River Plate Campeón de América 2015

Solo para hinchas de River.
Es muy largo de explicar por qué River pasó lo que pasó, la cuestión es que la debacle deportiva de comienzos de este siglo obligaba a ser humildes, a trabajar lentamente por el regreso y volver a recuperar el prestigio. En lo personal me propuse esperar años, primero el ascenso, luego asegurarse un lugar en primera, estabilizarse y rearmarse para luego volver a los logros deportivos. Todo se precipitó, pasó muy rápido, y en pocos años estamos viviendo esta gloriosa reivindicación. Esto nos da calma y sana algo las heridas pero ahora obliga a sostener nuestro lugar de privilegio que no es precisamente sumar copas y medallas sino merecer el respeto que ya todos nos demuestran en cada partido, los rivales que antes salían a cachetearnos ahora salen con extrema cautela, con el temor de enfrentarse a un equipo fuerte y pragmático pero también efectivo porque no nos engañemos, ese respeto es un plus y lo sabemos. Qué otra cosa fue si no esa fecha infausta para los locales en cancha de Boca que terminó. es cierto, en los escritorios pero que por temor salieron a jugar fuera de la cancha y no solo el panadero, sino también los dirigentes, jugadores y simpatizantes poderosos (políticos) que se jugaban demasiado en esa fecha, y les salió mal. Pero lo destacable es que lo que ocurrió se lo ganó el equipo de River por infundir un respeto que en los potreros llamamos cagazo...
Todo esto es lo que creo, pero lo que siento es que me reconforta ver a River con la certeza de que vamos a jugar bien, de que vamos a hacer todo lo posible por ganar y que me voy a quedar conforme aún con un traspié porque las derrotas son parte del camino y después del trajín entre las piedras, todo son flores y cómo se disfrutan!

La nota que sigue resume un poco el sentimiento de tantos simpatizantes en esta hora...

IXX-ago2015

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JUEVES, 6 DE AGOSTO DE 2015

River Plate



Cuando River volvió de su temporada en el infierno, a mediados del 2012, la situación sólo se normalizó en el aspecto formal. El Club estaba en Primera División pero había sido afectado seriamente en su capital simbólico. Simplemente el descenso convertía todos los predicamentos históricos del Club en la nada absoluta. Desde el punto de vista racional no era así de ninguna manera pero la brutalidad con que pensamos el fútbol (en términos de vergüenza o poderío social) hacía imposible analizar con frialdad. Para evitar esa inquietante sensación de ya noser, de casi convencerse de que lo mejor había quedado en el pasado, secretamente y con cierto pudor, los hinchas de River comenzamos a proyectar miles de escenarios que actuaban como reverso utópico y absoluto del 26 de junio del 2011.


Durante mi infancia y parte de mi adolescencia me acostumbré a ver equipos de River que deslumbraban. Y no hablo desde la evocación idealizada. Cada tanto miro esos mismos partidos en YouTube y Francescoli, Ortega, Gallardo, Salas, Aimar, Saviola, Almeyda, Crespo, Angel, Falcao, Mascherano, Cambiasso, Berti, Monserrat, Hernán Díaz y Astrada, entre otros cientos, son, algunos más, algunos menos, jugadores de fútbol extraordinarios. River goleaba de visitante, no perdía de local, ganaba campeonatos, generaba los mejores jugadores de la Selección. Perdía seguido con Boca, es cierto, pero nadie podía discutirme que yo era hincha del mejor equipo del país.


Además ser de River era pertenecer y ser conocedor de una historia puntual, con leyendas como La Máquina, el River de Labruna o del Bambino. También se sabía, a través de padres o tíos, que hubo dieciocho años en los que River no salió campeón. Esos años eran referidos con una mezcla de bronca y dignidad, es que el estoicismo del hincha de River se forjó en esos años. Para mi generación esos dieciocho años equivalen a la previa, el durante y el después de la B. Es como si para ser hincha de River hubiese que atravesar un periodo de oscuridad, lo que hace que todo sea un poco más espantoso pero mucho más épico, por supuesto.


A mediados de los 2000 River comenzó a derrapar. Ni las dirigencias ni los técnicos ni los jugadores estaban a la altura de lo que se esperaba que fuese River. Ciclos accidentados como el de Merlo. Ciclos sospechosos como los del nuevo Passarella (que no perdió con Boca pero nunca funcionó en los partidos importantes). Ciclos absurdos como el de Simeone (campeón y al torneo siguiente último). Ciclos desastrosos como el de Gorosito. Ciclos tristes como el de Cappa. Ciclos llenos de resignación y angustia como el de J.J López. De la misma manera que la excepcionalidad me acostumbró por un tiempo al optimismo y la indiferencia (de hecho ya ni le daba mucha importancia al campeonato local), la mediocridad me condenó a suponer que River nunca iba a volver a ser lo que alguna vez fue cuando tenía 8 años y lloraba porque el Mencho Medina Bello se iba al Yokohama Marinos, equipo con el que jugaba al Goal 3 de Family Game.


Ahora valoro mucho más el Clausura de Ramón en el primer semestre del 2014. Fue el escalón necesario para lo que vendría después. Ya sé que esto parece un texto de autoayuda pero es lo que hay. Supongo que D’Onofrío no es Churchill y que con el tiempo las cosas suelen empeorar, pero al lado de Aguilar y Passarella se le parece bastante. Cuando llegó Gallardo había cierta incertidumbre pero el suyo es uno de los pocos casos en los que un mismo tipo es crack como jugador y como técnico, capaz de sacar de la galera a un jugador como Alario. O de bancar a Funes Mori cuando nadie más se lo bancaba. O de pedir un insólito minuto cuando los mexicanos nos estaban dando un pesto bárbaro. O de arriesgar ciegamente cuando todo indicaba regular. O de recurrir al pragmatismo y ser agresivo al borde del desborde emocional cuando la situación lo ameritaba.


De repente todo lo que pasa es fucking hermoso, como si el encargado de diseñar el mundo fuera Atilio Costa Febre. Es hermoso que uno de los encargados de manejar el fútbol sea Enzo Francescoli y no el Monje Negro. Eso hace pensar que si las cosas están hechas por buenas personas todo puede ir mejor. Es hermoso, una vez más, que Gallardo sea el técnico que saca campeón a River después de 19 años, porque no fue valorado en su momento y porque los bosteros finalmente no pudieron arruinarle la carrera. Se hizo justicia. Es hermoso que Sánchez y Ponzio, estandartes del ascenso y después maltratados, sean ahora estandartes de una Copa Libertadores de América. Es hermoso que Cavenaghi haya podido entrar y jugar unos minutos decisivos en la vuelta con Guaraní. Es hermoso que en un partido caótico y tenso a Vangioni justo se le ocurra hacer su mejor jugada en el año. Es hermoso pensar que Funes Mori hizo un gol en una final de Copa Libertadores. Es hermoso que el centro lo haya pateado Pisculichi. Es hermoso que llueva y sucedan cosas geniales.


Si alguno dudaba de la jerarquía de Tigres le recomiendo que vuelva a mirar el primer tiempo. Es verdad que la entrega de River fue gloriosa, pero así y todo los “mexicanos” supieron construir algunos circuitos de juego, especialmente cuando la tocaba el habilidoso Damm. El gol de Alario fue providencial. En el segundo tiempo Tigres se adelantó y River atravesó algunos instantes de flaqueza. Pero el segundo gol les cayó como un baldazo de agua fría y quedaron sin timón y en el delirio. A diferencia de Boca, Tigres respondió al juego brusco y al final terminó pegando más que River.


No hace falta decir que ese proyectado e imposible reverso del 26 de junio del 2011 sucedió recién. Ahora sí todo vuelve a estar en su lugar. Ya no hace ruido ese año en la B. De hecho hace falta para valorar, disfrutar y agradecer esto. River se reinventó y volvió recargado. Se plantó en canchas ajenas con una presencia anímica avasallante. Y los hinchas, de a poco, bajamos de nuestra torre de marfil y apreciamos ciertas características que antes nos hubiesen parecido ajenas.



Ahora me acuerdo un gol de Monserrat contra Rosario Central, en Arroyito. La pelota dobló en el aire y se metió en el arco. Me acuerdo de Javier Sodero con una gorra atajando un penal en la vieja Bombonera. Me acuerdo de un gol de chilena que no le cobraron a Berti contra Deportivo Español. Me acuerdo de un caño de Ortega contra Boca en el 2007. Me acuerdo una noche de sábado, en el 99, contra Estudiantes, en la que Aimar y Saviola lograron un nivel de asociación superlativo. Me acuerdo de un gol de tiro libre a Banfield del Muñeco Gallardo. Me acuerdo de Juanjo Borrelli y su extraña calidad. Me acuerdo de la firmeza de Celso Ayala y de Berizzo. Me acuerdo de Comizzo y su odio visceral a Boca, sintonizando una radio que le tiraron por la cabeza. Me acuerdo que en una nota de El Gráfico Juvenal decía que el secreto del fútbol era ir en diagonal como los árbitros y que eso lo había dicho Di Stefano. Me acuerdo del Chapa Zapata original. Me acuerdo de Juan Gómez, por ejemplo, campeón de la Libertadores del 96. Me acuerdo de una revista Goles con Ortega en la tapa, festejando su gol en el 3 a 0 a Boca del 94. Me acuerdo de Burgos parando una pelota con el codo. Me acuerdo de Salas haciéndole, creo, su primer o segundo gol, a Platense, en una goleada 4 a 1. Ahora me acuerdo de todo eso. Es como la escena malísima de la telenovela en la que Andrea del Boca recuperaba la memoria y de un segundo a otro recordaba todos los hits del amor con Gustavo Bermúdez. Es más o menos así. Abrazo de gol. 


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Copas recientes de River Plate

Campeonatos internacionales[editar]
Título Club País Año
1 Campeón Invicto Copa Sudamericana River Plate 2014
2 Campeón Invicto Recopa Sudamericana River Plate 2015
3 Copa Libertadores River Plate 2015

Torneos amistosos

Título Club País Año
1 Supercopa Euroamericana River Plate 2015

Torneo local 

River se consagró campeón del torneo Final 2014 mayo

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