El mundo en guerra del siglo XXI

Un par de reflexiones sobre el conflicto en Europa...

2014. El comienzo del fin.

La principal responsabilidad en la escalada de la crisis en Ucrania recae en Estados Unidos y Alemania. Ambos países, junto con sus aliados de la Unión Europea, han intervenido sistemáticamente para canalizar el descontento popular con el régimen corrupto del presidente Viktor Yanukovich detrás de las fuerzas nacionalistas y fascistas de extrema derecha. Su objetivo ha sido derrocar al gobierno electo e instalar un régimen alineado con el imperialismo occidental y dispuestos a participar en sus planes para el aislamiento geopolítico de Rusia.


Banderas de AZOV. Las milicias nazi ucranianas.


La crisis de Ucrania está avivando las tensiones entre Rusia y occidente y se puede convertir en una crisis mundial dado que Rusia comparte una importante franja de frontera con Ucrania. Kiev está a solo 500 kilómetros de Moscú y los extremistas de derecha que se han tomado las calles quieren también apropiarse de los reactores nucleares construidos por Rusia desde el año 2008 y que producen el 46 por ciento de la energía eléctrica del país.


2015. Advertencia.

En su ponencia en el congreso (Quinto Congreso Internacional de Vanguardia Científica, patrocinado por la UAM y celebrado en Toluca) el doctor en ciencias militares y presidente de la Academia de Asuntos Geopolíticos de Rusia Konstantin Sivkov consideró que existe un choque entre la unipolaridad anglosajona que excluye al restante multipolar, mientras el eje Estados Unidos/Gran Bretaña (GB) que comanda a la OTAN jala a la Unión Europea (UE), que ya se dio cuenta de la trampa en la que se encuentra. De esta fractura global nacen todos los conflictos militares, bajo cubierta religiosa, política y económica.


2019. Occidente miraba para otro lado...

Desde las protestas de 2014, los movimientos ultranacionalistas y filonazis adquirieron cierta visibilidad en el país y a pesar de que su representación no llega al 5% en la Rada Suprema, lo cierto es que su poder va en progresivo incremento. En junio de 2018, por ejemplo, al menos unos 20.000 nacionalistas ucranianos marcharon para conmemorar el “Día del defensor de la Patria y el 75 aniversario de la fundación del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA)”. En un desfile propio de la iconografía de la Italia fascista, los nacionalistas, antorchas en mano, proclamaban consignas xenófobas dirigidas principalmente a los rusos que viven en Ucrania.


La circunstancia que agudiza aún más lo anterior y que torna el asunto de manera peligrosa son las estructuras paramilitares y abiertamente neonazis que entrenan en diversas partes del país para enfrentar al ejército ruso en un eventual conflicto de gran escala. Lo inquietante es que las milicias están conformadas por niños entre los 7 y 16 años que son adoctrinados para “matar rusos”.


En los denominados “campamentos patrióticos” se organizan actividades políticas y entrenamiento militar permanente y agresivo. Por ejemplo, en el campo ubicado en Gart Voli (región de Ternopil) hay unos 11.000 miembros, desde activistas antiestablecimiento pasando por nacionalistas radicales y hooligans hasta individuos abiertamente neonazis. En ese ambiente es justamente donde están creciendo miles de niños ucranianos. Un crimen total.
En estos campamentos, los muchachos son adoctrinados para considerar a los rusos como el enemigo acérrimo, como el fin último de sus acciones violentas.


2022. Ya en guerra,

La cuestión de Ucrania (rehusamos llamarla invasión o guerra, aunque técnicamente pueda ser ambas) no es nada de lo que dicen, hasta el espasmo, los medios de comunicación occidentales –más correcto sería calificarles de accidentales. Rusia no pretende anexionarse Ucrania; tampoco ha lanzado una guerra de conquista, ni, menos, es resultado de un delirio imperial por la grandeza perdida. Es un conflicto geopolítico en el más puro sentido del término. Geopolítico en términos decimonónicos, de lucha de poder y de intereses, pues no hay conflicto de ideologías, ni lucha entre sistemas, aunque los mercenarios y los bobos de siempre –que, tristemente, no son especie en peligro de extinción-, se desgañiten presentándolo de todos los olores con rebufo a retrete. No, no es nada de eso. Es la vieja lucha entre el mundo que quiere nacer y el mundo que se niega a morir (que dicen dijo el comunista Antonio Gramsci), provocada por la negativa de la OTAN a no continuar expandiéndose hacia Rusia. Porque esa, y no otra, es la causa de la acción militar. Ganar seguridad para Rusia, lo que la UE/OTAN negó, lo que indicaba que persistía en su política expansionista.

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