Entrevista a Teodoro Boot en El Argentino
Una vieja entrevista a Teodoro Boot.
Información General
También ha escrito la “Genealogía de los dioses”, un minucioso estudio relatado como si fuera un álbum familiar de los héroes y dioses de la antigua Grecia, que pone al descubierto acaso “la condición humana”, sentimentales y hasta extravagantes y casi lunáticas de aquellos habitantes del Olimpo. Su último libro sigue ese derrotero y concibió el “Diccionario de mitología greco romana”, títulos que se pueden encontrar en las librerías de la ciudad. Además, como periodista Teodoro Boot colaboró con revistas como “El Porteño”, la revista por internet “Zoom” (espacio de política y actualidad) y el portal “Causa Popular”. Desde hace veinte años, Teodoro Boot vive en Gualeguaychú; aunque desde hace dos décadas decidió quedar recluido en su hogar y no frecuentar el espacio público, salvo para alertar a través de sus trabajos escritos sobre la necesidad de pensar, el gusto por leer, las ansias por aprender para luego comprender. Baste decir que desde hace veinte años reside en un lugar no preciso de Gualeguaychú, cuyas coordenadas del espacio no es necesario dar con exactitud. Se insiste, no se trata de un intelectual que está escondido, porque esa “cosa animada” llamada realidad no lo deja. No se trata tampoco de un ermitaño ni siquiera de un asceta solitario, sino más bien de un hombre alejado del “ruido”, de esa interferencia inoportuna que a veces no permite pensar. Prueba de ello, es que sus reflexiones y escritos son para pensarse en sociedad, en comunidad. No hay en él una pizca de individualidad. Habitante y ciudadano universal, este pensador siempre está al acecho, en alerta, de una reflexión, y por eso se tornó necesario abordar las coordenadas del tiempo, justamente porque lo que hoy ocurre es consecuencia de decisiones tomadas con anterioridad al presente. Esto que pasa en todo orden de la vida (el presente es una consecuencia del pasado, no un accidente), también ocurre con la vida de la sociedad y del país. Si habría que definir algo, se debería decir que Teodoro Boot es un hombre que no tiene nostalgias de cosas no vividas, sino tal vez memoria de hacer de las convicciones una experiencia y de la experiencia una conciencia. Teodoro Boot insta a pensar, a reflexionar de manera crítica, justamente porque “lo que nos pasa en parte tiene que ver con el ejercicio de la pereza intelectual”.
-¿Qué hace viviendo en Gualeguaychú?
-Eso, viviendo. En 1989, en pleno auge del menemismo me vi obligado a exiliarme porque me di cuenta que no podía formar parte ni ser cómplice de la decadencia que se avecinaba.
-La decadencia del menemismo no fue espontánea, dado en un tiempo y para siempre…
-No, claro que no. Para fijar un hito podríamos decir que uno de sus orígenes estuvo en el plan económico de Celestino Rodrigo y que se aplicó de manera impiadosa y atroz en la dictadura militar.
-¿Y cómo ubica entonces al período entre la dictadura y 1989?
-Fue como una estación intermedia. Ahora falleció (Raúl) Alfonsín y se le rindieron los correspondientes honores. Está bien que así haya sido. Pero debemos tener conciencia de que se trató de una época en la que se quiso hacer una cosa y se terminó haciendo otra. ¿Qué Alfonsín murió? ¿El que juzgó a la dictadura o el que fomentó la impunidad por medio de la obediencia debida y el punto final? ¿El que se le plantó a Ronald Reagan o el que negoció con el Bando Mundial y el Fondo Monetario Internacional para seguir garantizando las externalidades a las multinacionales a costilla de la hiperinflación?
-Es curioso, pero en el menemismo se consolidó el pensamiento enajenador de lo colectivo. ¿Qué responsabilidades tuvieron los intelectuales?
-En realidad, lo que pasó y en parte está pasando entre los “intelectuales” (no me gusta mucho esa calificación) es que hay mucha pereza para pensar y sólo aportan dos o tres frases hechas. Y ese no pensar, esa actitud de no ejercitar la reflexión crítica y a tiempo, alimenta no ya una crisis sino la astenia o el desgano en la que muchas veces estamos envueltos.
-Bueno, pero después de Menem vino el kirchnerismo, pero la pereza intelectual sigue impávida, casi inamovible. -En parte es así, aunque hay algunos intentos incluso más allá del kirchnerismo.
-Pareciera que hace tres décadas atrás era más fácil producir y divulgar el pensamiento. Al menos uno encontraba más revistas con contenido.
-Ahora también; es cuestión de saber buscar. Por ejemplo, en internet se están dando algunos espacios formidables y a través de los blog casi todos se animan a opinar o al menos dejar el registro de lo que piensan. Internet es una plataforma a la que acceden millones de personas, aunque no tiene la potencia de la palabra escrita en papel.
-Internet no deja de ser el oráculo de los mediocres.
-En un punto es así. Siempre es necesario recurrir al libro.
-¿Qué computa como mayor pérdida en el tiempo actual?
-El listado podría aburrir. Pero diría que la pérdida de valores es una constante, especialmente el de la justicia y la igualdad. Y lo otro que me parece, aunque no soy un experto, es la falta de horizonte para la gran mayoría, especialmente aquellos que pueden sentirse fuera de todo.
-Doce millones de pobres sin contención tornan inviable no sólo cualquier proyecto de gobierno sino de país y de sociedad.
-Sí. Se trata de doce millones de personas que no tienen horizontes. Ni siquiera la escuela pública puede darle esa esperanza, porque también se ha vaciado de contenido a las escuelas. Y esto a pesar de las enormes posibilidades de comunicación que tenemos en la actualidad.
-Es un buen punto. Intenet o el satélite conecta a millones de personas y permite compartir desde un partido de fútbol hasta una guerra. Sin embargo, cada vez más aparece la imposibilidad de estar comunicados. Internet nos da proximidad, pero nos quita projimidad.
-Es cierto. Basta ver no sólo las fatales consecuencias de la pérdida de un diálogo generacional, sino también hasta la ausencia de la figura de un abuelo en la constitución de la familia de hoy.
-Sin duda que hoy algo se debe estar haciendo mal. Por ejemplo, en su generación la autoridad del docente era otra. La expectativa en la educación y en el acceso a la cultura incluso era de movilidad social. Hoy ya no es así.
-Esto tiene muchas causas. Una de las principales es que los padres hemos perdido el rol de educador y la familia está desertando como transmisora de cultura e identidad. Antes se tenía una mayor conciencia y respeto, del acompañamiento que hacía la escuela en la educación de los hijos. Hoy, evidentemente, ya no es así. Y este panorama se agrava porque los que deberían pensar en cómo salir de esta decadencia, están muy activos con su pereza intelectual.
-Observa esa pereza intelectual también en el periodismo.
-Por supuesto. No sólo observo pereza intelectual sino también un gran esfuerzo por banalizar todo, justamente para no profundizar ninguna discusión. No hay temas banales ni triviales, sino tratamientos banales y triviales. El periodismo actual me recuerda al periodismo que se ejercía a finales de la década del ´80 y que le dio “aire” al menemismo. Si hasta la imagen colectiva que transmitieron de doña Rosa fue la de una mujer más parecida a Margaret Thatcher que a nuestras madres.
Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO ©
http://www.diarioelargentino.com.ar/noticias/54595/entrevista-a-teodoro-boot
Información General
Entrevista a Teodoro Boot
18/04/09 |EL ARGENTINO dio con el paradero de Teodoro Boot, un periodista escritor que hace tiempo dejó atrás el medio siglo de vida y ahora se acerca, despacio, a los sesenta años de edad. Autor de “Pureza étnica”, “No me digas que no”, “Crímenes impunes” y de la novela “Esperénme que ya vuelvo”, entre otros títulos.También ha escrito la “Genealogía de los dioses”, un minucioso estudio relatado como si fuera un álbum familiar de los héroes y dioses de la antigua Grecia, que pone al descubierto acaso “la condición humana”, sentimentales y hasta extravagantes y casi lunáticas de aquellos habitantes del Olimpo. Su último libro sigue ese derrotero y concibió el “Diccionario de mitología greco romana”, títulos que se pueden encontrar en las librerías de la ciudad. Además, como periodista Teodoro Boot colaboró con revistas como “El Porteño”, la revista por internet “Zoom” (espacio de política y actualidad) y el portal “Causa Popular”. Desde hace veinte años, Teodoro Boot vive en Gualeguaychú; aunque desde hace dos décadas decidió quedar recluido en su hogar y no frecuentar el espacio público, salvo para alertar a través de sus trabajos escritos sobre la necesidad de pensar, el gusto por leer, las ansias por aprender para luego comprender. Baste decir que desde hace veinte años reside en un lugar no preciso de Gualeguaychú, cuyas coordenadas del espacio no es necesario dar con exactitud. Se insiste, no se trata de un intelectual que está escondido, porque esa “cosa animada” llamada realidad no lo deja. No se trata tampoco de un ermitaño ni siquiera de un asceta solitario, sino más bien de un hombre alejado del “ruido”, de esa interferencia inoportuna que a veces no permite pensar. Prueba de ello, es que sus reflexiones y escritos son para pensarse en sociedad, en comunidad. No hay en él una pizca de individualidad. Habitante y ciudadano universal, este pensador siempre está al acecho, en alerta, de una reflexión, y por eso se tornó necesario abordar las coordenadas del tiempo, justamente porque lo que hoy ocurre es consecuencia de decisiones tomadas con anterioridad al presente. Esto que pasa en todo orden de la vida (el presente es una consecuencia del pasado, no un accidente), también ocurre con la vida de la sociedad y del país. Si habría que definir algo, se debería decir que Teodoro Boot es un hombre que no tiene nostalgias de cosas no vividas, sino tal vez memoria de hacer de las convicciones una experiencia y de la experiencia una conciencia. Teodoro Boot insta a pensar, a reflexionar de manera crítica, justamente porque “lo que nos pasa en parte tiene que ver con el ejercicio de la pereza intelectual”.
-¿Qué hace viviendo en Gualeguaychú?
-Eso, viviendo. En 1989, en pleno auge del menemismo me vi obligado a exiliarme porque me di cuenta que no podía formar parte ni ser cómplice de la decadencia que se avecinaba.
-La decadencia del menemismo no fue espontánea, dado en un tiempo y para siempre…
-No, claro que no. Para fijar un hito podríamos decir que uno de sus orígenes estuvo en el plan económico de Celestino Rodrigo y que se aplicó de manera impiadosa y atroz en la dictadura militar.
-¿Y cómo ubica entonces al período entre la dictadura y 1989?
-Fue como una estación intermedia. Ahora falleció (Raúl) Alfonsín y se le rindieron los correspondientes honores. Está bien que así haya sido. Pero debemos tener conciencia de que se trató de una época en la que se quiso hacer una cosa y se terminó haciendo otra. ¿Qué Alfonsín murió? ¿El que juzgó a la dictadura o el que fomentó la impunidad por medio de la obediencia debida y el punto final? ¿El que se le plantó a Ronald Reagan o el que negoció con el Bando Mundial y el Fondo Monetario Internacional para seguir garantizando las externalidades a las multinacionales a costilla de la hiperinflación?
-Es curioso, pero en el menemismo se consolidó el pensamiento enajenador de lo colectivo. ¿Qué responsabilidades tuvieron los intelectuales?
-En realidad, lo que pasó y en parte está pasando entre los “intelectuales” (no me gusta mucho esa calificación) es que hay mucha pereza para pensar y sólo aportan dos o tres frases hechas. Y ese no pensar, esa actitud de no ejercitar la reflexión crítica y a tiempo, alimenta no ya una crisis sino la astenia o el desgano en la que muchas veces estamos envueltos.
-Bueno, pero después de Menem vino el kirchnerismo, pero la pereza intelectual sigue impávida, casi inamovible. -En parte es así, aunque hay algunos intentos incluso más allá del kirchnerismo.
-Pareciera que hace tres décadas atrás era más fácil producir y divulgar el pensamiento. Al menos uno encontraba más revistas con contenido.
-Ahora también; es cuestión de saber buscar. Por ejemplo, en internet se están dando algunos espacios formidables y a través de los blog casi todos se animan a opinar o al menos dejar el registro de lo que piensan. Internet es una plataforma a la que acceden millones de personas, aunque no tiene la potencia de la palabra escrita en papel.
-Internet no deja de ser el oráculo de los mediocres.
-En un punto es así. Siempre es necesario recurrir al libro.
-¿Qué computa como mayor pérdida en el tiempo actual?
-El listado podría aburrir. Pero diría que la pérdida de valores es una constante, especialmente el de la justicia y la igualdad. Y lo otro que me parece, aunque no soy un experto, es la falta de horizonte para la gran mayoría, especialmente aquellos que pueden sentirse fuera de todo.
-Doce millones de pobres sin contención tornan inviable no sólo cualquier proyecto de gobierno sino de país y de sociedad.
-Sí. Se trata de doce millones de personas que no tienen horizontes. Ni siquiera la escuela pública puede darle esa esperanza, porque también se ha vaciado de contenido a las escuelas. Y esto a pesar de las enormes posibilidades de comunicación que tenemos en la actualidad.
-Es un buen punto. Intenet o el satélite conecta a millones de personas y permite compartir desde un partido de fútbol hasta una guerra. Sin embargo, cada vez más aparece la imposibilidad de estar comunicados. Internet nos da proximidad, pero nos quita projimidad.
-Es cierto. Basta ver no sólo las fatales consecuencias de la pérdida de un diálogo generacional, sino también hasta la ausencia de la figura de un abuelo en la constitución de la familia de hoy.
-Sin duda que hoy algo se debe estar haciendo mal. Por ejemplo, en su generación la autoridad del docente era otra. La expectativa en la educación y en el acceso a la cultura incluso era de movilidad social. Hoy ya no es así.
-Esto tiene muchas causas. Una de las principales es que los padres hemos perdido el rol de educador y la familia está desertando como transmisora de cultura e identidad. Antes se tenía una mayor conciencia y respeto, del acompañamiento que hacía la escuela en la educación de los hijos. Hoy, evidentemente, ya no es así. Y este panorama se agrava porque los que deberían pensar en cómo salir de esta decadencia, están muy activos con su pereza intelectual.
-Observa esa pereza intelectual también en el periodismo.
-Por supuesto. No sólo observo pereza intelectual sino también un gran esfuerzo por banalizar todo, justamente para no profundizar ninguna discusión. No hay temas banales ni triviales, sino tratamientos banales y triviales. El periodismo actual me recuerda al periodismo que se ejercía a finales de la década del ´80 y que le dio “aire” al menemismo. Si hasta la imagen colectiva que transmitieron de doña Rosa fue la de una mujer más parecida a Margaret Thatcher que a nuestras madres.
Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO ©
http://www.diarioelargentino.com.ar/noticias/54595/entrevista-a-teodoro-boot
Comentarios
Publicar un comentario