Marc Augé y los "no lugares"

‘Open 24h’ (Carles Torras, 2011)

Las notas que siguen tratan de acercar al concepto de no lugar de Marc Augé, una manera de interpretar al individuo en el presente en espacios que no deben ser necesariamente físicos, en los que se podría estar o no, de manera indistinta. La indiferencia, la soledad del ser en un mundo absolutamente nuevo y ajeno.
Una breve presentación de su libro "Los no lugares..." y un par de entrevistas para empezar.
En breve compartiremos algo más. Aunque el libro puede conseguirse en la red en formato pdf.

IXX ene2014


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24.5.08

Marc Augé / Los no lugares, espacios de anonimato


Comentario del libro:

Los «no lugares» son aquellos espacios que no existían en el pasado, pero que ahora aparecen como ubicación innegable en el devenir del hombre contemporáneo. Se caracterizan por su propia condición de enclaves anónimos para hombres anónimos, ajenos por un período de tiempo a su identidad, origen u ocupaciones. Como afirma Marc Augé:

«Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar. La hipótesis aquí defendida es que la sobremodernidad es productora de no lugares, es decir, de espacios que no son en sí lugares antropológicos y que contrariamente a la modernidad baudeleriana, no integran los lugares antiguos.»



La mención a Baudelaire es intencionada: Augé yuxtapone los no lugares actuales a aquellos lugares que encontramos en los textos de Baudelaire, Chateaubriand, Proust o Benjamin, unos lugares anclados en la memoria que se identificaban gracias al poder de la palabra de los actores que los habitaban, gracias a la fuerza de los hablantes. Ahora, en cambio, los no lugares apenas permiten un furtivo cruce de miradas entre personas condenadas a no reencontrarse, mudas.

Para Augé entre los «no lugares» paradigmáticos se cuentan «las autopistas y los habitáculos móviles llamados «medios de transporte» (aviones, trenes, automóviles), los aeropuertos y las estaciones ferroviarias, las estaciones aeroespaciales, las grandes cadenas hoteleras, los parques de recreo, los supermercados, la madeja compleja, en fin, de las redes de cables o sin hilos que movilizan el espacio extraterrestre a los fines de una comunicación tan extraña que a menudo no pone en contacto al individuo más que con otra imagen de sí mismo». El autor realiza un minucioso análisis de estas superficies a partir de su condición de antropólogo y etnólogo, enmarcándose voluntariamente en la que denomina una «antropología de lo cercano», la cual se sustenta en su defensa de una antropología «del aquí y el ahora». Como observador e investigador de campo, Augé analiza algunos de los procesos habituales del hombre posmoderno –o sobremoderno–, desde la compra de víveres en el supermercado hasta el acceso a las salas de embarque de un aeropuerto. De ese modo, logra descodificar un tipo de lenguaje que es ajeno a la palabra en su concepción tradicional, y que le lleva a afirmar que el usuario, al relacionarse con los no lugares, se inscribe siempre en una relación contractual. Ese contrato «tiene siempre relación con la identidad individual de quien lo suscribe» y se visibiliza de muchas maneras diferentes: de forma expresa mediante el billete que se presenta al revisor, a la azafata o a la salida de la autopista de peaje; de forma tácita, pero también vinculante, al empujar el carrito que el supermercado pone a disposición de los clientes. Aunque con dos precisiones importantes: el usuario del no lugar, señala Augé, siempre ha de probar su inocencia (basta recordar cuántas veces se le demanda el carné), y actúa desposeído de sus identificaciones actuales o habituales. Desde esa caracterización, el hombre del no lugar no es únicamente un hombre anónimo, es, sobre todo, un hombre solo. Y Augé acaba presentando una visión del hombre moderno que cobra las dimensiones de una etnología de la soledad.

Los no lugares. Espacios del anonimato (1993), es un libro tan riguroso en su análisis de las pequeñas cosas como provocador en sus conclusiones. Su texto tiene efectos colaterales, no obstante, nada desdeñables: si tras leer a Proust las magdalenas ya no volvieron a saber igual, después de este libro las esperas en los aeropuertos, las colas en los peajes, adquieren una nueva significación, en un mundo que podía sentirse asfixiante en su devenir, pero que no parecía inquietante en el deambular cotidiano.



Biografía del autor:
Marc Augé (Poitiers, 1935) es profesor de antropología y etnología de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, institución de la que fue director (1985-1995). También ha sido responsable y director de diferentes investigaciones en el CNRS. Entre sus numerosos libros cabe destacar El genio del paganismo (1982), Travesía por los jardines de Luxemburgo (1985), El viajero subterráneo. Un etnólogo en el metro (1986), Dios como objeto (1988), Hacia una antropología de los mundos contemporáneos (1994), El viaje imposible. El turismo y sus imágenes (1997) y Las formas del olvido (1998).

fuente: http://textosenlinea.blogspot.com.ar/2008/05/marc-aug-los-no-lugares-espacios-de.html (consultada 24ene2014)

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4jun2004

Reflexiones del antropólogo Marc Augé sobre la identidad y la tecnología


El teórico de los "no lugares" sostiene que "No hay identidad sin la presencia de los otros. No hay identidad sin alteridad".

(La Nación) "Es estúpida la idea de que la multiplicación de los contactos con el exterior es una amenaza contra la identidad, algo que se escucha a menudo", afirma el etnólogo Marc Augé. "Creer esto presupone que hay una identidad desde siempre constituida así, y nunca fue el caso", explica el autor de Hacia una antropología de los mundos contemporáneos y Travesía por los jardines de Luxemburgo, entre muchas otras obras.

Para Augé, que prefiere decir que su disciplina es la antropología, ya que, desde su punto de vista, "es como una etnología comparada porque se define empíricamente por el objeto intelectual y no por el tipo de poblaciones que estudia", siempre ha habido crisis de identidad, individuales y colectivas. "No hay identidad sin la presencia de los otros. No hay identidad sin alteridad", subraya.

Augé es también el autor de Los no lugares, espacios del anonimato, donde observa los aeropuertos y los complejos cinematográficos organizados para olvidar y perder la identidad. Esos "no lugares sin historia que afectan nuestras representaciones del espacio, nuestra relación con la realidad y nuestra relación con los otros", dice.

"La identidad se construye en el nivel individual a través de las experiencias y las relaciones con el otro. Eso es también muy cierto en el nivel colectivo. Un grupo que se repliega sobre sí mismo y se cierra es un grupo moribundo", sostiene este intelectual, de 70 años.

—En defensa de la identidad se evocan a menudo "las raíces" de un pueblo o una nación?

—Esta metáfora de la raíz se asimila a la idea de tierra de los orígenes. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la historia trata de grupos que se movieron. Se reivindica una identidad en parte ilusoria y se la cree amenazada precisamente porque no se llegan a admitir las relaciones de alteridad. No es la alteridad la que pone la identidad en crisis. La identidad está en crisis cuando un grupo o una nación rechaza el juego social del encuentro con el otro.

—Su objeto de estudio es la sociedad. ¿Qué es lo que percibe en la sociedad contemporánea?

—Estamos en una sociedad de consumo, que define nuevos modos de individualidad. Se asocia menos a la idea del capitalismo la del individuo emprendedor, a pesar de que esta imagen existe aún. En el nivel de las grandes masas, portarse bien es consumir mucho. El índice de consumo es el índice de salud de un país. El consumo se dirige a individuos tipo, que son la imagen de los consumidores. Tenemos interlocutores ficticios en la televisión, pero que cumplen un papel importante para el consumidor. Hay gente que no soportaría vivir sin tener su cita diaria con el noticiero o con el reportaje del sábado. Esta relación estructura el tiempo.

—¿Cree que es un problema la relación que tenemos con la imagen?

—Pasamos gran parte de nuestro tiempo reconociendo a gente que no conocemos. Es una experiencia sin precedente, inédita. ¿Cuál es el carácter de la relación que hoy podemos tener con estas imágenes, que no son puras invenciones? A diario veo por la televisión a Chirac, Bush o Putin. ¿Cuál es la naturaleza de esta relación? Es, a la vez, familiar e ilusoria. El hecho de que este mundo de imagen ocupe una importante parte de mi tiempo hace que me plantee un verdadero interrogante.

—¿Sobre la importancia de la imagen para cada individuo?

—Hay una sobrevalorización constante de la imagen. Los que están en la pantalla tienen una forma de existencia más fuerte, desde un cierto punto de vista, porque millones de personas los reconocen. De ahí el sentimiento de que hay que pasar a través de la imagen para existir. La mejor manera de cautivar a las audiencias es darles la impresión de que pueden estar en la televisión. De ahí el éxito de los reality shows.

—¿Surgen nuevas formas de relación en la sociedad actual?

—Estos nuevos modos de relación están ahí y van a multiplicarse y perfeccionarse aún más. No sólo hay que vivir con ellos, sino que hay que quererlos. La paradoja es que, en efecto, estos nuevos medios de comunicación multiplican tanto las posibilidades de relación con el exterior que pueden producir una especie de vértigo y, quizá, de soledad.

—¿Hay que adoptar y querer las nuevas tecnologías?

—Las nuevas tecnologías de comunicación, en cuanto medios, son algo extraordinario, que multiplica las posibilidades. Ahora bien, por su éxito y por los modos que toman en la sociedad de consumo, puede ocurrir que los medios se conviertan en un fin en sí, bajo diferentes aspectos. Pienso que no hay que perder de vista que los medios de comunicación son medios y que las imágenes son imágenes. Pero como vivimos en un mundo donde la realidad está repleta de imágenes, podemos dudar acerca de cuál es el nivel de realidad exacta.

—Usted señala un riesgo inherente al sobredesarrollo de las tecnologías, que es confundir los fines con los medios. ¿Cómo sería posible controlar esa relación?

—Sólo intensificando la relación con los medios y con las imágenes se podrá controlarla. Como ejemplo: si se les enseña a los niños a hacer películas, estarán menos alienados con la imagen, porque comprenderán que es algo que se fabrica. Hay que formarlos no como consumidores, sino como creadores. El nuevo humanismo es eso: formar a la gente para que controle los instrumentos. Formarlos para crear.

—¿Cómo debemos tomar, entonces, la comunicación instantánea?

—Sólo como un medio. El carácter instantáneo de la comunicación es uno de los factores que ayudan a la difusión de esa idea según la cual la historia terminó y que no hay nada más por imaginar que lo que existe. Ese sentimiento contribuye al desencanto laico que hay en el mundo. No se espera nada del futuro, no hay perspectivas entusiastas, lo que es sorprendente, porque, al fin y al cabo, todavía tenemos todo por descubrir.

fuente:http://axxon.com.ar/not/151/c-1510220.htm (consultada 24ene2014).

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Marc Augé : El no lugar y otras teorías


En La Nación se publicó hace unos días una entrevista desde París a Marc Augé, etnólogo francés pionero del concepto del “No lugar”. La entrevista estuvo a cargo de Patricio Arana. Como mi hija tiene tarea al respecto, le he entrado un poco al tema. A continuación un extracto de la entrevista, y me ha costado hacerlo pues toda estaba muy interesante, de cabo a rabo.
“Es estúpida la idea de que la multiplicación de los contactos con el exterior es una amenaza contra la identidad, algo que se escucha a menudo”, afirma el etnólogo Marc Augé. “Creer esto presupone que hay una identidad desde siempre constituida así, y nunca fue el caso”, explica el autor de “Hacia una antropología de los mundos contemporáneos” y “Travesía por los jardines de Luxemburgo”, entre muchas otras obras. Para Augé, que prefiere decir que su disciplina es la antropología, ya que, desde su punto de vista, “es como una etnología comparada porque se define empíricamente por el objeto intelectual y no por el tipo de poblaciones que estudia”, siempre ha habido crisis de identidad, individuales y colectivas. “No hay identidad sin la presencia de los otros. No hay identidad sin alteridad”, subraya.

Augé es también el autor de “Los no lugares, espacios del anonimato”, donde observa los aeropuertos y los complejos cinematográficos organizados para olvidar y perder la identidad. Esos “no lugares sin historia que afectan nuestras representaciones del espacio, nuestra relación con la realidad y nuestra relación con los otros”, dice. “La identidad se construye en el nivel individual a través de las experiencias y las relaciones con el otro. Eso es también muy cierto en el nivel colectivo. Un grupo que se repliega sobre sí mismo y se cierra es un grupo moribundo”, sostiene este intelectual, de 70 años.

-Su objeto de estudio es la sociedad. ¿Qué es lo que percibe en la sociedad contemporánea?
-Estamos en una sociedad de consumo, que define nuevos modos de individualidad. Se asocia menos a la idea del capitalismo la del individuo emprendedor, a pesar de que esta imagen existe aún. En el nivel de las grandes masas, portarse bien es consumir mucho. El índice de consumo es el índice de salud de un país. El consumo se dirige a individuos tipo, que son la imagen de los consumidores. Tenemos interlocutores ficticios en la televisión, pero que cumplen un papel importante para el consumidor. Hay gente que no soportaría vivir sin tener su cita diaria con el noticiero o con el reportaje del sábado. Esta relación estructura el tiempo.

-¿Cree que es un problema la relación que tenemos con la imagen?
-Pasamos gran parte de nuestro tiempo reconociendo a gente que no conocemos. Es una experiencia sin precedente, inédita. ¿Cuál es el carácter de la relación que hoy podemos tener con estas imágenes, que no son puras invenciones? A diario veo por la televisión a Chirac, Bush o Putin. ¿Cuál es la naturaleza de esta relación? Es, a la vez, familiar e ilusoria. El hecho de que este mundo de imagen ocupe una importante parte de mi tiempo hace que me plantee un verdadero interrogante.

-¿Sobre la importancia de la imagen para cada individuo?
-Hay una sobrevalorización constante de la imagen. Los que están en la pantalla tienen una forma de existencia más fuerte, desde un cierto punto de vista, porque millones de personas los reconocen. De ahí el sentimiento de que hay que pasar a través de la imagen para existir. La mejor manera de cautivar a las audiencias es darles la impresión de que pueden estar en la televisión. De ahí el éxito de los reality shows.

-¿Hay que adoptar y querer las nuevas tecnologías?
-Las nuevas tecnologías de comunicación, en cuanto medios, son algo extraordinario, que multiplica las posibilidades. Ahora bien, por su éxito y por los modos que toman en la sociedad de consumo, puede ocurrir que los medios se conviertan en un fin en sí, bajo diferentes aspectos. Pienso que no hay que perder de vista que los medios de comunicación son medios y que las imágenes son imágenes. Pero como vivimos en un mundo donde la realidad está repleta de imágenes, podemos dudar acerca de cuál es el nivel de realidad exacta.

-Usted señala un riesgo inherente al sobredesarrollo de las tecnologías, que es confundir los fines con los medios. ¿Cómo sería posible controlar esa relación?
-Sólo intensificando la relación con los medios y con las imágenes se podrá controlarla. Como ejemplo: si se les enseña a los niños a hacer películas, estarán menos alienados con la imagen, porque comprenderán que es algo que se fabrica. Hay que formarlos no como consumidores, sino como creadores. El nuevo humanismo es eso: formar a la gente para que controle los instrumentos. Formarlos para crear.

-¿Cree en el nacimiento de una “sociedad humanidad”?
-Sí. Se lo ve, por ejemplo, en los acontecimientos que crean efectos de solidaridad: el miedo ecológico, la toma de conciencia de que el planeta es un cuerpo físico. En esto se puede ver un tema que concierne a todos de igual manera. Pero, sin embargo, una sociedad incluye un espacio público, donde la opinión pública pueda expresarse. Este espacio no existe en el nivel planetario.

-¿Internet no ocupa ese lugar?
-Internet constituye este espacio de manera fragmentaria, no de una manera coherente. Lo mismo ocurre, por ejemplo, cuando se realizan manifestaciones “altermundialistas” en oposición a las reuniones del G-7. Estos son esbozos de lo que podría ser una “sociedad humanidad”, pero esta sociedad no existe aún. Lo que limita la idea de una “sociedad humanidad” es esta ausencia, o fragmentación, del espacio público.

-La antropología hizo un aporte importante a las ideologías racistas y las prácticas racistas. ¿Cómo lo explica?
-En efecto: la antropología física hizo un aporte, como ciencia, a ideologías racistas. Los nazis medían los cráneos. Pero, desde otro punto de vista, la antropología física actual, la que trabaja sobre los genes, ofrece una conclusión inversa, al mostrar que todos los hombres son, técnicamente, los mismos? En la antropología evolucionista hay etapas: salvaje, bárbaro, civilizado. En esta corriente, los hombres serán en algún momento iguales. Están en diferentes momentos de la evolución, pero tienden al mismo fin.

Y bueno, extractos de Los no lugares bajo el título de: Las ultimas transformaciones de la Ciudad. Un resumen del mismo libro. Un trabajo de María Dora Foulkes: El lugar y el no lugar en la utopía de la ciudad privatizada (PDF). Un largo comentario sobre el libro de Augé El sentido de los otros. También una entrevista de Pedro Medina: Marc Augé y la antropología del mundo contemporáneo (PDF). Y como este es un blog, referenciamos a otros blogs: El florido byte posteó no hace mucho sobre la relación no-lugar, creación, internet, blogs. Son dos posts (1 y 2) muy interesantes.

Technorati tags: Antropología, Antropologia, Anthropology, Marc Augé

Publicado el 25-06-2005 - Etiquetas: antropologia, entrevista, Marc Augé, No lugar []
Fuente: http://arellanojuan.com/marc-auge-el-no-lugar-y-otras-teorias/ (consulta 24ene2014)

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