Historia - Campaña al Desierto de Juan Manuel de Rosas en 1833
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*LA CAMPAÑA DEL DESIERTO de 1833*
El indio, cuyo dominio llegaba hasta el río Salado, era un constante peligro y las expediciones anteriores no daban resultados positivos, pues al poco tiempo el salvaje volvía al avance sobre las fronteras, castigando a las poblaciones con el malón…
ROSAS había estudiado a fondo el problema que deseaba resolver desde hacía años. Había planeado la campaña hasta los mínimos detalles, y durante su gobierno preparó acuerdos con Chile, ALDAO de Mendoza, QUIROGA y LÓPEZ, para realizar una acción conjunta. Entendía no bastaba hacer retroceder al salvaje, pues éste se corría hasta Chile, y cuando lo batían en el país hermano, repasaba la Cordillera y se extendía por las pampas hasta Río Cuarto.
ROSAS estimaba que era necesario derrotarlo en absoluto y establecer una línea sobre el Río Colorado, y si es posible fuese, sobre el Río Negro. Sabía ROSAS, por las enseñanzas de su padre y su misma experiencia, que muchos de los pueblos indios podían ser sujetados y civilizados si se los trataba con habilidad.
Por estas causas logró alianzas con numerosas tribus, reduciendo así el número de enemigos, y dispuso que los expedicionarios o conquistadores del desierto marcharían de Norte a Sur, simultáneamente en cinco columnas, que luego se transformarían en tres divisiones.
Una columna (y división) de Chile, al mando del general BULNES; la segunda partiría desde Mendoza, bajo la dirección del general ALDAO; la tercera, desde La Rioja y Córdoba, mandada por el general QUIROGA; la cuarta mandada por E. LÓPEZ, desde Santa Fe, y la quinta, desde Buenos Aires con el propio ROSAS.
Luego, las de Cuyo y Córdoba se unirían formando la división del Centro, y las de Santa Fe y Buenos Aires harían igual cosa, integrando la división de la izquierda.
ROSAS designó general en jefe de la expedición al general QUIROGA, y la acción comenzó a principios de 1833, de acuerdo con el plan trazado.
Las fuerzas chilenas tuvieron que suspender la marcha, por razones de política interna; no obstante ello, los preparativos sirvieron al plan general, pues los indígenas se replegaron.
La división de la derecha (ALDAO) llegó hasta los confines de Mendoza con el de Neuquén, librando combates y obligando a replegarse a los indios salvajes: la del centro, cuyo mando había dado QUIROGA a RUIZ HIUDROBO, batió al indio en el sur de Córdoba y llegó hasta el Salado; la de la izquierda, ROSAS, avanzó sobre las rastrilladas, embolsando a los bárbaros desde el norte y la costa.
A mediados de 1833, se produjo, en plena campaña, una situación que pudo provocar un desastre. QUIROGA, que percibía maniobras unitarias mientras los jefes federales se hallaban en el desierto creyó convenientes dejar el mando general a ROSAS y atender las cuestiones políticas en La Rioja; por igual motivo tuvo que volver a Mendoza con sus fuerzas el general ALDAO, y poco después hacía lo mismo RUIZ HUIDROBO.
Desde ese momento todo el peso de la campaña o expedición al desierto recayó sobre la división de ROSAS, en instancias en el ministro de la Guerra –el unitario MARTÍNEZ– había escrito a muchos jefes y oficiales que provocasen una sublevación y marcharan a la capital abandonando a ROSAS.
El instante era crítico, pues toda la indiada embolsaba al sur del Salado (ver mapa) podía envolver ahora al único ejército en campaña, y éste se encontraba con que el gobierno le había cortado los suministros (o la logística: Como dicen ahora) y una sublevación amenazaba destruirlo. Volver significaría el fracaso después de años de preparativos y de haber realizado el principal esfuerzo. Paralizarse era exponerse al desastre en pleno desierto. Avanzar parecía un imposible. Rosas no desmayó, y reuniendo a los jefes y oficiales, les manifestó que estaba dispuesto a proseguir la lucha hasta batir al salvaje indígena; pero como entendía que había descontentos, los autorizaba a retirarse. Al día siguiente, doce jefes partieron para la Capital. En seguida, visto que el gobierno abandonaba al ejército, envió mensajeros a sus amigos, solicitándoles caballadas, víveres, vestuarios, etc.
Gran cantidad de estancieros reunieron estos elementos y los mandaron. El complot unitario había fracasado.
Prosiguió la campaña, en medio de combates, penurias y sacrificios; pero en indio fue aniquilado. Primero se llegó al río Colorado, luego al río Negro y en seguida se conquistó la isla Choele-Choel. Se había ganado para cristiandad un territorio virgen de 200 por 180 leguas (5 Km por cada legua), es decir, desde el Océano Atlántico a la Cordillera de los Andes (la que llamaban “Cordillera Nevada”) y hasta el Río Negro.
Grandes cantidades de tierra virgen e repartieron entre jefes, oficiales, soldados e indios aleados y convertidos, al mejor estilo de las colonias romanas e hispanas, fundándose así estancias y pueblos, agrandando la Patria Argentina.
Rosas CONQUISTÓ EL TÍTULO DE “HÉROE DEL DESIERTO” con que se le designaba hasta comenzó a llamársele EL RESTAURADOR.
Después de Caseros (3.2.1852), LOS INDIOS VOLVIERON A REPASAR EL RÍO NEGRO y el COLORADO, portal de la Patagonia oriental, destruyendo pueblos y asolaron la campaña.
Cuarenta años más tarde, el general ROCA, “EL ZORRO” inició otra campaña del desierto siguiendo los planes de ROSAS, diciendo: “El mejor sistema de concluir con los indios, ya sea extinguiéndolos o arrojándolos del otro lado del RÍO NEGRO, es la GUERRA OFENSIVA, que es el mismo seguido por ROSAS, quien casi concluyó con ellos”. Es decir, de 1833 al 1879, de la primera campaña a la segunda campaña del desierto hasta el Cabo de HORNOS.
*(Véase, JOSE MARÍA ROSAS, “Historia Argentina” IV, Editorial Oriente, pág. 179 y 182; “Cursillo de Historia Argentina” de EDGARD PIEROTTI, de Buenos Aires, 1ª edición, 1943; segunda, 1951, compañero de lucha revisionista en “Crisol” de ENRIQUE P. OSÉS, padre del Diario Pampero; los dos murieron en, 1955. En cuanto a las imagines: una: es un mapa de todo el desierto; y otro, un retrato sin autor de JUAN FACUNDO QUIROGA, que era comandante en jefe de la expedición).*
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https://elarcondelahistoria.com/cronica-de-la-campana-al-desierto-de-rosas-28011833-al-25051834/
LA CAMPAÑA AL DESIERTO DE ROSAS (1833)
Autor: Horacio 13/12/2016 0 Comentarios
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En enero de 1833, durante el gobierno de JUAN RAMÓN BALCARCE, el general FACUNDO QUIROGA es designado para que encabece una expedición al desierto, llevando como jefe de una de las alas de sus efectivos, a JUAN MANUEL DE ROSAS
En 1833, habiéndose tornado imposible la existencia de los poblamientos estacionados al sur del río Colorado, debido a las correrías que los indígenas realizaban en esa región contra las poblaciones del lugar, el general FACUNDO QUIROGA fue designado Comandante General de una fuerza que debía marchar al Sur para extender y asegurar las fronteras más allá del río Colorado, edificar fuertes, pacificar a los indígenas rebeldes causantes de grandes desgracias, asesinatos, malones, robos de haciendas y cautiverio de hombres, mujeres y niños de raza blanca
28 de enero de 1833
JUAN MANUEL DE ROSAS, es designado por Decreto, jefe del “ala izquierda” de las fuerzas que al mando de FACUNDO QUIROGA debían iniciar esta, la que fue en realidad la tercera campaña al desierto*, con el fin de afianzar las fronteras del Sur, gravemente alteradas por las contínuas incursiones que realizaban los indígenas contra las poblaciones allí instaladas.
Para ello debía operar en la pampa del sur, desde los ríos Colorado y Negro, hasta Neuquén, a fin de asegurar la línea del río Negro.
La “división del centro” quedó al mando del general RUIZ HUIDOBRO, con la misión de desalojar a los indios de la pampa central y la “división derecha” al mando del coronel Félix ALDAO, debía operar sobre la región andina, pasar por el Diamante y e! Atuel y seguir hasta el Neuquén para encontrarse con ROSAS. Las tres divisiones quedaron bajo la dirección de comandante en jefe de toda la operación, el general Facundo Juan QUIROGA
03 de febrero de1833
JUAN MANUEL DE ROSAS partió hacia el desierto al frente de una expedición. El grupo estaba formado por 2.000 hombres, 6.000 caballos, bueyes, carretas y hasta naves que se transportaban desarmadas para navegar el río Colorado. El sueño de Rosas era pacificar a los indios que ocupaban los territorios al sur de Buenos Aires.
Para eso desarrolló una estrategia que preveía efectuar sorpresivos movimientos de su tropa, rastrillando esos territorios desde la cordillera de los Andes hasta el Atlántico (en 1879 Roca usó la misma estrategia).
Había preparado todo cuidadosamente: desde la elección de los hombres hasta las armas, pasando por el color de las telas que debía ser indefectiblemente «encarnado». También llevó consigo un equipo encargado de las comunicaciones que lo mantuvo en contacto con lo que sucedía en Buenos Aires durante su ausencia y con los jefes indios.
Su relación con ellos tenía distintos matices y según le conviniera, se mostraba amistoso y dispuesto a “parlamentar” y a hacer concesiones, o amenazante, mostrando sus efectivos dispuestos para el combate, para disuadir intentos de rebeldía.
Durante un año sus tropas avanzaron mientras sus aliados que debían acompañarlo desde Chile y el centro del país, fracasaron en el intento. Rosas quedó solo en la campaña y a pesar de eso, logró poner fuera de combate a 6.000 indios, recuperó 2.000 cautivos y dejó instaladas guarniciones y fortines en distintas parte de las tierras que recorrió durante esta campaña y su mayor logro fue la conquista de un inmenso territorio hasta entonces en manos de los indígena que se oponían a la presencia del blanco y a la pérdida de las tierras, que consideraban suyas para su libre albedrío.
Según Ricardo Güiraldes: “El malón indio fue destruido por el malón criollo”. Las tribus de indígenas chilenos (araucanos y mapuches), volvieron a cruzar la cordillera y se perdieron en las quebradas andinas. Los ranqueles, tehuelches, pampas y otras etnias locales, durante veinte años, aceptaron la presencia del blanco y compartieron pacíficamente sus vidas, hasta que pasado un tiempo, volvieron las andanzas, disconformes con el incumplimiento por parte del blanco, de los compromisos contraídos e instigados en muchos casos por delincuentes y renegados que los utilizaban para cometer sus fechorías.
28 de febrero de1833
El coronel NARCISO DEL VALLE, perteneciente a las fuerzas de JUAN MANUEL DE ROSAS en operaciones en la frontera sur de la provincia de Buenos Aires, llegado al punto conocido como “Cristiano Muerto” logra recuperar una tropa de 3.000 cabezas de ganado que había sido robada por los indígenas.
09 de marzo de 1833
El general JUAN MANUEL DE ROSAS, desde Guardia del Monte, reinicia su marcha al frente de las fuerzas con las que realizará un vasto operativo para pacificar los territorios de la frontera sur de la provincia de Buenos Aires, constantemente amenazados por los ataques y depredaciones de los indígenas de la región.
16 de marzo de 1833
COMBATE DE ACOLLARADAS. Librado entre las fuerzas comandadas por el general JOSÉ RUIZ HUIDOBRO y las del bravo cacique YANQUETRUZ, al frente de una numerosa partida de indígenas. El choque fue terrible, pero YANQUETRUZ fue derrotado, dejando en el campo de batalla, gran número de muertos y heridos, mientras el cacique lograba salvarse ocultándose en los montes.
23 de marzo de 1833
COMBATE DE RANQUILCÓ. Una partida compuesta por 50 hombres al mando del teniente RODRÍGUEZ que saliendo desde el Fuerte San Carlos, debía dirigirse al sur luego de marchar 36 leguas por un terreno árido y salitroso que por falta de agua, se le hizo muy penoso, ataca en sus tolderías de Ranquilcó al cacique YAYPILAU tomándole numerosos prisioneros.
25 de marzo de 1833
COMBATE EN LA LAGUNA DE LAS TORTUGAS. En este paraje del Chaco el comandante MATÍAS DÍAZ bate en sus tolderías a los indígenas “Avipones”, comandados por los caciques JUAN PORTEÑO, PEDRITO, MANUELITO e HIPÓLITO.
01 de abril de 1833
COMBATE DE LIMAY MAHUIDA. Comandada por el general JOSÉ FÉLIX ALDAO, salió del fuerte de San Carlos, provincia de Mendoza, “el ala derecha”, de las fuerzas comandadas por JUAN MANUEL DE ROSAS que el 28 de enero de ese año, se había dispuesto enviar al sur para reforzar las fronteras asediadas por los malones de indígenas, en lo que fue la “primera campaña al desierto”.
En poco más de un mes llegó hasta la isla de “Limayn-Mahuida”, en el Salado, dispersando a los indígenas que encontró y destruyendo sus tolderías, Se apoderó del cacique mapuche PAINEQUEO y otros indígenas y de una crecida cantidad de hacienda que éstos había robado durante recientes correrías.
18 de abril de 1833
El cacique BARBÓN, perteneciente a las fuerzas de YANQUETRUZ, se entrega prisionero al coronel ALDAO y le proporciona importantes informes acerca de los movimientos e intenciones de éste último, feroz combatiente, que al frente de una considerable fuerza de guerreros, había logrado evitar ser acorralado, para dar una batalla que terminara con sus correrías.
03 de mayo de 1833
Al mando del coronel FÉLIX ALDAO, salió del Fuerte de San Carlos, provincia de Mendoza, la “división derecha” de las fuerzas involucradas en la campaña al desierto dispuesta por el gobierno de JUAN RAMÓN BALCARCE.
En poco más de un mes llegó a la isla de Limen Maguida, en el Salado, dispersó a los indígenas que encontró, destruyendo su toldería. Tomó prisionero al cacique mapuche PAMEQUEO y a otros capitanejos y guerreros y recuperó una gran cantidad de hacienda que éstos habían robado durante recientes correrías.
10 de julio de 1833
El coronel ÁNGEL PACHECO, integrante de la fuerza expedicionaria al desierto comandada por JUAN MANUEL DE ROSAS, derrota al cacique PAIRALES en proximidades de Río Negro y continúa su marcha hacia la Isla Choele-Choel.
11 de julio de 1833
El coronel ÁNGEL PACHECO, al mando de un regimiento que integrando el “ala izquierda” de las fuerzas que habían salido de Guardia del Monte el 9 de marzo del mismo año, bajo órdenes del general JUAN MANUEL DE ROSAS, durante la Campaña al Desierto ordenada por JUAN RAMÓN BALCARCE, llegó hasta la isla Choele-Choel, donde ingresó, luego de cruzar el río en las balsas que se construyeron al efecto y en esas tierras, ondeó por primera vez la bandera argentina.
12 de julio de 1833
El coronel CONRADO VILLEGAS, al mando de un destacamento perteneciente a la división comandada por RUÍZ HUIDOBRO, enviadas para consolidar las fronteras del Sur, realizó un fulminante batida contra los indígenas en la región del río Negro y lanzo en persecución de los que habían logrado escapar, a una pequeña fuerza compuesta de tres oficiales y 33 soldados, al mando del sargento mayor JUAN G. DÍAZ.
Llegados a los alrededores de la laguna Aluminé, encontrándose en una rastrillada, el mayor Díaz mandó al teniente SATURNINO CANAVERY con siete hombres y un baqueano en descubierta.
Pero como esta comisión no regresaba y sospechándose que estuvieran próximos los indígenas, despachó en su protección al teniente SONTAG con diez soldados quedándose con un oficial, el subteniente WAPPERS y diecisiete soldados. Llegando la noche sin que regresaran estos oficiales, el jefe acampó esperanzado pero al amanecer, ordenó el la retirada, sin que hubieran regresado los efectivos que enviara.
00 de agosto de 1833
Encontrándose el general JUAN MANUEL DE ROSAS empeñado en la campaña al desierto, en esta fecha, se entrevistó con el sabio naturalista inglés Charles R. DARWIN en proximidades del Río Colorado, hasta donde había llegado realizando las exploraciones de la costa patagónica que iniciara desde el puerto de Buenos Aires, el29 de enero de 1832.
10 de setiembre de 1833
El mayor MANUEL DEL CARMEN GARCÍA, acompañado por el teniente LORENZO DUARTE y del alférez MANUEL PEREDA al mando de una pequeña fuerza que al mando del coronel PEDRO RAMOS se había desprendido del grueso de la “división izquierda” que mandaba JUAN MANUEL DE ROSAS, en misión de exploración, fueron atacados por una partida de un centenar de indígenas en el paraje denominado Cerro Payán.
Ambos contendientes libraron un reñido combate hasta que los indígenas fueron totalmente derrotados y puestos en fuga, dejando en el campo varios muertos y algunos heridos y muchos cargueros que llevaban con lo que habían robado durante sus correrías.
11 de setiembre de 1833
Un destacamento desprendido de las fuerzas al mando del comandante PEDRO RAMOS, a órdenes del mayor MANUEL DEL CARMEN GARCÍA, rechaza el ataque de una partida de indígenas y maleantes.
25 de noviembre de 1833
Durante la campaña al desierto que estaba realizando JUAN MANUEL DE ROSAS, el ayudante MARIANO CALDERÓN, acompañado del alférez EUGENIO QUIROZ y treinta soldados de las fuerzas del coronel Ángel Pacheco, se encontraron con una partida de unos Cuarenta indígenas capitaneados por los caciques CUYUPÁN y ARCHINIÁN, en las orillas del río Colorado. El ayudante Calderón cargó a la partida de los salvajes, derrotándolos completamente.
28 de enero de 1834
ROSAS FINALIZA SU CAMPAÑA AL DESIERTO. Sobre la margen del arroyo Napostá, JUAN MANUEL DE ROSAS, dirige a sus soldados una proclama de agradecimiento en la que destaca el valor demostrado en la expedición y el éxito obtenido en la campaña contra el indio dándola por concluida.
25 de mayo de 1834
Desde su campamento en el Río Colorado (provincia de Neuquén), el brigadier JUAN MANUEL DE ROSAS, terminada la Campaña al Desierto que emprendiera diez meses antes, emprende el regreso hacia Buenos Aires, luego de dispersar a las tribus de aborígenes hostiles que regularmente invadían desde la precordillera y ambas márgenes de los ríos Negro y Colorado, de haber ocupado la Isla Choele-Choel, desalojando de allí a las tribus de PINCÉN y de haber llegado hasta “Valcheta” y los ríos Limay y Neuquén, dominando a las tribus que hostigaban a los poblados de la zona.
Como dato anecdótico, recordemos que el santo y seña utilizado durante esa jornada de despedida, fue “al colorado y al negro, adios” (ver ”Campañas al Desierto” en Crónicas).
06 de junio de 1834
En esta fecha la Legislatura de Buenos Aires dictó una ley donando al general JUAN MANUEL DE ROSAS la isla Choele-Choel, en Río Negro (Patagonia), como prueba de gratitud por la expedición al desierto que acababa de llevar a cabo. Rosas rechazó esta donación, en cambio de la cual admitió la de sesenta leguas de tierras públicas que le donó la Legislatura por ley de septiembre del mismo año (ver Las campañas al desierto).
Fuentes: «Rosas y su tiempo», José María Ramos Mejía, Editorial La Cultura Argentina, Buenos Aires, 1907; «Historia Argentina», José María Rosa, Juan C. Granda Editor, Buenos Aires, 1963; “Vidas argentinas”, Octavio Amadeo, 7.ª edición, Editorial Cimera, Buenos Aires, 1945; «Historia Política y Constitucional Argentina», Romero Carranza, Rodríguez Varela Ventura, Editorial Círculo Militar, 1992; “Unitarismo, federalismo, rosismo”, Enrique M. Barba, Ediciones Pannedille, Buenos Aires, 1972; “Historia de Rosas”, Manuel Bilbao, Ediciones Anaconda, Buenos Aires; “La santa federación”, Andrés Carretero, Editorial La Bastilla, Buenos Aires, 1984; «La dictadura de Rosas», Mariano A. Pelliza, Editorial La Cultura Argentina, 1917; «Juan Manuel de Rosas». Carlos Ibarguren, Ediciones Frontispicio, Buenos Aires, 1948; “Vida de Juan Manuel de Rosas”, Manuel Gálvez, Editorial Tor, Buenos Aires, 1943; “Juan Manuel de Rosas”, John Lynch, EMECE, 1984; «32 escritores con Rosas o contra Rosas», Editorial Freeland, 1974; «Vindicación y memorias de don Antonino Reyes, sobre la vida y la época de Juan Manuel de Rosas», Manuel Bilbao, 1974; “Juan Manuel de Rosas, el maldito de nuestra historia oficial”, Mario O’Donell, Editorial Planeta, Buenos Aires, 2001; “Encarnación Ezcurra y los restauradores”, María Sáenz Quesada, Revista Todo es Historia, número 34; “Del fracaso unitario al triunfo federal”, Hugo Galmarini, Editorial La Bastilla, Buenos Aires, 1984; “Juan Manuel de Rosas”, Félix Luna, Editorial Planeta, Buenos Aires, 1999; “San Martín y Rosas”, Mario César Gras, Buenos Aires, 1948; Revista «Todo es Historia»; artículos varios; «Contribución al esclarecimiento de episodios relacionados con la vida y actos del general Juan Manuel de Rosas, Bartolomé Descalzo, Instituto Nacional Sanmartiniano, 1949; “El nacionalismo de Rosas”, Roberto de Laferrere, Editorial Haz, Buenos Aires, 1953; “Argentinos”, Jorge Lanata, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2008; “La economía en época de Rosas y la Ley de Aduanas”, Lourdes Albano, Camila Arce y Giuliana Masseo; “Historia económica de la argentina durante 1830 ? 1860”. Juan Manuel González, Diego Tamura; “Historia de los argentinos”. Carlos Floria y César García Belsuince, Editorial Larousse, Buenos Aires 1992.

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