Ningún niño muere para convertirse en meme (Panamá Revista)
http://panamarevista.com/2015/09/04/ningun-nino-muere-para-convertirse-en-meme/#more-2017
NINGÚN NIÑO MUERE PARA CONVERTIRSE EN MEME
Por Lior Zylberman*
Entre el 2 y 3 de septiembre una imagen recorrió el mundo –las redes sociales y la prensa. Era la fotografía de un niño muerto. En la era de la “inundación de imágenes” (expresión típica de los estudios visuales que en este contexto de refugiados ahogados en el Mar Mediterráneo se vuelve trágica, irónica) rápidamente “conmovió” al mundo de una manera mucho más contundente que la del padre llorando en un bote (otra imagen que nos había “inundado”).
Por Lior Zylberman*
Entre el 2 y 3 de septiembre una imagen recorrió el mundo –las redes sociales y la prensa. Era la fotografía de un niño muerto. En la era de la “inundación de imágenes” (expresión típica de los estudios visuales que en este contexto de refugiados ahogados en el Mar Mediterráneo se vuelve trágica, irónica) rápidamente “conmovió” al mundo de una manera mucho más contundente que la del padre llorando en un bote (otra imagen que nos había “inundado”).
¿Por qué esta imagen se volvió símbolo y no otra? ¿Por ser un niño? Seguramente. Pero también intervino en esta operación el encuadre: un plano cerrado, el niño yaciente, su rostro oculto y la orilla del mar. Indeterminada, sin contexto ni código de lectura, la imagen se vuelve así, en verdad como toda fotografía, en una realidad blanca, es decir, su significación permanece enigmática a menos que formemos parte activa de la situación de enunciación de donde proviene la imagen. Los medios dieron con su nombre, Aylan Kurdi, y con fotos de su vida previa en la que se lo veía feliz.
¿Qué vemos en la imagen? O mejor dicho, ¿qué sabemos al observarla? Esta imagen contribuye a reavivar, una vez más, un debate que resurge recurrentemente cada vez que una imagen de este tipo obtiene cierta repercusión: ¿Recuerdan la foto del buitre y del niño desnutrido? ¿Recuerdan al fotógrafo y qué sucedió con él? ¿Recuerdan dónde había sido tomada la fotografía? ¿Recuerdan quién era el niño (o la niña)?
El debate es, una vez más, en torno la relación entre ver, saber y acción. Un debate que al calor de las redes sociales y la sobrecirculación de imágenes horrorosas se torna más urgente que nunca.
Como realidad blanca, como símbolo, ¿qué vemos? ¿Un niño muerto o dormido en la orilla del mar? ¿De qué es testimonio la foto? ¿Lo es? ¿Darle nombre al niño es darle una historia? ¿Acaso ahora sabemos más sobre el “problema de los migrantes” o de los “sin papeles” o de los “refugiados”? ¿Ahora vamos a poder nombrarlos?
La foto es “un flechazo al corazón” como un gran diario argentino editorializó. Además de reproducirla, de hacerla circular en las redes sociales (y con ello que la foto sea compartida por miles de millones –Facebook ya posee 1000 millones de usuarios conectados en el mundo–), también buscaron al padre para que llore ante las cámaras, para que cuente cómo se le escapó de sus manos, para que se “quiebre” ante los ojos del mundo.
Es verdad, un símbolo en ocasiones otorga mayor visibilidad (es el poder de la imagen); y esta imagen por un día –quizá por una semana– le dio mayor visibilidad a (incluso hizo decible) una cuestión política y social de larga data. ¿Pero es problema de un día? ¿Esto sucedió una vez?
La imagen difusa es poderosa porque podemos volcar en ella todos nuestros sentimientos y pensamientos. Esta imagen es todo ello y también una nueva advertencia a la circulación de imágenes en la era de la reproductividad digital: ¿cuánto más vemos, más sabemos? ¿Qué sabemos de la historia, qué conocemos? ¿Por qué, de qué, de quién estaba este niño escapando?
Aylan Kurdi yaciente en una playa. Primero, el horror: la imagen del horror nos asalta por sorpresa. Segundo, exclamamos una frase de indignación. Tercero, la foto es comentada por los medios. Cuarto, la foto “amenaza” a Europa y al mundo entero: concientiza. Quinto: la foto es versionada y homenajeada: es trending topic (un niño no muere para ser trending topic). Sexto, nos incomodamos: “basta de muertes en imágenes”. Séptimo, la imagen es elegida la foto del año. Octavo, la imagen desaparece de “actividad reciente” en Facebook: es reemplazada por la delgigoló de turno o algún meme (la imagen del niño podrá volverse meme). Noveno, la imagen se perderá en el basurero de la historia visual y con ello, su historia, su nombre.
¿Y nosotros qué haremos? ¿Un “Me gusta”?
* Investigador del CONICET (CEG/UNTREF), profesor titular de Sociología, Carrera de Diseño de Imagen y Sonido, FADU, UBA.
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