Chaco
Es difícil escribir poseído por el dolor y la rabia, pero no hay remedio. Una nueva andanada de cinismo ha colocado a mi provincia en el centro de la mentira electorera.
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-281320-2015-09-10.html
CONTRATAPA
Chaco, la muerte del niño y la canalla mediática
Por Mempo Giardinelli
Porque es verdad que los cuadros de tuberculosis y desnutrición son, en el Chaco, tan endémicos y de vieja data como indignantes y dolorosos. Pero es miserable aprovechar ahora la desdichada muerte de Oscar Sánchez, un adolescente qom de sólo 14 años, desnutrido y tuberculoso, para enlodar de antemano las elecciones del próximo 20 de septiembre.
Hay que ser muy canallas para fingir sentimientos que no se tienen, y que jamás han tenido estos carroñeros de la política que vienen a “descubrir” lo que aquí cualquiera sabe: que decenas, centenares de niños qom, wichís y mocoiq murieron aquí, en iguales condiciones extremas, en los últimos 10, 20, 50 y 100 años.
Y es claro que desgraciamente va a seguir habiendo casos como el de Oscar ahora, y en el pasado enero Néstor Femenía, otro chiquito enfermo de tuberculosis sumada a desnutrición extrema, meningitis y neumonía.
Ambos murieron por causas estructurales que fueron negadas durante décadas, nunca erradicadas y las cuales llevará todavía mucho tiempo erradicar. Pero en estos “denunciadores” lo que indigna y subleva es que les encanta promocionar –porque eso hacen: promoción– todo lo que espante a “la pobre inocencia de la gente”.
Estas muertes derivan de causas –y esto es lo que hay que subrayar– que durante mínimo los últimos 50 años jamás fueron atendidas. Y es obvio que la actual gestión tampoco las solucionó, pero al menos sí se encararon políticas sanitarias, educativas y de infraestructura como nunca antes se había hecho. Ésa es la diferencia, y basta andar por los montes de lo que queda del Impenetrable para comprobarlo.
Estos buitres de la comunicación empezaron la semana pasada diciendo que el Hospital Pediátrico de Resistencia, recién inaugurado, tenía fallas estructurales. Y antes “denunciaron” equipamientos deficientes en los flamantes hospitales de Villa Río Bermejito y de Juan José Castelli. Tres grandes centros que no sé si tienen muchos o pocos problemas, pero ahí están; antes no existían. Porque nunca existió un hospital decente en esos extensos parajes. Entonces irrita que ahora que hay tres, grandes y con dotaciones de médicos como nunca antes, vengan a demolerlos mediáticamente.
Pero no dicen que en 2007 de cada mil nacidos vivos en esta provincia, morían 22; mientras que ahora se redujeron a 11,8. Ni dicen que hoy hay 125 Centros de Atención Médica nuevos y se construyen 200 más. Ni que específicamente respecto de la tuberculosis, el Programa de Control de TBC del Chaco informó hace sólo un mes a la Corte Suprema de Justicia de la Nación que en la Región Sanitaria 5 (El Sauzalito, Nueva Pompeya, Miraflores, Castelli) hay 48 Pacientes Notificados y bajo tratamiento. Y en Pampa del Indio ocho más.
También silencian el hecho de que se han recibido ya 4 médicos Qom, que trabajan tres en Castelli y uno en El Espinillo, y son parte de los 1259 trabajadores de la salud (médicos, enfermeros, odontólogos) que cubren todo El Impenetrable (sobre un total de 13.562 en toda la provincia). Ni dicen que desde 2014 se tienden conexiones de agua potable entre Fortín Lavalle y Castelli, y hay más conexiones hacia otros parajes, a la vez que en 2015 ya hay 15.000 nuevos usuarios de electrificación rural, quienes hace diez años estaban a oscuras. Y están llegando ya las primeras redes para celulares y wifi a El Sauzalito y Nueva Pompeya, en el extremo norte del Impenetrable, para atender a unos 35.000 habitantes dispersos. Y en toda la provincia los usuarios de electricidad pasaron de 250.000 a 359.000.
Por supuesto que en toda sociedad en la que hay cuatro etnias que por siglos estuvieron sometidas e invisibilizadas, y donde la pobreza extrema ha sido feroz durante por lo menos los últimos 150 años (o sea desde que al Chaco llegó la “civilización”), siempre se van a “descubrir” casos tremendos, dolorosos e impactantes como los de estos dos pibes.
Pero lo infame es aprovecharse de sus desdichas, sacarlos de contexto y mentir de manera vil y obscena para inflamar los ánimos 10 días antes de una elección cuyos resultados están cantados, desde que las PASO marcaron una diferencia abrumadora que nadie cuestionó. Nadie.
Son tan cínicos y manipuladores estos canallas que sobre las fotos y el video de un niño agonizante, escriben: “advertencia: la imagen y el video pueden herir su sensibilidad”. No sé ustedes los lectores, pero yo nunca he visto algo igual de miserable y violento en toda la prensa mundial.
En una provincia donde la pobreza y la indigencia han sido y son históricamente altísimas, es por lo menos estúpido debatir y comparar datos del desprestigiado Indec con cálculos interesados privados que se “basan” en supuestos “índices de precios”. Pero ahí está el promocionado Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica, que insiste en que en los últimos tres años aumentó la pobreza en todo el país. Uno se pregunta en qué país viven estos señores, porque basta recorrer las provincias para advertir que aunque hay muchísimos problemas en todos los órdenes, de ninguna manera la pobreza y la indigencia aumentaron, por más que ellos hagan tremendos esfuerzos.
Si fuera cierto que hoy uno de cuatro argentinos es pobre (son, dicen, 11 millones de personas, más 2 millones de indigentes), y que en 2014 el 40 por ciento de los chaqueños estaba bajo la línea de pobreza y el 17 por ciento bajo la línea de indigencia, al menos aquí nadie con ojos les creería. Eso es mentira, salvo que se mande un equipito de periodistas carroñeros para que por una vez en sus vidas se ensucien las patas y busquen lo peor del paisaje humano local, que por supuesto existe y ningún chaqueño honrado niega ni oculta.
También mienten que la provincia del Chaco ha dejado de publicar datos oficiales de pobreza e indigencia desde “hace más de tres años”. Y la prueba está en que los datos de este artículo son todos oficiales y los he bajado de internet y/o solicitado al Ministerio de Salud.
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http://www.diarioprimeralinea.com.ar/opinion/columnistas/2015/9/11/mempo-giardinelli-todos-deberiamos-mirar-peppa-19919.html
Mempo Giardinelli y todos deberíamos mirar Peppa
(7)
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viernes, 11 de septiembre de 2015Mempo Giardinelli y todos deberíamos mirar Peppa Mempo Giardinelli
Por Darío Zarco
Oscar Sánchez murió en el hospital Pediátrico de Resistencia víctima de un montón de pesares, casi todos. Tenía 11, 12, 13 o 14 años y (pero) apenas unos 10 kilos. Fue noticia nacional por la historia clínica en que consistió su vida, amplificada, casi espectacularizada, condimentada como se cocina todo en tiempos electorales. En este marco, ayer, enojado con los tituladores oportunistas, el reconocidísimo escritor y periodista chaqueño Mempo Giardinelli, dio su receta de autor con la desnutrición y la muerte como ingredientes. Escribió "Chaco, la muerte del niño y la canalla mediática” en la contratapa del diario nacional Página 12, como tantas veces, como ya lo había hecho en 2007 sobre la crítica situación que atravesaba el sistema sanitario principalmente en El Impenetrable; en aquel momento había titulado: "El Impenetrable o la agonía Qom”.
Primero lo primero: repasé aquel artículo del martes 25 de septiembre de 2007 en el que un envidiable Mempo Giardinelli, como sólo él sabe hacerlo, pintaba un paisaje hiperrealista párrafo por párrafo. "…recorro los pasillos mojados bajo las infinitas goteras de los techos, y miro las paredes rotas, despintadas y sucias, los patios roñosos y un pozo negro abierto y rebalsando junto a la cocina…”; "…los pacientes son sólo cuerpos chupados por enfermedades como la tuberculosis o el Chagas. Me impresiona la mucha gente que hay tirada en los pisos, no sé si son pacientes o familiares, lo mismo da…”; con estas y otras frases narró su visita al hospital de Presidencia Roque Sáenz Peña. Y siguió en Castelli: "Lo que veo allí me golpea el pecho, las sienes, los huevos: por lo menos dos docenas de seres en condiciones definitivamente inhumanas. Parecen expersonas, apenas piel sobre huesos, cuerpos como los de los campos de concentración nazis”; "…una mujer de 37 años que pesa menos de 30 kilos parece tener más de 70…”, y otra vez: "…los pozos negros saturados que revientan de mierda…”; y también "…una chiquilla llora ante su hijo, un saquito de huesos morenos con dos ojos enormes que duele mirar …”. "Hay una veintena de camas y en todas lo mismo: desnutrición extrema…”. Su relato termina en Fortín Lavalle, de donde trajeron a Oscar, y no oculta nada, obviamente, mucho menos la bronca.
Resalté frases completas para descubrirlo copiando y pegando el texto anterior. Arranco con el nuevo, y busco, pero sólo encuentro que los últimos cinco siglos no se pueden revertir en 8 o 10 años; que la miseria es mucha y que frente a todo eso cualquier esfuerzo es insuficiente, e incluso parece inútil, pero que sin embargo se hace, o algo así. No me decepcionó lo que escribió, sino lo que no escribió. Cuesta creer que aquel de la vista de lince se haya vuelto tan chicato. Más adelante compara cómo estamos con cómo estábamos. Tira datos obtenidos de sitios oficiales. En el juego de las diferencias encontró hasta Wi-Fi. Lo imagino parapetado atrás del sofá con una de esas pistolas de paintball haciéndole la guerra a TN, embadurnando el televisor por abatir los titulares que juzga mendaces y malintencionados.
El escritor nombra a Oscar Sánchez y a Néstor Femenía, otro niño muerto en idénticas circunstancias, de "enfermedad”, en enero. Podríamos exagerar una cifra, o ceñirnos a los seis casos que registró el Centro de Estudios Nelson Mandela, aunque sólo Oscar y Néstor hayan sido noticia; o ir hasta 2007 y recordar a Rosa Molina, famélica, traída desde El Impenetrable hasta el sillón del arzobispo de Resistencia, que también fue título de tapa de los medios nacionales, que motivó a la Corte Suprema a exigir a los gobiernos a parar el hambre e inspiró su visita a El Impenetrable. Entonces se dijo lo mismo, hoy sólo cambiaron los roles. Cada vez que pase la muerte, el Gobierno de turno dirá que hizo todo lo posible y sus detractores dirán que no movió ni un dedo, esa subjetividad está en el manual, no hay que sorprenderse.
Escribo convencido de que es al pedo gastar esta gota de tinta, tan al pedo como quedarse sentado mirando la tele, regurgitando los titulares amargos, agarrándose la cabeza con los dos brazos. A Mempo como a muchísimos otros le molesta lo que digan algunos medios o cómo o cuándo lo hagan, como si eso mejorara o empeorara las cosas. Objeta que un canal le advirtiera sobre el tenor de las imágenes. Exagera el canal y exagera él. Lo que lacera no es la foto de un chico muerto sino saberse también culpable de su muerte cada vez que lo vemos en televisión. Evidentemente se sintió instigado por el videograph a predisponer su susceptibilidad y terminar asumiéndose más responsable de lo que es.
El último domingo Periodismo Para Todos, el programa de Jorge Lanata reincidía con sus informes críticos a la gestión provincial después de un primer capítulo dedicado al clientelismo político. Mi compañera Rosana y nuestra hija Morena me visitaron en la Redacción, habitualmente lo hacen, y me esperan al cierre (para ahorrar un pasaje a Villa Luzuriaga). Nicolás Wiñazki entrevistaba en la oscuridad total a una jovencita, casi adolescente, que contaba que además de luz no tenían agua y un montón de otras cosas. El hijito de la chica se colgaba de su ropa clamando: "Comida, mamá”. Se olvidaron de la oscuridad y de todo y subtitularon con el amarillo más chillón. Como Mempo Giardinelli, no pude vencer el prejuicio de interpretar las dos palabras como parte de una artera manipulación del "gordo”, lo entendí clarito pero no me importó porque supuse que el texto sería el mismo sin importar qué vociferara el nene. Un golpe bajo. Seguí leyendo, aún sintiéndome un pelotudo, como si prefiriera eso. En cambio, Morena, que acaba de cumplir tres, alejó de la boca su turrón y me miró: "Le quiero dar esto al bebé, papá”. El nene repitió "comida…” y se repitió el subtitulado y seguí leyendo, y ella insistió más firme en compartir el turrón sin pensar en operetas. No salió a mí, sería una imperdonable arrogancia atribuirme ese rasgo. Lo aprendió de "Peppa la cerdita”, los adultos somos incapaces de bucear en esas cosas en las que hay que aguantar la respiración más de la cuenta.
Mempo también debería mirar Peppa. Todos deberíamos mirar Peppa.
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http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-281629-2015-09-14.html
Pequeña sociología con pueblos originarios y neandertales urbanos
Por Mempo Giardinelli
Conozco muy bien el Chaco, mi tierra, que he recorrido desde que siendo niño acompañaba a mi padre, viajante de comercio. Ya adulto, en los últimos veinte años no he dejado punto sin visitar. Está en mis novelas y en mis cuentos. Y además, en la fundación que presido, desde julio de 2002 sostenemos un programa de asistencia a escuelas y comedores escolares desde el que sistemáticamente y año con año se brinda ayuda de todo tipo a maestros, bibliotecarios y niños de las diferentes etnias y en particular las más numerosas, qom y wichís, muchos de los cuales hoy son mis amigos. Y todo sin un centavo del Estado y en base a donaciones que gestionamos y recibimos, todas perfectamente declaradas.
Por eso me indignó el repudiable uso político y mediático de la muerte del niño Oscar Sánchez, de etnia qom. Escribí mi anterior artículo en estas mismas páginas, conmovido porque su agonía se utilizaba en las primeras planas de algunos grandes diarios con el sucio afán de enturbiar las elecciones del próximo 20 de septiembre en mi provincia.
Molesto por el uso violento de fotografías y videos que cínicamente advertían que podían “herir la sensibilidad” del público, repudié el uso electoralista de casos de tuberculosis y desnutrición que en el Chaco son parte de una vieja y nunca bien atendida endemia. Y también escribí que centenares de niños qom, wichís y mocoiq murieron en el Chaco en los últimos años, en iguales condiciones extremas y por causas estructurales desatendidas durante décadas.
Mi comparación partió de artículos anteriores sobre el estado de El Impenetrable, como uno que publiqué también aquí, en 2007, describiendo el horrible cuadro que imperaba en aquellos días. Hoy eso ha cambiado, no totalmente, ni siquiera lo bastante que sería deseable, pero algo ha cambiado y es importante decirlo. Porque esas muertes derivan de causas históricamente negadas, y guste o no apenas en los últimos seis o siete años se encararon tímidas políticas sanitarias, educativas y de infraestructura como nunca antes. Por eso cité algunos datos duros sobre disminución de la mortalidad infantil, obras de infraestructura y modestos avances en la provisión de agua potable y electricidad, que, desde luego, nadie salió a refutar. Y que carecen de importancia para las acomodadas vidas de los torquemadas acusadores que pululan en las redes sociales, pero son fundamentales para decenas de miles de miembros de los pueblos originarios del Chaco que habitan esos montes y parajes.
Es claro que el panorama sigue siendo espantoso y habrá que discutir todavía otras cuestiones que afectan a nuestros hermanos originarios, como un debate que ya se está dando con los compatriotas de la etnia mbya en Misiones, donde hay antropólogos serios que discuten si se debe integrarlos, si hay que ayudarlos a que permanezcan en su estado natural, o si hay que impulsar su “desarrollo”, y todo mientras los mbya siguen arrinconados en sus pedazos de tierra sobreviviendo miserablemente y de hecho extinguiéndose. Se trata de problemáticas ante las cuales es muy difícil tomar decisiones, y seguramente es por eso que los gobiernos no las toman.
Mi artículo recibió muchos comentarios aprobatorios que llegaron en forma de mails y mensajes en todas las redes sociales, incluso las que no frecuento. Fue intensa, además, la reproducción maciza y generalizada de esa nota en medios del interior del país. Pero sobre todo fue desagradable comprobar también una muy fuerte repercusión negativa, particularmente en forma de insultos y andanadas de odio que no dejaron de incluir descalificaciones groseras a mi integridad moral e incluso amenazas a mi integridad física.
Señal patética del estado de parte de nuestra sociedad, lo que para mí resultó más impresionante fue advertir la incapacidad manifiesta de vastos sectores de ciudadanos de entender lo que está escrito. O sea, digo, que leen lo que quieren leer, no lo que está escrito.
Desde esa confusión, tanto hacen acusaciones de “complicidad intelectual” en el “asesinato” de niños aborígenes como creen entender que uno ha escrito que en el Chaco ya no hay miseria porque fue erradicada en los últimos diez años. Y lo más ofensivo: el griterío de los que suponen que uno escribe textos pagados por el poder. Con lo que sólo se ve que ellos sí serían capaces de matar ideas, si las tuvieran, por la paga de cualquier patrón.
Dan ganas de decirles: “Era sólo un artículo condenando la actitud grosera, violenta y utilitaria de los medios dominantes sobre la muerte de un niño, muchachos”. Pero sería inútil. Como es también inútil preguntarse si esos acusadores, justicieros y denunciantes seriales, además de mirar tele en sus comodidades porteñas, tienen algo más que rencor y odio.
A menos que sean demasiado grandes y constantes los trabajos solidarios y de justicia social que llevan a cabo los furibundos torquemadas que pululan en las redes.
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http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-281618-2015-09-14.html
Ver o mirar
Por Eduardo Aliverti
Es necesario discurrir nuevamente –y lo bien que hace– sobre operaciones y artimañas mediáticas. Hay pocos aspectos más ejemplares que ése acerca de las cosas mayores que hay en disputa.
En términos de repugnancia, gana por varios cuerpos la miserabilidad de instalar el caso del chico indígena muerto por desnutrición en Chaco. No se privaron de nada, en cantidad y obscenidad informativa. Eso incluye haber relativizado por completo las declaraciones del director de Políticas Materno-Infantiles de la provincia, Gabriel Lezcano: “Este niño nació con una discapacidad, una hidrocefalia no evolutiva y una parálisis cerebral que le generaron retraso madurativo y psicomotriz severo. Esto le produjo una malnutrición de todos los alimentos. Se trataba de un paciente identificado por el sistema sanitario, controlado y monitoreado en forma permanente (...) La familia recibe asistencia alimentaria del Estado y el joven estaba bajo los tratamientos indicados”. En una de las tantas coberturas repelentes que se hicieron sobre la noticia, llegó a titularse que cada diez horas hay una muerte por desnutrición en el país. El copete de la nota (Clarín, jueves pasado) afirmó que son datos del Ministerio de Salud nacional, pero en el cuerpo central se aclara que el 70 por ciento de las personas fallecidas eran mayores de 75 años. Es decir, casos obviamente relacionados con factores ya no congénitos sino atinentes a otros problemas de salud. Y recién hacia el cierre del artículo se cita el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), según el cual Argentina alcanzó la categoría de “hambre cero” porque el porcentaje de la población subalimentada ya está por debajo del 5. De remate, empero, se cuestiona ese informe internacional ya que “médicos y ONGs” denuncian que “la FAO toma estadísticas del Gobierno que no son confiables”. Desde ya, no se informa quiénes son esos “médicos” ni cuáles las ONGs. Indignado, el escritor Mempo Giardinelli, chaqueño él, escribió (Página/12, también el jueves) que “hay que ser muy canallas para fingir sentimientos que no se tienen, y que jamás han tenido estos carroñeros de la política que vienen a ‘descubrir’ lo que (en Chaco) cualquiera sabe: que decenas, centenares de niños qom, wichís y mocoiq murieron aquí, en iguales condiciones extremas, en lo últimos 10, 20, 50 y 100 años”. Giardinelli advierte que la actual gestión provincial tampoco solucionó las causas ancestrales, pero que al menos sí se encararon políticas sanitarias, educativas y de infraestructura como en etapa alguna se había hecho. Menciona que estos buitres de la comunicación habían empezado la semana anterior, diciendo que el Hospital Pediátrico de Resistencia –inaugurado hace muy poco– tenía fallas, estructurales, al igual que los flamantes centros asistenciales de Villa Río Bermejito y Juan José Castelli. Nunca existió un hospital decente en esos extensos parajes, recuerda Mempo, y entonces irrita que habiendo ahora tres, grandes y con dotaciones médicas nunca vistas, vengan a demolerlos mediáticamente. Y a ignorar que en 2007, de cada mil nacidos vivos, en Chaco, morían 22 mientras que ahora el índice se redujo a 11,8.
No hay de qué extrañarse, aunque lo burdo de la maniobra mediática sugiera lo contrario. Indignación sí, pero asombro no. El próximo domingo son las elecciones chaqueñas y todo indica que el oficialismo ratificará la ventaja que obtuvo en las primarias, con cerca del 60 por ciento de los votos y unos 20 puntos de diferencia sobre el “frente” respaldado por todo el arco nacional anti K. Si es por la problemática indígena y para no ir más lejos, durante la gestión del gobernador radical Roy Nikisch, en 2006/2007, hubo una huelga de hambre de 33 días de doce aborígenes, en el primer piso de la Casa de Gobierno, y un acampe de tres meses en la plaza principal de Resistencia. El 22 de agosto de 2007, el mismo Nikisch denunciaba que la difusión, por la prensa nacional, de los casos de desnutrición y muerte de indígenas en Chaco, se debía a “una campaña sucia perfectamente orquestada”. El mandatario radical agregaba que, “por su propia cultura e idiosincrasia”, muchos indígenas no dejan que el Estado los atienda correctamente, “no hacen uso de los medicamentos y rechazan los tratamientos”. A juzgar por lo que sostuvo un columnista de la oposición, entre tantos otros, es incierto que la terrible imagen del adolescente qom provoque impacto de sufragio entre millones de compatriotas que en las urnas son llevados de las narices por las estructuras clientelares. En otras palabras, una manga de vagos y dependientes del asistencialismo estatal que ni vota ni piensa por cuenta propia, ni compara con cómo les fue cuando gobernaron los que hoy denuncian la corrupción y desidia oficialista, ni nada que se asemeje a cosa que no fuere un ejército de autómatas extorsionados. Y a la primera de cambio que ofrezca hueco para colarse, denunciar fraude generalizado. Es lo que la gente que los sigue quiere escuchar, para asentarse en su odio de clase. Porque es eso, no hay que cansarse de remarcarlo, apenas se levante una vista objetiva sobre la bronca infinita de aquellos a quienes en estos años les fue mejor que nunca. Es que el de abajo no suba, no que el de arriba se mantenga. Y lo significativo es cómo adhieren a esa lógica sectores de las clases medias urbanas, que en buena parte son las más beneficiadas por los índices de estabilidad de empleo y consumo, siendo que entre (varios de) los grandes dueños de la torta no ven con tanto desagrado la continuidad del modelo.
Debería resultar igualmente obvio que la canallada mediática acerca del chico qom, a más de empalmarse con la próxima elección chaqueña, hilvane con el Niembrogate. “El choripán más caro de la historia”, dijo Cristina entre ironía, cinismo y cuchillo a hueso, poniéndolos en el mismo sitio de corruptos o corrompibles que los republicanistas escolares le endilgan al kirchnerismo. De última somos parecidos o hay procederes que nos emparientan, fue el metamensaje de la Presidenta para que enfrente no sepan o no puedan contestar. Peor aún, se negaron a debatir en el recinto deliberante porque dicen que no están dadas las condiciones. ¿Cuáles condiciones? ¿Las del juego sucio de campaña? Con ese criterio no se puede discutir institucionalmente nada de nada, cuando lo que está en danza son acusaciones precisas respecto de las que el imputado, y sus socios ideológicos, no dan respuesta convincente alguna. O, en realidad, ninguna respuesta. En la propia oposición, incluyendo la mediática y excepto Carrió, quien afirma que no se enteró de nada porque estaba fuera del país, surgieron voces que le reclaman al macrismo hacerse cargo. ¿Tiene cómo, o ya es tarde? Se reitera el valor de la experiencia, sin embargo. Estos affaires pueden perjudicar individualmente, pero no en las grandes decisiones colectivas de manera decisoria salvo, claro, que el asunto adquiera proporciones impensadas. Lo que en forma prioritaria influye en la voluntad popular –para el caso, elecciones presidenciales en las que hay casi nula incidencia del corte de boleta– es una visión mucho más global y, a la par, precisa, sencilla o menos contaminada. A los convencidos de un lado y otro no les mueve un pelo el factor corruptela puntual; y en el resto –el dichoso tercio fluctuante, entre nosotros– a la hora de decidir voto cuentan la coyuntura y el horizonte económicos. Según la mayoría de la oposición en sus afirmaciones públicas, ese es un problema porque planes y choripanes tienen un peso determinante. Un análisis menos cavernícola sugiere que el tema es un tanto más complejo, hasta el punto de que, de otro modo, no se explicaría por qué el principal referente opositor resolvió cambiar su discurso para hablar de que no se tocarán las conquistas de estos años.
Encerrada en ese dilema discursivo y, para peor, con la Asamblea General de la ONU aprobando por abrumadora mayoría la propuesta argentina de limitar el accionar de los fondos buitre en la reestructuración de deudas soberanas, además de la ruin explotación periodística del episodio chaqueño se intentó volver a cargar con el caso Nisman. La excusa fue una pericia sobre ausencia de restos de pólvora en el arma empleada en el hecho, que disiente con la casi totalidad de los peritajes efectuados. Se indujo así a reinstalar la hipótesis del asesinato, pero justo cuando los mismos actuantes de la querella indican que, así se haya tratado de homicidio, cabe contemplar el lavado de dinero en que habría incurrido el fiscal como uno de los móviles del crimen. Entonces, el ardid no tenía aire suficiente y jugaron la horrible carta del chico qom que, a su vez, tampoco les dio para monotematizar y cedió paso a reintroducir la presunción de fraude tucumano, en simultáneo con un escrutinio definitivo que –como siempre se supo y como reconoció el perdedor en la madrugada del provisorio– da ganador al oficialismo. Leer y escuchar que se menta fraude entre los polos conservadores que lo inauguraron y profundizaron, para no hablar de los golpes militares y de mercado a que recurrieron cuando les fue menester, sí que debería ser un auténtico escándalo moral. En reemplazo de esa honestidad intelectual, los mandobles mediáticos pasaron en estos días por la instalación de perspectiva de fraude nacional a como dé lugar, la preocupación de la industria turística por la escasez de dólares, el caos en el microcentro porteño por un piquete de combis, el avance de la droga en el país de acuerdo con un instituto estadounidense o, claro está, el contraste de la preocupación presidencial sobre el niño sirio ahogado en las costas turcas y el adolescente qom proveniente del Impenetrable.
Tan impenetrable como esa gente que ve lo que quiere mirar.
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http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-281320-2015-09-10.html
CONTRATAPA
Chaco, la muerte del niño y la canalla mediática
Por Mempo Giardinelli
Porque es verdad que los cuadros de tuberculosis y desnutrición son, en el Chaco, tan endémicos y de vieja data como indignantes y dolorosos. Pero es miserable aprovechar ahora la desdichada muerte de Oscar Sánchez, un adolescente qom de sólo 14 años, desnutrido y tuberculoso, para enlodar de antemano las elecciones del próximo 20 de septiembre.
Hay que ser muy canallas para fingir sentimientos que no se tienen, y que jamás han tenido estos carroñeros de la política que vienen a “descubrir” lo que aquí cualquiera sabe: que decenas, centenares de niños qom, wichís y mocoiq murieron aquí, en iguales condiciones extremas, en los últimos 10, 20, 50 y 100 años.
Y es claro que desgraciamente va a seguir habiendo casos como el de Oscar ahora, y en el pasado enero Néstor Femenía, otro chiquito enfermo de tuberculosis sumada a desnutrición extrema, meningitis y neumonía.
Ambos murieron por causas estructurales que fueron negadas durante décadas, nunca erradicadas y las cuales llevará todavía mucho tiempo erradicar. Pero en estos “denunciadores” lo que indigna y subleva es que les encanta promocionar –porque eso hacen: promoción– todo lo que espante a “la pobre inocencia de la gente”.
Estas muertes derivan de causas –y esto es lo que hay que subrayar– que durante mínimo los últimos 50 años jamás fueron atendidas. Y es obvio que la actual gestión tampoco las solucionó, pero al menos sí se encararon políticas sanitarias, educativas y de infraestructura como nunca antes se había hecho. Ésa es la diferencia, y basta andar por los montes de lo que queda del Impenetrable para comprobarlo.
Estos buitres de la comunicación empezaron la semana pasada diciendo que el Hospital Pediátrico de Resistencia, recién inaugurado, tenía fallas estructurales. Y antes “denunciaron” equipamientos deficientes en los flamantes hospitales de Villa Río Bermejito y de Juan José Castelli. Tres grandes centros que no sé si tienen muchos o pocos problemas, pero ahí están; antes no existían. Porque nunca existió un hospital decente en esos extensos parajes. Entonces irrita que ahora que hay tres, grandes y con dotaciones de médicos como nunca antes, vengan a demolerlos mediáticamente.
Pero no dicen que en 2007 de cada mil nacidos vivos en esta provincia, morían 22; mientras que ahora se redujeron a 11,8. Ni dicen que hoy hay 125 Centros de Atención Médica nuevos y se construyen 200 más. Ni que específicamente respecto de la tuberculosis, el Programa de Control de TBC del Chaco informó hace sólo un mes a la Corte Suprema de Justicia de la Nación que en la Región Sanitaria 5 (El Sauzalito, Nueva Pompeya, Miraflores, Castelli) hay 48 Pacientes Notificados y bajo tratamiento. Y en Pampa del Indio ocho más.
También silencian el hecho de que se han recibido ya 4 médicos Qom, que trabajan tres en Castelli y uno en El Espinillo, y son parte de los 1259 trabajadores de la salud (médicos, enfermeros, odontólogos) que cubren todo El Impenetrable (sobre un total de 13.562 en toda la provincia). Ni dicen que desde 2014 se tienden conexiones de agua potable entre Fortín Lavalle y Castelli, y hay más conexiones hacia otros parajes, a la vez que en 2015 ya hay 15.000 nuevos usuarios de electrificación rural, quienes hace diez años estaban a oscuras. Y están llegando ya las primeras redes para celulares y wifi a El Sauzalito y Nueva Pompeya, en el extremo norte del Impenetrable, para atender a unos 35.000 habitantes dispersos. Y en toda la provincia los usuarios de electricidad pasaron de 250.000 a 359.000.
Por supuesto que en toda sociedad en la que hay cuatro etnias que por siglos estuvieron sometidas e invisibilizadas, y donde la pobreza extrema ha sido feroz durante por lo menos los últimos 150 años (o sea desde que al Chaco llegó la “civilización”), siempre se van a “descubrir” casos tremendos, dolorosos e impactantes como los de estos dos pibes.
Pero lo infame es aprovecharse de sus desdichas, sacarlos de contexto y mentir de manera vil y obscena para inflamar los ánimos 10 días antes de una elección cuyos resultados están cantados, desde que las PASO marcaron una diferencia abrumadora que nadie cuestionó. Nadie.
Son tan cínicos y manipuladores estos canallas que sobre las fotos y el video de un niño agonizante, escriben: “advertencia: la imagen y el video pueden herir su sensibilidad”. No sé ustedes los lectores, pero yo nunca he visto algo igual de miserable y violento en toda la prensa mundial.
En una provincia donde la pobreza y la indigencia han sido y son históricamente altísimas, es por lo menos estúpido debatir y comparar datos del desprestigiado Indec con cálculos interesados privados que se “basan” en supuestos “índices de precios”. Pero ahí está el promocionado Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica, que insiste en que en los últimos tres años aumentó la pobreza en todo el país. Uno se pregunta en qué país viven estos señores, porque basta recorrer las provincias para advertir que aunque hay muchísimos problemas en todos los órdenes, de ninguna manera la pobreza y la indigencia aumentaron, por más que ellos hagan tremendos esfuerzos.
Si fuera cierto que hoy uno de cuatro argentinos es pobre (son, dicen, 11 millones de personas, más 2 millones de indigentes), y que en 2014 el 40 por ciento de los chaqueños estaba bajo la línea de pobreza y el 17 por ciento bajo la línea de indigencia, al menos aquí nadie con ojos les creería. Eso es mentira, salvo que se mande un equipito de periodistas carroñeros para que por una vez en sus vidas se ensucien las patas y busquen lo peor del paisaje humano local, que por supuesto existe y ningún chaqueño honrado niega ni oculta.
También mienten que la provincia del Chaco ha dejado de publicar datos oficiales de pobreza e indigencia desde “hace más de tres años”. Y la prueba está en que los datos de este artículo son todos oficiales y los he bajado de internet y/o solicitado al Ministerio de Salud.
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http://www.diarioprimeralinea.com.ar/opinion/columnistas/2015/9/11/mempo-giardinelli-todos-deberiamos-mirar-peppa-19919.html
Mempo Giardinelli y todos deberíamos mirar Peppa
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viernes, 11 de septiembre de 2015Mempo Giardinelli y todos deberíamos mirar Peppa Mempo Giardinelli
Por Darío Zarco
Oscar Sánchez murió en el hospital Pediátrico de Resistencia víctima de un montón de pesares, casi todos. Tenía 11, 12, 13 o 14 años y (pero) apenas unos 10 kilos. Fue noticia nacional por la historia clínica en que consistió su vida, amplificada, casi espectacularizada, condimentada como se cocina todo en tiempos electorales. En este marco, ayer, enojado con los tituladores oportunistas, el reconocidísimo escritor y periodista chaqueño Mempo Giardinelli, dio su receta de autor con la desnutrición y la muerte como ingredientes. Escribió "Chaco, la muerte del niño y la canalla mediática” en la contratapa del diario nacional Página 12, como tantas veces, como ya lo había hecho en 2007 sobre la crítica situación que atravesaba el sistema sanitario principalmente en El Impenetrable; en aquel momento había titulado: "El Impenetrable o la agonía Qom”.
Primero lo primero: repasé aquel artículo del martes 25 de septiembre de 2007 en el que un envidiable Mempo Giardinelli, como sólo él sabe hacerlo, pintaba un paisaje hiperrealista párrafo por párrafo. "…recorro los pasillos mojados bajo las infinitas goteras de los techos, y miro las paredes rotas, despintadas y sucias, los patios roñosos y un pozo negro abierto y rebalsando junto a la cocina…”; "…los pacientes son sólo cuerpos chupados por enfermedades como la tuberculosis o el Chagas. Me impresiona la mucha gente que hay tirada en los pisos, no sé si son pacientes o familiares, lo mismo da…”; con estas y otras frases narró su visita al hospital de Presidencia Roque Sáenz Peña. Y siguió en Castelli: "Lo que veo allí me golpea el pecho, las sienes, los huevos: por lo menos dos docenas de seres en condiciones definitivamente inhumanas. Parecen expersonas, apenas piel sobre huesos, cuerpos como los de los campos de concentración nazis”; "…una mujer de 37 años que pesa menos de 30 kilos parece tener más de 70…”, y otra vez: "…los pozos negros saturados que revientan de mierda…”; y también "…una chiquilla llora ante su hijo, un saquito de huesos morenos con dos ojos enormes que duele mirar …”. "Hay una veintena de camas y en todas lo mismo: desnutrición extrema…”. Su relato termina en Fortín Lavalle, de donde trajeron a Oscar, y no oculta nada, obviamente, mucho menos la bronca.
Resalté frases completas para descubrirlo copiando y pegando el texto anterior. Arranco con el nuevo, y busco, pero sólo encuentro que los últimos cinco siglos no se pueden revertir en 8 o 10 años; que la miseria es mucha y que frente a todo eso cualquier esfuerzo es insuficiente, e incluso parece inútil, pero que sin embargo se hace, o algo así. No me decepcionó lo que escribió, sino lo que no escribió. Cuesta creer que aquel de la vista de lince se haya vuelto tan chicato. Más adelante compara cómo estamos con cómo estábamos. Tira datos obtenidos de sitios oficiales. En el juego de las diferencias encontró hasta Wi-Fi. Lo imagino parapetado atrás del sofá con una de esas pistolas de paintball haciéndole la guerra a TN, embadurnando el televisor por abatir los titulares que juzga mendaces y malintencionados.
El escritor nombra a Oscar Sánchez y a Néstor Femenía, otro niño muerto en idénticas circunstancias, de "enfermedad”, en enero. Podríamos exagerar una cifra, o ceñirnos a los seis casos que registró el Centro de Estudios Nelson Mandela, aunque sólo Oscar y Néstor hayan sido noticia; o ir hasta 2007 y recordar a Rosa Molina, famélica, traída desde El Impenetrable hasta el sillón del arzobispo de Resistencia, que también fue título de tapa de los medios nacionales, que motivó a la Corte Suprema a exigir a los gobiernos a parar el hambre e inspiró su visita a El Impenetrable. Entonces se dijo lo mismo, hoy sólo cambiaron los roles. Cada vez que pase la muerte, el Gobierno de turno dirá que hizo todo lo posible y sus detractores dirán que no movió ni un dedo, esa subjetividad está en el manual, no hay que sorprenderse.
Escribo convencido de que es al pedo gastar esta gota de tinta, tan al pedo como quedarse sentado mirando la tele, regurgitando los titulares amargos, agarrándose la cabeza con los dos brazos. A Mempo como a muchísimos otros le molesta lo que digan algunos medios o cómo o cuándo lo hagan, como si eso mejorara o empeorara las cosas. Objeta que un canal le advirtiera sobre el tenor de las imágenes. Exagera el canal y exagera él. Lo que lacera no es la foto de un chico muerto sino saberse también culpable de su muerte cada vez que lo vemos en televisión. Evidentemente se sintió instigado por el videograph a predisponer su susceptibilidad y terminar asumiéndose más responsable de lo que es.
El último domingo Periodismo Para Todos, el programa de Jorge Lanata reincidía con sus informes críticos a la gestión provincial después de un primer capítulo dedicado al clientelismo político. Mi compañera Rosana y nuestra hija Morena me visitaron en la Redacción, habitualmente lo hacen, y me esperan al cierre (para ahorrar un pasaje a Villa Luzuriaga). Nicolás Wiñazki entrevistaba en la oscuridad total a una jovencita, casi adolescente, que contaba que además de luz no tenían agua y un montón de otras cosas. El hijito de la chica se colgaba de su ropa clamando: "Comida, mamá”. Se olvidaron de la oscuridad y de todo y subtitularon con el amarillo más chillón. Como Mempo Giardinelli, no pude vencer el prejuicio de interpretar las dos palabras como parte de una artera manipulación del "gordo”, lo entendí clarito pero no me importó porque supuse que el texto sería el mismo sin importar qué vociferara el nene. Un golpe bajo. Seguí leyendo, aún sintiéndome un pelotudo, como si prefiriera eso. En cambio, Morena, que acaba de cumplir tres, alejó de la boca su turrón y me miró: "Le quiero dar esto al bebé, papá”. El nene repitió "comida…” y se repitió el subtitulado y seguí leyendo, y ella insistió más firme en compartir el turrón sin pensar en operetas. No salió a mí, sería una imperdonable arrogancia atribuirme ese rasgo. Lo aprendió de "Peppa la cerdita”, los adultos somos incapaces de bucear en esas cosas en las que hay que aguantar la respiración más de la cuenta.
Mempo también debería mirar Peppa. Todos deberíamos mirar Peppa.
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http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-281629-2015-09-14.html
Pequeña sociología con pueblos originarios y neandertales urbanos
Por Mempo Giardinelli
Conozco muy bien el Chaco, mi tierra, que he recorrido desde que siendo niño acompañaba a mi padre, viajante de comercio. Ya adulto, en los últimos veinte años no he dejado punto sin visitar. Está en mis novelas y en mis cuentos. Y además, en la fundación que presido, desde julio de 2002 sostenemos un programa de asistencia a escuelas y comedores escolares desde el que sistemáticamente y año con año se brinda ayuda de todo tipo a maestros, bibliotecarios y niños de las diferentes etnias y en particular las más numerosas, qom y wichís, muchos de los cuales hoy son mis amigos. Y todo sin un centavo del Estado y en base a donaciones que gestionamos y recibimos, todas perfectamente declaradas.
Por eso me indignó el repudiable uso político y mediático de la muerte del niño Oscar Sánchez, de etnia qom. Escribí mi anterior artículo en estas mismas páginas, conmovido porque su agonía se utilizaba en las primeras planas de algunos grandes diarios con el sucio afán de enturbiar las elecciones del próximo 20 de septiembre en mi provincia.
Molesto por el uso violento de fotografías y videos que cínicamente advertían que podían “herir la sensibilidad” del público, repudié el uso electoralista de casos de tuberculosis y desnutrición que en el Chaco son parte de una vieja y nunca bien atendida endemia. Y también escribí que centenares de niños qom, wichís y mocoiq murieron en el Chaco en los últimos años, en iguales condiciones extremas y por causas estructurales desatendidas durante décadas.
Mi comparación partió de artículos anteriores sobre el estado de El Impenetrable, como uno que publiqué también aquí, en 2007, describiendo el horrible cuadro que imperaba en aquellos días. Hoy eso ha cambiado, no totalmente, ni siquiera lo bastante que sería deseable, pero algo ha cambiado y es importante decirlo. Porque esas muertes derivan de causas históricamente negadas, y guste o no apenas en los últimos seis o siete años se encararon tímidas políticas sanitarias, educativas y de infraestructura como nunca antes. Por eso cité algunos datos duros sobre disminución de la mortalidad infantil, obras de infraestructura y modestos avances en la provisión de agua potable y electricidad, que, desde luego, nadie salió a refutar. Y que carecen de importancia para las acomodadas vidas de los torquemadas acusadores que pululan en las redes sociales, pero son fundamentales para decenas de miles de miembros de los pueblos originarios del Chaco que habitan esos montes y parajes.
Es claro que el panorama sigue siendo espantoso y habrá que discutir todavía otras cuestiones que afectan a nuestros hermanos originarios, como un debate que ya se está dando con los compatriotas de la etnia mbya en Misiones, donde hay antropólogos serios que discuten si se debe integrarlos, si hay que ayudarlos a que permanezcan en su estado natural, o si hay que impulsar su “desarrollo”, y todo mientras los mbya siguen arrinconados en sus pedazos de tierra sobreviviendo miserablemente y de hecho extinguiéndose. Se trata de problemáticas ante las cuales es muy difícil tomar decisiones, y seguramente es por eso que los gobiernos no las toman.
Mi artículo recibió muchos comentarios aprobatorios que llegaron en forma de mails y mensajes en todas las redes sociales, incluso las que no frecuento. Fue intensa, además, la reproducción maciza y generalizada de esa nota en medios del interior del país. Pero sobre todo fue desagradable comprobar también una muy fuerte repercusión negativa, particularmente en forma de insultos y andanadas de odio que no dejaron de incluir descalificaciones groseras a mi integridad moral e incluso amenazas a mi integridad física.
Señal patética del estado de parte de nuestra sociedad, lo que para mí resultó más impresionante fue advertir la incapacidad manifiesta de vastos sectores de ciudadanos de entender lo que está escrito. O sea, digo, que leen lo que quieren leer, no lo que está escrito.
Desde esa confusión, tanto hacen acusaciones de “complicidad intelectual” en el “asesinato” de niños aborígenes como creen entender que uno ha escrito que en el Chaco ya no hay miseria porque fue erradicada en los últimos diez años. Y lo más ofensivo: el griterío de los que suponen que uno escribe textos pagados por el poder. Con lo que sólo se ve que ellos sí serían capaces de matar ideas, si las tuvieran, por la paga de cualquier patrón.
Dan ganas de decirles: “Era sólo un artículo condenando la actitud grosera, violenta y utilitaria de los medios dominantes sobre la muerte de un niño, muchachos”. Pero sería inútil. Como es también inútil preguntarse si esos acusadores, justicieros y denunciantes seriales, además de mirar tele en sus comodidades porteñas, tienen algo más que rencor y odio.
A menos que sean demasiado grandes y constantes los trabajos solidarios y de justicia social que llevan a cabo los furibundos torquemadas que pululan en las redes.
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http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-281618-2015-09-14.html
Ver o mirar
Por Eduardo Aliverti
Es necesario discurrir nuevamente –y lo bien que hace– sobre operaciones y artimañas mediáticas. Hay pocos aspectos más ejemplares que ése acerca de las cosas mayores que hay en disputa.
En términos de repugnancia, gana por varios cuerpos la miserabilidad de instalar el caso del chico indígena muerto por desnutrición en Chaco. No se privaron de nada, en cantidad y obscenidad informativa. Eso incluye haber relativizado por completo las declaraciones del director de Políticas Materno-Infantiles de la provincia, Gabriel Lezcano: “Este niño nació con una discapacidad, una hidrocefalia no evolutiva y una parálisis cerebral que le generaron retraso madurativo y psicomotriz severo. Esto le produjo una malnutrición de todos los alimentos. Se trataba de un paciente identificado por el sistema sanitario, controlado y monitoreado en forma permanente (...) La familia recibe asistencia alimentaria del Estado y el joven estaba bajo los tratamientos indicados”. En una de las tantas coberturas repelentes que se hicieron sobre la noticia, llegó a titularse que cada diez horas hay una muerte por desnutrición en el país. El copete de la nota (Clarín, jueves pasado) afirmó que son datos del Ministerio de Salud nacional, pero en el cuerpo central se aclara que el 70 por ciento de las personas fallecidas eran mayores de 75 años. Es decir, casos obviamente relacionados con factores ya no congénitos sino atinentes a otros problemas de salud. Y recién hacia el cierre del artículo se cita el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), según el cual Argentina alcanzó la categoría de “hambre cero” porque el porcentaje de la población subalimentada ya está por debajo del 5. De remate, empero, se cuestiona ese informe internacional ya que “médicos y ONGs” denuncian que “la FAO toma estadísticas del Gobierno que no son confiables”. Desde ya, no se informa quiénes son esos “médicos” ni cuáles las ONGs. Indignado, el escritor Mempo Giardinelli, chaqueño él, escribió (Página/12, también el jueves) que “hay que ser muy canallas para fingir sentimientos que no se tienen, y que jamás han tenido estos carroñeros de la política que vienen a ‘descubrir’ lo que (en Chaco) cualquiera sabe: que decenas, centenares de niños qom, wichís y mocoiq murieron aquí, en iguales condiciones extremas, en lo últimos 10, 20, 50 y 100 años”. Giardinelli advierte que la actual gestión provincial tampoco solucionó las causas ancestrales, pero que al menos sí se encararon políticas sanitarias, educativas y de infraestructura como en etapa alguna se había hecho. Menciona que estos buitres de la comunicación habían empezado la semana anterior, diciendo que el Hospital Pediátrico de Resistencia –inaugurado hace muy poco– tenía fallas, estructurales, al igual que los flamantes centros asistenciales de Villa Río Bermejito y Juan José Castelli. Nunca existió un hospital decente en esos extensos parajes, recuerda Mempo, y entonces irrita que habiendo ahora tres, grandes y con dotaciones médicas nunca vistas, vengan a demolerlos mediáticamente. Y a ignorar que en 2007, de cada mil nacidos vivos, en Chaco, morían 22 mientras que ahora el índice se redujo a 11,8.
No hay de qué extrañarse, aunque lo burdo de la maniobra mediática sugiera lo contrario. Indignación sí, pero asombro no. El próximo domingo son las elecciones chaqueñas y todo indica que el oficialismo ratificará la ventaja que obtuvo en las primarias, con cerca del 60 por ciento de los votos y unos 20 puntos de diferencia sobre el “frente” respaldado por todo el arco nacional anti K. Si es por la problemática indígena y para no ir más lejos, durante la gestión del gobernador radical Roy Nikisch, en 2006/2007, hubo una huelga de hambre de 33 días de doce aborígenes, en el primer piso de la Casa de Gobierno, y un acampe de tres meses en la plaza principal de Resistencia. El 22 de agosto de 2007, el mismo Nikisch denunciaba que la difusión, por la prensa nacional, de los casos de desnutrición y muerte de indígenas en Chaco, se debía a “una campaña sucia perfectamente orquestada”. El mandatario radical agregaba que, “por su propia cultura e idiosincrasia”, muchos indígenas no dejan que el Estado los atienda correctamente, “no hacen uso de los medicamentos y rechazan los tratamientos”. A juzgar por lo que sostuvo un columnista de la oposición, entre tantos otros, es incierto que la terrible imagen del adolescente qom provoque impacto de sufragio entre millones de compatriotas que en las urnas son llevados de las narices por las estructuras clientelares. En otras palabras, una manga de vagos y dependientes del asistencialismo estatal que ni vota ni piensa por cuenta propia, ni compara con cómo les fue cuando gobernaron los que hoy denuncian la corrupción y desidia oficialista, ni nada que se asemeje a cosa que no fuere un ejército de autómatas extorsionados. Y a la primera de cambio que ofrezca hueco para colarse, denunciar fraude generalizado. Es lo que la gente que los sigue quiere escuchar, para asentarse en su odio de clase. Porque es eso, no hay que cansarse de remarcarlo, apenas se levante una vista objetiva sobre la bronca infinita de aquellos a quienes en estos años les fue mejor que nunca. Es que el de abajo no suba, no que el de arriba se mantenga. Y lo significativo es cómo adhieren a esa lógica sectores de las clases medias urbanas, que en buena parte son las más beneficiadas por los índices de estabilidad de empleo y consumo, siendo que entre (varios de) los grandes dueños de la torta no ven con tanto desagrado la continuidad del modelo.
Debería resultar igualmente obvio que la canallada mediática acerca del chico qom, a más de empalmarse con la próxima elección chaqueña, hilvane con el Niembrogate. “El choripán más caro de la historia”, dijo Cristina entre ironía, cinismo y cuchillo a hueso, poniéndolos en el mismo sitio de corruptos o corrompibles que los republicanistas escolares le endilgan al kirchnerismo. De última somos parecidos o hay procederes que nos emparientan, fue el metamensaje de la Presidenta para que enfrente no sepan o no puedan contestar. Peor aún, se negaron a debatir en el recinto deliberante porque dicen que no están dadas las condiciones. ¿Cuáles condiciones? ¿Las del juego sucio de campaña? Con ese criterio no se puede discutir institucionalmente nada de nada, cuando lo que está en danza son acusaciones precisas respecto de las que el imputado, y sus socios ideológicos, no dan respuesta convincente alguna. O, en realidad, ninguna respuesta. En la propia oposición, incluyendo la mediática y excepto Carrió, quien afirma que no se enteró de nada porque estaba fuera del país, surgieron voces que le reclaman al macrismo hacerse cargo. ¿Tiene cómo, o ya es tarde? Se reitera el valor de la experiencia, sin embargo. Estos affaires pueden perjudicar individualmente, pero no en las grandes decisiones colectivas de manera decisoria salvo, claro, que el asunto adquiera proporciones impensadas. Lo que en forma prioritaria influye en la voluntad popular –para el caso, elecciones presidenciales en las que hay casi nula incidencia del corte de boleta– es una visión mucho más global y, a la par, precisa, sencilla o menos contaminada. A los convencidos de un lado y otro no les mueve un pelo el factor corruptela puntual; y en el resto –el dichoso tercio fluctuante, entre nosotros– a la hora de decidir voto cuentan la coyuntura y el horizonte económicos. Según la mayoría de la oposición en sus afirmaciones públicas, ese es un problema porque planes y choripanes tienen un peso determinante. Un análisis menos cavernícola sugiere que el tema es un tanto más complejo, hasta el punto de que, de otro modo, no se explicaría por qué el principal referente opositor resolvió cambiar su discurso para hablar de que no se tocarán las conquistas de estos años.
Encerrada en ese dilema discursivo y, para peor, con la Asamblea General de la ONU aprobando por abrumadora mayoría la propuesta argentina de limitar el accionar de los fondos buitre en la reestructuración de deudas soberanas, además de la ruin explotación periodística del episodio chaqueño se intentó volver a cargar con el caso Nisman. La excusa fue una pericia sobre ausencia de restos de pólvora en el arma empleada en el hecho, que disiente con la casi totalidad de los peritajes efectuados. Se indujo así a reinstalar la hipótesis del asesinato, pero justo cuando los mismos actuantes de la querella indican que, así se haya tratado de homicidio, cabe contemplar el lavado de dinero en que habría incurrido el fiscal como uno de los móviles del crimen. Entonces, el ardid no tenía aire suficiente y jugaron la horrible carta del chico qom que, a su vez, tampoco les dio para monotematizar y cedió paso a reintroducir la presunción de fraude tucumano, en simultáneo con un escrutinio definitivo que –como siempre se supo y como reconoció el perdedor en la madrugada del provisorio– da ganador al oficialismo. Leer y escuchar que se menta fraude entre los polos conservadores que lo inauguraron y profundizaron, para no hablar de los golpes militares y de mercado a que recurrieron cuando les fue menester, sí que debería ser un auténtico escándalo moral. En reemplazo de esa honestidad intelectual, los mandobles mediáticos pasaron en estos días por la instalación de perspectiva de fraude nacional a como dé lugar, la preocupación de la industria turística por la escasez de dólares, el caos en el microcentro porteño por un piquete de combis, el avance de la droga en el país de acuerdo con un instituto estadounidense o, claro está, el contraste de la preocupación presidencial sobre el niño sirio ahogado en las costas turcas y el adolescente qom proveniente del Impenetrable.
Tan impenetrable como esa gente que ve lo que quiere mirar.
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