Aterrador ritmo de latidos amarillos
http://apuntesdiscontinuos.blogspot.com.ar/2016/06/aterrador-ritmo-de-latidos-amarillos.html
lunes, 6 de junio de 2016
Extraña manera tienen los funcionarios amarillos de informar al público que el empresidente Macri tiene corazón, contra lo que había dicho su padre un tiempo atrás. A diferencia de la vieja canción de Luis Aguilé, este Pinocho posee un cuore y no necesita de hadas para que funcione. Una arritmia de viernes –negada al principio- ocupó las últimas horas de una semana un poco adversa al oficialismo. La marcha de repudio al veto presidencial a la ley anti-despidos y las críticas que se esbozaron durante el Ni una menos mostraron que la calle todavía es opositora. El rechazo a los tarifazos en distintos puntos del país alteró aún más la armonía del cambio y puso freno al desenfreno empresarial del ministro de Energía. Las alertas desde distintos sectores sobre la caída de las ventas y la producción anticipan que el segundo semestre no será mejor. Y, como frutilla de este amargo postre, las encuestas revelan que los globos se desinflan cada vez más. Con todo esto, no hay corazón que aguante, por más que sea del más frío y duro material.
Mientras las telenovelas judiciales entretienen al público cautivo, el Gran Equipo trabaja a destajo para satisfacer las demandas de los grupos concentrados. Después de la devaluación, de la quita de retenciones, de la apertura del comercio exterior que encarece nuestra mesa y destruye industrias locales, ahora se viene la simulada preocupación por el ingreso de los jubilados. No de los que cobran la mínima, por supuesto, sino de los que superan los 10 mil pesos y que a partir de 1991 padecieron una mala liquidación de sus haberes. Algunos tienen sentencia y a lo largo de estos años recibieron un resarcimiento gradual, otros están en proceso judicial y el resto, sólo espera. Para saldar esas deudas, el oficialismo ofrece un abanico de recursos, desde el blanqueo de capitales evadidos hasta la liquidación del FGS, las acciones que el Estado recuperó con los fondos de las AFJP.
La propuesta no pasa por abonar la totalidad de lo adeudado sino de ofrecer acuerdos parciales en cuotas que podrían abrir nuevos litigios. El proyecto de ley de “Reparación histórica para jubilados y pensionados” es un simulacro de solución, aunque muy costoso. Detrás del noble fin está por un lado, el famoso blanqueo cuyos propietarios no tendrán siquiera la obligación de dejar esas sumas unos meses en el país, como era en otros tiempos. Como no incluye a funcionarios, los miembros del Gran Equipo podrán mantener sus fondos en los paraísos fiscales sin un atisbo de rubor. Por otro lado, están las acciones en empresas privadas que la ANSES ha manejado con eficacia desde la desaparición de las AFJP, con ganancias crecientes, mejora en la distribución de dividendos y un incremento en la valorización de mercado en más del 400 por ciento. Por más que el Estado no ha sido un socio perjudicial en los negocios de los privados, algunos empresarios quieren erradicarlo de sus compañías. El proyecto que el Gobierno envió a la Cámara de Diputados satisface esa demanda del establishment, pues habilita la venta de las acciones que constituyen un respaldo del sistema previsional y una herramienta para enfrentar futuras crisis.
Pero hay otra trampa más perversa: la creación del Consejo de Sustentabilidad Previsional en el ministerio de Trabajo para elaborar el proyecto de un nuevo régimen previsional “universal, integral, solidario y sustentable”. Que no incluya términos como ‘publico’ o ‘de reparto’ hace sospechar el retorno del viejo sistema de capitalización privada, que sólo enriquece a unos pocos. Aunque frente a las cámaras los PRO simulen contener las lágrimas cuando hablan de los jubilados, sólo buscan facilitar los negocios de los especuladores de siempre. A pesar de que en estos años se alcanzó la cobertura previsional más alta de Latinoamérica, con más del 97 por ciento de beneficiados, eliminaron de un plumazo las bondades de la moratoria. En breve, quienes tengan aportes incompletos, han sido estafados por sus empleadores o trabajaron en la informalidad deberán conformarse con la pensión a la vejez, una dádiva que será del 80 por ciento del haber mínimo. Tantos titulares machacones en contra de las jubilaciones regaladas lograron convertir un derecho en una limosna y la prédica denostadora de Carlos Melconián se elevará a la categoría de política de Estado si este proyecto prospera.
El retorno de los “dueños”
Si el corazón de Macri se resintió en estos días no sólo fue por la resistencia que empieza a presentir en la sociedad, sino por las presiones de sus verdaderos representados. Por el Poder Real se está jugando el pellejo. No es que le molesten las exigencias de los miembros del Círculo Rojo, sino porque quieren todo de golpe. La inusitada transferencia de recursos que nos alejó del 50-50 en por lo menos 20 puntos; la eliminación por decreto y complicidad parlamentaria de la ley de SCA, un modelo en el mundo; la invasión de ceos y gerentes en áreas clave de la Rosada; la privatización del fútbol por unas monedas; la destrucción del empleo para abaratar costos y la eliminación de Pymes para acrecentar la supremacía de los más grandotes son algunas de las acciones sustanciales de estos meses. Además, con el decreto 721 no sólo devuelve la autonomía a las FFAA para sus asuntos internos, sino que renuncia a un mandato constitucional. Como corolario, en una entrevista con Infobae, Macri deseó que más jueces presenten su renuncia, en lugar de enfrentarse a un jury de enjuiciamiento, “para dar lugar a la renovación”. Con el Consejo de la Magistratura ilegalmente en manos del oficialismo, este angelical objetivo se convierte en una nueva amenaza.
Para la ‘justicia’ del futuro, conviene que haya más bonadíos y menos casanellos. Más que justicia, busca concretar una venganza y lograr el objetivo de que no se vuelva a repetir una experiencia similar al kirchnerismo. Para ello, no sólo deben esconder cuadros, cambiar nombres y erradicar periodistas, sino demonizar hasta el absurdo la gestión anterior y procesar a la mayor cantidad de ex funcionarios, aunque se deba forzar la interpretación de las leyes. Claudio Bonadío es el esbirro más destacado, el más presto a cumplir con los requerimientos del patriciado vernáculo. No conforme con procesar a CFK por la causa dólar futuro, ahora hace lo propio con Ricardo Echegaray por haber denunciado a los que habían fugado divisas a través del HSBC de Suiza. Con jueces así triunfan los tránsfugas, los que devaluaron la moneda desde su lugar de funcionarios para beneficiarse y los que provocaron el vaciamiento del país con 4040 cuentas sin declarar en Suiza. Con jueces como éste, ganan la mafias y no el país.
Una canción que se corea en las calles iguala a Macri con la dictadura del ’76. Una síntesis que acaba en exabrupto, que confunde, que fracasa. Aunque la empresa familiar haya crecido gracias a la alianza con las juntas militares; aunque su idea del país unido sugiera la amnesia colectiva sobre delitos de lesa humanidad; aunque se sienta más cómodo al amparo de las corporaciones, Macri no es un dictador. De alguna manera, puede parecerlo, pero no lo es. Sólo es la expresión más pura de la más egoísta derecha, a pesar de que jure carecer de ideología. De su mano, se profundizará la desigualdad, perderemos derechos, se entristecerán nuestros días. Si encuentra resistencia en sus planes clasistas, apelará a la violencia, como ya ha demostrado en varias oportunidades. Pero Macri no es un dictador porque ganó las elecciones. La dictadura está en otro lado, en esa minoría que siempre gobierna sin ser votada, en esos seres oscuros que ganan cuando todos pierden, que se acurrucan en sus madrigueras cuando todo parece pudrirse, que se erigen como paladines de la democracia a la hora de reconstruir lo que ellos mismos han destruido. Sólo cuando empecemos a reconocerlos, podremos domesticarlos para recuperar el país. Mientras tanto, no nos queda otra más que esquivar sus zarpazos.
Publicado por Gustavo Rosa en 4:02
lunes, 6 de junio de 2016
Extraña manera tienen los funcionarios amarillos de informar al público que el empresidente Macri tiene corazón, contra lo que había dicho su padre un tiempo atrás. A diferencia de la vieja canción de Luis Aguilé, este Pinocho posee un cuore y no necesita de hadas para que funcione. Una arritmia de viernes –negada al principio- ocupó las últimas horas de una semana un poco adversa al oficialismo. La marcha de repudio al veto presidencial a la ley anti-despidos y las críticas que se esbozaron durante el Ni una menos mostraron que la calle todavía es opositora. El rechazo a los tarifazos en distintos puntos del país alteró aún más la armonía del cambio y puso freno al desenfreno empresarial del ministro de Energía. Las alertas desde distintos sectores sobre la caída de las ventas y la producción anticipan que el segundo semestre no será mejor. Y, como frutilla de este amargo postre, las encuestas revelan que los globos se desinflan cada vez más. Con todo esto, no hay corazón que aguante, por más que sea del más frío y duro material.
Mientras las telenovelas judiciales entretienen al público cautivo, el Gran Equipo trabaja a destajo para satisfacer las demandas de los grupos concentrados. Después de la devaluación, de la quita de retenciones, de la apertura del comercio exterior que encarece nuestra mesa y destruye industrias locales, ahora se viene la simulada preocupación por el ingreso de los jubilados. No de los que cobran la mínima, por supuesto, sino de los que superan los 10 mil pesos y que a partir de 1991 padecieron una mala liquidación de sus haberes. Algunos tienen sentencia y a lo largo de estos años recibieron un resarcimiento gradual, otros están en proceso judicial y el resto, sólo espera. Para saldar esas deudas, el oficialismo ofrece un abanico de recursos, desde el blanqueo de capitales evadidos hasta la liquidación del FGS, las acciones que el Estado recuperó con los fondos de las AFJP.
La propuesta no pasa por abonar la totalidad de lo adeudado sino de ofrecer acuerdos parciales en cuotas que podrían abrir nuevos litigios. El proyecto de ley de “Reparación histórica para jubilados y pensionados” es un simulacro de solución, aunque muy costoso. Detrás del noble fin está por un lado, el famoso blanqueo cuyos propietarios no tendrán siquiera la obligación de dejar esas sumas unos meses en el país, como era en otros tiempos. Como no incluye a funcionarios, los miembros del Gran Equipo podrán mantener sus fondos en los paraísos fiscales sin un atisbo de rubor. Por otro lado, están las acciones en empresas privadas que la ANSES ha manejado con eficacia desde la desaparición de las AFJP, con ganancias crecientes, mejora en la distribución de dividendos y un incremento en la valorización de mercado en más del 400 por ciento. Por más que el Estado no ha sido un socio perjudicial en los negocios de los privados, algunos empresarios quieren erradicarlo de sus compañías. El proyecto que el Gobierno envió a la Cámara de Diputados satisface esa demanda del establishment, pues habilita la venta de las acciones que constituyen un respaldo del sistema previsional y una herramienta para enfrentar futuras crisis.
Pero hay otra trampa más perversa: la creación del Consejo de Sustentabilidad Previsional en el ministerio de Trabajo para elaborar el proyecto de un nuevo régimen previsional “universal, integral, solidario y sustentable”. Que no incluya términos como ‘publico’ o ‘de reparto’ hace sospechar el retorno del viejo sistema de capitalización privada, que sólo enriquece a unos pocos. Aunque frente a las cámaras los PRO simulen contener las lágrimas cuando hablan de los jubilados, sólo buscan facilitar los negocios de los especuladores de siempre. A pesar de que en estos años se alcanzó la cobertura previsional más alta de Latinoamérica, con más del 97 por ciento de beneficiados, eliminaron de un plumazo las bondades de la moratoria. En breve, quienes tengan aportes incompletos, han sido estafados por sus empleadores o trabajaron en la informalidad deberán conformarse con la pensión a la vejez, una dádiva que será del 80 por ciento del haber mínimo. Tantos titulares machacones en contra de las jubilaciones regaladas lograron convertir un derecho en una limosna y la prédica denostadora de Carlos Melconián se elevará a la categoría de política de Estado si este proyecto prospera.
El retorno de los “dueños”
Si el corazón de Macri se resintió en estos días no sólo fue por la resistencia que empieza a presentir en la sociedad, sino por las presiones de sus verdaderos representados. Por el Poder Real se está jugando el pellejo. No es que le molesten las exigencias de los miembros del Círculo Rojo, sino porque quieren todo de golpe. La inusitada transferencia de recursos que nos alejó del 50-50 en por lo menos 20 puntos; la eliminación por decreto y complicidad parlamentaria de la ley de SCA, un modelo en el mundo; la invasión de ceos y gerentes en áreas clave de la Rosada; la privatización del fútbol por unas monedas; la destrucción del empleo para abaratar costos y la eliminación de Pymes para acrecentar la supremacía de los más grandotes son algunas de las acciones sustanciales de estos meses. Además, con el decreto 721 no sólo devuelve la autonomía a las FFAA para sus asuntos internos, sino que renuncia a un mandato constitucional. Como corolario, en una entrevista con Infobae, Macri deseó que más jueces presenten su renuncia, en lugar de enfrentarse a un jury de enjuiciamiento, “para dar lugar a la renovación”. Con el Consejo de la Magistratura ilegalmente en manos del oficialismo, este angelical objetivo se convierte en una nueva amenaza.
Para la ‘justicia’ del futuro, conviene que haya más bonadíos y menos casanellos. Más que justicia, busca concretar una venganza y lograr el objetivo de que no se vuelva a repetir una experiencia similar al kirchnerismo. Para ello, no sólo deben esconder cuadros, cambiar nombres y erradicar periodistas, sino demonizar hasta el absurdo la gestión anterior y procesar a la mayor cantidad de ex funcionarios, aunque se deba forzar la interpretación de las leyes. Claudio Bonadío es el esbirro más destacado, el más presto a cumplir con los requerimientos del patriciado vernáculo. No conforme con procesar a CFK por la causa dólar futuro, ahora hace lo propio con Ricardo Echegaray por haber denunciado a los que habían fugado divisas a través del HSBC de Suiza. Con jueces así triunfan los tránsfugas, los que devaluaron la moneda desde su lugar de funcionarios para beneficiarse y los que provocaron el vaciamiento del país con 4040 cuentas sin declarar en Suiza. Con jueces como éste, ganan la mafias y no el país.
Una canción que se corea en las calles iguala a Macri con la dictadura del ’76. Una síntesis que acaba en exabrupto, que confunde, que fracasa. Aunque la empresa familiar haya crecido gracias a la alianza con las juntas militares; aunque su idea del país unido sugiera la amnesia colectiva sobre delitos de lesa humanidad; aunque se sienta más cómodo al amparo de las corporaciones, Macri no es un dictador. De alguna manera, puede parecerlo, pero no lo es. Sólo es la expresión más pura de la más egoísta derecha, a pesar de que jure carecer de ideología. De su mano, se profundizará la desigualdad, perderemos derechos, se entristecerán nuestros días. Si encuentra resistencia en sus planes clasistas, apelará a la violencia, como ya ha demostrado en varias oportunidades. Pero Macri no es un dictador porque ganó las elecciones. La dictadura está en otro lado, en esa minoría que siempre gobierna sin ser votada, en esos seres oscuros que ganan cuando todos pierden, que se acurrucan en sus madrigueras cuando todo parece pudrirse, que se erigen como paladines de la democracia a la hora de reconstruir lo que ellos mismos han destruido. Sólo cuando empecemos a reconocerlos, podremos domesticarlos para recuperar el país. Mientras tanto, no nos queda otra más que esquivar sus zarpazos.
Publicado por Gustavo Rosa en 4:02
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