Volvio la democracia x Nestornautas (blog)
"Una derecha que está dando muestra de que ha leído su ajustado triunfo electoral como un cheque en blanco para implementar sin anestesia políticas que antes se desplegaron siempre en contextos de excepcionalidad institucional, o gravísimas crisis económicas; que en nuestra historia no faltaron. "
"Se respira un clima distinto en el país, un aire de libertad. Por fin volvió la democracia, y ya no es mal visto pensar distinto, ni eso te convierte en enemigo..": ¿quién no ha leído o escuchado cosas por el estilo desde la asunción de Macri para acá, en los medios de comunicación y entre sus contactos sociales, familiares o laborales?
http://nestornautas.blogspot.com.ar/2015/12/volvio-la-democracia.html
miércoles, 23 de diciembre de 2015
Ante tamaña desmesura uno podría preguntarse cuando se había ido la democracia, que no nos avisaron. O en todo caso proponer que nos sentemos a discutir de que hablamos cuando hablamos de democracia; sin olvidar que es una construcción social (y por ende colectiva, y con responsabilidades compartida entre todos), que debe ser garantizada por el Estado.
Y ese proceso de construcción democrática debe ser analizado en la perspectiva histórica desde el 83' para acá, lo que nos lleva a un tema íntimamente vinculado: la famosa "grieta", su origen y su supuesta originalidad histórica en los tiempos kirchneristas; que vendrían a ser -para algunos- un piedrazo que sacudió las aguas calmas de un estanque.
Sin contar la dictadura (cuya herencia dejó ya una profunda grieta aun presente entre nosotros, en muchísimos planos), y sin apelar a nuestra larga historia de golpes militares, enfrentamientos políticos e incluso guerras civiles, tomando en cuenta exclusivamente lo que pasó desde el 83' para acá, tuvimos -en democracia- levantamientos militares, hiperinflaciones, salida anticipada del poder de dos presidentes constitucionales, desguace planificado del Estado de bienestar peronista, "ramal que para, ramal que cierra" como respuesta a la protesta social, "corralito", mega-devaluaciones y pesificación asimétrica, helicóptero, represiones y muertos en las plazas.
Graves y profundo conflictos que sacudieron a nuestra democracia y que -como todo conflicto- arrojaron ganadores y perdedores; que todos podemos recordar, y que nos recuerdan que "gobernar para todos" es solo un bello eslogan, sin posibilidad de correspondencia con la realidad concreta: gobernar es esencialmente elegir que intereses priorizar (dado que no se puede conformar a todos, la mayor parte del tiempo), y cuáles otro relegar, o colocar en un segundo plano.
La calidad e intensidad de una democracia se puede medir de distintas formas, la más elemental de ellas la vigencia del derecho al sufragio, y la aceptación de los resultados por el conjunto de los actores del sistema político. El kirchnerismo (tildado de autoritario y desaprensivo con la disidencia) amplió la participación política votando -en soledad- el voto joven y la reforma política que introdujo las PASO; y tuvo en todos sus años de gobierno derrotas electorales en elecciones provinciales y nacionales, sin cuestionar los resultados, ni agitar el fantasma del fraude cuando era oposición (por ejemplo acá en Santa Fe).
Por el contrario, la oposición revoleó irresponsablemente denuncias de fraude en cada elección que avizoraba difícil (y aun hoy hay quienes siguen sembrando sospechas al respecto), y estamos culminando un año en el que en Tucumán se pretendió torcer la voluntad popular diciendo -incluso con apoyo judicial- que estaba perturbada por el clientelismo; o se articuló una ingeniería judicial que involucró hasta la mismísima Corte Suprema de Justicia de la Nación para impedir que Alicia Kirchner asumiera la gobernación de Santa Cruz.
De las especulaciones sobre la transición ante el apretado margen del balotaje, y los fantasmas de la no entrega del poder pasamos a la cautelar ante Servini, impulsada por Macri para poco menos que echar a Cristina por la ventana; o procurarle un helicóptero judicial. ¿Los que dicen que "volvió la democracia" solo creen en la voluntad popular cuando ganan?
Otra dimensión relevante de la democracia es la vigencia plena de las libertades públicas (de expresión, de reunión, de asociación, de protestar o reclamar): ¿se puede sostener seriamente que se vieron restringidas, desconocidas o negadas en los últimos 12 años cuando abundan los testimonios -en medios periodísticos y redes sociales- de los residuos cloacales de su ejercicio desbordado en todo ese tiempo?
El kirchnerismo atravesó sus mandatos con protestas sociales de todos los sectores, y de todo tipo, incluyendo los cacerolazos urbanos y el corte de las principales rutas del país durante meses por un lock out patronal que desabasteció para forzar la eliminación de un impuesto. Y sin embargo gobernó 12 años sin un solo día de vigencia del estado de sitio; y tomó como política de Estado no reprimir la protesta social, aun al riesgo de pagar por eso costos políticos y electorales. Y cuando hubo represión, los primeros en criticarla fuimos los propios kirchneristas.
En los escasos días que lleva Macri de gobierno ya tuvimos una "emergencia en seguridad" anunciada y brumosa -pero que con certeza no se discutirá en el Congreso- y un "protocolo de la protesta social" concomitante con el despliegue represivo en el conflicto de Cresta Roja; mientras un fiscal íntimamente ligado al presidente como Stornelli quiere procesar a Hebe de Bonafini por apología de la violencia; por su llamado a resistir las políticas del gobierno.
Buena parte de la "leyenda negra" del kirchnerismo fue (y está siendo) escrita por el "periodismo independiente" que rápidamente pasó a ser militante del nuevo oficialismo, pero lo real es que Morales Solá no se exilió en el Uruguay en el 2006 como anunció, ni hubo periodistas presos, secuestrados o censurados, ni TN desapareció. Por el contrario, se despenalizaron las injurias cometidas por la prensa, y lo que va a desaparecer es "678", por pedido del "periodismo independiene" al flamante presidente; que éste tomó como bandera de campaña, y ejecuta como acción de gobierno.
Mientras, circulan profusamente "listas negras" de artistas y trabajadores de la cultura que adhirieron al kirchnerismo, con el propósito velado (y no tanto) de que se los censure, despida o margine de ofrecimientos laborales; en medio de la "revolución de la alegría" que vino a "unir a los argentinos".
Que decir del costado "republicano" de la democracia: la vigencia de la "división de los poderes", o los contrapesos que el Congreso y la justicia pueden ejercer sobre el gobierno. Los cultores de las formas republicanas de ayer hacen hoy ostentación pública de la decisión de mantener cerrado el Congreso (estigmatizado antes como "una escribanía del Ejecutivo") y apelar a los DNU "cuando sea necesario". Una jactancia que Cristina o Néstor jamás tuvieron, ni cuando los utilizaron.
Y los mismos "republicanos" hoy travestidos en "decisionistas" ponen jueces de la Corte por decreto, relativizan los fallos judiciales que los incomodan (como hizo Macri con el que suspende los nombramientos "en comisión") y utilizaron al Poder Judicial como una herramienta de campaña electoral; con la total anuencia de buena parte de los jueces federales (de Bonadío para arriba, para abajo y para los costados; incluida la mayoría de la Corte) que se sumaron gustosos a cumplir con ese rol.
La justicia (o el Poder Judicial, para ser más precisos) le tumbó al kirchnrismo la reforma judicial y Cristina no ocupó los tribunales con la gendarmería, ni puso a los jueces en comisión, ni los cesanteó. Tampoco hizo lo mismo con los jueces que paralizaron por años el cumplimiento de la ley de medios, o que sacaban cautelares a ruego a pedido de cualquier grupo económico afectado por decisiones del gobierno; fueran la Sociedad Rural, LAN, Clarín o La Nación.
Pero la dimensión más rica de la democracia (al menos para nosotros) es su capacidad para ampliar los derechos de los ciudadanos; y desde ese ángulo, los 12 años pasados fueron -sin dudas- los más democráticos de nuestra democracia post dictadura: con amplio consenso en algunos casos, con el solo respaldo de los votos del kirchnerismo en el Congreso en otros o por decisión de Néstor y Cristina, se reconocieron o restauraron derechos civiles, sociales, políticos, laborales y económicos para los argentinos. Cualquiera puede hacer un rápido repaso mental del listado; y seguramente omitirá algún ejemplo importante.
Nosotros (los que no votamos a Macri) no sentimos estar viviendo en una dictadura, e incluso eso le agrega complejidad al problema; porque vamos a confrontar duramente con las políticas que ya está desplegando un gobierno cuya legitimidad no puede ponerse en duda; y que representa a una derecha política que por primera vez en nuestra historia (acaso excepto la reelección de Menem en 1995) llega al poder por las urnas, en elecciones libres y sin proscripciones.
Una derecha que está dando muestra de que ha leído su ajustado triunfo electoral como un cheque en blanco para implementar sin anestesia políticas que antes se desplegaron siempre en contextos de excepcionalidad institucional, o gravísimas crisis económicas; que en nuestra historia no faltaron.
El hecho de que se corrobore duramente a diario que lo que en campaña se descalificó como "campaña sucia" es una triste y dolorosa realidad (y todo indica que lo será aun más en el futuro) no ha cambiado la legitimidad de origen de Macri; esa legitimidad que muchos le desconocieron a Cristina, con dos triunfos amplísimos en primera vuelta a cuestas.
Una circunstancia que marca un límite insoslayable a las tensiones propias de la disputa política: el respeto al "piso" democrático común que tenemos que preservar entre todos; aunque en el pasado inmediato de los 12 años de gobiernos kirchneristas los opositores hayan tornado borrosa la línea o cedido a la tentación de cruzarla, en numerosas oportunidades.
La democracia no "volvió" simplemente porque nunca se había ido. Lo que está por verse es cuanto se enriquece o empobrece cotidinamente de ahora en más, en su permanencia y continuidad. Y la movilización popular en las calles para reclamar por sus derechos -lejos de empobrecerla- contribuye a enriquecerla, aunque el gobierno electo piense lo contrario, y apele a la represión como primera -y por momentos única- respuesta.
Publicado por La Corriente Kirchnerista de Santa Fe en 8:00
"Se respira un clima distinto en el país, un aire de libertad. Por fin volvió la democracia, y ya no es mal visto pensar distinto, ni eso te convierte en enemigo..": ¿quién no ha leído o escuchado cosas por el estilo desde la asunción de Macri para acá, en los medios de comunicación y entre sus contactos sociales, familiares o laborales?
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miércoles, 23 de diciembre de 2015
"VOLVIÓ LA DEMOCRACIA"
Gente que parece haber sobrevivido a una dictadura, o a un ejército de ocupación instalado por la fuerza en el país, que finalmente fue desalojado para alivio de todos. Gente que se siente parte no de un triunfo electoral, sino de una especie de resistencia cívica exitosa a un régimen de facto; que cercenaba sus libertades.Ante tamaña desmesura uno podría preguntarse cuando se había ido la democracia, que no nos avisaron. O en todo caso proponer que nos sentemos a discutir de que hablamos cuando hablamos de democracia; sin olvidar que es una construcción social (y por ende colectiva, y con responsabilidades compartida entre todos), que debe ser garantizada por el Estado.
Y ese proceso de construcción democrática debe ser analizado en la perspectiva histórica desde el 83' para acá, lo que nos lleva a un tema íntimamente vinculado: la famosa "grieta", su origen y su supuesta originalidad histórica en los tiempos kirchneristas; que vendrían a ser -para algunos- un piedrazo que sacudió las aguas calmas de un estanque.
Sin contar la dictadura (cuya herencia dejó ya una profunda grieta aun presente entre nosotros, en muchísimos planos), y sin apelar a nuestra larga historia de golpes militares, enfrentamientos políticos e incluso guerras civiles, tomando en cuenta exclusivamente lo que pasó desde el 83' para acá, tuvimos -en democracia- levantamientos militares, hiperinflaciones, salida anticipada del poder de dos presidentes constitucionales, desguace planificado del Estado de bienestar peronista, "ramal que para, ramal que cierra" como respuesta a la protesta social, "corralito", mega-devaluaciones y pesificación asimétrica, helicóptero, represiones y muertos en las plazas.
Graves y profundo conflictos que sacudieron a nuestra democracia y que -como todo conflicto- arrojaron ganadores y perdedores; que todos podemos recordar, y que nos recuerdan que "gobernar para todos" es solo un bello eslogan, sin posibilidad de correspondencia con la realidad concreta: gobernar es esencialmente elegir que intereses priorizar (dado que no se puede conformar a todos, la mayor parte del tiempo), y cuáles otro relegar, o colocar en un segundo plano.
La calidad e intensidad de una democracia se puede medir de distintas formas, la más elemental de ellas la vigencia del derecho al sufragio, y la aceptación de los resultados por el conjunto de los actores del sistema político. El kirchnerismo (tildado de autoritario y desaprensivo con la disidencia) amplió la participación política votando -en soledad- el voto joven y la reforma política que introdujo las PASO; y tuvo en todos sus años de gobierno derrotas electorales en elecciones provinciales y nacionales, sin cuestionar los resultados, ni agitar el fantasma del fraude cuando era oposición (por ejemplo acá en Santa Fe).
Por el contrario, la oposición revoleó irresponsablemente denuncias de fraude en cada elección que avizoraba difícil (y aun hoy hay quienes siguen sembrando sospechas al respecto), y estamos culminando un año en el que en Tucumán se pretendió torcer la voluntad popular diciendo -incluso con apoyo judicial- que estaba perturbada por el clientelismo; o se articuló una ingeniería judicial que involucró hasta la mismísima Corte Suprema de Justicia de la Nación para impedir que Alicia Kirchner asumiera la gobernación de Santa Cruz.
De las especulaciones sobre la transición ante el apretado margen del balotaje, y los fantasmas de la no entrega del poder pasamos a la cautelar ante Servini, impulsada por Macri para poco menos que echar a Cristina por la ventana; o procurarle un helicóptero judicial. ¿Los que dicen que "volvió la democracia" solo creen en la voluntad popular cuando ganan?
Otra dimensión relevante de la democracia es la vigencia plena de las libertades públicas (de expresión, de reunión, de asociación, de protestar o reclamar): ¿se puede sostener seriamente que se vieron restringidas, desconocidas o negadas en los últimos 12 años cuando abundan los testimonios -en medios periodísticos y redes sociales- de los residuos cloacales de su ejercicio desbordado en todo ese tiempo?
El kirchnerismo atravesó sus mandatos con protestas sociales de todos los sectores, y de todo tipo, incluyendo los cacerolazos urbanos y el corte de las principales rutas del país durante meses por un lock out patronal que desabasteció para forzar la eliminación de un impuesto. Y sin embargo gobernó 12 años sin un solo día de vigencia del estado de sitio; y tomó como política de Estado no reprimir la protesta social, aun al riesgo de pagar por eso costos políticos y electorales. Y cuando hubo represión, los primeros en criticarla fuimos los propios kirchneristas.
En los escasos días que lleva Macri de gobierno ya tuvimos una "emergencia en seguridad" anunciada y brumosa -pero que con certeza no se discutirá en el Congreso- y un "protocolo de la protesta social" concomitante con el despliegue represivo en el conflicto de Cresta Roja; mientras un fiscal íntimamente ligado al presidente como Stornelli quiere procesar a Hebe de Bonafini por apología de la violencia; por su llamado a resistir las políticas del gobierno.
Buena parte de la "leyenda negra" del kirchnerismo fue (y está siendo) escrita por el "periodismo independiente" que rápidamente pasó a ser militante del nuevo oficialismo, pero lo real es que Morales Solá no se exilió en el Uruguay en el 2006 como anunció, ni hubo periodistas presos, secuestrados o censurados, ni TN desapareció. Por el contrario, se despenalizaron las injurias cometidas por la prensa, y lo que va a desaparecer es "678", por pedido del "periodismo independiene" al flamante presidente; que éste tomó como bandera de campaña, y ejecuta como acción de gobierno.
Mientras, circulan profusamente "listas negras" de artistas y trabajadores de la cultura que adhirieron al kirchnerismo, con el propósito velado (y no tanto) de que se los censure, despida o margine de ofrecimientos laborales; en medio de la "revolución de la alegría" que vino a "unir a los argentinos".
Que decir del costado "republicano" de la democracia: la vigencia de la "división de los poderes", o los contrapesos que el Congreso y la justicia pueden ejercer sobre el gobierno. Los cultores de las formas republicanas de ayer hacen hoy ostentación pública de la decisión de mantener cerrado el Congreso (estigmatizado antes como "una escribanía del Ejecutivo") y apelar a los DNU "cuando sea necesario". Una jactancia que Cristina o Néstor jamás tuvieron, ni cuando los utilizaron.
Y los mismos "republicanos" hoy travestidos en "decisionistas" ponen jueces de la Corte por decreto, relativizan los fallos judiciales que los incomodan (como hizo Macri con el que suspende los nombramientos "en comisión") y utilizaron al Poder Judicial como una herramienta de campaña electoral; con la total anuencia de buena parte de los jueces federales (de Bonadío para arriba, para abajo y para los costados; incluida la mayoría de la Corte) que se sumaron gustosos a cumplir con ese rol.
La justicia (o el Poder Judicial, para ser más precisos) le tumbó al kirchnrismo la reforma judicial y Cristina no ocupó los tribunales con la gendarmería, ni puso a los jueces en comisión, ni los cesanteó. Tampoco hizo lo mismo con los jueces que paralizaron por años el cumplimiento de la ley de medios, o que sacaban cautelares a ruego a pedido de cualquier grupo económico afectado por decisiones del gobierno; fueran la Sociedad Rural, LAN, Clarín o La Nación.
Pero la dimensión más rica de la democracia (al menos para nosotros) es su capacidad para ampliar los derechos de los ciudadanos; y desde ese ángulo, los 12 años pasados fueron -sin dudas- los más democráticos de nuestra democracia post dictadura: con amplio consenso en algunos casos, con el solo respaldo de los votos del kirchnerismo en el Congreso en otros o por decisión de Néstor y Cristina, se reconocieron o restauraron derechos civiles, sociales, políticos, laborales y económicos para los argentinos. Cualquiera puede hacer un rápido repaso mental del listado; y seguramente omitirá algún ejemplo importante.
Nosotros (los que no votamos a Macri) no sentimos estar viviendo en una dictadura, e incluso eso le agrega complejidad al problema; porque vamos a confrontar duramente con las políticas que ya está desplegando un gobierno cuya legitimidad no puede ponerse en duda; y que representa a una derecha política que por primera vez en nuestra historia (acaso excepto la reelección de Menem en 1995) llega al poder por las urnas, en elecciones libres y sin proscripciones.
Una derecha que está dando muestra de que ha leído su ajustado triunfo electoral como un cheque en blanco para implementar sin anestesia políticas que antes se desplegaron siempre en contextos de excepcionalidad institucional, o gravísimas crisis económicas; que en nuestra historia no faltaron.
El hecho de que se corrobore duramente a diario que lo que en campaña se descalificó como "campaña sucia" es una triste y dolorosa realidad (y todo indica que lo será aun más en el futuro) no ha cambiado la legitimidad de origen de Macri; esa legitimidad que muchos le desconocieron a Cristina, con dos triunfos amplísimos en primera vuelta a cuestas.
Una circunstancia que marca un límite insoslayable a las tensiones propias de la disputa política: el respeto al "piso" democrático común que tenemos que preservar entre todos; aunque en el pasado inmediato de los 12 años de gobiernos kirchneristas los opositores hayan tornado borrosa la línea o cedido a la tentación de cruzarla, en numerosas oportunidades.
La democracia no "volvió" simplemente porque nunca se había ido. Lo que está por verse es cuanto se enriquece o empobrece cotidinamente de ahora en más, en su permanencia y continuidad. Y la movilización popular en las calles para reclamar por sus derechos -lejos de empobrecerla- contribuye a enriquecerla, aunque el gobierno electo piense lo contrario, y apele a la represión como primera -y por momentos única- respuesta.
Publicado por La Corriente Kirchnerista de Santa Fe en 8:00
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