Evita frente al espejo


“La única reina que vestí fue Eva Perón”, dijo Christian Dior en una entrevista publicada en la revista Paris Match en 1953. Resulta que el diseñador había lanzado la colección New Look que lo catapultó a la fama en febrero del año 1947. Y, casualmente, la por entonces Primera Dama argentina había visitado la capital francesa en julio de ese año. Europa, cabe señalarlo, se estaba recomponiendo de los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Y, según parece, quien al poco tiempo se convertiría en “el padre de la moda”, estaba ávido de clientas que pudieran proyectarlo a nivel internacional.



Evita Perón: la ‘reina’ que vistió de Dior y para quien Ferragamo hizo sus zapatos más extraordinarios

El libro ‘Evita frente al espejo. Ensayos sobre moda, estilo y política en Eva Perón’ analiza la importancia de la moda en la construcción del mito desde diferentes voces, recogiendo anécdotas y pasajes históricos.
Por Marta Martínez Tato
1 de noviembre de 2023

Ayer se presentó en Casa América en Madrid el libro Evita frente al espejo. Ensayos sobre moda, estilo y política en Eva Perón. Un libro coral que, según su editor Marcelo Marino, director de la colección Estudios de Moda de la editorial Ampersand, pretende abordar la figura de Eva Perón evitando esa posición intocable que se le atribuye, donde solo se podían comentar ciertas cosas y en donde su relación con la moda era la mejor baza para el antiperonismo.
 
“Fue muy consciente todo el tiempo de la creación de su estilo, primero como modelo, luego como artista y finalmente como agente político. Fue artífice de su imagen y su presencia”, reflexiona Marino. Las páginas pues de este libro abordan sin complejos la relación que Eva Perón tuvo con la moda, desde sus humildes aspiraciones como actriz hasta su consolidación como icono mundial. Christian Dior llegó a declarar en los medios que Eva Perón era “la única reina” que había vestido, Ferragamo la calificó como una de las mujeres más inteligente que conoció, asegurando que los zapatos que diseñó para ella fueron los más extraordinarios que hizo en su vida; mientras que Norman Hartnell, el que fuera diseñador de cabecera de Isabel II y la princesa Margarita, contaba la anécdota de que la presencia de Eva Perón en su desfile, había “aniquilado su exhibición”, pues nadie miró sus vestidos, sino que solo tenían ojos para la primera dama argentina. Todo esto ocurrió durante su gira por Europa, bautizada por ella misma como la gira del Arcoíris, pero comencemos por el principio.
Del traje sastre príncipe de Gales, a “la guerra de trapos”

La relación con su primer modisto, Paco Jaumandreu, está repleta de anécdotas aunque nunca ha podido corroborar si los episodios que han trascendido, en gran parte narrados por el mismo Paco, ocurrieron tal y como los cuenta o si fueron exagerados o alterados en parte. Lo cierto es que Jaumandreu proporcionó a Eva uno de sus estilismos más icónicos, el del sencillo traje sastre Príncipe de Gales, con cuello de terciopelo oscuro y botones forrados, confeccionado probablemente por Luis D'Agostino. Un traje diseñado antes de que nadie imaginara que Eva Perón terminara siendo la figura política que fue, pero que fue ideado como ropa oficial de trabajo para recibir a los humildes en la Fundación, para reunirse con los pobres o recorrer las provincias. Conforme Eva Perón fue ganando más peso en los actos públicos, enseguida se dio cuenta del rechazo que su presencia provocaba entre las mujeres de la alta sociedad, quienes la consideraban una mujer de segunda, vulgar y sin clase alguna. Fue entonces cuando Eva Perón decidió usar la moda a su favor, como arma de poder. “Las voy a derrotar en su propio campo: la guerra de los trapos…”, afirmó.

El capítulo que mejor lo representa es su entrada a la ópera de Buenos Aires en 1946, ya convertida en esposa y primera dama, y vestida con un diseño de Christian Dior traído de París adornado con decenas de brillantes de un quilate.

Evita en Europa: el mito se consolida
 
En 1947, un año después de que Juan Domingo Perón fuera elegido presidente, fue invitado por Francisco Franco a visitar España. Un viaje que no parecía muy aconsejable para Perón, pero que por otra parte era una buena oportunidad comercial y diplomática. Para no exponerse demasiado, se decidió que sería Eva Perón la que aceptara la invitación. Fue la consolidación de Evita como el mito, el icono mundial en el que se convirtió. Aterrizó en Gran Canarias un 8 de junio, embarcando ese mismo día hacia Madrid. Llegó a Barajas vestida con un traje sastre en color azul. En su viaje la acompañaron un equipo de 15 personas, entre las que se encontraban Asunta Fernández y Juana Palmou, primeras modistas de las casas porteñas de alta costura Henriette y Paula Naletoff, así como el peluquero Julio Alcaraz, quien además de ocuparse de sus peinados, debía vigilar la gran colección de joyas con la que viajó. Su estilo llamó la atención en Europa, un continente marcado por las penurias de la posguerra, y por sus decisiones a veces extravagantes, como la vez en la que llevó un abrigo de pieles en Madrid en pleno verano. Una decisión que, en opinión de Marcelo Marino, es algo propio de los iconos de la moda, “romper con los códigos establecidos para darles un nuevo uso, uno propio y personal”.

De España viajó a Italia y después a París, donde entró en contacto con los grandes modistos de la época. Fue invitada a un desfile de Rochas, pero sus asesores le desaconsejaron que fuera ante el riesgo de dar una imagen frívola. Fue entonces cuando se organizó en su hotel un discreto pase privado de modas con Jacques Fath, Marcel Rochas y Christian Dior. Un sinfín de marcas enviaron a su habitación baúles de ropas y maquillaje y personal de Dior la visitó para tomarle las medidas, por si acaso. Fue una gira sin precedentes en la época y casi en la actualidad: tanto por la duración –79 días­­– como por el hecho de que fuera una mujer en calidad de representante política. En este viaje la moda jugó un papel crucial, la de una herramienta de comunicación no verbal.
Un nuevo uso para la alta costura
Pocos meses antes de que Eva Perón llegara a París, Christian Dior presentaba el icónico New Look. Era una empresa de modas que comenzaba su andadura, necesitando por tanto clientas célebres para expandir su negocio. Eva Perón fue una de las primeras clientes ilustres de Dior, estableciendo así una relación que duraría años.

Christian Dior, Marcel Rochas y Jacques Fath le abrieron las puertas de la alta costura y propiciaron algunas de las imágenes más icónicas de Evita, como la robe Amérique de Christian Dior en 1949 o el vestido siréne noire de Rochas en 1950.
De su paso por Roma surgió el flechazo por los zapatos de Salvatore Ferragamo, el zapatero más célebre del momento, que vestía los pies de las mujeres más importantes, de Evita Perón, sin embargo, Ferragamo guardó un recuerdo especial: “recuerdo los fantásticos pedidos de Eva Perón, una de las mujeres más inteligentes que conocí. Tenía el desenfreno de los Andes en sus pies y el desenfreno de la extravagancia en sus encargos. Hay algunos tipos de cueros y pieles que no son comerciales, porque son muy caros o duros […] Eva Perón hacía caso omiso de cualquier dificultad. Debía tener las pieles que pedía. Fueron los zapatos más extraordinarios que hice en mi vida, y los precios que me vi forzado a cobrar fueron astronómicos”, aseguró el zapatero en sus memorias.

En Inglaterra entró en contacto con Norman Hartnell, modisto de la realeza británica y artífice del vestido de novia de la reina Isabel II o del de su coronación, entre muchos otros. Hartnell recordó cómo los directores de Harrods mostraron su reticencia ante la invitación de Eva Perón a la presentación de su colección, temiendo que las señoras más distinguidas no quisieran compartir espacio con ella. Algo que no ocurrió, tal y como contó el mismo modisto: “Las señoras importantes habían asistido, pero cuando Eva Perón entró, ni una de ellas se inmutó, aunque todas las cabezas se dirigieron hacia ella. […] Mi gran desilusión fue que cada hombre y cada mujer de la concurrida multitud, la miró fijamente durante todo el largo tiempo que duró el desfile. Nadie miró mis vestidos. Eva había aniquilado mi exhibición”.
Lo que Eva Perón aportó a la moda fue el hecho de superar los códigos para los cuales esos trajes fueron creados. Les proporcionó una intencionalidad política al llevarlos. Marcelo Marino opina que Evita vistió la alta costura de otra forma, desafiando a los vestidos con poses que no eran habituales de la alta costura. Ella estableció una relación distinta con las prendas. Nunca la dominaba el vestido, sino todo lo contrario.

En definitiva, la figura de Eva Perón es única, es difícil encontrar otro nombre que haya dado a la alta costura en sus primeros años un uso tan político y como herramienta de comunicación.
Este es por tanto un libro imprescindible, no solo para quienes se sienten atraídos por la figura de Eva Perón, de la que tantos años después todavía se tiene mucho que decir, sino también para todos aquellos interesados en la moda como fenómeno sociológico y herramienta de identidad y comunicación. En este caso, política.


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