El siglo XXI ha sido testigo aún con su corta vida de varias pestes con disímiles tratamientos comunicacionales pero de efectos terribles en algunas regiones del planeta.
La gripe porcina de 2009, el ébola en 2014 y el dengue en 2015.
Los orígenes de la catástrofe humanitaria que vive Brasil se pueden rastrear en nuestra historia. Podríamos buscarlos en la marca más profunda de nuestro tipo de sociedad: las desigualdades sociales, de las que somos campeones en América Latina, a su vez el continente más desigual del mundo.