Espiritismo - ¿Una farsa?

Mientras los adeptos a la Escuela Científica Basilio se reúnen en el Luna Park para festejar los cincuenta años de la primera aparición de su espíritu fundador, Basilio Portal, SIETE DIAS inicia la publicación de una serie de informes que descubren la historia y el panorama actual de un fenómeno apasionante: el espiritismo. Revelaciones exclusivas de un mundo fascinante.

Mágicas Ruinas
Espiritismo ¿religión o farsa?

Espiritismo—“¡En el nombre de Dios! —gritó la Hermana Directora enfundada en su guardapolvo marrón que le daba aire de empleada pública. Un viento sacudió las butacas de madera del salón que se parecía a un viejo cine de barrio y los 243 adeptos a la Escuela Científica Basilio que lo llenaban se golpearon las rodillas, con los ojos cerrados, o agitaron las manos ante la cara. Al frente sólo había un enorme crucifijo con corona de espinas al uso espiritista.
—¡Dios y Jesús, querido maestro! —agregó la Hermana Directora y cada adepto, absorto en el mal espíritu contra el cual luchaba retorciéndose en la butaca, agitó aún más rápido los brazos. El tenso silencio era cortado por el crujir de los asientos, un hondo bostezo nervioso o alguien susurrando —¡sá!— para espantar al demonio.
Una muchacha de la tercera fila gritó, con risa salvaje: —¡Ustedes son muy poca cosa para dominarnos! ¡Ustedes sólo son mortales!
La Hermana Directora inició una larga y paciente discusión con el espíritu que hablaba por boca de la muchacha.
—Nuestro poder es el dolor y el sufrimiento —dijo y hondos sollozos conmovieron a la platea.
Esta escena constituye una ceremonia secreta que se repite todos los días, desde las 7 de la mañana hasta medianoche, en la catedral de los espiritistas argentinos, en Rawson 51. Cada hora, centenares de
argentinos rezan a su modo no solo en la central sino también en las 170 filiales de toda la república.
¿Qué es esto? ¿Religión o farsa? Las polémicas teorías acerca de que el propio Jesús fue el primer espiritista del mundo y fundador de esa creencia provocan la ira y el sarcasmo de los teólogos mientras los científicos acusan a los adeptos de ser víctimas de un fraude lucrativo para pocos y provocador de graves desarreglos mentales para la mayoría.
Lo cierto es que más de 1 millón de argentinos son espiritistas y hay más de 25 millones en el mundo. Más espiritistas que argentinos. La cifra, por lo menos, exige respeto, más allá de la opinión que se tenga
de este fenómeno psicosocial. ¿Qué significa para tanta gente ser espiritista? El 31 de octubre, mientras la primera nota de esta serie sale a la calle, unos 40.000 adeptos de la Escuela Científica Basilio esperaban colmar el Luna Park como en años anteriores, para festejar el cincuentenario de la entidad. Y aunque los 800 puristas de la agrupación Constancia con los 50.000 afiliados a la Confederación Espiritista Argentina sean piezas claves, es "la Basilio” con sus 600.000 socios, el eje que permite comprender qué papel juega esa singular creencia en la vida de los argentinos.
Cuando en 1961, en otro acto del Luna Park, los espiritistas sostuvieron que Jesús, desde el estrado, comunicó a los habitantes de Buenos Aires que los platos voladores venían desde Marte, los mitos y leyendas en torno a la Escuela Basilio arreciaron. Cuando en la última inundación los socios abarrotaron la sede para donar sangre, como en cada caso de catástrofe local o internacional, la Escuela volvió a situarse en primer plano. SIETE DIAS dedicó muchas semanas a desmontar cuidadosamente fábulas, mitos y rumores, favorables o contrarios, tejidos en torno al espiritismo argentino. Con implacable objetividad sorteó obstáculos y presenció varias ceremonias secretas, como la que se narra al comienzo de esta nota. El siguiente es el resultado de la investigación realizada.

EL HERMANO LALO
Tiene 62 años, fue comerciante, nació en España y desde 1939 tiene, de hecho, poder ilimitado e influencia magnética sobre más de medio millón de argentinos. Se llama Hilario Fernández, no terminó la escuela secundaria y durante 12 horas diarias sus fieles pueden llegarse hasta él. Claro que deben hacer cola. Hay días en que 1300 personas esperan desde las ocho de la mañana. Con un timbre, Lalo ordena al comisario de guardia que “pase el que sigue”. Detrás de Lalo, un enorme cuadro de Jesús de Nazareth se eleva hasta el techo.
SIETE DIAS presenció una de las miles de entrevistas.
—Hermano Lalo —dijo el hombre de cuarenta años, corbata gris perla y traje impecable que no quiso revelar su nombre—. Vengo a que me haga la ayuda espiritual.
—Deje sus datos a la salida, hermano. Le contestaré por escrito—. Afuera, un viejo con grandes mangas negras, anota en una lista a los visitantes.
—Pero tengo apuro. Resulta que heredé cinco millones de pesos y puedo hacer dos cosas: comprar una casa o invertirlos en la ferretería de mi hermano, ¿qué hago?
Lalo miró fijamente al vacío durante un minuto y después ordenó al hombre: —Compre la casa.
¿Cuál es el secreto del magnetismo de Lalo, un pacífico señor bajo,
gordo, calvo, de ojos dulces? Quizá la respuesta haya que buscarla en un frío martes de 1917.

LOS HERMANOS DE JESUS
“El hermano Eugenio Portal, escribano público, pasaba indecisos momentos en su vida”, cuenta el texto oficial de la Escuela. Era 1917 y Portal encontró a una médium francesa, Blanca Aubretón de Lambert que en su juventud había recibido sus enseñanzas de un soldado galo, Jacob, que “curaba las heridas con procedimientos espiritistas”. Cierta vez “se materializó sobre la hermana Blanca un espíritu. El hermano Eugenio, asombrado al máximo, notó cómo se le desarrollaba su condición de vidente pudiendo ver que se trataba de su padre, Pedro Basilio Portal”.
Basilio le explicó a su hijo “en forma sintética pero clara que había sido apóstol de Cristo, fundador de la obra “La Idea Nueva”, creada por indicación del mismo Jesús, la que siguió su marcha triunfal hasta terminar en la nefasta equivocación del Concilio de Nicea, en el año 325, donde se abrogaban derechos extraterrenales. La obra se desvió produciendo un atraso de más de 2.000 años."
Fue el primero de noviembre de 1917 cuando "el propio Jesús se apareció”. Esa fue la fecha elegida para fundar la Escuela. Pero el 15 de agosto de 1918 en un "homenaje a la Venerable María, todos los asistentes tuvieron la inmensa sorpresa al materializarse ella, con su augusto esposo Venerable José, su hijo Jesús y todos los hijos que tuvo el matrimonio, siete en total.
La llegada del matrimonio testimonió, dentro de su cruda realidad, los dos mil años de engaño que soportó la humanidad negándole a Jesús el derecho de todos los encarnados de tener un padre y una madre. Estas afirmaciones (“35 años de vida institucional", Editorial Basilio, Buenos Aires) se completan con otras no menos sensacionales: José y María eran videntes y comprobaron las facultades de su hijo Jesús. Pero además ese 15 de agosto “los asistentes tuvieron la revelación de que uno de los hermanos del Maestro estaba encarnado y era Blanca Aubreton de Lambert que, según se comprobó en una videncia de ese mismo día, había sido la hermana menor de ese matrimonio, pues los videntes describieron que en un arroyo cerca de Nazareth vieron jugar al Maestro cuando tenía 12 años, con una niñita que por sus rasgos se parecía a la hermana Blanca.”
En 1954, la Iglesia Católica, en una severa pastoral colectiva acusó al espiritismo de “peligro para las almas cristianas, verdadera epidemia que se expande más y más, por contagio mental y desequilibrio”. Denunció que la doctrina espiritista era “el mayor embuste del siglo y una pura farsa del principio al fin", impugnando lo que consideró absoluta falta de rigor y fundamento en la doctrina expuesta más arriba y afirmó que teorías como la de los hermanos de Jesús eran tan peregrinas que no resistían al menor análisis científico o teológico.

LA MAGA
—Es cuestión de creer o reventar —sonrió Cuca, una médium que explicó a SIETE DIAS por qué ingresó a la Escuela Basilio.
—Me habían hecho unos trabajos que ya ni sabía cómo me llamaba.
—¿Trabajos?
—Claro, de magia. Estaba a inyecciones todo el día, no sabía cómo me llamaba ni dónde estaba parada; era una candidata a Vieytes, clavado. Me habían dado “shocks”, curas de sueño, todos los tratamientos psiquiátricos posibles habían fracasado. Mi hermano me trajo a la
Escuela. Me llevaron a uno de esos saloncitos de primeros auxilios del primer piso, dos médiums se sentaron a mis costados y me dijeron: “Golpee las rodillas”. Obedecí. Después de un rato el director le dijo a las médiums: “Tomen”, y ¡tac! los espíritus se apoderaron de ellas. Aquello fue una salamanca: el diablo y las brujas cruzaban el aire. “¡A ésta no la suelto más!”, gritaban las voces. Sapos y serpientes volaban por los aires y yo me sentía tironeada porque se ve que no querían largarme de sus garras. La sesión duró muchas horas. Pero, parecerá increíble, yo salí como nueva de ahí. Por favor, no ponga mi nombre; ellos todavía me andan buscando y si saben donde estoy pueden querer embrujarme de nuevo.
—¿Cómo entra en trance?
—Una nunca sabe qué va a decir el espíritu ni quién va a ser esta vez. Primero hay un golpeteo de las manos sobre las piernas porque así se amasa el fluido que envuelve al espíritu malo y se lo hace bajar. Después, el director espiritual dice "tomen" y el espíritu se encarna en mí. Una masa de aire frío y caliente lucha alrededor mío y a veces el espíritu es rebelde y me arroja contra el respaldo o me retuerce en la silla. Mis espíritus son siempre de magia. Traen algo en las manos y me las hacen cerrar. Son sapos, culebras, trabajos de brujería, como clavar fotografías y cosas así.
—¿Cuánto cobra?
—¡Ni un centavo! Para mí es una verdadera curación espiritual venir aquí, dejar que tres o cuatro de esos muchachitos del espacio pasen por mi materia y marchen, dominados por el Bien, finalmente, hacia la cruz. Quedo como nueva. Soy bailarina clásica, trabajé en el Colón. Vivo de mi academia de danzas. Y otra cosa —sonrió—. Soy casada y no tengo problemas afectivos. Así que no crea que soy una mujer sola e histérica. Hago mi vida normal. Pero además, soy médium.

¿DONDE ESTA LA TRAMPA?
“Los médiums son muy sugestionables, principalmente al comienzo del trance”, admite el médico espiritista Antonio Freiré, "pero el fraude voluntario y consciente es en la actualidad de difícil ejecución”.
Sin embargo SIETE DIAS presenció una ceremonia secreta de cuyo relato, creyentes y no creyentes pueden sacar dispares conclusiones.
Dos comisarios vigilaban el templo. Hace falta una tarjeta blanca que acredite ser socio (cuota mensual, 80 pesos) para entrar a las sesiones donde los médiums ‘‘liberan” espíritus. Es la única actividad espiritista que desarrolla la Escuela. Pero SIETE DIAS sin tarjeta entró al templo, ahora a oscuras, con una luz roja iluminando a las seis médiums sentadas adelante. El hermano Vidio, con su acento siciliano ordenó por el micrófono a los videntes de la sala, describir cómo eran los espíritus encarnados en cada una de las médiums. Una por una, las mujeres se ponían de pie.
—¿Este espíritu es alto? —preguntó a la sala el hermano Vidio.
Primero hubo un tumulto de voces: "Alto, bajo, mediano, gordo, de bigotes”. Los videntes desde la platea finalmente se pusieron de acuerdo. Era la prueba objetiva, científica, de que los espíritus habían acudido a
la cita. —Es alto, tiene cuello "palomita”, está vestido según la moda antigua, tiene un bigotito recortado y un bisturí en la mano —concluyeron, con el acuerdo del hermano director, los videntes.
Y aquí reside para los incrédulos, la duda. “En esas sesiones hay grupines, como en los remates”, afirman los escépticos. “Los videntes, de acuerdo con el director, organizan el fraude”. Pero ¿quién puede demostrar fehacientemente tal cosa? ¿Qué pruebas científicas y rigurosas pueden aducir los antiespiritistas? ¿Y hasta qué punto se tiene cabal conocimiento de la doctrina y la práctica espiritistas para sacar conclusiones? Nuestro apasionante viaje por el singular mundo del espiritismo, recién empieza.
Revista Siete Días Ilustrados
31.10.1967



Libro:
"Jesús no es Dios"

Sólo hubo un momento crítico en las relaciones con el clero durante la primera presidencia, que fue rápidamente superado por el propio Perón, presuroso de corregir su "error político" de devolver la personería jurídica a la Escuela Científica Basilio y otorgarle permiso policial para realizar un "acto espiritista" en el Luna Park, bajo el lema: "Jesús no es Dios".

En la mañana del 15 de octubre de 1950 ese estadio se llenó con católicos que fueron a interrumpir la asamblea de los espiritistas, quienes se vieron reducidos a una imprevista minoría, a pesar de registrar 20.000 asociados sólo en Buenos Aires. Estratégicamente situados en sectores claves del ringside, los agitadores coparon fácilmente el auditorio y tomaron la iniciativa. Una lluvia de panfletos con la inscripción Jesús es Dios se descargó sobre los asistentes, mientras se desataba una guerra de estribillos entre ambos bandos. Los católicos gritaban "¡Cristo Rey!" y los espiritistas "¡Perón, Perón!", hasta que alguien comenzó a cantar el Himno Nacional y todos se pusieron de pie para corearlo. Claro que las últimas estrofas fueron rubricadas con insultos y silbidos, que sirvieron de apertura a la Marcha de los Adeptos (cántico ritual de la Escuela Basilio) y de señal para que los grupos antagónicos comenzaran a trompearse.

Uno de los organizadores tomó el micrófono y leyó el texto de un telegrama enviado por Perón y Evita, que no alcanzó a ser escuchado por la griteria. La batahola terminó cuando la policía decidió dar por concluido el acto y cargar en sus carros celulares a decenas de jóvenes exaltados. El grueso de los católicos formó una ruidosa manifestación, recorrió la avenida Leandro N. Alem, llegó frente al Banco de la Nación y comenzó a orar, para evadir una carga policial que lo mismo se llevó a 200 detenidos, ochenta de ellos por portar armas.

Cinco días después, el 20 de octubre llegaba a Buenos Aires un legado pontificio, el cardenal Ernesto Ruffini, para asistir al V Congreso Eucarístico Nacional que se celebraría en Rosario. Perón no fue a recibirlo, furioso con el clero por el escándalo del Luna Park, y programó unas cortas vacaciones en su quinta de San Vicente para eludir el encuentro. Se sentía poderoso: tres días antes, en el acto del quinto aniversario del 17 de octubre había dicho desde los balcones de la casa de gobierno: "Aún tenemos opositores porque todavía hay brutos que no nos entienden. Yo les pregunto: ¿Están contentos con el gobierno?". La multitud rugió afirmativamente y celebró, como de costumbre, un ritual característico de la época, el asueto anunciado por el presidente: "Compañeros, ¡mañana es San Perón!".

El cardenal Ruffini, que había aceptado ser huésped de María Teresa Lamarca de Pereyra Iraola, se alojó en la residencia ubicada en Esmeralda y Arenales. De allí partió hacia Rosario, acompañado únicamente por altos jerarcas eclesiásticos, sin custodia policial. Perón no estaba dispuesto a ofrecerle recepciones y menos aún participar del congreso, pero el vicepresidente Quijano anunció que viajaría a Rosario y no hubo manera de hacerlo desistir. El introductor de embajadores, Raúl A. Margueirat, fue el encargado de convencerlo "en nombre de Perón", a lo que Quijano respondió: "Si no puedo ir como vicepresidente, iré como ciudadano".

La sorpresiva actitud de Quijano cambió los planes; era la primera vez que el dócil correntino se permitía desobedecer, y no valía la pena contradecirlo. Además, los sacerdotes allegados a la presidencia se encargaron de hacer notar a Perón "lo equivocado que era generar la enemistad del clero", y precipitaron su traslado a Rosario. El secretario privado, Juan Duarte, habló por teléfono con Caggiano para averiguar el horario de la misa pontifical y anunciarle la presencia del presidente. Un segundo llamado advirtió a los funcionarios rosarinos que debían embanderar la ciudad y colocar carteles de bienvenida.

A la mañana siguiente, domingo 29 de octubre, cuando el Congreso Eucarístico llegaba a su fin, se producía el primer encuentro de Perón y Evita con el legado papal. Ambos se arrodillaron para besar el anillo del purpurado. Horas más tarde, en el almuerzo que se ofreció a la pareja en la jefatura de policía, Perón intentó borrar su imagen espiritista de la semana anterior y proclamó: "Hemos visto en Jesús a Dios y también admiramos los rituales católicos. El peronismo, que muchas veces no respeta las formas, se aplica de una manera efectiva, real y honrada". Era también una manera de justificar la ausencia de recepciones oficiales al legado pontificio. El cardenal Ruffini respondería a esa frase con esta otra: "Al regresar, diré al Santo Padre que aquí la religión es más viva que nunca, que la Argentina marcha encabezada por su jefe por las vías maestras de la verdadera civilización cristiana".

La llegada de Ruffini a Retiro (entonces estación presidente Perón) sirvió a los grupos católicos opositores para manifestarse públicamente. El cardenal Copello, el nuncio apostólico José Fietta, el ministro Raúl Mendé y el edecán naval, contraalmirante Carlos Alberto Garzoni, esperaban en el andén mientras una multitud invadía la estación ferroviaria.


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