En los días previos al 24 fui tanteando a mi vieja para saber si el regalo que deseaba estaba más o menos cerca del que me habían comprado. No recuerdo exactamente cuáles eran las señas con las que ella calibraba mi ilusión, pero sé, por un lado, que mi vieja era muy certera, que nunca prometía de más y, por otro lado, que yo siempre fui un niño exageradamente racional, consciente de una situación económica de clase media baja que no permitía los grandes lujos. http://ilcorvino.blogspot.com.ar/2014/12/un-cuento-de-navidad.html domingo, 14 de diciembre de 2014 Un cuento de Navidad Lo curioso es que yo creía en la existencia de Papa Noel y al mismo tiempo sabía que el regalo me lo compraban mis viejos. Detrás del regalo sospechaba un acuerdo o pacto financiero en el que Papa Noel depositaba el dinero (según cómo me había portado en el año) y mis padres lo usaban a su criterio. De cualquier forma yo estaba casi convencido de que el regalo era la gran caja con el barco y los p...