Espiritismo - La era dorada del espiritismo
En estos días en los que recordamos especialmente a quienes ya no están con nosotros, queremos echar la vista atrás para recrearnos en la época de oro del espiritismo, con aquellos famosos médiums que aseguraban contactar con los espíritus del más allá. Historias de fantasmas que aterrorizaron a nuestros abuelos y hoy más bien nos hacen sonreír.
El siglo XIX fue el siglo de la ciencia: por primera vez, el avance técnico y científico cambió la visión del mundo, abrió la puerta a descubrimientos claves para el futuro y dio prioridad a la interpretación basada en la lógica y las evidencias. Sin embargo, y curiosamente, el siglo XIX fue también el siglo del espiritismo -considerado entonces una pseudociencia-, que estudiaba la trasmisión y el contacto entre el mundo humano y el más allá. Desde mediados del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial, invocar a los espíritus se convirtió en un pasatiempo internacional.
Mundo Yold. Hoy nos vamos a buscar fantasmas por los gabinetes del siglo XIX
La era dorada del espiritismo
Inés Almendros31 octubre, 2020
Como doctrina, el espiritismo surgió a partir de la publicación, en Francia, de El libro de los espíritus (1857), obra de Allan Kardec, quien recopiló materias y saberes de distintas fuentes y, a partir de entonces, el estudio del espiritismo se hizo tremendamente popular en todo el mundo, y se convirtió en una disciplina seguida y difundida incluso por científicos, filósofos o intelectuales, que intentaban apuntalar sus supuestas experiencias y contactos paranormales con explicaciones lógicas y científicas.
COMO DOCTRINA, EL ESPIRITISMO SURGIÓ A PARTIR DE LA PUBLICACIÓN, EN FRANCIA, DE EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS.
Entre estas personas destacó en España la sevillana Amalia Domingo Soler, que creó y dirigió la revista La luz del porvenir, una publicación que compaginaba el espiritismo con la filosofía y en la que escribían exclusivamente mujeres. O el científico paraguayo Ovidio Rebaudi, que compaginó su larga carrera como químico y científico con su fascinación por los contactos paranormales, llegando a crear la Sociedad Magnetológica y el Instituto Metapsíquico de Buenos Aires.
Por su parte, la escritora estadounidense Lizzie Doten aseguraba que los espíritus de grandes literatos, como Shakespeare o Allan Poe, le dictaban los versos que ella escribía. Al igual que Amalia Domingo y otras muchas espiritistas, Lizzie también fue una precursora feminista, ya que curiosamente, el espiritismo congregaba a mujeres muy avanzadas intelectualmente, con claras inquietudes y de alto nivel cultural.
Pero, junto con el auge de ese espiritismo pseudocientífico, que intentaba razonar y ser serio y riguroso, proliferó sobre todo el espiritismo como entretenimiento popular, negocio y espectáculo; invocar a los espíritus alrededor de una mesa se convirtió en un pasatiempo habitual en reuniones sociales. Pasatiempo que dio lugar a la famosa “güija”, un tablero inventado por Elijah Jefferson Bond, que en teoría ayudaba a comunicarse con los seres del más allá.
Y con el auge del espiritismo nacieron los “médiums”: personas con supuestos poderes paranormales que les capacitaban para entrar en contacto con los fallecidos. A lo largo de todo el mundo, periódicos y revistas publicaban increíbles relatos de espiritistas y médiums, muchas veces ilustrados con imágenes fantasmagóricas que en aquella época ponían los pelos de punta al personal. Hay que tener en cuenta que el público en general no tenía ningún conocimiento de las técnicas fotográficas, y por tanto nadie sabía que las imágenes podían ser manipuladas. Para las gentes de la época era imposible pensar que aquellos “fantasmas”, que se veían en las fotos, eran simples manipulaciones fotográficas.
EL PÚBLICO EN GENERAL NO TENÍA NINGÚN CONOCIMIENTO DE LAS TÉCNICAS FOTOGRÁFICAS, Y POR TANTO NADIE SABÍA QUE LAS IMÁGENES PODÍAN SER MANIPULADAS.
Entre estas fotos manipuladas, la más famosa sin duda es la de Mary Todd, quien fuera viuda de Abraham Lincoln y ex Primera Dama de Estados Unidos. Tras la muerte de su marido e hijos, Mary se volcó en los tratados sobre espiritismo y visitó el estudio de William Mumler, un avezado fotógrafo que se había hecho famoso por “captar” a los espíritus en sus imágenes. El retrato de Mary la muestra, ya mayor, con la figura de su fallecido marido poniendo sus manos sobre sus hombros. Aunque Mumler fue acusado de fraude por sus cuestionadas fotografías, lo cierto es que se llevó a la tumba el secreto de cómo lograba sus retratos.
Fantasmas vendiendo fantasmas
En general, gran parte de estos famosos médiums y espiritistas de la época utilizaban sus falsos poderes paranormales para hacer negocio, fuese protagonizando esperpénticos espectáculos; fuese “ayudando” a cándidas familias a contactar con sus fallecidos. Estos médiums -normalmente estafadores de tres al cuarto que utilizaban habilidosos trucos circenses- mercadeaban con la eterna esperanza humana de la vida a partir de la muerte. Lo cual suponía, obviamente, un importante consuelo para quienes habían perdido a sus seres queridos, sobre todo en los casos más dolorosos y dramáticos.
La larga lista de médiums-estrellas de la época fue inaugurada por tres hermanas estadounidenses: Margaret, Leah y Kate Fox. Se hicieron famosas cuando proclamaron comunicarse con el fantasma que teóricamente habitaba en su vieja mansión de Hydesville, Nueva York. Vecinos del lugar asistieron asombrados a los supuestos diálogos entre la presencia y las tres jóvenes, por medio de sonidos y golpes. A partir de este momento, fueron reclamadas por científicos, sociedades e ilustres personalidades, para demostrar en público sus poderes o contactar con fallecidos. Después de años de codearse con las élites sociales e intelectuales, una de las hermanas, Margaret, confesó que en realidad utilizaban distintos trucos para reproducir los misteriosos sonidos. La reputación de las Fox quedó hundida, pero eso no evitó que el morbo por el espiritismo fuese cada vez más popular.
La lista de espiritistas y médiums era larga, plena de auténticas figuras conocidas de forma internacional, como Emma Hardinge, londinense nacida en 1823 que desde su niñez aseguraba poder predecir el futuro y contactar con los espíritus. Además de ser una de las máximas difusoras, dando conferencias y discursos, también se dejó fotografiar con algunos muertos en plena “materialización” ectoplásmica.
Igual de famosos fueron también los hermanos Davenport -Ira y William-, en cuyos espectáculos intervenían espíritus de lo más proactivos. Su fantasma más recurrente se llamaba Johnny King y ayudaba a los falsos espiritistas a generar sonidos inesperados o hacer volar objetos, para expectación y terror de los asistentes. Años más tarde, cuando ya estaban retirados, ellos mismos confesaron sus trucos al famoso mago Harry Houdini; trucos que incluían la presencia de colaboradores infiltrados en el público y en la primera fila.
El propio Houdini sufría una enorme aversión a estos espiritistas que embaucaban al público y se dedicó sistemáticamente a desmontar y denunciar a muchos de ellos. El origen de su antipatía tenía una explicación: él mismo había sufrido el engaño con el espíritu de su madre fallecida. Fue durante una sesión espiritista organizada por el escritor Arthur Conan Doyle (el creador de Sherlock Holmes) y por su esposa.
ARTHUR CONAN DOYLE ERA UN ABSOLUTO CREYENTE EN EL ESPIRITISMO, E INCLUSO EJERCÍA DE MÉDIUM EN SESIONES PRIVADAS.
Doyle era un absoluto creyente en el espiritismo, e incluso ejercía de médium en sesiones privadas, al igual que su mujer, Lady Doyle. Parece ser que tras la sesión, los Doyle ofrecieron a Houdini una transcripción, escrita en teoría por la madre de Houdini, en inglés, en la que se incluía el signo de una cruz. Houdini había estado muy apegado a su madre; cuando vio el escrito lo rechazó, pues su madre ni sabía escribir en inglés y mucho menos hubiera dibujado una cruz, ya que era una profunda creyente judía.
Entre los embaucadores a los que Houdini ayudó a desmontar estaba la también archifamosa Marthe Béraud Carriére, conocida como Eva Carriére, quien simulaba entrar en dramáticos trances durante los cuales materializaba ectoplasmas que surgían desde distintas zonas de su cuerpo (incluso desde sus orificios más íntimos). Aunque fue investigada en numerosas ocasiones por distintos expertos y sociedades, lo cierto es que logró engañar a muchos, durante muchos años. Sus fotos de los ectoplasmas, que en realidad eran gasas dibujadas, con figuras que incluso se sacaban de las revistas de la época, hoy producen sonrojo y risa.
Hubo infinidad de casos más, tanto durante el siglo XIX, como en el XX. Las historias de contactos con el más allá, que llenaron miles de páginas en aquellas décadas, inspiraron posteriormente historias y películas, incluso en nuestros días. Hoy, mirando aquellas imágenes de la época, nos resulta fácil entender que todo eran montajes y mentiras; pero mentiras que lograron engañar a nuestros abuelos, y provocaron esperanzas, emociones, terrores y asombro a millones de personas.
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