18 mayo, 2022

¿Se puede dolarizar la economía Argentina?

Analizamos las condiciones que deberían cumplirse para llevar a cabo la dolarización de la economía argentina y los impactos económicos que esto implicaría.

Por Juan Manuel Telechea
6 de abril de 2022

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Hola, ¿cómo andás? La mala de salir cada dos semanas es que, si hay algún tema candente en el medio, llegás tarde. Pero, por otro lado, eso te permite ver todo lo que se escribió y así detectar qué cosas faltaron que podrían aportar a la discusión. El tema, sin dudas, fue la dolarización de la economía argentina, instalado a raíz de lo dicho por Milei y luego reforzado por el proyecto de ley que impulsó un diputado de JxC (todo eso ya fue analizado ayer en el #OffTheRecord de Iván).  

El primer punto a destacar es que la mayoría de los referentes, tanto del arco político como de los economistas (incluso aquellos vinculados a JxC y al liberalismo), salieron rápidamente a rechazar la propuesta, dado que no solo implicaría un drástico ajuste sobre la actividad económica sino que además le quitaría al Banco Central dos de sus principales herramientas para el manejo de la economía, la política monetaria y la cambiaria.

Sin embargo, el hecho de que exista un consenso no alcanza para evitar que en un futuro este tipo de medidas no se implementen. Como destaca el economista ecuatoriano Carlos Cordero Díaz, cuando se llevó a cabo la dolarización en dicho país eran muchas más las voces en contra que a favor de la medida (académicos, analistas, funcionarios del Banco Central de Ecuador e incluso el propio FMI), pero aun así se terminó optando por esa vía.

Además, si examinamos lo sucedido con el caso ecuatoriano y también con nuestra convertibilidad, lo otro relevante es que el grado de aceptación social de este tipo de medidas extremas es directamente proporcional a la acumulación de desequilibrios económicos y falta de soluciones por parte de la dirigencia política. Si tomamos una mirada de largo plazo (digamos 10 años), la inflación muestra una tendencia creciente, mientras que los ingresos de la población se mueven en sentido contrario. Ahí cobra más sentido el timing de la propuesta de Milei o la del diputado Cacace. Y se hacen más probables.

Pero eso no significa que sean más viables. Como dijimos antes, hubo un consenso prácticamente total rechazando la dolarización debido al fuerte impacto económico que causaría en lo inmediato y a las dificultades para manejar la economía que tendría en el mediano plazo. Pero lo que faltó es explicar por qué sucedería eso.

Primer paso, devaluación

La dolarización implica el cambio del peso argentino como moneda oficial de la economía, que sería reemplazada por el dólar estadounidense. Entonces, el primer paso para llevar esto a la práctica sería que todas las personas, empresas, negocios y bancos cambien sus billetes por dólares a su cotización actual. Para que esto suceda, claro está, el Banco Central debería liberalizar la compraventa de divisas y además debería tener esa cantidad de dólares en sus reservas. De lo contrario, provocaría una devaluación que llevaría la cotización del tipo de cambio al valor en que la cantidad de pesos en circulación se equipare con la cantidad de dólares que tiene el BCRA.

Según los últimos datos del BCRA, hay unos $2.6 billones de pesos en circulación. Por ende, si todos fuesen cambiados al tipo de cambio financiero (193 $/USD), se requerirían USD 13.700 millones. En la actualidad el BCRA tiene alrededor de USD 31.000 millones disponibles en su reservas (si descontamos aquellas que son parte de los encajes bancarios), con lo cual esto podría ser llevado a cabo sin grandes problemas. De todos modos, esto ya de por sí representaría una devaluación del 70% respecto de la cotización del tipo de cambio mayorista, que, como quedó claro de la unificación cambiaria que implementó Macri a fines de 2015, tendría un fuerte impacto en los precios.

Pero si se detienen a pensarlo, se habrán dado cuenta de que esta es solo una parte de todo el dinero (en pesos) que hay en la economía argentina. Y ni siquiera es la más relevante. Faltan todos los depósitos en cuentas corrientes, cajas de ahorro y plazos fijos que están en los bancos. En la actualidad eso suma unos $10 billones, que al ser convertidos a dólares al tipo de cambio vigente se traducirían en una demanda de USD 51.550 millones.

El BCRA no cuenta con esa cantidad de dólares. Si aun así se quisieran implementar las medidas, el tipo de cambio debería incrementarse hasta los 400 $/USD aproximadamente para que todos los billetes y depósitos del sistema financiero puedan ser transformados en dólares, lo que representaría una devaluación de casi 250% respecto de la cotización mayorista actual.

La única manera de evitar cualquier tipo de impacto económico sería si se pudiesen dolarizar todos los pesos al tipo de cambio mayorista. El problema es que para que eso suceda, el BCRA debería contar con unos USD 108.000 millones en sus reservas.

Segundo paso, ajuste

Supongamos que, aun con todas estas dificultades, se decidiera seguir adelante con la dolarización. Ya no hay más pesos en circulación y todo el sistema financiero se encuentra dolarizado. Pero tenemos un nuevo problema. Como el BCRA ahora no tiene más la capacidad de emitir dinero, la única manera de incrementar la cantidad de dólares en circulación (no así los depósitos en el sistema financiero) es que estos provengan del resultado externo. Dicho de otro modo, si alguien quiere un dólar, este debe provenir del exterior (ya sea gracias a un superávit de la balanza comercial, inversiones extranjeras o endeudamiento en dicha moneda).

Y acá aparece el financiamiento del déficit fiscal. O, mejor dicho, acá desaparece el financiamiento monetario del déficit fiscal. Porque, como se habrán dado cuenta, si el BCRA no tiene más la capacidad de emitir dinero, entonces el gobierno no puede recurrir más al financiamiento del déficit fiscal por esta vía. A partir de ahora, la única manera de financiarlo es a través del endeudamiento en dólares. Ya sabemos que esto no tiene un final feliz.

La alternativa sería llevar a cabo un fuerte ajuste de las cuentas públicas que implicaría otro cimbronazo a la actividad económica y al poder adquisitivo de la población. Para tomar dimensión, estamos hablando de un ajuste de 5 puntos del PBI. Y no tenemos que olvidar que todo esto seguiría estando acompañado de un proceso inflacionario. No es que la dolarización provocaría inmediatamente la estabilización de los precios (ni hablar si, como vimos anteriormente, esto se logra por medio de una devaluación del tipo de cambio). Como referencia, la convertibilidad (que fue sumamente exitosa en ese sentido), tardó un año y medio en llevar la inflación a niveles por debajo de los dos dígitos.

En suma, de lo anterior queda claro por qué fue tan contundente el rechazo de todo el arco político y económico a la dolarización. La implementación de esta medida provocaría un fuerte ajuste sobre la actividad económica y, por ende, sobre el empleo y los ingresos que resultaría imposible de aceptar para la sociedad.

https://cenital.com/se-puede-dolarizar-la-economia-argentina/


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