21 abril, 2013

Argumentos para defender el statu quo

"No hay ninguna duda, el derecho a tener siervos de la gleba es violado por el derecho a transformarlos en ciudadanos libres. El derecho a tener esclavos es violado por su liberación, y el derecho a explotar salvajemente es violado por el derecho a trabajar tan sólo ocho horas. El derecho a tener derecho, entonces, deja de ser abstracto, pierde su condición teórica, cuando es garantizado para todas y todos. Antes no, antes sólo legaliza privilegios, y el objetivo elemental de cualquier programa democrático es poner fin a los privilegios fundados en ley."

domingo, 21 de abril de 2013
Justicia y diKtadura


Argumentos para defender el statu quo

Por Alejandro Horowicz / Tiempo Argentino

Si algo enseña la historia nacional es que las dictaduras siempre contaron con el sometimiento irrestricto del Poder Judicial.

Todos los que participamos alguna vez en una institución reglada –club, sindicato, facultad, partido político– sabemos que una cosa son los "objetivos" de su carta orgánica, y otra su práctica cotidiana. No pocas veces una cosa desvirtúa a la otra. En más de una oportunidad presencié cómo la voluntad reformista de un participante bienintencionado era cercenada por un hábil conocedor del reglamento. "Eso no se puede, ya que viola los artículos tales y cuales", decía orondo y la cuestión se archivaba sin culpa. Si no se puede… no se puede, la ley está para cumplirse y no para pasar impunemente sobre ella, nos recordaban los más doctos que por lo general eran abogados.

20 abril, 2013

Las 10 estrategias de la dominación Por Sylvain Timsit


JUEVES, 28 DE MARZO DE 2013

Atribuido erróneamente al lingüista estadounidense Noam Chomsky, anda dando vueltas en la web una lista que sintetiza las estrategias de dominación de los medios de comunicación. Son diez principios puntuales y comprobables que bien podrían funcionar como un decálogo de la dominación de masas. En realidad, el texto corresponde a Sylvain Timsit, un francés que mantiene una página de internet y un blog dedicados a rebatir el pensamiento único que imponen los medios de comunicación hegemónicos. El mismo Chomsky ha reconocido que no es el autor del texto, pero afirma coincidir con algunos de los puntos planteados por el francés. Luis Salas

Las diez estrategias de la dominación

1.La estrategia de la distracción
Es el arma más poderosa de los medios. Mantener al público distraído, entretenido, viéndose el ombligo. El bombardeo de información insignificante e inútil mantiene al espectador lejos de todos aquellos temas que en realidad importan, que en realidad le afectan y que exigen una toma de postura de su parte. Con el público embelesado y entretenido, las élites políticas  y económicas hacen lo que les canta.

2.Crear problemas, después ofrecer soluciones
El poder es astuto y arriesgado. Tiene cancha, y puede permitirse lujos que parecerían suicidas. Puede permitirse tranquilamente el crear problemas dentro de sus gobernados –por acción o por omisión – para que luego sean esos mismos gobernados los que le exijan soluciones que lo fortalecerán. Basta pensar la no tan descabellada teoría conspiratoria de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, que causaron el pánico en la población estadounidense y se tradujeron en el aumento de los controles policiales en todas las instancias de la sociedad.


¿Puede la civilización sobrevivir al capitalismo? Por N. Chomsky


"La Ley CILE manda enseñanza equilibrada de la ciencia del clima en salones de clase K-12. La enseñanza equilibrada es una frase en código que se refiere a enseñar la negación del cambio climático, a equilibrar la corriente de la ciencia del clima. Es análoga a la enseñanza equilibrada apoyada por creacionistas para hacer posible la enseñanza de ciencia de creación en escuelas públicas."



lunes, 18 de marzo de 2013
¿Puede la civilización sobrevivir al capitalismo?
Noam Chomsky, La Jornada

Hay capitalismo y luego el verdadero capitalismo existente. El término capitalismo se usa comúnmente para referirse al sistema económico de Estados Unidos con intervención sustancial del Estado, que va de subsidios para innovación creativa a la póliza de seguro gubernamental para bancos demasiado-grande-para-fracasar.

El sistema está altamente monopolizado, limitando la dependencia en el mercado cada vez más: En los últimos 20 años el reparto de utilidades de las 200 empresas más grandes se ha elevado enormemente, reporta el académico Robert W. McChesney en su nuevo libro Digital disconnect. Capitalismo es un término usado ahora comúnmente para describir sistemas en los que no hay capitalistas; por ejemplo, el conglomerado-cooperativa Mondragón en la región vasca de España o las empresas cooperativas que se expanden en el norte de Ohio, a menudo con apoyo conservador –ambas son discutidas en un importante trabajo del académico Gar Alperovitz. Algunos hasta pueden usar el término capitalismo para referirse a la democracia industrial apoyada por John Dewey, filósofo social líder de Estados Unidos, a finales del siglo XIX y principios del XX. Dewey instó a los trabajadores a ser los dueños de su destino industrial y a todas las instituciones a someterse a control público, incluyendo los medios de producción, intercambio, publicidad, transporte y comunicación. A falta de esto, alegaba Dewey, la política seguirá siendo la sombra que los grandes negocios proyectan sobre la sociedad. La democracia truncada que Dewey condenaba ha quedado hecha andrajos en los últimos años. Ahora el control del gobierno se ha concentrado estrechamente en el máximo del índice de ingresos, mientras la gran mayoría de los de abajo han sido virtualmente privados de sus derechos.

18 abril, 2013

Desestabilizacón "blanda"

La nueva estrategia "blanda" de desestabilización política.
18.4.2013
http://www.atilioboron.com.ar/2013/04/la-nueva-estrategia-blanda-de.html#more


¡Hola todas y todos! Como recordarán, hace días que a propósito de la estrategia de Capriles y sus mandantes en Venezuela (la Casa Blanca y el aparato político, militar e ideológico del imperio) dije que el derrotado candidato de la derecha estaba siguiendo al pie de la letra el manual del golpismo elaborado por la CIA y sus asesores. El más importante de ellos es el profesor Gene Sharp, autor de varios textos sobre la materia, que la opinión gentil y amable de la academia lo hace aparecer como el "filósofo de la no-violencia". En realidad es exactamente lo contrario, sólo que no es un apologista de la violencia brutal sino en la medida justa y cuando es necesaria. Sharp promueve otro tipo de violencia, conocido como "el poder blando", pero que puede tan agresiva como la otra. La escalada violenta sufrida por Venezuela y lo que podría ocurrir a partir de hoy en la Argentina, habida cuenta del "cacerolazo" planificado para el día de la fecha (y que no se puede entender si no es en el marco de una estrategia desestabilizadora más amplio alcance) aconsejan estudiar muy seriamente las propuestas de Sharp y sus amigos. Para comenzar, comparto un artículo escrito por Thierry Meyssan en el 2005 y que lamentablemente no tuvo la repercusión que merecía. Los acontecimientos posteriores de América Latina se encargaron de demostrar que los consejos de Sharp no cayeron en saco roto: "Mel" Zelaya en Honduras y Fernando Lugo en Paraguay ejemplifican el nuevo tipo de golpe de estado que ahora promueve Estados Unidos. Hay gente y organizaciones sociales y políticas en nuestros países que aplica meticulosamente las técnicas golpistas de Sharp, a quien los agentes del imperio lo tienen como uno de sus más importantes estrategas en esta nueva forma de lucha “soft”, sibilina y disimulada, con la cual Estados Unidos procura reconquistar posiciones en América Latina y el Caribe. A continuación, el artículo de Meyssan.

10 abril, 2013

El hambre por Manuel Mujica Lainez


"Es una noche muy fría del mes de junio. La luna macilenta hace palidecer las chozas, las tiendas y los fuegos escasos. Dijérase que por unas horas habrá paz con los indios, famélicos también, pues ha amenguado el ataque."

Fuente: escribirte.com

Alrededor de la empalizada desigual que corona la meseta frente al río, las hogueras de los indios chisporrotean día y noche. En la negrura sin estrellas meten más miedo todavía. Los españoles, apostados cautelosamente entre los troncos, ven al fulgor de las hogueras destrenzadas por la locura del viento, las sombras bailoteantes de los salvajes. De tanto en tanto, un soplo de aire helado, al colarse en las casucas de barro y paja, trae con él los alaridos y los cantos de guerra. Y en seguida recomienza la lluvia de flechas incendiarias cuyos cometas iluminan el paisaje desnudo. En las treguas, los gemidos del Adelantado, que no abandona el lecho, añaden pavor a los conquistadores. Hubieran querido sacarle de allí; hubieran querido arrastrarle en su silla de manos, blandiendo la espada como un demente, hasta los navíos que cabecean más allá de la playa de toscas, desplegar las velas y escapar de esta tierra maldita; pero no lo permite el cerco de los indios. Y cuando no son los gritos de los sitiadores ni los lamentos de Mendoza, ahí está el angustiado implorar de los que roe el hambre, y cuya queja crece a modo de una marea, debajo de las otras voces, del golpear de las ráfagas, del tiroteo espaciado de los arcabuces, del crujir y derrumbarse de las construcciones ardientes.
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Así han transcurrido varios días; muchos días. No los cuentan ya. Hoy no queda mendrugo que llevarse a la boca. Todo ha sido arrebatado, arrancado, triturado: las flacas raciones primero, luego la harina podrida, las ratas, las sabandijas inmundas, las botas hervidas cuyo cuero chuparon desesperadamente. Ahora jefes y soldados yacen doquier, junto a los fuegos débiles o arrimados a las estacas defensoras. Es difícil distinguir a los vivos de los muertos.
Don Pedro se niega a ver sus ojos hinchados y sus labios como higos secos, pero en el interior de su choza miserable y rica le acosa el fantasma de esas caras sin torsos, que reptan sobre el lujo burlón de los muebles traídos de Guadix, se adhieren al gran tapiz con los emblemas de la Orden de Santiago, aparecen en las mesas, cerca del Erasmo y el Virgilio inútiles, entre la revuelta vajilla que, limpia de viandas, muestra en su tersura el “Ave María” heráldico del fundador.
El enfermo se retuerce como endemoniado. Su diestra, en la que se enrosca el rosario de madera, se aferra a las borlas del lecho. Tira de ellas enfurecido, como si quisiera arrastrar el pabellón de damasco y sepultarse bajo sus bordadas alegorías. Pero hasta allí le hubieran alcanzado los quejidos de la tropa. Hasta allí se hubiera deslizado la voz espectral de Osorio, el que hizo asesinar en la playa del Janeiro, y la de su hermano don Diego, ultimado por los querandíes el día de Corpus Christi, y las otras voces, más distantes, de los que condujo al saqueo de Roma, cuando el Papa tuvo que refugiarse con sus cardenales en el castillo de Sant Angelo. Y si no hubiera llegado aquel plañir atroz de bocas sin lenguas, nunca hubiera logrado eludir la persecución de la carne corrupta, cuyo olor invade el aposento y es más fuerte que el de las medicinas. ¡Ay!, no necesita asomarse a la ventana para recordar que allá afuera, en el centro mismo del real, oscilan los cadáveres de los tres españoles que mandó a la horca por haber hurtado un caballo y habérselo comido. Les imagina, despedazados, pues sabe que otros compañeros les devoraron los muslos.
¿Cuándo regresará Ayolas, Virgen del Buen Aire? ¿Cuándo regresarán los que fueron al Brasil en pos de víveres? ¿Cuándo terminará este martirio y partirán hacia la comarca del metal y de las perlas? Se muerde los labios, pero de ellos brota el rugido que aterroriza. Y su mirada turbia vuelve hacia los platos donde el pintado escudo del Marqués de Santillana finge a su extravío una fruta roja y verde.

Baitos, el ballestero, también imagina. Acurrucado en un rincón de su tienda, sobre el suelo duro, piensa que el Adelantado y sus capitanes se regalan con maravillosos festines, mientras él perece con las entrañas arañadas por el hambre. Su odio contra los jefes se torna entonces más frenético. Esa rabia le mantiene, le alimenta, le impide echarse a morir. Es un odio que nada justifica, pero que en su vida sin fervores obra como un estímulo violento. En Morón de la Frontera detestaba al señorío. Si vino a América fue porque creyó que aquí se harían ricos los caballeros y los villanos, y no existirían diferencias. ¡Cómo se equivocó! España no envió a las Indias armada con tanta hidalguía como la que fondeó en el Río de la Plata. Todos se las daban de duques. En los puentes y en las cámaras departían como si estuvieran en palacios. Baitos les ha espiado con los ojos pequeños, entrecerrándolos bajo las cejas pobladas. El único que para él algo valía, pues se acercaba a veces a la soldadesca, era Juan Osorio, y ya se sabe lo que pasó: le asesinaron en el Janeiro. Le asesinaron los señores por temor y por envidia. ¡Ah, cuánto, cuánto les odia, con sus ceremonias y sus aires! ¡Como si no nacieran todos de idéntica manera! Y más ira le causan cuando pretenden endulzar el tono y hablar a los marineros como si fueran sus iguales. ¡Mentira, mentiras! Tentado está de alegrarse por el desastre de la fundación que tan recio golpe ha asestado a las ambiciones de esos falsos príncipes. ¡Sí! ¿Y por qué no alegrarse?
El hambre le nubla el cerebro y le hace desvariar. Ahora culpa a los jefes de la situación. ¡El hambre!, ¡el hambre!, ¡ay!; ¡clavar los dientes en un trozo de carne! Pero no lo hay... no lo hay... Hoy mismo, con su hermano Francisco, sosteniéndose el uno al otro, registraron el campamento. No queda nada que robar. Su hermano ha ofrecido vanamente, a cambio de un armadillo, de una culebra, de un cuero, de un bocado, la única alhaja que posee: ese anillo de plata que le entregó su madre al zarpar de San Lúcar y en el que hay labrada una cruz. Pero así hubiera ofrecido una montaña de oro, no lo hubiera logrado, porque no lo hay, porque no lo hay. No hay más que ceñirse el vientre que punzan los dolores y doblarse en dos y tiritar en un rincón de la tienda.
El viento esparce el hedor de los ahorcados. Baitos abre los ojos y se pasa la lengua sobre los labios deformes. ¡Los ahorcados! Esta noche le toca a su hermano montar guardia junto al patíbulo. Allí estará ahora, con la ballesta. ¿Por qué no arrastrarse hasta él? Entre los dos podrán descender uno de los cuerpos y entonces...
Toma su ancho cuchillo de caza y sale tambaleándose.

Es una noche muy fría del mes de junio. La luna macilenta hace palidecer las chozas, las tiendas y los fuegos escasos. Dijérase que por unas horas habrá paz con los indios, famélicos también, pues ha amenguado el ataque. Baitos busca su camino a ciegas entre las matas, hacia las horcas. Por aquí debe de ser. Sí, allí están, allí están, como tres péndulos grotescos, los tres cuerpos mutilados. Cuelgan, sin brazos, sin piernas... Unos pasos más y los alcanzará. Su hermano andará cerca. Unos pasos más...
Pero de repente surgen de la noche cuatro sombras. Se aproximan a una de las hogueras y el ballestero siente que se aviva su cólera, atizada por las presencias inoportunas. Ahora les ve. Son cuatro hidalgos, cuatro jefes: don Francisco de Mendoza, el adolescente que fuera mayordomo de don Fernando, Rey de los Romanos; don Diego Barba, muy joven, caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén; Carlos Dubrin, hermano de leche de nuestro señor Carlos V; y Bernardo Centurión, el genovés, antiguo cuatralbo de las galeras del Príncipe Andrea Doria.
Baitos se disimula detrás de una barrica. Le irrita observar que ni aun en estos momentos en que la muerte asedia a todos han perdido nada de su empaque y de su orgullo. Por lo menos lo cree él así. Y tomándose de la cuba para no caer, pues ya no le restan casi fuerzas, comprueba que el caballero de San Juan luce todavía su roja cota de armas, con la cruz blanca de ocho puntas abierta como una flor en el lado izquierdo, y que el italiano lleva sobre la armadura la enorme capa de pieles de nutria que le envanece tanto.A este Bernardo Centurión le execra más que a ningún otro. Ya en San Lúcar de Barrameda, cuando embarcaron, le cobró una aversión que ha crecido durante el viaje. Los cuentos de los soldados que a él se refieren fomentaron su animosidad. Sabe que ha sido capitán de cuatro galeras del Príncipe Doria y que ha luchado a sus órdenes en Nápoles y en Grecia. Los esclavos turcos bramaban bajo su látigo, encadenados a los remos. Sabe también que el gran almirante le dio ese manto de pieles el mismo día en que el Emperador le hizo a él la gracia del Toisón. ¿Y qué? ¿Acaso se explica tanto engreimiento? De verle, cuando venía a bordo de la nao, hubieran podido pensar que era el propio Andrea Doria quien venía a América. Tiene un modo de volver la cabeza morena, casi africana, y de hacer relampaguear los aros de oro sobre el cuello de pieles, que a Baitos le obliga a apretar los dientes y los puños. ¡Cuatralbo, cuatralbo de la armada del Príncipe Andrea Doria! ¿Y qué? ¿Será él menos hombre, por ventura? También dispone de dos brazos y de dos piernas y de cuanto es menester...
Conversan los señores en la claridad de la fogata. Brillan sus palmas y sus sortijas cuando las mueven con la sobriedad del ademán cortesano; brilla la cruz de Malta; brilla el encaje del mayordomo del Rey de los Romanos, sobre el desgarrado jubón; y el manto de nutrias se abre, suntuoso, cuando su dueño afirma las manos en las caderas. El genovés dobla la cabeza crespa con altanería y le tiemblan los aros redondos. Detrás, los tres cadáveres giran en los dedos del viento.
El hambre y el odio ahogan al ballestero. Quiere gritar mas no lo consigue y cae silenciosamente desvanecido sobre la hierba rala.

Cuando recobró el sentido, se había ocultado la luna y el fuego parpadeaba apenas, pronto a apagarse. Había callado el viento y se oían, remotos, los aullidos de la indiada. Se incorporó pesadamente y miró hacia las horcas. Casi no divisaba a los ajusticiados. Lo veía todo como arropado por una bruma leve. Alguien se movió, muy cerca. Retuvo la respiración, y el manto de nutrias del capitán de Doria se recortó, magnífico, a la luz roja de las brasas. Los otros ya no estaban allí. Nadie: ni el mayordomo del Rey, ni Carlos Dubrin, ni el caballero de San Juan. Nadie. Escudriñó en la oscuridad. Nadie: ni su hermano, ni tan siquiera el señor don Rodrigo de Cepeda, que a esa hora solía andar de ronda, con su libro de oraciones.
Bernardo Centurión se interpone entre él y los cadáveres: sólo Bernardo Centurión, pues los centinelas están lejos. Y a pocos metros se balancean los cuerpos desflecados. El hambre le tortura en forma tal que comprende que si no la apacigua en seguida enloquecerá. Se muerde un brazo hasta que siente, sobre la lengua, la tibieza de la sangre. Se devoraría a sí mismo, si pudiera. Se troncharía ese brazo. Y los tres cuerpos lívidos penden, con su espantosa tentación... Si el genovés se fuera de una vez por todas... de una vez por todas... ¿Y por qué no, en verdad, en su más terrible verdad, de una vez por todas? ¿Por qué no aprovechar la ocasión que se le brinda y suprimirle para siempre? Ninguno lo sabrá. Un salto y el cuchillo de caza se hundirá en la espalda del italiano. Pero ¿podrá él, exhausto, saltar así? En Morón de la Frontera hubiera estado seguro de su destreza, de su agilidad...
No, no fue un salto; fue un abalanzarse de acorralado cazador. Tuvo que levantar la empuñadura afirmándose con las dos manos para clavar la hoja. ¡Y cómo desapareció en la suavidad de las nutrias! ¡Cómo se le fue hacia adentro, camino del corazón, en la carne de ese animal que está cazando y que ha logrado por fin! La bestia cae con un sordo gruñido, estremecida de convulsiones, y él cae encima y siente, sobre la cara, en la frente, en la nariz, en los pómulos, la caricia de la piel. Dos, tres veces arranca el cuchillo. En su delirio no sabe ya si ha muerto al cuatralbo del Príncipe Doria o a uno de los tigres que merodean en torno del campamento. Hasta que cesa todo estertor. Busca bajo el manto y al topar con un brazo del hombre que acaba de apuñalar, lo cercena con la faca e hinca en él los dientes que aguza el hambre. No piensa en el horror de lo que está haciendo, sino en morder, en saciarse. Sólo entonces la pincelada bermeja de las brasas le muestra más allá, mucho más allá, tumbado junto a la empalizada, al corsario italiano. Tiene una flecha plantada entre los ojos de vidrio. Los dientes de Baitos tropiezan con el anillo de plata de su madre, el anillo con una labrada cruz, y ve el rostro torcido de su hermano, entre esas pieles que Francisco le quitó al cuatralbo después de su muerte, para abrigarse. El ballestero lanza un grito inhumano. Como un borracho se encarama en la estacada de troncos de sauce y ceibo, y se echa a correr barranca abajo, hacia las hogueras de los indios. Los ojos se le salen de las órbitas, como si la mano trunca de su hermano le fuera apretando la garganta más y más.

Manuel Mujica Lainez
Misteriosa Buenos Aires (1950)

07 abril, 2013

Elogio del amor por Alain Badiou


DOMINGO, 7 DE ABRIL DE 2013


AMOR Y POLÍTICA, POLÍTICA Y AMOR

Subo un fragmento de "Elogio del amor", publicado por Alain Badiou en 2010. El trabajo está estructurado como un diálogo con Nicolas Truong, periodista en temas culturales (no es un Marcelo Bonelli, les aseguro). 
En el texto, las referencias al comunismo eurocéntrico (no puede pedírsele a Badiou, nacido en Marruecos pero definitivamente europeo, que piense como un tercermundista)  pueden resignificarse sin dificultad desde la perspectiva situada de un país periférico como Argentina.
No deja de ser interesante la identificación del amor como un acto musical. Una buena lectura de fin de semana.


¿Por qué la política es un pariente del amor? ¿Será que hay, igualmente, acontecimientos,
declaraciones, fidelidades?

06 abril, 2013

"La democracia occidental se está muriendo"



sábado, 6 de abril de 2013

ENTREVISTA AL FILÓSOFO GIANNI VATTIMO
http://veintitres.infonews.com/nota-6532-sociedad-La-democracia-occidental-se-esta-muriendo.html

En un diálogo profundo, el pensador italiano se define “chavista”, analiza la crisis en el Viejo Continente y el rol de los medios de comunicación en la posmodernidad. Filosofía y política.

Ay, la fama. Cuando el teléfono no suena, me pregunto qué ha pasado”, bromea el filósofo Gianni Vattimo sobre la demanda mediática que lo persigue en los países que visita. La Argentina no es la excepción. A pesar de sus 77 años, Vattimo transmite jovialidad, es inquieto y espontáneo. Cuando diserta es irónico y su ponencia se vuelve amigable como una obra de stand up. Cualquier distraído podría pasar por alto que se trata de uno de los grandes pensadores contemporáneos, que escribió obras como El fin de la modernidad (1985) y No ser Dios (2008). Es el intelectual que definió a la posmodernidad como “el fallecimiento de todas las explicaciones totales” y creó la teoría del “pensamiento débil” –nutriéndose de Nietzsche y Heidegger, a quienes tradujo al italiano–. Provocador por naturaleza, se declara castrista, chavista, cristiano y homosexual. “Mi ideal político sería tener un buen Lenin amigo”, arriesga. Invitado por la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN) y por el departamento de Artes Audiovisuales del IUNA, Vattimo –quien también es integrante del Parlamento Europeo– llegó el 3 de abril a Buenos Aires para brindar un ciclo de conferencias y encuentros –libres y gratuitos– hasta el 12 del mismo mes. A poco de arribar al país, dialogó con Veintitrés.

Pity, un par de sus letras


638... (Viejas Locas)

Tenía tantas ganas de volverte a ver
y en mi casa me dicen que llamaste recién,
traté de buscar tu número en la guía
pero tu apellido nunca entendí bien.
y empecé... y empecé...

Y empecé a pensar que tenía en un cajón
un viejo cuaderno que guardabas vos
en él anotabas todo lo que hacías
y vi un corazón que decía: mi amor
llamame al 6380465.

Agarré el teléfono y me puse a marcar tenía tantas
ganas de volverte a hablar
y cuando atendieron por vos pregunté
y me dijeron que te fuiste hace más de mes.
y pensé... pensé...

Y pensé que algún día te voy a encontrar
y seguro que vamos a querer hablar
porque no vamos a dudar que hubo un gran amor
como me decías en ese corazón
llamame al 6380465...


**
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Fuego (Intoxicados)

Esta vez es en serio
no estoy mintiendo
algo se prende fuego
se que muchas veces dije que el lobo venia
pero esta vez el lobo esta acá
Se prende fuego mi pelo mi piano
mis discos la ropa y el perro,
puede ser que esta vez no sea cierto
pero siento como el fuego me quema por dentro
Esta vez es en serio
no estoy mintiendo
algo se prende fuego
se que muchas veces dije que el lobo venia
pero esta vez el lobo esta acá
Se prende fuego mi pelo mi piano
mis discos la ropa y el perro,
puede ser que otra vez no sea cierto
pero siento como el fuego me quema por dentro
Dame un balde de agua o de arena
o pasame el matafuegos
el incendio esta cerca
y no voy a quemarme sin antes pelear
Se prende fuego mi pelo mi pano
mis discos la ropa y el perro,
puede ser que otra vez no sea cierto
pero siento como el fuego me quema por dentro
Fuego, fuego, fuego, fuego, fuego, fuego,
Fuego, fuego, fuego, fuego, fuego, fuego,
Estamos enfermos
fuego, fuego
estamos enfermos
fuego, fuego
Fuego, fuego, fuego, fuego, fuego, fuego,
Fuego, fuego, fuego, fuego, fuego, fuego,
Estamos enfermos
perdónennos, perdónennos, si
perdónennos, perdónennos, si


**

Las cosas que no se tocan (Intoxicados)

Me gustan las chicas, me gustan las drogas
me gusta mi guitarra, James Brown y Madonna
Me gustan los perros, me gusta mi estéreo
me gusta la calle y algunas otras cosas
pero lo que más me gusta
son las cosas que no se tocan
Me gusta el dinero para comprarme lo que quiero
me gustan las visitas para matar el tiempo
me gusta esta luz, me gusta esta sombra
me gustan los grupos que no están de moda
me gustan los autos, los trenes, los barcos
me gusta que al que espero no tarde más de un rato
me gusta el arroz, me gusta el puchero
me gusta el amarillo, el rojo, el verde y el negro
pero lo que más me gusta
son las cosas que no se tocan
Por eso me gusta el rock.
Por eso me gusta el rock.


**

Primero las letras.
Luego...

Me pasa con Pity como con otros artistas "malditos" si se quiere, gente que uno debiera acceder solamente a través de su arte pero que el gran aparataje mediático nos amplifica y nos acerca a menudo más de la cuenta.
Y es inevitable ver por ejemplo a Charly en escenas incómodas a Amy pasada de alcohol o a Pity comiendo ravioles podridos...
Pero ese universo privado del artista, aunque accesible debiéramos vedárnoslo porque no todos tienen mucho más que compartir ni estamos preparados a veces para tomar en toda sus dimensión a una persona que con su arte hace todo lo que podemos necesitar ahora y en adelante de sí.
De este modo lo más aconsejable es la cautela, ser cautos al evaluar las creaciones de tantos, alcohólicos, dementes, antisociales, marginales, seres de otras dimensiones, ni buenos ni malos pero ciertamente diferentes para los cuales no solemos estar preparados.
Quién se aguantaría una noche de lujuria o los gritos demenciales o los sueños etílicos o delirios alucinógenos de alguno de sus héroes?
Pity en su universo es un poeta urbano que desborda lucidez, que le dice a su público "¿qué hacen ustedes hoy acá que no están en sus casas?" Un hombre en el límite de su propia tolerancia.
Un poeta que ama, que canta, se pierde y se recompone. Un hombre común con unos cuantos defectos y con grandes debilidades, y que más que otras cosas lleva la poesía de las calles en sus venas.

IXX