18 junio, 2011

El arco y el cesto (Pierre Clastres)

www.public.asu.edu/~krhill3/Ache.html

Casi sin transición, la noche se ha apoderado de la selva, y la masa de los grandes árboles parece acercarse. Con la oscuridad también se instala el silencio; pájaros y monos se han callado y sólo se dejan oír, lúgubres, las seis notas desesperadas del urutaú. Y, como por tácito acuerdo con el recogimiento general en que se disponen seres y cosas, ningún ruido surge ya de este espacio furtivamente habitado donde acampa un pequeño grupo de hombres. Allí descansa una banda de indios guayakíes. Avivada a veces por un ventarrón, la luz de cinco o seis fogatas arranca a la sombra el círculo vago de los refugios de palmas cada uno de los cuales, endeble y pasajera morada de los nómadas, protege el reposo de una familia. Las conversaciones susurradas que siguieron a la cena se han apagado poco a poco, las mujeres que abrazan todavía a los hijos acurrucados duermen. Pareciera que también duermen los hombres, los cuales sentados cerca de sus fogatas montan una guardia muda y rigurosamente inmóvil. Pero no duermen y sus miradas pensativas, prendidas a las tinieblas vecinas, delatan una soñadora expectativa. Es que los hombres se aprestan a cantar, y esta noche, como a veces en esta hora propicia, entonarán, cada cual para sí, el canto de los cazadores: la meditación prepara el sutil acuerdo del alma y del instante con las palabras que han de expresarlo. De pronto una voz se eleva, al comienzo casi imperceptible —tan interiormente nace—, prudente murmullo que aún no articula nada, entregado a la búsqueda paciente de un tono y de un discurso exactos. Poco a poco se eleva, el cantor se siente ya seguro de sí, y de repente, límpido, libre y tenso, brota su canto. Estimulada por aquélla, una segunda voz se une a la primera, luego una tercera; lanzan palabras apresuradas, como respuestas que se adelantan siempre a las preguntas. Ahora todos los hombres cantan. Siguen siempre inmóviles, con la mirada tan sólo algo más extraviada; todos cantan a la vez, pero cada cual canta su propio canto. Son dueños de la noche y cada uno se quiere dueño de sí.

Bombardeo sobre Plaza de Mayo

16 de junio de 1955.
Una masacre silenciada durante muchos años...


15 junio, 2011

La oveja negra - microcuento

La oveja negra
Augusto Monterroso
 
En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

04 junio, 2011

Vencidos. Poema de León Felipe

El tema que me emocionaba tanto en la voz de Joan Manuel Serrat en dos versiones:
El bello poema de León Felipe que le da letra y un dibujo magistral de Pablo Picasso.


Poema Vencidos de Leon Felipe

Fuente: http://castellano-in.blogia.com/



Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.

Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar,
va cargado de amargura,
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar.
Va cargado de amargura,
que allá «quedó su ventura»
en la playa de Barcino, frente al mar.

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Va cargado de amargura,
va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.

¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar!
¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar!

Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo,
y llévame a ser contigo
pastor.

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar…

http://www.poemasde.net/vencidos-leon-felipe/
consultado 4jun2011

Las vidas de Leon Felipe

http://laalcazaba.blogspot.com/
BIOGRAFIA 1

León Felipe
Otros nombres: Felipe Camino Galicia de la Rosa
País: España
Nacimiento: Tábara, 11 de abril de 1884
Defunción: Ciudad de México, 18 de septiembre de 1968

De nombre Felipe Camino Galicia de la Rosa, marchó en 1883 a Santander, estudiando en los escolapios y en un instituto. Marchó a Madrid donde se licenció en Farmacia, y a su retorno a Santander, trabajó como farmacéutico. Mas tarde regentó varias farmacias en pueblos españoles y se unió a una compañía de teatro, iniciando una vida nómada por toda España. Tras tres años de cárcel por un desfalco, marchó a Barcelona y en 1819 a Madrid. Posteriormente vivió tres años en Fernando Poo (Guinea Ecuatorial), trabajando como administrador de hospitales del Golfo de Guinea. En 1922, marchó a México, donde trabajó como bibliotecario, y tras ir a Estados Unidos y estudiar en la Universidad de Columbia ejerció como profesor de Literatura Española en la Universidad Cornell. Volvió a España y en 1938, por sus ideas republicanas, se exilió definitivamente a México, con incursiones en estados Unidos (fue profesor de Español en Las Vegas). Desde entonces hasta su muerte, siguió escribiendo poemas y teatro.

http://www.lecturalia.com/autor/4277/leon-felipe
consultado 4jun2011





BIOGRAFIA 2
DEL POETA LEON FELIPE

Información preparada por: Leopoldo de Trazegnies Granda
FUENTES:
-Aproximaciones a la vida y obra de León Felipe. Leopoldo de Luis.
Cuatro conferencias pronunciadas en el Instituto de España en febrero de 1983.
Edita: Instituto de España. Madrid, 1984.


LEON FELIPE

             Aunque el propio León Felipe dijera: "Los grandes poetas no tienen biografía, tienen destino", podemos intentar hacer un breve resumen de su interesante vida.
             Nace en 1884 en Tábara, pueblo de Zamora, hijo de un notario. Su verdadero nombre era Felipe Camino Galicia de la Rosa. Pertenecía a una burguesía acomodada. Estudió farmacia (llegó a tener una botica) pero renunció muy pronto a esa vida que él consideraba monótona y en cierto sentido privilegiada, para ejercer su libertad embarcándose en aventuras que le acercaran a sus semejantes.
             En su juventud viaja por España como actor de una compañía ambulante, más tarde pasa tres años en la cárcel, acusado de haber realizado un desfalco. Con su primer amor, una chica peruana llamada Irene Lambarri que conoció en Valmaseda (Vizcaya), sienta un poco la cabeza y se radica con ella en Barcelona, pero al poco tiempo se separan y León Felipe decide ir a la capital de España, probablemente ya con la idea de dedicarse a la poesía. En Madrid vive una bohemia prostibularia y miserable que le lleva incluso a pasar algunas noches en las antiguas pensiones donde se permite dormir a los menesterosos sentados en un banco y apoyando la cabeza en una soga que sueltan a primera hora de la mañana:

                      He dormido en el estiércol de las cuadras,
                      en los bancos municipales,
                      he recostado mi cabeza en la soga de los mendigos
                      y me ha dado limosna -Dios se lo pague-
                      una prostituta callejera...

             Versos y oraciones de caminante es su primer libro de poemas (años después titularía un poema: Versos y blasfemias de caminante) que leyó hacia 1919 en el Ateneo de Madrid. Pero siguiendo la premonición del título y de su auténtico apellido, tarda poco en iniciar sus caminos fuera de España: ¡Solicita un empleo en los hospitales de Guinea y se embarca para la isla de Elobey! Allí permanece tres años para volver a España por poco tiempo y embarcarse, esta vez, hacia América.
             En México se dedica a la enseñanza, actividad que recuerda la de Antonio Machado, al que siempre consideró su maestro. Conoce a Berta Gamboa, profesora también, con quien se casa. El matrimonio pasa a vivir a Norteamérica, donde traduce a Waldo Frank y a Walt Whitman y escribe un largo poema titulado Drop a star.
             Al estallar la guerra civil española en 1936 vuelve a su tierra, totalmente identificado con el gobierno republicano y constitucional amenazado entonces por el levantamiento militar del general Franco. Su experiencia es desgarradora. En 1938 huye del bando nacional y se exilia definitivamente en México. Es cuando escribe Español del éxodo y del llanto:

                      ¡España, España!
                      todos pensaban
                      -el hombre, la Historia y la fábula-,
                      todos pensaban
                      que ibas a terminar en una llama...
                      y has terminado en una charca.

             Después de una larga vida enfrentándose a la injusticia a través de su verbo, fallece en México en 1968.
             Fue uno de los mejores intérpretes del sentimiento español, humano, que supo transmitir intensamente en su poesía, como lo hizo su contemporáneo el peruano César Vallejo en España aparta de mí este cáliz. Sin embargo, a León Felipe no se le ha llegado a reconocer el innegable valor de su obra.
             Por un lado, se le sitúa a caballo entre la Generación del 98 y la del 27, sin darle plenas credenciales en ninguna de las dos. Por otro, su origen burgués hizo que algunos lo encasillaran bajo la etiqueta de "señorito de provincias" aunque, como hemos visto, él rechazara desde su juventud tal condición. Su largo exilio republicano en México impidió que los críticos que permanecieron en la España franquista le prestaran atención: Vicente Gaos, en su obra Claves de la literatura española (Ediciones Guadarrama. Madrid, 1971) sólo lo menciona en cinco líneas y para incluirlo en un grupo de poetas que el autor considera de "segundo orden" que "no llegaron a desarrollar plena personalidad poética"; también es cierto, que el mismo Gaos considera "poetas menores" nada menos que a ¡Prados y Altolaguirre! Aunque la opinión crítica de este erudito pudo estar filtrada en tamices políticos, esa era, al fin de cuentas, la crítica que había en España durante la larga dictadura.
             Su obra fue respetada, valorada y querida (que sería lo más importante para él) por sus compañeros de exilio y por la crítica mexicana. Juan Ramón Jiménez, con una poesía tan alejada de la de León Felipe, no fue muy generoso con él, en 1953 lo considera injustamente "el mejor de los de menos importancia".
             Es ahora que se vuelve sobre la poesía de este duro poeta leonés, sobre su grito terrible contra y a favor del mundo, de la "España desmembrada, del hacha, del llanto y la discordia." Poesía, a veces ruda, que se levanta en clara rebeldía contra la injusticia, el abuso y la insolidaridad:

                      Está muerta. ¡Miradla!
                      Los que habéis vivido siempre arañando su piel,
                      removiendo sus llagas,
                      vistiendo sus harapos
                      llevando a los mercados negros terciopelos y lentejuelas,
                      escapularios y cascabeles...
                      y luego no habéis sabido conservar este viejo negocio
                      que os daba pan y gloria,
                      quisiérais que viviera eternamente.
                      Pero está muerta.
                      Miradla todos...

http://www.trazegnies.arrakis.es/bioleonf.html
consultado 4jun2011