El mito del engaño y el PRO
En sociedades como las actuales, donde lo mediático actúa como política culturalque organiza los significados sociales y donde como cultura política establece las formas de recepción y comprensión de lo real, es fácil caer en la explicación totalizadora y simplificante que justifica en su accionar y en el blindaje que otorga como la razón fundamental acerca de la pérdida del poder y se obtura el comprender lo que eso implica realmente , que es la pérdida de la capacidad de representación política.
domingo, 12 de junio de 2016
El discurso PRO se regodea con el mito del engaño.
"Fueron engañados" como sociedad , cuando les hicieron creer que podían vivir mejor.
Mirar TV en tu casa confortablemente calentito es un despilfarro si vivís en el Sur patagónico.
La "pesada herencia" es lo que justifica que ahora hay que sufrir.
Los dichos,desde lo profundo de su convencimiento de clase y que por eso son ciertos en su valor simbólico, reflejan lo que sienten los González Fraga, los Frigerio y los Macri.
Pero son más que eso.
Reflota el proponer al populismo como el sistema que "reparte sin preocuparse después quién paga la fiesta".
Propone además que ese discurso es responsable de sabotear la salud de la república y tiene capacidades -oscuras, paralizantes, idiotizantes- de hacer mermar a la democracia.
Repone , en sus distintas versiones históricas y sociales, el mito de la imposibilidad de América Latina, sea en Brasil, Ecuador, Venezuela ,Bolivia o la Argentina.
En sociedades como las actuales, donde lo mediático actúa como política cultural que organiza los significados sociales y donde como cultura política establece las formas de recepción y comprensión de lo real, es fácil caer en la explicación totalizadora y simplificante que justifica en su accionar y en el blindaje que otorga como la razón fundamental acerca de la pérdida del poder y se obtura el comprender lo que eso implica realmente , que es la pérdida de la capacidad de representación política.
Si como decía Nicolás Casullo, el populismo es una amalgama de distintos sujetos sociales que parten de lo político como conflicto y que pretenden un posible cambio de la historia, esa amalgama es variable , inconstante y carece de una forma cristalizada, pero lo que la caracteriza es la capacidad de representar y conducir las aspiraciones de un colectivo social por parte de una autoridad suprema, encarnada en la figura de un Estado democratizador que redistribuye la producción social. Esto implica errores, decisionismo, marchas y contramarchas propias de las distintas configuraciones que se suceden.
El lenguaje neoconservador propone, envuelto en su discurso de no-valores como la "alegría" con la que "todos juntos" podemos "enfrentar la corrupción", un sistema que admite recortes de presupuesto necesarios, una mítica regulación por el mercado de los precios de la economía, califica de pernicioso el rol del Estado interventor, y caracteriza como ineficaz al gasto social justificando su eliminación.
El conflicto es un obstáculo de la inversión- porque no somos "serios"- y resultan imprescindibles los monitoreos de organismos internacionales que llevan a la pérdida de soberanía.
Para el populismo , la oposición a ese lenguaje del elogio del no-valor creo que tiene que ser la re afirmación que nombra y constituye los imaginarios sociales que dice representar, por lo que más que nunca aquel que aspire a conducir debe escuchar y dialogar con las opciones de la amalgama que propone la historia y no solamente con las que comparten el análisis de la coyuntura.
Hablar para propios sólo genera un vacío , que se llena con lo primero que aparezca.
domingo, 12 de junio de 2016
Creías que podías gastar, gil ?
http://elcanilla.blogspot.com.ar/2016/06/creias-que-podias-gastar-gil.htmlEl discurso PRO se regodea con el mito del engaño.
"Fueron engañados" como sociedad , cuando les hicieron creer que podían vivir mejor.
Mirar TV en tu casa confortablemente calentito es un despilfarro si vivís en el Sur patagónico.
La "pesada herencia" es lo que justifica que ahora hay que sufrir.
Los dichos,desde lo profundo de su convencimiento de clase y que por eso son ciertos en su valor simbólico, reflejan lo que sienten los González Fraga, los Frigerio y los Macri.
Pero son más que eso.
Reflota el proponer al populismo como el sistema que "reparte sin preocuparse después quién paga la fiesta".
Propone además que ese discurso es responsable de sabotear la salud de la república y tiene capacidades -oscuras, paralizantes, idiotizantes- de hacer mermar a la democracia.
Repone , en sus distintas versiones históricas y sociales, el mito de la imposibilidad de América Latina, sea en Brasil, Ecuador, Venezuela ,Bolivia o la Argentina.
En sociedades como las actuales, donde lo mediático actúa como política cultural que organiza los significados sociales y donde como cultura política establece las formas de recepción y comprensión de lo real, es fácil caer en la explicación totalizadora y simplificante que justifica en su accionar y en el blindaje que otorga como la razón fundamental acerca de la pérdida del poder y se obtura el comprender lo que eso implica realmente , que es la pérdida de la capacidad de representación política.
Si como decía Nicolás Casullo, el populismo es una amalgama de distintos sujetos sociales que parten de lo político como conflicto y que pretenden un posible cambio de la historia, esa amalgama es variable , inconstante y carece de una forma cristalizada, pero lo que la caracteriza es la capacidad de representar y conducir las aspiraciones de un colectivo social por parte de una autoridad suprema, encarnada en la figura de un Estado democratizador que redistribuye la producción social. Esto implica errores, decisionismo, marchas y contramarchas propias de las distintas configuraciones que se suceden.
El lenguaje neoconservador propone, envuelto en su discurso de no-valores como la "alegría" con la que "todos juntos" podemos "enfrentar la corrupción", un sistema que admite recortes de presupuesto necesarios, una mítica regulación por el mercado de los precios de la economía, califica de pernicioso el rol del Estado interventor, y caracteriza como ineficaz al gasto social justificando su eliminación.
El conflicto es un obstáculo de la inversión- porque no somos "serios"- y resultan imprescindibles los monitoreos de organismos internacionales que llevan a la pérdida de soberanía.
Para el populismo , la oposición a ese lenguaje del elogio del no-valor creo que tiene que ser la re afirmación que nombra y constituye los imaginarios sociales que dice representar, por lo que más que nunca aquel que aspire a conducir debe escuchar y dialogar con las opciones de la amalgama que propone la historia y no solamente con las que comparten el análisis de la coyuntura.
Hablar para propios sólo genera un vacío , que se llena con lo primero que aparezca.
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