La Furia del Converso: Qué tiene el caso Nisman?

1- Primer Plato: Lo que está a la venta.


¿Cómo poder entender luego de mucho tiempo el sentido del caso Nisman? Mientras que la mayoría ha optado seguir la ley de hierro de la Opinión Pública, ¿Cómo intervengo? ¿Qué me conviene? Algunos se mantienen con el aura de ingenuidad. Esta aura es muy buena para mantener cierta conciencia rebajada y bastante digna de un rebaño. Preguntas más generales, ¿Qué clase de Estado es necesario? ¿Cómo puede ser que la democracia argentina en el fondo haya hecho tanta política con los servicios de inteligencia? ¿Cuán importante es para los argentinos vivir en una sociedad donde el individuo pueda ser libre del castigo, extorsión y muerte por parte del Estado?



Hasta ahora en parte por clasismo, racismo y comodidad. Esto estaba marcado en la torpe, oscura, y violenta discusión sobre la inseguridad. Esta presente desde 2004, pobló al gobierno kirchnerista. Los Argentinos no sabemos si realmente temen a los servicios de inteligencia, ni tampoco sabemos de qué manera les temerán. En este sentido, el reclamo de los presos por luchar, el reclamo de juicios justos, el reclamo por muchos casos de arbitrariedad, no tocan la fibra íntima de Argentina, ¿Nisman sí? Entonces, Argentina ha querido enamorarse de lo fácil. Argentina es un país paradójico, algunos han dicho con verbigracia bellísima que la muerte de Videla en una cárcel común, el mayor enemigo de la democracia (imagen recreada para evitar peores preguntas) demostraba lo que era la venganza por parte del gobierno y del sector “resentido de la sociedad”. Ahora bien, porque Nisman muere en la forma en que muere, pero todo depende de la culpa cuál se si se trata de una misa dominguera. Se confunden, herramientas como el juicio político, “este presidente no debería seguir gobernando”, al “este presidente debería estar preso”. Argentina se falta un poco el respeto a su inteligencia, una sociedad que quiere que un presidente se vaya no siempre quiere justicia, si una sociedad se conforma con un cambio de gobierno y no con la “justicia”, ¿cómo no especular?


La AMIA y su manipulación muestran como la autocompasión cala profundamente en la sociedad. La sociedad buena, sabe que la justicia no hará lo que tiene que hacer. A diferencia de otros casos, otros fallos de la justicia si valen la pena. Uno de ellos, los que tiene que ver con la actividad económica y los bienes. La gente cuando se movilizó por el dólar no apeló a figuras más dignas, más bellas, y está bien, era un interés claro, el gobierno ninguna mella pudo hacer. Las crónicas burdas de las marchas, buscando nazis, y gente hastiada, nos dicen el cómo están compuestas las marchas pero no nos dicen, ¿qué dió origen a las marchas? Ya vemos ahora que la marcha del 18-F es un ejercicio de sociología mediática. En democracia en teoría cualquier puede movilizar por cualquier cosa. Moralizar la movilización puede ser degradante, sobre todo para el moralista, cuando en realidad, habría marchas buenas y marchas malas. Las marchas dignas quedan aisladas, las marchas útiles, quedan ciertamente en medio del candelero. Por eso, los argumentos de deslegitimación funcionan, sólo si, la gente los piensa en sentido de más moralismo aún. Es decir una gala del antipopulismo, del odio a la gente, a la masa, a la mezcla y al sin sentido.


Los actos peronistas suelen ser despreciados, y en este sentido, cuando se narran, se hace una crónica de la miseria de los obligados a ir. Claro está que en las marchas ciudadanas de clase media, esto no se da, son “dignas”, entonces es claro que su dignidad, las hace distintas. Entonces nuevamente esta reunión según quién la convoca casi es un juego de oferta y demanda. Pero es evidente que se trata de una forma de pensar, limitada. La gente si quisiera podría movilizarse por lo que quiera. Hay un paternalismo de la época de la dictadura no resuelto, “hay marchas dignas de ser marchadas” y marchas espurias. Este razonamiento es importante; las marchas espurias son las del otro, las propias son dignas. Cuando no se puede evitar, y mantener a la gente en su casa, empiezan los generosos cronistas de sucesos a mostrarnos quién es quién. Obviedades, pero no son obviedades que las marchas con sus consignas desafían al Estado y a los partidos, en suma a los representantes aunque no gobiernen, porque se muestran como “existentes” como “Reales” una palabra que post-crisis de 2001 es Tabú.


Tanta bajeza se ha operado en el derecho democrático a la protesta, petición, y al ejercicio de la democracia que llegado a cierto punto, el que se queda en su casa, sí tiene el derecho de juzgar. Este es un resabio de la dictadura, “no te metás”, y este no te metás es dramático y melodramático. La moralina va apestando las iniciativas. La marcha del 18-F es corta de miras, facil de manipular, y será comidilla de la TV, por suerte, esto no impide que se pueda realizar. Es evidente que en otras circunstancias, hay marchas donde hay más policías que personas “marchando” este no será el caso. Saber diferenciar la naturaleza de las marchas, y el control del Estado por parte de ellas es importante, no se trata de sólo quién sabe, sino de cómo se trata al que va.


Cuesta entonces aislar este tema. Lo mejor que se puede hacer es reconocerlo. El abuso que se ha hecho del “golpismo”, se ha convertido en un miedo que en los países centrales pecaría de ingenuo. Argentina tiene muchas movilizaciones, la mayoría las ignora y las reprime el Estado. ¿Por qué la del 18-F debería ser distinta? ¿Acaso quienes van repudiados moralmente son la base de cierta forma de hacer política, son los que importan? Este hecho molesta, sería decir que alguién de clase media, en la Capital pesa más que alguién perdido en la Argentina profunda, marche o no por Nisman, ¿acaso esto no debería curar el moralismo con realidad objetiva? Amargo o no, este hecho hace que el miedo no sea a Nisman, no sea al juicio sino a la forma en que la marcha justifica el accionar de otros actores. El famoso costo político, “el costo político” es ir en contra de alguien con apoyo de las mayorías. ¿El poder judicial se tiene que volver “popular” pero sin democrático para poder funcionar bien? ¿Acaso no es justamente lo que se hace para ser arbitrario desde el poder ejecutivo? No es acaso obvio que la respuesta se deduce fácil, enjuiciar a un presidente, un funcionario o un agente, con apoyo, incluso si se hace mal es más fácil.  


Argentina abusa del alarmismo o de la tranquilidad, abusa del culto a la personalidad, abusa de la conspiración, y así incluso cuando se cree que el sentido común es el que tiene el problema, si uno quiere ir más lejos se da cuenta que el sentido común es el menor de los problemas. El problema mayor está sin duda en qué hace la sociedad argentina con lo que cree que le pasa. La sociedad argentina ya absorbió lo de Nisman, y ahora está haciendo con eso lo que cree conveniente. Ahora, lo que por ahora ocurrió fue que la seguidilla del procedimiento judicial, y sólo una marcha han sido además de las reacciones de “Twitter y Facebook” las grandes reacciones que llegan un mes después. ¿Especulación, miedo, o manipulación? Se lo dejo a la imaginación del lector.


El tiempo le da la razón a ciertas cuestiones sencillas. La oposición política en Argentina avanza por reglas que nada tienen que ver con el periodismo y menos con la “gente” que está cansada del gobierno que no es toda, eso es el problema de la palabra gente. Argentina además es un a sociedad que parece cansada de lo tedioso y suele tener un gusto por la telenovela. Todo lo que ocurre en política especialmente tiene que estar teñido de la peor especie de especulaciones. ¿Nadie acaso va a reaccionar ante tanto espamento? Novela negra o novela rosa, no hay grises. Puede que no, en parte ha beneficiado a mucha gente. Argentina es una sociedad que suele manejar livianamente sus temas más graves, y cuando hace esto no tiene problema al final en no hacerse responsable. El problema como siempre depende de la definición. Mientras que algunos creen que el problema es el gobierno, otros creen que el problema es el Estado, mientras que unos suponen que el oficialismo está desorientado, otros piensan que es una dictadura totalitaria y perfecta. Toda esta suerte de jergas políticas son buenas para poder convencer a los convencidos. Porque lo que importan son los GRANDES NÚMEROS, nadie debe olvidar que Argentina en un año electoral, todos juegan al juego de la oca para ser presidente, y en este sentido, la elección del 2015, será tranquila con Nisman o sin Nisman. Si los números no dan a un candidato como el azote del gobierno, por buenas o malas razones, ¿qué debería temer la “clase política”?


¿Hay algo que se les pueda escapar a los expertos argentinos en todas las materias sociales habidas y por haber? Puede que sí, y en este caso lo iremos confirmando. Argentina es una sociedad donde el enunciado si un fiscal, no puede sentirse seguro, ¿qué queda para el resto? tiene más sentido, qué, si hay un choque de trenes que mueren más de cincuenta personas, si ocurre, Cromagnon, si ocurre el accionar en el Borda, si hay muertos de todo tipo, si hay redes de trata, ¿cómo estar seguro? La inocencia que tienen estos enunciados son bastante importantes. La muerte de Nisman, tiene un sentido, y puede que lo tenga para mucha gente que no entiende el cómo del éxito del gobierno frente a lo que se considera el síndrome del pato rengo que no es otra cosa que el fin del mandato, la tentación de que termine antes viene de la experiencia alfonsinista y de De La Rúa. Es evidente que hay un mito de fondo. Los juicios políticos son antes que nada una operación entre políticos y en Argentina esta no se intentó nunca, podría ser la primera vez, pero realmente nunca se intentó los presidente se iban por vacíos de poder, conspiraciones, etc. Las  cuales gracias a otra vaca sagrada, el PJ, el cual estaría sólo sería el motor oscuro de la historia. ¿Se le pide la traición del PJ a su presidente? ¿Es el precedente? ¿Hay verdaderas divisiones en el régimen en ese nivel?


Podemos entender una cuestión sencilla. La gente no siente el mismo terror con los saqueos, que con el caso Nisman. También podemos entender que la solidaridad con Nisman tiene una ventaja, es la solidaridad que no tiene que ver con necesidades concretas reales. Es la solidaridad ante la víctima. En argentina, la manipulación de las víctimas es una especialidad, el por qué Nisman lo es, es más importante que otras teorías. Por eso mismo en una suerte de obsesión argentina, el moralismo ha vuelto en forma de Nisman. Todos pueden ser más moralistas que antes, mientras que muchas veces el argentino vota especulando con el voto útil ahora puede si rasgarse las vestiduras y decir, claro, ahora con Nisman todo cambiará, porque el peor problema de la argentina es el fiscal. En octubre de este año, podríamos averiguar por medio de encuestas, si Nisman pesa en la elección, ¿haremos la prueba o seremos indulgentes con nosotros mismos? La Argentina que se cree mejor que su sistema político tiene un problema que es no está seguro de poder prescindir de él facilmente.


El fiscal, es un símbolo, el Poder Judicial como el resto de los poderes de la Argentina se mantiene en sí mismo, se procura su espacio y sus medios de supervivencia. Claro está que esto no simpatiza a nadie. Porque en el fondo, se sabe que la justicia es difícil de acceder a quién no la pueda costear. Argentina entonces, ha tomado partido por poner en tela de juicio al presidente pero no ha tomado partido porque el presidente sólo pueda ser tomado en tela de juicio ante circunstancias extraordinarias. La imputación de Cristina Fernández de Kirchner por el memorándum con Irán y no por otras causas, habla mucho del poder judicial y de la forma de hacer justicia y política en Argentina. Otros casos con empresarios nacionales, o más burdas acciones de mal desempeño no prosperan porque son comunes a todos los que hoy dicen ser representantes en menor o mayor grado. En síntesis, el acuerdo con Irán es el horizonte donde, por medio de su rareza se le podría imputar lo extraordinario. Menem con el tráfico de armas funcionó de forma similar, y el vicepresidente con su asunto del médano terminó funcionando en manera análoga.


Nisman en este sentido no hace nada mejor ni nada peor que otros. Sí en este sentido fue terriblemente más efectivo que Carrió; él si es mártir, y él sí puede ahora estar en su propia ausencia como testimonio de la verdad de lo que dice. Ahora bien, esto ocurre porque la política se ha “judicializado” porque el cambio democrático es; demasiado lento, perezoso, torpe e inútil. Al no haber diferencias de fondo, sólo se trata de corregir lo peor de lo peor. Nisman en teoría vendría a hacer eso, el límite, Argentina ama los límites que va a romper, antes el límite era para algunos Macri, ya no lo es. Si uno lo piensa en los caídos en desgracia, Argentina tiene a un político como Ibarra campeando. Su papel es aleccionador, la caída de Ibarra fue una mezcla de muchas cosas, pero algo es claro el sistema político en ese momento lo quiso afuera, hoy en día, ¿Este es el destino de Cristina Fernández de Kirchner? El que responda eso, sabrá qué peso tiene el 18-F. El resto en una argentina que no debate cuestiones de fondo es una cortina de humo, tan manipulable como cambiar los invitados en el programa Intratables.


Pareciera que no. Podría darse un proceso, pero este proceso está pautado en una lentitud sospechosa. La marcha de silencio, en sí, no tiene lo que Forster presupone, una fuerza arrolladora, sino más bien lo contrario, una suerte de ensayo. En Argentina lo destituyente en su cultura política es más bien muy amplio, porque el cambio político en Argentina es algo que la sociedad, repele y odia, porque ata el conservadurismo de sus creencias a principios absurdos, la duda que no sea una angustia existencial extrema y prezcos parece que no es algo ajeno a nuestra forma de vivir, y por eso no podemos superar el techo de cristal, lo difícil realmente está más lejos. De estos uno de ellos es la negación de la independencia de la sociedad de su sistema político. Las marchas de silencio son convocadas por fiscales, un lugar por lo menos obvio, pero estos no parecen querer ser un “partido de la justicia” (electoral y no una corpo- nombre que puede ya ser cualquier conjunto organizado) que sí existen en Italia y en Venezuela, sus principios claro están serían la lucha contra la corrupción. Estos casos de lucha contra la corrupción dentro del poder judicial son un conflicto chico en una lucha por el control político de la justicia que suele ser como cualquier espacio un lugar donde los intereses anidan. El gobierno relativo de la justicia es importante, pero no se da sólo por el terror.


2- Segundo plato: ¿Hay que ser sobrios cuando se compra?

No hay mejor prudencia que limitarse. Argentina como sociedad, gracias a la forma de sostener la guerra ficticia de medios y gobierno en muchos temas, puede pasar de la euforia al desinterés en forma cruel y superficial. En este sentido. Mientras que las marchas por las víctimas de ONCE no son nuevas, sino que han envejecido, y que las marchas por CROMAGNON han seguido el mismo derrotero. Queda pensar, y hay que pensar, ¿es una cuestión de tiempo para que Nisman sea una anécdota? Argentina supo ver muerto a Yabrán para librarse de Cabezas, un maquinista murió en la causa Once porque sabía demasiado, Nisman, ha sido puesto como un botón, para desencadenar algo que se puede resolver con la muerte de Stiusso. Se puede resolver tan sencillamente que es espantosamente fácil pensar que la sociedad se conforma fácil. ¿Cuánto tiempo va a resistir la gente la tentación de buscar algo más fresco para poder estar a favor o en contra? ¿Cuantas cosas no se hablan en la Argentina gracias al caso Nisman? Creer y sostener las razones importantes de algo es renunciar a otras cosas. ¿Nisman vale la pena para Argentina? Esta pregunta ajena al estilo Diana Conti de ser estalinista camaleónica, la ventaja de hacer uso del gesto vertical pero sobreactuar, es la triste realidad. Lo que no tiene peso va ir ganando espacio. Todo cambiará si al fin la oposición política yendo a una marcha, no es repelida, y si la marcha en sí mantiene coherencia para aumentarse y repetirse, en este sentido como fue el “Campo” y “Dólar” podría ser la úlcera del fin del mandato del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Muy inútil seran las Cartas Abiertas, y el mito nacionalista devaluado que no ir a una marcha es salvar a un país de la SIDE, la CIA y el MOSSAD porque esto es un absurdo.


Publicado 15th February por Maurice Vanns rn http://muertealangel.blogspot.com.ar/2015/02/la-furia-del-converso-que-tiene-el-caso.html

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