Imitaciones... ¿hay buenas y malas?

La indignación que provocó la falsa edición de un diario nacional por parte de una agrupación política nos obliga a reflexionar sobre el alcance de las imitaciones, parodias, o cualquier forma de copia, sus intenciones y repercuciones, la cobertura legal de unas y otras y el impacto en el público.
Es curioso que se pueda imitar a una persona cualquiera en TV y hacerle decir cualquier barbaridad pero ¿qué pasa si imitamos una falsa Coca-Cola por ejemplo?
¿La libertad termina donde comienza el comercio? ¿Un personaje es público pero un producto es extrictamente privado?
¿Que pasa entonces cuando un medio se defiende apelando a la libertad de prensa pero por otra parte se cubre como un producto comercial?
IXX-2014


He aquí la portada (en realidad son tres portadas alternativas) del falso periódico que indignó a sus editores e incluso a sus políticos adeptos:



Por otra parte la parodia en un medio controlado por el mismo grupo empresario sobre la primera mandataria, es decir la máxima figura política del país:


¿Uno es simpático y otro es aberrante? 
¿Uno es legal y el otro no?
¿Cuál está bien y cuál está mal?

IXX-2014

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