11 agosto, 2014

Agonía del modelo sindical? por Diego Genoud

"Estamos en el comienzo del fin. Perón lo instaló en 1944, enamorado del modelo de Mussolini, un sindicato por actividad y regulado por el Estado, que había conocido como agregado militar en Roma. En los tres meses siguientes, logró lo que toda la izquierda no pudo en 40 años: aguinaldo, equiparó el trabajo de la mujer con el del hombre, creó los tribunales de trabajo, creó el derecho laboral."
8/10/2014

la agonía del modelo sindical tradicional? - del sindicato como asociación ilícita a la pluralidad sindical

En el terreno sindical, el kirchnerismo es una compacta ausencia. La impronta en materia de modelo de agremiación de trabajadores sigue siendo la que dejara el peronismo inaugural y la fase menemista del populismo, esto el combo psicodélico de sindicato único con fuerte compromiso empresarial.  Patapúfete!

Sobre las transformaciones en el comportamiento de trabajadores agremiados que ya se observan nítidas, Diego Genoud entrevista al abogado Julian De Diego .



Una visión crítica , polémica , construida desde las empresas que sin embargo es una visión. Es mas que la nada que sobre el tema específico del modelo sindical y sus mutaciones futuras suele sobrevolar el discurso político en estos tiempos de consultoras. Lástima che.

¿Está convencido de que se acabó el modelo sindical único?
Estamos en el comienzo del fin. Perón lo instaló en 1944, enamorado del modelo de Mussolini, un sindicato por actividad y regulado por el Estado, que había conocido como agregado militar en Roma. En los tres meses siguientes, logró lo que toda la izquierda no pudo en 40 años: aguinaldo, equiparó el trabajo de la mujer con el del hombre, creó los tribunales de trabajo, creó el derecho laboral.
¿Es distinto el modelo en el resto de América Latina?
En el resto de América Latina, el Estado tiene una intervención secundaria. La OIT viene diciendo que la intervención del Estado en el manejo de los sindicatos impide que sean verdaderamente representativos de los intereses de los trabajadores. La ley 23.551, de 1988, se dicta para favorecer al sindicalismo. Alfonsín derrotado, un sindicalismo que le había puesto ya el pie encima y le había impuesto el ministro de Trabajo. Empezó a ser un modelo sindical casi monárquico: siempre ganaba el mismo dirigente y designaba a su sucesor antes de morirse.
Qué pasó en los últimos 10 años?
Se mantuvo el modelo pero la que cambió fue la Corte Suprema. Hasta ahora había habido un complot entre los sindicatos, los gobiernos, los empresarios y los jueces para mantener el modelo. No se aplicaba la democracia sino la ley del gallinero, con estructura piramidal. ¿Quién se rebeló finalmente? El trabajador que al dirigente sindical lo veía en los diarios y no lo conocía, y sólo conocía a sus delegados. Arriba se van reciclando y se van manteniendo pero abajo nace la fuerza de oposición. Los ejemplos más claros son los metrodelegados en el Subte y la cantidad importante de sindicatos disidentes que aparecieron.
¿Por qué destaca el rol de la Corte?
A la Corte le llega en 2006, un caso de un sindicato que no tenía personería y quería elegir delegados. Y aprovecha para decir miren, la ley sindical argentina es inconstitucional porque viola el convenio 87 y 96 de la OIT, no asegura la democracia sindical, no asegura la libertad sindical individual que es afiliarse, desafiliarse y formar sus propias entidades sindicales. Y no asegura la libertad sindical colectiva, que es participar de la vida interna de los sindicatos, elegir y ser elegido, discutir los convenios y declarar la huelga. Con los fallos de la Corte, más las observaciones que ya venían de la OIT, por denuncias de la CTA y de ATE, el modelo empezó a minarse.
¿Qué está pasando ahora?
En este momento, en la mayoría de las empresas tenemos a las bases que no responden a sus dirigentes sindicales, que aprietan a sus delegados para que hagan su propio reclamo y a las cúpulas muy lejos de las bases. Entonces hoy hay varios grupos en la dirigencia tradicional que están planteando reformas para ver cómo hacer más transparente el sistema.
¿Los Gordos se sienten amenazados?
Si yo soy asesor empresario, a mí me conviene hablar con Cavalieri, uno solo, no con 18 Cavalieris. El sistema nuestro se llama unidad sindical y el que hay en la mayoría de los países es el de pluralidad sindical. Con el modelo sindical que se propone ahora puede haber varios sindicatos de cada actividad. Vamos hacia ese modelo.
El modelo se resquebrajó por arriba y por abajo.
Claro, arriba, la jurisprudencia de la Corte que partió al modelo en tres o cuatro pedazos. Ya hay varios artículos de la ley sindical que han sido declarados inconstitucionales por discriminar. El artículo 14 bis dice que los trabajadores tienen derecho a constituir un sindicato libre y democrático con el único requisito de la simple inscripción en un registro especial. Pero para constituir un sindicato en Argentina, hay que llevar un expediente de 10 tomos durante cinco años con todas las trabas y si uno no es amigo del gobierno, no consigue nunca la autorización para funcionar.
¿Cómo intervino el kirchnerismo en estos años?
El kirchnerismo mantuvo el modelo, creyendo que iba a consolidarse. Se equivocaron.
La rebelión de los jefes y los jóvenes
¿Qué pasa a nivel de las empresas?
En las empresas la sublevación es de la gente y de los delegados. Hoy la rebelión empieza con los delegados, que son los que pueden hablar y reclamar. Y la otra rebelión es la de los jefes. Porque los mandos medios no tienen sindicato. En la era K se crearon 2000 sindicatos, 600 son sindicatos de gerentes.
¿Qué quiere decir eso?
Quiere decir que las empresas abandonaron en gran parte la defensa de sus ejecutivos, a los que les pedían que se pongan la camiseta. El jerárquico se sindicalizó porque las empresas aumentaron los sueldos de la base y se olvidaron de los jefes. El subordinado hacía 10 horas extras y ganaba más que el jefe. Y ahora hay casos, como el petrolero, donde el personal jerárquico puede ser más fuerte que el sindicato de base porque se puede operar un campamento sin la base pero no sin los jefes.
Usted dijo en 2009 que había un estado de rebelión en el mundo laboral. Después la economía se recuperó y el kirchnerismo volvió a ganar…
Si, hay causas que tienen que ver con la coyuntura y causas que tienen que ver con las generaciones. Hay una generación en estado de rebelión, que no tiene interés en seguir trabajando siempre en el mismo lugar, que está mirando siempre oportunidades, que tiene otros valores, que quiere tener un descanso, tener su vida personal. Y si el trabajo le impide todo eso, es capaz de cambiar de trabajo, aunque gane menos. Los que dirigen las empresas son los viejos y los que tienen que operar son de la generación Y, que hoy ya llegan a 34 o 35 años. Quieren lugar para el esparcimiento, para reunirse y tomar algo y hablar, quieren un ambiente abierto y no oficinas cerradas. Hasta el diseño de las compañías está cambiando porque los conflictos son de una violencia inusitada cuando se desatan.
¿Esas nuevas generaciones se sindicalizan?
Hay una nueva generación de activistas de entre 18 y 25 años que tienen una clara orientación reivindicativa. Les gustan los grupos de afinidad y tienen la ventaja del mensaje de texto. Están unidos a través de un núcleo y se conectan para todo. Tenemos paros muy bien organizados que se han producido instantáneamente por mensaje de texto. “Esto llegó al límite, no nos están contestando, tenemos que parar, el sindicato no nos representa”. Y tuvimos que hablar con los grupos que representaban a las bases porque el sindicato no controla la situación.
El surgimiento de un sindicalismo de izquierda
¿Por qué cree que la izquierda le gana terreno al peronismo?
Por falta de protagonismo. Si el dirigente sindical no viene a defender tus intereses, buscás a alguien que te defiende. En general, el que vota a un delegado de izquierda no lo hace porque sea de izquierda sino porque está ahí, protesta, se sienta con la empresa, reclama y consigue algo mejor.
Las comisiones internas tienen ahora un protagonismo que antes no tenían.
Tenían mucho menos o estaban verticalizadas. Tenían el protagonismo que los sindicatos querían. Hoy tratan de tener relación con el sindicato, pero si el sindicato las ignora, se basan en el apoyo de las bases. Al comienzo de la era K, los representantes de los grupos de izquierda en las empresas prácticamente no existían. Había uno o dos, había que hacer un esfuerzo para encontrar alguno. Hoy en consumo masivo, está lleno de comisiones internas donde alguno de los integrantes pertenece a un grupo de izquierda.


¿Qué es lo que le preocupa a las empresas de este panorama?
Que hoy negociar con Cavalieri, con West Ocampo o con Rodolfo Daer no es garantía de nada porque cuando uno va con esa negociación terminada a la empresa, le dicen “no, nosotros pedíamos otra cosa”.
¿Qué hace el gobierno frente a esta situación?
El gobierno a esta altura, en esta etapa de fin de ciclo, ya está perdido. Tomada es un ministro récord.
No queda claro si eso es bueno o es malo.
Desde el punto de vista profesional, es bueno porque el equipo del ministerio de Trabajo es muy profesional y previsible. Tomada y también la viceministra Noemí Rial tienen una responsabilidad muy importante en eso. Es una laja que hay que tratar de preservar. El defecto está en la faz política porque el ministerio cambió junto con el gobierno. Una etapa fue la de Néstor Kirchner, otra la de la crisis de Cristina con Moyano y esta es la de fin de ciclo. Hoy no tiene los recursos que tenía en 2008 para intervenir ante la crisis.
¿A quién benefició la ruptura de Moyano con el gobierno?
Esa alianza fue algo muy negativo porque Moyano llegó a 260 mil afiliados en forma totalmente ilegal. Es una alianza que rompió el frente sindical y postergó a los Gordos que habían sido protagonistas en la época de Menem.
Sin embargo, Gerardo Martínez, Cavalieri, West Ocampo, Pedraza, Lescano y Andrés Rodríguez se llevaron bien con el kirchnerismo
Los dirigentes sindicales dedican las 24 horas a explorar como se relacionan con el Estado primero y con las empresas después. Son sumamente hábiles y por algún lado siempre cuelan sus relaciones. Pero no hubo con ellos una alianza tan íntima como la de Néstor Kirchner con Moyano que rompió Cristina. Ella negoció con todos los que habían estado del lado de Menem, incluida la UOM. Tomada le reconstruyó la CGT con los sindicatos del menemismo. Y sumó a Pignanelli que es un ultracristinista.

En conflictos recientes como los de las autopartistas, vuelve aparecen la empresa, el sindicato y el gobierno en contra de los despedidos, que se identifican con la izquierda…
Coincido. De cara a la sociedad, apareció como un complot entre un sindicato oficialista y el gobierno unido a la empresa para sacar un grupo disidente. Son errores estratégicos que se cometen. Todos tenemos que pensar además que estamos en un país democrático y si seguimos usando reglas de las tiranías, vamos a volver a equivocarnos. Si los delegados son los que eligió el personal, cómo hace uno para neutralizarlos: mejorá las condiciones de trabajo, negociá, discutí, pero no les cortes la cabeza porque no es la solución. Hay recursos técnicos, judiciales y están las elecciones.
Usted dijo que hay sindicalistas que están leyendo esta situación de una manera más lúcida.
Algunos sí. Se dan cuenta de que si no hay una reforma importante del modelo sindical, el avance de otros grupos va a ser muy difícil de detener. Son los sindicalistas que hoy están entre los 40 y los 50 años, que ya están en la cúpula de los gremios, como Héctor Daer, de Sanidad, que viene bien de abajo y es un autodidacta. Están pensando en nuevos mecanismos, nuevos modelos, con mayor nivel de participación.

¿Lo ubica también a Facundo Moyano en esa línea?
Facundo y Hugo el abogado, los dos hermanos, son dos expresiones de esta generación joven, muy interesante. La visión de Pablo, que la respeto también, en cambio es más parecida a la del padre: prefiere llevar todo primero al conflicto y después al diálogo. Facundo y Hugo hijo tienen una personalidad muy parecida, bien formados, escuchan, analizan con mucha inteligencia los procesos. Van a dar que hablar en los próximos años. No parecen hijos de Hugo. Los dos me sorprenden. Es el mundo que tendría que venir, aunque nuestros candidatos a presidente dejen tanto que desear.
¿La clase política no está mirando este proceso, dice usted?
Nos encontramos por primera vez en una elección donde la mayoría de los candidatos son mediocres. En el managment suele decirse que todos crecemos hasta llegar hasta nuestro nivel de incompetencia. Un gobernador o un intendente puede ser exitoso o razonable pero en un lugar de estadista como tiene que ser el del Presidente hacen agua por todos lados.

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