterior habría prometido transmitirle a Isabel el espíritu de Evita (Larraquy, 2004: 134 y ss.). López Rega siguió a Isabel hasta Madrid y luego convivieron en Puerta de Hierro. Sus conocimientos ocultistas y espiritistas estaban en sintonía con los recuerdos de infancia y el ambiente familiar de Isabel. A partir de esa afinidad, avanzó año a año sobre la intimidad de Perón y su vida privada.
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¿Cuál era el proyecto de López Rega? No es posible establecerlo con precisión. Sería sencillo decir que pretendía gobernar la Argentina, pero hay un riesgo de pasar por alto que 1966 no era el año de mayor poder del General, que no había logrado regresar en 1964. Otras conjeturas apuntan más allá. Algunos dirían que su objetivo último era «fundar una religión para el Tercer Mundo, de la que él sería a la vez pontífice y profeta» (Bonasso, 1999: 141). Si volvemos hacia atrás y tomamos en serio las creencias de López, aparece otra hipótesis. Hacia fines de los cincuenta y principios de los sesenta, López Rega estaba evidentemente entusiasmado con el avance de sus conocimientos esotéricos. Viajaba con frecuencia a Paso de los Libres, donde estaban Doña Victoria y la loma Valentina, cruzaba a Uruguayana a profundizar sus estudios sobre umbanda y preparaba su obra de más de setecientas páginas sobre «astrología esotérica». Entre esa diversidad de grupos esotéricos y religiosos, más de uno podría haber esbozado la necesidad de reemplazar la religión católica institucionalizada por otra que reconociera e incorporara este conjunto de saberes.
Un proyecto de ese tipo, para el López Rega vinculado a la logia Anael, debía inscribirse necesariamente en el «Tercer Mundo» y comenzar por América Latina. Pero, por más engreído que fuera, no podía en ese momento suponer que él mismo sería el nuevo jefe. Desde la Argentina, había sólo una persona imaginable para ocupar ese lugar: Juan Perón, el expresidente que había roto relaciones con la Iglesia y, en 1954, había legitimado a la Escuela Científica Basilio. Esto permite proponer una suposición: ese proyecto y ese antecedente pueden ser el motivo que llevó a López Rega hasta Madrid.
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(...) Pero es incluso más difícil dudar de que López Rega, con importantes estudios esotéricos, al dialogar con el líder de Anael, el juez Urien, en 1965, haya descubierto una conexión entre sus creencias y la política que no había pensado antes de ese modo. La relación con Isabel expresa justamente esa vinculación en su plenitud. Se ganó su confianza a tal punto que al llegar a Madrid un año después desplazó con facilidad a José Cresto, referente de la Escuela Científica Basilio, que vivía en la casa de Puerta de Hierro. López entendió muy rápidamente que Alberte y Urien ya habían hecho por él lo que necesitaba y que esas antiguas fidelidades eran más un estorbo que una ventaja. Es posible conjeturar, en función de la propia historia de Isabel, que López Rega pudiera prometerle a ella un lugar trascendental, no solo ser la primera dama y vicepresidenta argentina. También es posible pensar que cuando López comenzó a compartir la cotidianidad de Perón en Madrid y a conocer los pronósticos médicos, imaginó que él mismo terminaría ocupando el lugar de profeta y pontífice del nuevo espiritualismo. No sabemos hasta qué punto López Rega renunció a su proyecto religioso ante el retorno de Perón a la Argentina y al poder, o si, en realidad, vio esos acontecimientos como un paso para concretarlo. Si acaso el propio López Rega tenía un plan definido.
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Reírse del esoterismo lopezreguista no parece el camino más fructífero para entender su ascenso. Tampoco es una buena vía presuponer un Perón completamente escéptico y burlón. El interés antropológico radica en reconstruir el eclecticismo exuberante y exótico de las fuentes de las que se nutría López Rega. Él bebía de todas ellas: de la cultura popular, de las religiones afrobrasileñas, de las concepciones rosacruces, del ocultismo, el espiritismo o de la cosmología india. Trataba de buscar en esos otros campos todos los saberes posibles sobre lo que fuera para reconvertirlos a sus propios fines.
José López Rega tenía un poder concreto, un conocimiento eficiente que lograba producir un efecto positivo sobre la corporalidad de Perón. En realidad, si tenemos en cuenta los poderes reales que tenían muchas de las personas con las que se formó, la pregunta sería por qué él no habría de tenerlos también después de tantos años de estudio. A su manera, López Rega investigó, estudió y puede haber adquirido saberes que, aunque no fueran conocimientos estandarizados en el planeta académico occidental, sí eran efectivos de algún modo. Sería necio negarlo, ya que indiscutiblemente se hizo del poder.
El Brujo era la forma despectiva, insultante, como se lo llamó desde que se ganó el desprecio de una gran mayoría. Pero a todas luces López Rega tuvo un saber y un poder. Aunque todos los relatos sobre él aluden a sus torpezas, a su ignorancia, a sus delirios, no debemos permitir que el odio que genera el sistema criminal que montó nos impida comprender qué es lo que López Rega entendió, lo que supo. Lo que este brujo pudo hacer. No siempre el mal es banal. O, en todo caso, no toda banalidad es una eficiencia burocrática. Hay otras eficacias, menos terrenales.


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En los primeros años de la década del 50 la actividad esotérica de José López Rega comienza a hacerse pública. Concurre a las reuniones de la Escuela Científica Basilio que funcionaba en la calle Rawson 53 de la Capital. Allí conoció a José María Villone, quien luego sería en 1973, a instancia de López Rega funcionario del gobierno peronista. Ambos fundan la editorial " Rosa de Libres " que edita libros de contenido esotérico. Funciona en la calle Matheu hasta que adquieren Suministros Gráficos S.A.I.C. en la calle Salguero 3387. Otra versión, en cambio, dice que López Rega llegó a esa imprenta en 1962, buscando editar su obra monumental " Astrología esotérica ". Según Héctor González - directivo de Suministros Gráficos S.A.I.C. en esa época - al llegar López Rega a la empresa impresionó muy bien a todos: " Se trataba de un hombre muy simpático y llano, aunque a veces tenía un lenguaje muy raro con alusiones a Dios y a los poderes sobrenaturales. Desde que lo conocí, López Rega anunció que él iba a estar junto a Perón ".
En febrero de 1960, López Rega viaja a Brasil y se conecta con el " pai de santo " Wilson Avila. Las relaciones que López Rega anudó en Brasil fueron muy fuertes.
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En Suministros Gráficos S.A.C.I. traba una relación estrecha con el justicialismo imprimiendo afiches de propaganda política y colaborando, en ese aspecto, para la elección de Andrés Framini como gobernador de Buenos Aires. Traba contacto con la logia " Anael " integrada por importantes dirigentes justicialistas de la época, como lo eran el juez Julio César Urien y el mayor Bernardo Alberte. Estamos ya en 1963 y López Rega es convencido de sumarse a la logia, que en realidad tenía más visos de agrupación política que de verdadera logia.


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El espiritista José Cresto –director de la Escuela Científica Basilio en la Argentina-, le habló a Isabel  de la Kábala, le hizo una investigación numerológica y predijo que los números 4 y 6 tendrían gran influencia en su vida.
María Estela Martínez Cartas (Isabel –su nombre artístico- era también como se llamaba su querida madrina, Isabel Zoila Gómez de Cresto), se acercó por primera vez a la religiosidad no tradicional en 1952, cuando el espiritista José Cresto –director de la Escuela Científica Basilio en la Argentina-, le habló por primera vez de la Kábala, una corriente filosófico-mística que se desarrolló dentro del judaísmo. “Todo nuestro destino está escrito en la Kábala”, fue lo que escuchó Isabel cuando sólo tenía 21 años y comenzó a interesarse por el mundo de los espíritus. No fue López Rega quien la inició en esos caminos, sino quien la desvió de las sendas espirituales.


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La Logia Anael, dirigida por el abogado Julio César Urien, había anunciado que un colaborador de la secta ya estaba en el entorno del General Perón cuando éste abandona el país tras el golpe militar de 1955, pero no era el único.

Cuando el líder de Anael se refiere al colaborador que introdujo en el entorno de Perón quizá se refería al primer secretario “todo servicio” del General: José Cresto, un espiritista que integraba Anael y que luego avanzaría en la estructura Justicialista. El tuvo mucho que ver para que Perón conociera a su tercera esposa, la bailarina María Estela Martinez.
Se dice que su esposa Isabel Zoila Gómez de Cresto fue tan importante para María Estela que decidió llamarse también Isabel o Isabelita, como nombre de guerra. Para ella, José e Isabel Cresto eran sus padres.

De la mano de los Cresto vendría a la vida del matrimonio Perón otro miembro de Anael . Se trata del sinisestro ex policía José López Rega, presentado a María Estela Martínez a mediados de los 60. Compartían el gusto por el espiritismo que habían adoptado en sus pasos por la Escuela Científica Basilio. López Rega llegó al mundo anaelino a través de su relación con Urien, al que conoció en la imprenta del que era socio.

Movimientos cristianos como la Acción Católica fueron la fragua donde se forjó el grupo subversivo peronista Montoneros. También sirvió para que naciera la secta de Silo, fundada por el mendocino Mario Rodríguez Cobos, el “Mesías de los Andes,” en 1969. El siloísmo se alimentó del movimiento hippie de paz y amor, enfrentándose a Anael con su concepción miltar, sus ritos espiritistas y astrológicos. La izquierda y la derecha en el rubro de las sectas autóctonas conviviendo en la época más oscura del siglo XX. Para Silo, Anael era su verdadero enemigo y hasta temía ser asesinado por ellos.

Las sectas se entrelazan al poder político y desde las sombras aplican su sesgado, fascista y regresivo ideario.


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Por completo ajenos a la minúscula Logia Anael, los 600 mil socios de la Escuela Científica Basilio asumen sin culpa su fervor espiritista mezclado a su peronismo. Juan Perón concedió a la Escuela una personería jurídica largamente esperada. Cualquiera de los 41 recintos de la Basilio está saturado de comentarios y suspiros peronistas. Definido por los sociólogos como una cultura de las clases populares, el espiritismo puede ser comparado con el auge de la astrología en Europa y los Estados Unidos. En el peronismo ambas formas están sincretizadas en la figura de José López Rega. Vinculado, en una época, con la Escuela Basilio, el secretario privado de Perón alcanzó hace tiempo luz propia (Es autor de Astrología Esotérica, Zodíaco Vegetal, Zodíaco Musical, Astrología Policial, Asiro finanzas, Filosofía Astrológica de la Moda, Libro de las revelaciones, entre otras obras).
También la esposa de Perón está relacionada: su nom de guerre Isabel (el verdadero es María Estela) tiene esas resonancias. En su infancia, Isabel Zoila Gómez de Cresto —una Madre María de Villa Real— la sedujo: desde joven se consideró hija de Isabel y José Cresto. La "escuela" de Tinogasta 5631, una vieja casona de techo de chapa, está tapizada de fotos de doña Isabel. Pero, desde su muerte, en 1957, se convirtió en el templo de José Cresto, un anciano que en algún momento estuvo en Puerta de Hierro y a quien llamaban El Padre. Ahora, rodeado de ancianas con velas encendidas, don José administra todos los miércoles yuyos y consejos. Se negó a hablar de su relación con Isabel de Perón y, mientras vendía paquetes de velas y se desprendía de una joven impaciente ("Sí, ya sé lo que te pasa en el trabajo. Seguí no más. Y andate. No vuelvas hasta dentro de tres meses. Quiero verte diez minutos cada tres meses, si no, me cansás mucho"), dijo a Panorama: "Esos son informes confidenciales. Yo no quiero decir nada —repetía sonriente—. Tengo mucho trabajo y 76 años, seis meses menos que el general. Me levanto a las 6 de la mañana y vuelvo a mi casa a las 12 de la noche. Ando de un lado a otro. Mañana, por ejemplo, me encuentro en el Círculo de Intelectuales —yo soy miembro pero no intelectual.— junto con abogados, coroneles, aviadores, de todo, y vamos a cenar juntos. Por supuesto eso es política. Pero nuestro maestro es el general. En el espiritismo, no; en la política. El ni cree en esto".


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Logia Anael: Espiritismo y política

Fue una tarde de octubre de 1965. Era la hora del crepúsculo. Varios miembros de la logia, juntamente con el doctor Anael, caminábamos. Anduvimos largo trecho en silencio. Sólo percibíamos nuestros pensamientos y el gorjeo de los pájaros.
—Doctor Anael —dijo de repente uno del grupo—. ¿Podremos construir la Nueva Civilización? Hízose más lento el caminar. Sólo Anael se adelantó unos pasos. Se detuvo, y dándose vuelta, contestó:
—¿Sientes el hambre y la injusticia del mundo?
—¡Sí!
—Entonces podrás construirla.
Giró sobre sus talones y reinició la marcha.
También en silencio, el sol buscaba un nuevo amanecer. ¡El tercer mundo ha entrado en acción!
Logia Anael, Buenos Aires, Noviembre de 1965.
Para las huestes que avanzaban trabajosamente rumbo a Ezeiza, en la mañana del viernes 17, aquellos volantes fueron un alivio contra la lluvia y la barrera militar. "Son peronistas. Se levantó la Escuela de Mecánica de la Armada", comentaron. Pero horas después los papeles desaparecían en el barro y las columnas peronistas desandaban su camino. Apenas comentada ese día por el periodismo, la rebelión sigue siendo, de algún modo, un enigma. ¿Intento peronista al margen de las órdenes pacíficas de Perón o ciega provocación para evitar el retorno? A causa, tal vez, de su escasa importancia, las especulaciones alrededor del motín languidecieron pronto. Fueron sobrepasadas, además, por el clímax político. Panorama informó entonces (291) que uno de sus implicados, el guardiamarina Julio Urien, es hijo del juez Julio César Urien, número uno de la Logia Anael.

INFORME DEL CIELO... Los diversos sectores en que está dividido el movimiento peronista niegan —a pesar de los volantes del 17 y de otros datos históricos de la logia— que Anael pertenezca a sus filas. Más allá de una compleja vidriera ideológica, la secta contiene, al parecer, elementos espiritistas. Y el motín habría sido dictado —a la manera de un mandato divino— por la majestuosa figura de los jefes de la logia a un grupo de jóvenes suboficiales. Más por diplomacia que por rubor, el círculo anaeliano habría borrado sus huellas espiritistas a fin de articular con mayor libertad un modelo ideológico de "liberación".
Si su vínculo con la política aparece —ahora— casi forzado, en su origen la logia habría contado con dos padrinos de fama mayor: Getulio Vargas y Juan Perón. Desde Brasil y por intermedio de Héctor Caviglia (para algunos, brasileño y para otros, argentino) llegó a Perón el precepto más visible de Anael: ambos países latinoamericanos debían concertar un eje de oposición a los Estados Unidos. Aunque recibía con agrado los mensajes de su colega brasileño, Perón nunca integró la logia; después del suicidio de Vargas, desaparecieron para él todas las garantías de seriedad o interés. Caviglia deambuló, entonces, por Buenos Aires en busca de almas crédulas.
Alrededor de 1960 encontró, por fin, un candidato por demás adecuado: el juez Urien. Poco antes de morir (1964), Caviglia confesó a sus íntimos que, en una noche tormentosa, el Ser Supremo dictaminó que su sucesor sería un juez en lo Civil y Comercial. Según se afirma, el milagro tiene un solo testigo: Urien. Convertido en número uno, el juez trató de llegar hasta Perón pero, aparentemente, sólo consiguió una entrevista sin frutos duraderos. Si existió, en esa época, algún contacto entre la logia y el peronismo, su desvinculación parece ser, ahora, absoluta.

... Y DEL INFIERNO. Varios integrantes del movimiento peronista se ufanaron por consignar que —salvo conceptos antiimperialistas— nada los une al cenáculo anaeliano. Aunque algunos reconocieron que, durante cierto período (alrededor de 1965), José López Rega trabó efímera amistad con los asociados secretos. Las opiniones de los dirigentes peronistas recorren una gama bastante amplia: para muchos, Anael es un pequeño grupo a merced de un espiritista con buenas intenciones; para otros, Urien podría ocultar designios menos santos.
Un viejo jefe de la resistencia peronista comentó la semana pasada a Panorama: "Detrás de la pantalla del misterio, coexistieron siempre sinceras aspiraciones —de los menos— e intereses políticos y económicos. Junto a un psicópata, siempre estuvo el vivo, que terminó negociando lo suyo. Vaya a saber quién es, aquí, el vivo, pero sin duda, existe. De algún modo hay cierta semejanza con el GOU (Grupo de Oficiales Unidos), pero la gran diferencia es que entonces, el vivo se llamaba Juan Perón. Lo mismo pasó con El Dragón Verde: un grupo de coroneles y abogados se acordaron de Nasser y el nasserismo cuando ya Perón había hecho todo eso desde el gobierno. En cuanto a Anael, sé que Perón no se chupa el dedo y no va a andar creyendo en los espíritus. Además, ahora que está Perón aquí, se acabaron las logias y el misterios".

TERCERMUNDISMO Y TRASMUNDO.
Un tono bíblico satura ciertas páginas de los folletos de la Logia Anael. A veces, parece la voz de Zaratustra. El mundo ha entrado en una constelación histórica cualitativamente nueva. No se trata de capitalismo o comunismo sino de tener o ser. De seguir viviendo a través de palabras o de hechos. El tercer mundo se ha decidido por los hechos. Llegar a lo concreto, más allá de los conceptos. Asentado en los cimientos de sus civilizaciones milenarias, quieren accionar correctamente para edificar el mundo humano. Dios —la evolución o revolución de los pueblos— se encargará de demostrar esa justicia. El mundo de las minorías privilegiadas semejase a un magnífico jardín. Paisajes, árboles, flores, frutos, ordenadamente dispuestos. Engañados, retiene a los pueblos en él. Hay laberintos. El tercer mundo es un vasto desierto interior. Pero ese desierto tiene un camino. Ese camino conduce a la cumbre, a la tercera evolución de la humanidad: la libertad. Es el camino del hombre. Un camino en la tierra, alumbrado por el Sol, guiado por la conciencia. Porque el hombre es, en última instancia, la síntesis final de Conciencia, Tierra, Sol.
El conjunto de ideas propuesto por La razón del tercer mundo, El tercer mundo en acción (folletos) y La revolución de veras (libro de Julio César Urien) articula una serie de opuestos: Tener versus Ser, mundo humanoide versus mundo humano, lobos contra hombres, razas horizontales o anglosajones contra razas verticales o latinos ("Ellos, los horizontales, viven y pelean para tener. Nosotros, los verticales, vivimos y estamos luchando para ser"), hombres boreales (hemisferio norte) contra hombres australes, capitalismo y comunismo (sociedades del oro) contra Tercer Mundo o Capitalización del Trabajo. La oposición fundamental consiste, finalmente, en materialismo y espiritualismo. Para superarla, Anael propone el reino de la Triple A: El Tercer Mundo se consolidará mediante tres vértices magnéticos: en Asia (Pekín), en África (Argelia), en América latina, la "L" inclinada. La obra Anaelina consolidará su armazón cuando entre a funcionar el tercer vértice del triángulo escaleno de la triple A (la "L" inclinada). ¿Por qué se llama así? Tirando una línea recta de Lima hasta Buenos Aires y otra desde allí hasta San Pablo, fórmase un ángulo de 90 grados y la figura de una "L" inclinada.
Continúan los iluminados: "El primer paso en el concierto mundial hacia la posición de síntesis es la Argentina. Causas históricas, geográficas, económicas, antropológicas confluyeron para que así fuese. La dialéctica, al evolucionar históricamente prepara los procesos que, luego, por variadas razones, maduran en ciertos lugares y encarnan en determinadas personas". Esas personas son Getulio Vargas, Juan Perón y Anael. Cuando mencionan a ambos caudillos, los anaelianos utilizan un estilo especial. Mediante frases que imponen cierta distancia, Perón aparece como circunstancial. "Perón, por rara coincidencia, significa Rompe al revés. ¿Qué nos proponemos decir con esto? Lo siguiente: Perón, metafóricamente, encarna tres momentos en el quehacer argentino con su proyección latinoamericana." Primer momento: rompe un edificio vetusto; segundo momento: apilados y clasificados los escombros, unos se venden al mejor postor, otros destíñanse donde mejor se utilicen, y, tercer momento: "el instante de levantar el moderno edificio aproxímase".
Un eclecticismo pocas veces superado logra reunir conceptos nacionalistas, tercermundistas y antiimperialistas (que una coherencia mínima ubicaría en el marco de la lucha de clases) con las nubes de la metafísica. El doctor Urien supone que, en 1973, accederá al poder. Sin embargo, ni los folletos anaelianos ni sus libros indican métodos concretos. Tanto los párrafos literarios como el motín del 17 no sugieren más que pases mágicos.

DE LOS VISIONARIOS. Por completo ajenos a la minúscula Logia Anael, los 600 mil socios de la Escuela Científica Basilio asumen sin culpa su fervor espiritista mezclado a su peronismo. Juan Perón concedió a la Escuela una personería jurídica largamente esperada. Cualquiera de los 41 recintos de la Basilio está saturado de comentarios y suspiros peronistas. Definido por los sociólogos como una cultura de las clases populares, el espiritismo puede ser comparado con el auge de la astrología en Europa y los Estados Unidos. En el peronismo ambas formas están sincretizadas en la figura de José López Rega. Vinculado, en una época, con la Escuela Basilio, el secretario privado de Perón alcanzó hace tiempo luz propia (Es autor de Astrología Esotérica, Zodíaco Vegetal, Zodíaco Musical, Astrología Policial, Asiro finanzas, Filosofía Astrológica de la Moda, Libro de las revelaciones, entre otras obras).
También la esposa de Perón está relacionada: su nom de guerre Isabel (el verdadero es María Estela) tiene esas resonancias. En su infancia, Isabel Zoila Gómez de Cresto —una Madre María de Villa Real— la sedujo: desde joven se consideró hija de Isabel y José Cresto. La "escuela" de Tinogasta 5631, una vieja casona de techo de chapa, está tapizada de fotos de doña Isabel. Pero, desde su muerte, en 1957, se convirtió en el templo de José Cresto, un anciano que en algún momento estuvo en Puerta de Hierro y a quien llamaban El Padre. Ahora, rodeado de ancianas con velas encendidas, don José administra todos los miércoles yuyos y consejos. Se negó a hablar de su relación con Isabel de Perón y, mientras vendía paquetes de velas y se desprendía de una joven impaciente ("Sí, ya sé lo que te pasa en el trabajo. Seguí no más. Y andate. No vuelvas hasta dentro de tres meses. Quiero verte diez minutos cada tres meses, si no, me cansás mucho"), dijo a Panorama: "Esos son informes confidenciales. Yo no quiero decir nada —repetía sonriente—. Tengo mucho trabajo y 76 años, seis meses menos que el general. Me levanto a las 6 de la mañana y vuelvo a mi casa a las 12 de la noche. Ando de un lado a otro. Mañana, por ejemplo, me encuentro en el Círculo de Intelectuales —yo soy miembro pero no intelectual.— junto con abogados, coroneles, aviadores, de todo, y vamos a cenar juntos. Por supuesto eso es política. Pero nuestro maestro es el general. En el espiritismo, no; en la política. El ni cree en esto".

Recuadros en la crónica
Misterios: Detrás de un vidrio opaco
Entre las mil y una joyerías de la calle Libertad al 100 surge un deslucido cartel de acrílico: Óptica Duffourc. En las vidrieras, la clásica exhibición de armazones de variado calibre, almanaques anacrónicos y kodak'girls; en las paredes, premios de concursos de fotografía y varios diplomas de la Asociación de Óptica de Buenos Aires. Algunos están a nombre de Eduardo Duffourc; otros, de Ernesto Duffourc. El de la óptica —Duffourc— no concuerda con ninguno: un misterio que no fue posible develar. Detrás de la mampara de vidrio opaco que oculta el taller, apareció un hombre joven, de pelo corto y ojos desconfiados: "Espere; Ernesto Duffourc vuelve dentro de diez minutos". Regresó, después, a su cubículo y aumentó el volumen de la radio.
Varios informes consignan que en la trastienda de esta óptica se realizaron reuniones de la Logia Anael presididas recientemente por el Dr. Urien y antes por un personaje legendario: Caviglia. Por el momento, el mostrador y los revisteros rebosan de inocentes folletos del club Gimnasia y Esgrima. Después de media hora de espera apareció, por fin, Ernesto Duffourc, un hombre de más de cincuenta años, menudo, con hombros cargados y un guardapolvo viejo y cortón que le da un aire de peluquero suburbano. Lo que sigue es el intento de reproducción de un diálogo por demás dificultoso:
—Estamos haciendo una nota sobre espiritismo...
—Nada que ver. Esto es una óptica.
—Se trata de Anael. Los vecinos me han informado que, hace unos días, sufrieron ustedes un allanamiento a causa de la rebelión en la Escuela de Mecánica de la Armada.
—Yo no sé nada. El anaelismo es una concepción político-filosófica. No es como el socialismo o el trotsquismo. Además, debería ver a la gente que está en el asunto. Lamentablemente sufro de amnesia y lo que me entra por una oreja se me evapora por la otra.
—¿Qué nombres sugiere para esas entrevistas?
—Ya le digo: sufro de amnesia y no retengo nada. Tome mi tarjeta (Ernesto Duffourc. Optico Técnico). A lo mejor, dentro de unos días, recuerdo algunos nombres.
—Tal vez, a causa de los clientes, le resulte más difícil hablar...
—Yo no tengo problemas para hablar acá ni en ningún otro lado.
—¿Cómo se incorporó a la Logia Anael?
—No es una logia. Una logia es secreta, y, en cambio, el anaelismo existe para el bien de la humanidad toda. Y no hay reclutamiento. Fuerzas superiores deciden que los hombres se acerquen o se alejen. Fuerzas cósmicas. Así quisieron que yo lo conociera, hace muchos años, a Caviglia. Lamentablemente, un grupo de infelices tiene la sartén por el mango y aparezco vinculado a situaciones en las que ni Caviglia ni yo tuvimos nada que ver.
—Se dice que el doctor Urien, actual jefe de la Logia —o grupo-— era amigo de Caviglia.
—Puede ser, y, como Caviglia también era amigo mío, ahora me vinculan al doctor Urien. Muchos se dedican a tejer mentiras.
—Se dice, además, que José López Rega es —o fue— miembro de la Logia.
—Pregúnteselo a él. Todos los que estuvieron en esto seriamente han muerto. La verdad se fue a la Chacarita.
"'Vos no tenés por qué hacer declaraciones", tronó una voz de mujer desde la trastienda. Ernesto Duffourc se achicó aún más y balbuceó inútiles disculpas. Su mujer —alta, voluminosa y entintada de rubio—, agregó: "Dejame a mí". Su marido, entonces, se escurrió hacia el taller. Mientras moviliza ininterrumpidamente su pesado cuerpo, la mujer exigió credenciales y documentos personales.
—Es una lástima. Estábamos charlando cordialmente sobre el Dr. Urien.
—¿Cómo? El doctor Urien es un cliente más. Hace 25 años que le vendemos anteojos. Como a tantos otros: Mercante, Kelly, López Rega. Yo, por ejemplo, nunca lo atendí. Cuando el velorio de Caviglia, mi marido me señaló a una persona alta, esbelta, buen-mozona, de traje oscuro y me dijo: "Ese es Urien".
—¿Y Caviglia?
—El era un verdadero amigo de la familia. Comíamos juntos varias veces por semana. En una oportunidad, mi hijo se había enamorado de una mujer vieja, siete años mayor que él. Yo estaba desesperada. Le pedimos a Caviglia que lo convenciera de dejarla. Fíjese qué bondad, qué poder de convencimiento. Se encontraba con mi hijo y le hablaba, le hablaba. Al final lo convenció. Hoy, mi hijo, está casado con otra y me ha dado un nieto que es una locura.
—¿Caviglia era peronista?
—Quería el bien de la humanidad. Era nacionalista, pero en el buen sentido de la palabra. En la historia hay ciclos: Roma nació, fue un gran imperio y, luego, sucumbió. Caviglia decía que estamos viviendo la finalización del ciclo norteamericano y que comienza un nuevo ciclo: el panamericano, cuyo liderazgo lo ejercería la Argentina. Por eso quería llegar a Perón, pero Evita le bajó la cortina.
—¿Cómo surgieron, para usted, las ideas de Caviglia?
—Era maravilloso. No estaba ni con la subversión ni con la revolución ni con las armas. El otro día leí que Anael era trotsquista: pavadas. Cómo Caviglia iba a querer eso si él soñaba con un ideal humano, cósmico. Sirvió 5 años en la Legión Extranjera, en África. Se ganó la Legión de Honor. Allí vio tanto horror y muerte que, por eso, hablaba de amor y del espíritu. El creía en las fuerzas sobrenaturales, que una persona como nosotros no puede comprender. Y era argentino. Ahora dicen que era brasileño porque viajaba mucho a Brasil. Lo conoció a Vargas y todo. Muchas veces nos contaba que había presenciado, en África, cosas increíbles entre las tribus: magia negra y ritos como el vudú. Y lo mismo vio en Brasil. Hablar de eso lo fascinaba tanto. Se posesionaba.
—¿Cómo surgió Anael?
—Precisamente, en Brasil. Siempre nos decía que había conocido a Anael en Brasil y que era la reencarnación de Jesucristo, que había vuelto a La tierra para anunciar cambios extraordinarios. Supongo que Anael debía ser uno de esos superdotados, tal vez un curandero...
—¿Oyó hablar de José Cresto?
—¿De quién? ¿Jesucristo? (Mientras un diluvio de palabras entrecortaban el diálogo, Ernesto Duffourc se ubicó detrás de mostrador para presenciar la escena.) Periódicamente, Caviglia nos traía folletos y nos pedía que los repartiéramos de mano en mano. Él mismo los escribía, y, además, los enviaba por correo al Poder Ejecutivo, al Legislativo, al Judicial, a los diputados y senadores. Era esencialmente pacífico; quería difundir, por ese medio, su pensamiento.
—¿Cómo financiaba Caviglia sus viajes al Brasil?
—De su bolsillo. Él era martillero público. No tenía subvención de nadie. Era un idealista: todo lo que ganaba lo gastaba en el anaelismo. A veces nos preguntaban qué quería decir esto o aquello y no sabíamos qué contestar. Todo era muy abstracto y espiritual. Además, escribía frases muy largas. Cosa rara: Caviglia tenía una redacción espantosa. Una vez le pregunté cómo, si redactaba tal mal, escribía folletos tan claros. (Porque, aunque no se entendía el significado, estaban bien escritos.) El confesó que, efectivamente, era un tronco para escribir pero que, por las noches, se despertaba sobresaltado y escribía como un autómata. Algo o alguien le dictaba desde un punto del espacio. No sé, quizás era Anael. Lo mismo le pasó al morir. Una vez vino acá y nos dijo: "Anoche, en un sueño, me anunciaron mi muerte". A las dos semanas se nos fue. El fue un hippie precursor. Adoraba a la juventud. Y, es cierto, porque ellos van a realizar todo.
—Es lo que dice Perón.
—Sí, yo soy peronista, pero de los que piensan, no de los "grasas" fanáticos que van con el bombo. Y hay que decir lo que es: Perón tuvo muchos errores. Ojalá le hubiera hecho caso a Caviglia. Cuando a Kelly —fue increíble— se le dio por hablar de verticalismo, lo echamos. "Má qué" verticalismo. El hombre debe pensar. A mí me parece incorrecto, por ejemplo, viajar al exterior y hablar mal de Lanusse. Mal que me pese, Lanusse representa al país y yo, entre extranjeros, no puedo hablar mal de mi gobierno. Ya le han hecho tanto mal a la Argentina. Los militares han desvirtuado nuestra tradición. Cuando nació Jesús nadie se imaginaba que era la cabeza de un movimiento tan maravilloso. Cómo iban a aceptar que el hijo de un carpintero fuera el Mesías, siempre imaginado como un poderoso y adinerado.
—¿Cómo se trasformó la concepción filosófica de Caviglia en una organización política?
—No es cierto.
—Sin embargo según un volante de la Logia, Anael significa Avanzada Nacionalista Argentina en Liberación.
La señora de Duffourc se levantó de un salto y llamó a su hijo. Ambos festejaron la noticia entre burlas, insultos y carcajadas. Duffourc, simplemente, sonrió.
—Además, el episodio de la Escuela de Mecánica es bien político.
—Esas deben ser cosas de Urien que, según me han dicho, está loco. Pero jugar a un hijo en esa locura es no tener corazón. ¿Acaso pensaba que iba a tomar la Casa Rosada con un guardiamarina y cinco cabitos?
—¿Caviglia tenía amigos militares?
—Amigos y familiares. Su hermano era médico del hospital Militar; sus dos sobrinos son militares. Pero, según creo, no compartían sus ideas. Caviglia. se arruinó con el anaelismo. Poco antes de morir llegó acá con una botella de burdeos francés: "Gasté lo último que tenía —nos dijo—; quería tomar este vino con ustedes".
En la trastienda aparecieron la foto de Caviglia y, finalmente, la imagen del Cristo Espirita. Héctor Caviglia es, en verdad, un martillero público, con su cara redonda, su calvicie, su traje gris y un aire de satisfacción terrenal.
Junto al retrato está ubicado el Cristo Espirita: trazos blancos sobre fondo negro. Según Duffourc fue dibujado con tiza sobre un pizarrón: "Caviglia trajo de Brasil fotos de ese dibujo y nos regaló una a nosotros". Es el esbozo de un rostro afilado y una barbilla puntiaguda. Duffourc se negó a comentar el estilo. Es que estas imágenes se logran durante los momentos más sublimes de la videncia espiritista.
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Los motivos de Julio César Urien
.. Yo formo parte de ese gremio de expectantes (que) se creen en el deber de excitar la conciencia de la sociedad..., de hacer algo, aunque ese algo sean disparates. Mi algo, en esta circunstancia, es la sociedad secreta. ¡Gran Dios! ¿Sabe acaso el hombre la consecuencia de sus actos?" (Roberto Arlt, Los siete locos. Discurso del Astrólogo.)

"Se ha tejido a mi alrededor una maraña de mentiras e infamias." Este lamento fue reemplazado, en seguida, por una postura de predicador: "Se ha dicho que soy trotsquista, comunista, marxista. Soy argentino y basta ya de rótulos extranjeros. Soy escritor y filósofo; quiero el bien de la patria y la humanidad". Con sus largos brazos extendidos hacia arriba, Julio César Urien agregó: "Se trata de una nueva concepción, una nueva filosofía de la liberación del hombre como persona y como pueblo. Pronto, muy pronto, sabrán todos qué es Anael".
Muchos afirman que Anael es el propio Urien. El juez, por su parte, movió negativamente la cabeza y sonrió: "Anael es una estrella", y entre suspiros, repitió: "Anael..Anael...". Según ciertos informes, Anael es el nombre de una estrella fija ("Dentro de poco va a revelarse esto que, por ahora, es un misterio. Ya falta poco"), pero según un volante que circuló en los últimos tiempos, sería la sigla de Avanzada Nacionalista Argentina en Liberación: "Es un ideal", se limitó a explicar Urien. Y agregó: "De acuerdo a un exhaustivo estudio de la historia, llegamos a descubrir que la Argentina sería el punto inicial. Esto es inexorable".
De pronto su voz se endureció: "Es que mi yo no existe, soy modesto; esta concepción es de la humanidad toda". Se detuvo, volvió sus ojos hacia el retazo de cielo salvado entre dos muros, y dictó: "La Argentina será ...; no, tache. Y escriba: La Argentina comienza ya a ser el punto de arranque. Esta es la hora crucial. Estamos cerca de que aquí se imponga la nueva civilización. Será a la brevedad y a través de sus mejores hombres y, sobre todo, a través de la juventud, ahora sin esperanzas ni fe. El destino es la libertad —dictó con puntos y comas— pero, para alcanzarla, es necesario pasar distintas etapas".
Cuando se le sugirió si la rebelión en la Escuela de Mecánica es una de ellas, Urien respondió con aire triunfal: "En mi libro La revolución de veras anunciamos cosas. ¿Se han cumplido o no? No soy un político sino un técnico de las ideas generales. Soy un arquitecto. Yo digo: acá hay que levantar estas paredes; allá comenzar el techo. Y tengo hombres para cada cosa. Yo no puedo detenerme en eso. Yo, sin ellos, no hago nada, pero ellos, sin mí, tampoco. Por eso no soy un político sino un filósofo. Ahora estamos develando una nueva concepción económica de acuerdo a la nueva concepción filosófica. Es la cuarta y definitiva. La primera fue la aristotélica, de la cual se alimentó Santo Tomás; la segunda, liberal; la tercera, marxista. La actual establece que la Argentina es la clave del futuro proceso de la humanidad". Y agregó: "Es inexorable".
Después de varios minutos de sonrisas enigmáticas se atrevió a hablar de Perón: "Todo se va cumpliendo. Hay dos grandes líneas que atraviesan la historia del país. Una —liberal— se inicia con Saavedra, prosigue con Rivadavia luego Mitre, Dorrego, los montoneros, Rosas, Yrigoyen y Perón. Pero pronto van a fundirse en una sola causa. Cada una rescatará lo mejor de sí misma. Pero la liberal dejará de serlo para sumarse a la nacional, ya purificada. Sobrevendrá una nueva civilización humanista, plena de justicia social. Ahora se juega el destino del país".
¿Es, acaso, el turno de Anael? Urien moduló: "Anael..., Anael", volvió sus ojos claros hacia un mapa de América latina y exclamó: "Cuando escribí La revolución de veras, me dijeron que era un utopista, un espiritista, un astrólogo. Soy un idealista ... Todo comenzó con Vargas, en Brasil, pero no tiene importancia hablar de aquello. Anael resurge ahora y culminará en esta época. Pero, para qué hablar. Pronto, muy pronto se sabrá".
Durante los sesenta minutos que dialogó con Panorama, Julio César Urien logró borrar —con sus miradas fijas y. su prédica— los tonos marrones de su despacho de juez en lo Civil y Comercial. Entre la exaltación y la solemnidad, apenas si separó su alta figura del escritorio. Ciertos informes aseguran que, en una pared de su casa de la calle Callao, el Cristo Espirita no es un mero adorno. En su oficina, sin embargo, resulta un Cristo clásico.
Revista Extra
07/12/1972
https://magicasruinas.com.ar/revistero/3/logia-anael.htm

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