20 mayo, 2022

Nueva derecha, fundaciones Red Atlas

La internacional capitalista existe, la moviliza el movimiento libertario de extrema derecha (los llaman libertarians) y, obviamente, está muy bien financiada: funciona a través de un inmenso conglomerado de gobiernos, fundaciones, institutos, ONG, centros y sociedades unidos entre sí por hilos poco detectables, entre los que se destaca la Atlas Economic Research Foundation, o la Red Atlas.1

Los «libertarians» y la Red Atlas arremeten en Argentina

La internacional capitalista existe, la moviliza un movimiento libertario de extrema derecha
15 OCTUBRE 2020, ARAM AHARONIAN


Había pasado inadvertida durante mucho tiempo, hasta que, en el Foro Latinoamericano de la Libertad de la Red Atlas, en mayo de 2017, en el lujoso Brick Hotel de Buenos Aires, con presencia del presidente argentino Mauricio Macri y el escritor peruano-español Mario Vargas Llosa, se debatió cómo derrotar al socialismo en todos los niveles, desde las batallas campales en los campus universitarios hasta la movilización de un país para abrazar la destitución de un gobierno constitucional, como en Brasil.

Atlas cuenta con 450 fundaciones, ONG y grupos de reflexión y presión, con un presupuesto operativo de cinco millones de dólares (datos de 2016), aportados por sus fundaciones «benéficas, sin fines de lucro» asociadas. Atlas Network es una organización fundada en 1981 en Estados Unidos, en homenaje a la escritora Ayn Rand, autora de la novela La liberación de Atlas, devenida en biblia de los ultraliberales, autodenominados en el mundo anglosajón como libertarians. La Red comunica en su portal que posee 447 socios a nivel internacional, en 95 países. Dentro de Latinoamérica dicen contar con 99 socios.

Su financiamiento proviene también de grandes empresas interesadas en maximizar sus ganancias mediante la reducción impositiva. Entre sus más importantes aportantes figuran los multimillonarios ultraconservadores Charles y David Koch, y Sheldon Adelson (el máximo financista de la campaña electoral de Donald Trump en 2016).

Una de las tesis que prologa los documentos de la Red fue acuñada por James McGill Buchanan —economista de la Universidad de Chicago—: «Para que prospere el capitalismo, hay que ponerle cadenas a la democracia».

La red, que ayudó a alterar el poder político en diversos países, es una extensión tácita de la política exterior de EE. UU. —los think tanks asociados a Atlas son financiados por el Departamento de Estado, la USAID (Agencia del Desarrollo Internacional de EE. UU.) y la National Endowment for Democracy (Fundación Nacional para la Democracia), brazo crucial del poder blando estadounidense.

La Fundación Pensar era una rama de la Red Atlas en Argentina que se convirtió en el PRO, el partido político que llevó a la presidencia en 2015 a Mauricio Macri. Dirigentes de Pensar y de la Fundación Libertad —otra rama de la Red—, ocuparon cargos clave en la administración argentina entre 2015 y 2019. Una serie de fundaciones, dirigida por altos funcionarios de la administración Macri, drenaron dineros públicos hacia ellas, aumentando los fondos provenientes de la Red Atlas y la NED.

Los neoliberales más agresivos
Javier Zícari, en Página12, prendió una luz de alerta al señalar que: «Una secta recorre la Argentina y es la del terraplanismo económico: los libertarios». Este es un grupo que ha proliferado y ganado visibilidad en los últimos años pero que, hasta ahora, poco se ha investigado y que parece funcionar como el grupo de choque más agresivo y reaccionario del neoliberalismo.

Como la clásica derecha tiene un fuerte olor a rancio y está desprestigiada, por su identificación con los programas antipopulares, los ajustes y el endeudamiento externo, ahora aparece revestida de nuevas formas y, sobre todo, expresada por sectores de la juventud. Vocifera para reivindicar lo que llaman el anarcocapitalismo: un mercado total, que nadie lo pueda regir y en el que el Estado se desvanezca, desaparezca.

Lejos de la rebeldía, lo que suelen reclamar es disciplina, orden y que el empresariado —o mejor dicho el uno por ciento de los multimillonarios del mundo— lo rija todo, deviniendo en los hechos la vanguardia de la dictadura del empresariado o del capital concentrado.

Como ya lo demostraron en Brasil, desde épocas del golpe parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff, su alta intensidad en redes sociales y la alta representación de sus economistas en los medios hegemónicos y en Internet, contrasta con el bajo volumen político que representan. En Argentina, en las últimas elecciones su principal candidato quedó atrás del voto en blanco.

El discurso económico es tan violento como simplista y nunca se discuten problemáticas como el subdesarrollo, la restricción externa, las mejoras sociales, el desempleo o qué hacer con la deuda externa. Ya no quedan vestigios del viejo sujeto liberal, sino un individuo reaccionario, en el cual el microfascismo, la prepotencia y el narcisismo devienen centrales, añade Zícari.

Toda desviación a sus premisas pasa a ser identificada como estatismo, una dictadura y «un camino a ser Venezuela», esa Venezuela de los noticieros de los medios hegemónicos, claro.

Nociones como igualdad, solidaridad o el prójimo están totalmente ausentes en sus lógicas. Para ellos, toda forma de integración social debe hacerse únicamente por medio del mercado. Coligen que alguien es pobre porque no le gusta trabajar o porque es oprimido por el Estado que lo coarta.

El rechazo al debate intelectual los termina de acercar al más duro terraplanismo, los movimientos antivacunas o protestar contra el 5G, y pretenden, además, que sus ideas reaccionarias se enmascaren en un aire academicista. Obviamente, detestan lo que llaman «ideología de género».

Las fuentes intelectuales de los libertarios los pinta de cuerpo entero. Recuperan a los padres de la escuela austríaca de economía, como Von Mises y Von Hayek, quienes se la pasaron hablando contra la improductividad pero que eran dos aristócratas que vivían de rentas. Otra referencia intelectual es el monetarismo de la escuela de Chicago, en la cual sobresalía Milton Friedman, que fue asesor del dictador chileno Augusto Pinochet.

Un documento
El documento «Cinco decisiones para poner a Argentina de pie», es promocionado por 28 organizaciones ligadas al pensamiento ultraliberal-libertario de ultraderecha (centros de estudios, asociaciones civiles, fundaciones, cámaras empresariales y grupos financieros) de la Red Atlas, el entramado de think tanks, grupos de lobby y organizaciones ligadas y financiadas por el gobierno de EE. UU., orientados a influir en la política doméstica de América Latina y reprimir la aplicación de políticas soberanas en la región.

Esta red de organizaciones es la versión vernácula del Partido Republicano, hoy subyugado por los libertarians, el suprematismo trumpista y la negación de la pandemia. El objetivo planteado por la Red Atlas es destruir las regulaciones estatales para que el mercado sea la única institución encargada de regular las relaciones económicas y sociales.

La red tenía ya, en 2017, 13 entidades afiliadas en Brasil, 12 en Argentina, 11 en Chile, ocho en Perú, cinco en México y Costa Rica, cuatro en Uruguay, Venezuela, Bolivia y Guatemala, dos en República Dominicana, Ecuador y El Salvador, y una en Colombia, Panamá, Bahamas, Jamaica y Honduras.

Sus referentes, bajo eufemismos más o menos explícitos, catalogan como populismo al orden democrático. Toda mayoría que busque un camino alternativo a la financiarización y que promueva la pluralización de los derechos sociales y económicos será catalogada como autoritaria, antigua, vaga, señala el economista y sociólogo argentino Jorge Elbaum.

El programa de la Red Atlas repite el decálogo de Trump: limitar o suprimir el impuesto a los más pudientes, privatizar empresas públicas y limitar el poder de los sindicatos. En síntesis: pregonan la libertad de los privilegiados para incrementar una mayor porción de la riqueza nacional. Además, en su versión desestabilizadora, son especialistas en inocular el desánimo y horadar la confianza pública en los gobiernos que no se pliegan a sus demandas.

La cadena de producción
Un análisis de los documentos de la Red Atlas pone en evidencia el modelo de varias fases para instaurar lo que denominan la cadena de producción de sentido político.

Una, son las investigaciones académicas sin contrastación, consagradas a legitimar los prejuicios desreguladores y hostiles hacia la política, salvo cuando se la ejerce en nombre del mercado, y la instalación de dichos trabajos en espacios académicos de grado, posgrado, extensión universitaria y marcos de capacitación empresaria.

Otra, la divulgación mediante Soportes Comunicacionales Corporativos (SCC) —léase medios hegemónicos de comunicación social— y la utilización de referentes mediáticos más agresivos y provocadores como encargados de la justificación y defensa de los contenidos instalados por las usinas ultraliberales académicas. Su violencia dramatúrgica busca ser instalada como convicción plena y certeza de discurso único.

Otra fase es la viralización mediante trolls, bots y botnets, y la utilización de la IA (Inteligencia Artificial) para detectar segmentos que son reconvertidos en difusores de consignas, prejuicios y noticias falsas. Luego de su detección, se los integra a diferentes colectivos de hostigadores de los referentes populares, constituyéndose en tropa dispersa de odiadores seriales. Un eslabón más es la apropiación de las temáticas convertidas en agendas por parte de los SCC, para instituirlas como pensamiento hegemónico dominante.

La iniciativa en Argentina, de la que participaron Ricardo López Murphy y Álvaro Alsogaray (hijo) entre otros, dio continuidad al Foro Latinoamericano de la Libertad —que tuvo lugar en septiembre de 2017, en Buenos Aires, y al Foro para la Libertad en Latinoamérica, de mayo de ese mismo año. De los centros de investigación de la red Atlas forman parte los dirigentes de ultraderecha Roberto Cachanovsky, José Luis Espert, Javier Milei, Agustín Etchebarne.

El objetivo planteado por la Red Atlas es destruir las regulaciones estatales para que el mercado sea la única institución encargada de regular las relaciones económicas y sociales. Sostienen una concepción de «libertad» únicamente asociada con la propiedad y catalogan las políticas tributarias como confiscatorias. Esa es la razón por la que cuestionan la cuarentena y alientan el fin del cuidado mutuo alentado por el gobierno.

Expresan el temor a que las regulaciones sanitarias limiten la continuidad de su facturación y sus consecuentes ganancias. Sus referentes, bajo eufemismos más o menos explícitos, catalogan como populismo al orden democrático. Toda mayoría que busque un camino alternativo a la financiarización y que promueva la pluralización de los derechos sociales y económicos será catalogada como autoritaria, antigua, vaga o «choriplanera».

Se apropian de la palabra libertad para evitar que las regulaciones estatales e internacionales impidan, regulen o limiten su acumulación financiarizada. Buscan que sus grupos de presión sean autorizados para instituir las regulaciones estatales por fuera de la voluntad popular, porque consideran que el mercado debe gobernar por sobre la democracia.

Desvalorizan al Estado porque son conscientes de que es el único actor institucional que puede poner coto a la depredación económica y ambiental que promueven. Esa es también la razón por la que desprecian la solidaridad y el altruismo. Consagran al egoísmo como un valor positivo y al sometimiento de los más débiles y humildes como la consecuencia de un orden natural darwiniano ineludible.

La derecha argentina, impulsada por estas redes, se siente empoderada por la pandemia y, en lugar de sumar sus esfuerzos para reducir los daños de la crisis sanitaria, aprovecha una ventana de oportunidad ante la enfermedad y la muerte. Los promotores de la Red Atlas desde sedes diplomáticas o por medio de financistas corporativos despliegan las fases destinadas a modelar el sentido común de una ciudadanía golpeada por la angustia producida por la covid, en medio de una crisis social, económica y financiera.

La apuesta libertaria por augurar el desastre, vender apocalipsis y meter miedo permanentemente termina por fragilizar las subjetividades y volverlas más vulnerables. Y, así, al sentirse indefensas, hace que muchos sectores de la población sean propensos a salidas autoritarias al estilo Jair Bolsonaro o Donald Trump, ya que el miedo es un gran disciplinador social, recuerda Elbaum.

Nota
1 Aharonian, A. y Verzi, A. (2017). Red Atlas, libertarios de ultraderecha: entramado civil detrás de la ofensiva capitalista en Latinoamérica. Nodal. Octubre, 9.

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Aram Aharonian
Aram Aharonian
Periodista y comunicólogo, nacido en Uruguay, con vasta experiencia en América latina. Magister en Integración. Creador y fundador de Telesur, preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Observatorio en Comunicación y Democracia y el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

https://wsimag.com/es/economia-y-politica/63761-los-libertarians-y-la-red-atlas-arremeten-en-argentina

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FUNDACIÓN ATLAS, de Bernard Shaw a Javier Milei

La génesis de la Fundación Atlas comienza con los “socialistas fabianos”, se emparenta con el ascenso de Mussolini al poder y se continua en estos tiempos con el llamado “movimiento libertario” y el sustento de gobiernos y candidatos ultra derechistas.
OCTUBRE 1, 2021
fundacion atlas
Eduardo Silveyra
EDUARDO SILVEYRA
FUNDACIÓN
Los dispositivos que crea el poder hegemónico cuando se ve amenazado o necesita consolidarse, se replican con nuevas formas a través de la historia. Un par de décadas después de pasada la primera mitad del siglo XVIII, surgió en Inglaterra una corriente política, la Sociedad de los Fabianos; se autodenominaban socialistas, aunque el nombre homenajeaba al capitán romano Fabio Cunctator, reputado por sus tácticas de prudencia y conciliación. Los socialistas Fabianos, provenían de la burguesía y postulaban un socialismo gradual en las antípodas del socialismo científico, con base en el materialismo dialéctico propuesto por Marx y Engels, es este último, el que acusa a los Fabianos en una carta a su amigo Kautsky en 1892, de políticos burgueses típicos, que tratan de arrastrar a los obreros hacía el campo de los liberales: “es una camarilla de socialistas burgueses de variados estilos, desde advenedizos hasta filántropos sentimentales, unidos únicamente por el miedo de la dominación de los obreros, prontos a todos para conjugar el peligro”.

Uno de los fundadores de tan meritoria empresa fue Sidney Webb, junto a su esposa Beatrice sentaron las bases de tal corriente, a la cual adhirió George Bernard Shaw con su pluma y pensamiento. A Webb se lo puede catalogar como a un burócrata preocupado por estadísticas que apuntalaban sus ideas, Shaw era un colectivista que proponía un gobierno de cuatrocientos hombres notables — el darwinismo había calado hondo en su pensamiento—, estos selectos funcionarían en compartimentos llamados Think Tank, una conformación que ha resurgido en estos tiempos. En la década del 20, Shaw visitó la Unión Soviética y quedó fascinado por la figura de Stalin. Esta fascinación sería trocada con el surgimiento de Mussolini  y Hitler. Aunque con el primero, la admiración fue mutua, pues el italiano había abrevado alguno de los postulados de los Fabianos para elaborar la ideología fascista y a Shaw no le pareció mal el asesinato del socialista Matteoti, ni la invasión imperialista a Libia. Shaw murió en el año 1943 en medio de la Segunda Guerra y padeció los bombardeos a Londres de la aviación alemana. Sídney Webb murió 2 años después de finalizada la contienda y asistió a la división del mundo en dos bloques políticos e ideológicos. En ese contexto, las cosas debían reformularse, pero el hombre ya estaba viejo para dar batalla en la nueva composición global. Sin embargo, tendría sus continuadores la tarea de consolidar el poder del liberalismo dentro y fuera de Inglaterra.

El más notorio de ellos fue Sir Anthony Fisher, educado en el Queen College, entidad fundada por los Fabianos. Fisher se abocó durante su existencia a impulsar las ideas del liberalismo a ultranza, para esto creó la Fundación Atlas, cuya conspiraciones llevaron a Margaret Tatcher a encumbrarse en el partido conservador y después en Inglaterra, donde sus políticas liberales arrasaron derechos y conquistas de la clase trabajadora. Esa cruzada neo liberal atravesó el Atlántico y en 1981 durante la presidencia de Ronald Reagan, Fisher instala a la fundación en Estados Unidos, donde es financiada por el departamento de estado, con el fin de impulsar al  “liberalismo para una sociedad libre”.

ATLAS
La fundación en la actualidad tiene sede en noventa y ocho países y en cada uno de ellos cuenta con sus respectivos Think Tank que apuntalan las políticas liberales y a sus candidatos, como así también, la generación de ideas y operaciones, contra el avance de gobiernos progresistas y populistas. En Argentina se instaló a instancias del banquero Eduardo Maschwitz en 1998 durante el auge de las políticas neoliberales que arrasaron al país. En la actualidad Eduardo Maschwitz ostenta el cargo de presidente de la misma. Entre los aportantes para el funcionamiento de la entidad, figura el Jockey Club, un reducto de la oligarquía, donde la permeabilidad de clase es casi inexpugnable. Salvo los casos de los sindicalistas Barrionuevo y el ya fallecido Jorge Triaca, quienes para formar parte de ese “club de caballeros representativos de la actividad política y económica del país” tuvieron que abonar una cuota de ingreso de $500.000.  La afinidad ideológica y de intereses, no llama la atención por el estamento social al cual pertenecen los asociados a ambas instituciones.

El tesorero del Jockey Club, es el abogado Eduardo Antonio Santamarina, integrante del Opus Dei y del Partido Demócrata, aliado del PRO y por el cual fue elegido diputado en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Santamarina, como es debido, militó la causa en contra de la sanción de la ley de derecho al aborto ILE y la ley de matrimonio igualitario. Durante su mandato como legislador, Santamarina tuvo como asesor a un socio de su partido, Federico Alberto Young, ex juez civil durante la dictadura y defensor del dictador Videla en los juicios donde fue condenado por delitos de lesa humanidad. Federico Young también es célebre por la defensa del ex comisario Luis Patti, condenado por los asesinatos de los militantes montoneros Cambiasso y Pereira Rossi. Por el mismo, pidió el arresto domiciliario por razones humanitarias.

Las premisas de la Fundación Atlas se fundamentan en una supuesta “libertad” que avala dictaduras del pasado y apuntala movidas destituyentes de gobiernos democráticos. El argentino Alejandro Chaufen, quien fuera presidente de la misma a nivel mundial, participó activamente de las manifestaciones en Brasil para destituir a Dilma Rouseff y auspicio la llegada de Jair Bolsonaro al gobierno a través de la fundación y organizaciones afines. Chaufen tiene una dilatada trayectoria en el mundo económico y financiero de Estados Unidos, pero en la Argentina también dejó su sello en la liquidación de la financiera Coimpro y fue condenado en 2005 por la Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo.

La Fundación establecida como red, tiene el apoyo financiero de grandes corporaciones, entre las que sobresalen Pfizer, Shell, Exxon Mobil, Philipp Morris y Procter & Gamble. Esta ayuda es retribuida con encuestas de mercado e investigaciones de multimillonarios, como los hermanos Charles y David Koch, quienes integran la lista de las diez familias más ricas del mundo, además de integrar el departamento de Estado de los EE. UU. En 1985, al poco tiempo de ponerse en funcionamiento, la Red Atlas ya contaba con 27 instituciones asociadas en 17 países, para en el 2020 ya  contar con más de 500, diseminadas por 98 países. Según datos aportados por el semanario Brecha de Montevideo, el presupuesto anual de la Red Atlas se acerca a los 910 millones de dólares. Por lo visto, recursos no les faltan como para crear candidatos políticos que declaman no pertenecer a la clase política, como lo son Javier Milei en Argentina o el banquero Guillermo Lasso. Este último es hoy presidente de Ecuador y al llegar al poder creó la Fundación Libertad, asociada a la Red Atlas Network, que instituye gobiernos y candidatos ultra liberales y fascistas en la región y a nivel global. La fundación también mantiene lazos estrechos de colaboración con Sebastián Piñera en Chile, Bolsonaro en Brasil y Lacalle Pou, en Uruguay.

CULTURA
Otro de los objetivos planteados por la Red Atlas, es la batalla cultural contra la izquierda, el progresismo y el populismo y contra las formas democráticas. En cierto punto las cosas se pueden resumir en un texto escrito por la ecuatoriana Paola Icaza, intelectual de la Red Atlas:

Lamentablemente, en nuestra idiosincrasia latina, el odio a los ricos es muy común  (…) El discurso de nuestros políticos mueve fibras sensibles que exacerban el odio a los ricos y a la riqueza, explotando la lucha de clases para la obtención de votos y/o popularidad. (…) El odio a los ricos y a la riqueza parece ser parte del ADN latinoamericano y contribuye enormemente al retraso de nuestros países. (…) Ojalá entendiéramos que la acumulación de la riqueza es positiva y es la única vía segura hacia la disminución de la pobreza.

Este discurso tiene una praxis concreta en parte de su funcionamiento; está el avasallamiento de las culturas de los pueblos originarios, a través de construcciones religiosas como las iglesias evangélicas y la Iglesia Hillsong entres otras, donde la alabanza al señor va unida al pedido de una riqueza que nunca llega. Esta práctica maniquea hace que, por dar un ejemplo, a un campesino mexicano se le censuren las formas expresivas de su comunidad por considerarlas mundanas, así también obligándolo a que cante himnos religiosos ajenos a su cultura, práctica que se replica a lo largo y ancho del continente.

La batalla cultural a la cual se avoca el ultra liberalismo, no deja espacios librados al azar. La especialización en el manejo de las redes sociales es otro de los puntos donde vuelcan parte de sus presupuestos, con un discurso de penetración que apela de forma constante a lo reptiliano y en el cual las palabras, libre, libertad y libertario, se reproducen como insectos nocivos. Se puede decir que el liberalismo como corriente filosófica nació ateo, pero esto no lo libra del uso de la religión como medio de dominación para implementar sus políticas y tener aliados como al Opus Dei. Suene raro o no, la realidad es que el vocablo amor rara vez aparece mencionado en la discursiva de este neo fascismo.

La Fundación Atlas, brazo ostentoso de la batalla, creó el Premio de la Libertad Templeton. Este se otorga desde 2004 y lleva el nombre del inversor inglés Sir John Templeton, para honrar su legado y a las contribuciones más excepcionales a la compresión de la libre empresa, la innovación y la realización humana. El premio reparte unos doscientos mil dólares entre los adjudicatarios y es financiado por la Templeton Religion Trust. Su presentación se realizó en Nueva York, durante la ceremonia de clausura del Liberty Forum & Freedom Dinner de Red Atlas. En Argentina, la Fundación Atlas, también ha creado el Premio a la Libertad, entre cuyos premiados insignes, se encuentran Jorge Lanata, Nelson Castro, Marcos Aguinis, Juan Curuchet, Jorge Fontevecchia, José Eliaschev, el ex ministro de agricultura macrista, Luis Miguel Etchevehere, un acumulador compulsivo de causas penales derivadas todas de delitos económicos y por último Javier Milei, portavoz de la avanzada ultraderechista en estos tiempos. Pero las cosas no se detienen solo en los premios, la Fundación ha creado también el Programa de Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales. Este es gratuito y los equipos de formación están dirigidos por Eduardo Maschwitz (H), licenciado en comunicación social y educado también por el Colegio Cardenal Newman y la Universidad Católica Argentina.

Tal vez sea necesario avizorar: la derecha siempre recurre a formas de dominación cultural, en las cuales la apropiación del lenguaje en modos reduccionistas convierten al socialismo en sustento ideológico del  fascismo y en su reformulación de la ultra derecha, al anarquista libertario lo alejan completamente de los ideales de Bakunin y Kropotkin, que sustentaban parte de sus teorías en la solidaridad y la dependencia reciproca de la humanidad. Resulta hasta paradójico que, la palabra libertad sea usada como una trampa, como una herramienta, precisamente para perderla.

https://revistazoom.com.ar/fundacion-atlas-de-bernard-shaw-a-javier-milei/


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No es la pandemia. Es la cuarentena, estúpido


Javier Milei
Es economista y coordinador de la Mesa de Economía de la Fundación Acordar.


1.    El debate y los datos
A partir de la llegada del Covid-19 se ha instalado un debate que, ante la caída del nivel de actividad económica, el empleo, el salario real y un súbito aumento de la cantidad de pobres e indigentes, busca quitar la responsabilidad del Gobierno en el desastre económico y, más tarde o más temprano, social, responsabilizando de ello a la pandemia y no a la política preferida del gobierno para enfrentar al virus, esto es, la cuarentena. El argumento es simple, la pandemia es un shock externo, mientras que la cuarentena es absoluta responsabilidad del Gobierno.
 
Lo primero que deberíamos señalar es que la economía ya venía transitando por un mal camino desde mediados del año 2018 cuando la economía entró nuevamente en recesión, y que el actual gobierno no logró revertirla tendencia. Concretamente, los datos del PIB para el primer trimestre del presente año muestran una caída del 5,4% respecto el mismo período del año anterior.
 
De todos modos, ello no representa una prueba suficiente para señalar mala gestión, ya que, ante el freno de una tendencia de caída, los datos interanuales suelen mostrar signo negativo, lo cual es la base de lo que se dé como arrastre estadístico.
 
Sin embargo, cuando se muestra el indicador en términos desestacionalizados, nos encontramos con una caída del 4,8% respecto al trimestre anterior, lo cual si es responsabilidad del nuevo gobierno. Es más, de los números se percibe el accionar del gobierno, ya que mientras el consumo privado cae 6,8%, la inversión 9,7%, las exportaciones 13,4% y las importaciones 7,6%, el único rubro que mostró signo positivo fue el consumo público en 1,6%.
 
Al mismo tiempo, el indicador de actividad (EMAE) de frecuencia mensual también muestra una caída colosal. Así, durante marzo, aún con sólo diez días de haberse impuesto la cuarentena, la actividad cayó 11,4% respecto al mismo período del año anterior, mientras que, en abril, la producción del país cayó en un 26,4% (acumulando una retracción del 11% año/año en lo que va del año), la cual constituye la máxima caída de la historia argentina.
 
Por lo tanto, a la luz de los espantosos números que arroja la economía y, dadas las críticas de haberse apoyado de modo exagerado en la opinión de los infectólogos, el Gobierno salió a imponer el relato de que el problema no es la cuarentena, sino que es la pandemia. Para ello, salió a mostrarlos números de caída de PBI para distintos países del mundo en base a las estimaciones del FMI. En éste sentido, uno debería señalar que el Organismo Multilateral estima que el PIB del mundo caerá un 4,9%, mientras que la caída de Argentina sería del 9,9%, lo cual pone al país dentro del lote de los países con peor desempeño del mundo, donde, no casualmente, en los países con cuarentenas más duras mayor la tasa de caída.
 
2. Pandemia o fraudemia
Hay un chiste que dice que se encuentran dos microeconomistas (quienes miran todo en términos relativos) y uno le dice al otro “Hola, ¿cómo está tu mujer?” y el otro le contesta “¿Comparada con qué?”. En esto vale lo mismo.
 
Si uno quiere comprenderlos efectos letales del Covid-19 lo primero que debería tener en cuenta es ¿cómo es la dinámica poblacional en términos de muertes? En éste sentido, lo primero qué se debe captar es que, a lo largo del presente año, según los estudios demográficos de Naciones Unidas, en el planeta morirán 60 millones de personas, esto es, cerca de unas 165.000 personas por día a lo largo del todo el mundo. Por otra parte, cuando se analizan las muertes por Covid-19 en todo el mundo, las mismas tardaron poco más de 100 días para alcanzar dicho número, esto es, estaríamos en torno al 1% de las muertas del mundo (aún en una linealización favorable al Covid19).
 
Es más, si uno compara con el caso de la fiebre española, que es el caso con el que la Organización Mundial de la Salud amenazó al mundo, el nivel de desproporción es mucho más que enorme. Concretamente, la fiebre española tuvo lugar desde fines de 1918 hasta inicios de 1920, la cual infectó a un tercio del planeta tierra y se cargó con la vida del 6% de los infectados (= tasa de letalidad). Esto es, la fiebre española mató a 39 millones de personas, lo cual representaba un 2% de la población total del planeta tierra. Si uno replicara los números, para los niveles de población del 2020, estaríamos hablando de 2.600 millones de infectados y de un total de muertos por el Covid-19 de 156 millones, mientras que extrapolando linealmente los datos al día de hoy darían un total de 20 millones de infectados y de 1 millón de muertos. Esto es, la OMS le ha errado en la cantidad de infectados en 130 veces y en el número de muertos en 156 veces. Es más, dado que, durante el primer semestre, en los medios de comunicación audiovisuales mostraban continuamente zócalos con la cantidad de muertos por Covid-19 en todo el mundo, si el virus en cuestión, hubiera tenido la misma letalidad que la fiebre española, los zócalos deberían haber mostrado que morían 427.397 personas por día, número que al Covid-19 le costó alcanzar cinco meses.
 
Por lo tanto, a la luz de los datos presentados estamos frente a dos interpretaciones. Por un lado, es que la Organización Mundial de la Salud tiene un serio problema con el manejo de las matemáticas y las estadísticas, lo cual la llevo a cometer un error descomunal. Por otro es que lo hayan hecho de modo totalmente intencionado. Sin embargo, más allá de cual haya sido el motivo, el punto es que el Covid-19 no sólo no es como la fiebre española, sino que es cuestionable definirlo como pandemia.
 
3. Cuarentena y economía
Acorde a los números presentados y de los errores más que groseros cometidos por la OMS en las estimaciones que dieron sustento a sus recomendaciones, resulta por demás importante, cuánto de la caída del PIB mundial es atribuible al Covid-19 (es decir, a la fraudemia) y cuánto a la cuarentena, ejercicio que toma sentido, ya que, más allá de las diferencias entre los distintos modelos de cuarentena implementados en el mundo, todos han hecho cuarentena.
 
A la luz de las presunciones realizadas por los la Organización Mundial de la Salud y en especial por los infectólogos quienes señalaron que la pandemia del Covid-19 sería equivalente a la “peste española” un trabajo econométrico realizado por Robert Barro, José Ursua y Joanna Weng buscó determinar el impacto que tendría sobre el crecimiento del producto y del consumo, ambos en términos per cápita, y en la tasa de retorno de los bonos del Tesoro y la tasa de inflación en el mundo de ser cierta la hipótesis de los expertos en salud. A su vez, para estudiar el impacto de la fiebre española (para después poder asimilar con el caso del Covid-19), el período de análisis va desde el año 1901 hasta 1929, donde el corte de la serie de tiempo en dicho año viene explicado por la presencia de la Gran Depresión. A partir de ello, para los 42 países que son parte del estudio de cross-section los valores de las muertes fuera del período de la peste española 1918-1920 y las muertes de La Primera Guerra Mundial 1914-1918 son jadas en cero. Además, vale la pena destacar que, si bien la fecha de 1901 puede resultar un poco arbitraria, estimaciones que arrancan desde 1870 arrojan resultados similares.
 
De este modo, en función de los resultados econométricos obtenidos, los autores del trabajo determinan que si la cantidad de muertos por Covid-19 fuera similar a la de la peste española, la tasa de caída en el crecimiento del producto per-cápita sería del 6%, mientras que para el caso del consumo per-cápita sería del 8%. Por otra parte, si consideramos que la tasa del crecimiento del PIB, para valores pequeños, puede asimilarse a la suma de la tasa de crecimiento del PIB/c más la de la población (neto entre crecimiento natural y el efecto de la enfermedad) el PIB del mundo estaría mostrando una retracción de la tasa de crecimiento de 7 puntos porcentuales. Por lo tanto, dado que las estimaciones de caída en la tasa de crecimiento acorde a lo estimado por el FMI (utilizando otra metodología y trabajando país por país) está en la misma línea que el trabajo de Barro-Ursua-Weng asimilando el Covid-19 con el caso de la fiebre española, dado que el virus mostró una letalidad por lo menos 156 veces menor, el origen de la retracción es la cuarentena y no la fraudemia. Puesto en otros términos, dado que las muertes por Covid-19 serían del 0,013% para todo el mundo, la tasa de crecimiento del PIB per-cápita debería haber caído en 0,038%. De este modo, la cuarentena mundial es responsable del 99,27% de la caída del PIB. Si a su vez, consideramos que Argentina es el alumno estrella de la OMS, resulta por evidente la atrocidad causada por el gobierno de Alberto Fernández a instancias del grupo de infectólogos que lo asesoran. Esta situación se vuelve muchísimo más grave cuando uno considera que por la propia dinámica mundial del virus, el país no sólo contó con más tiempo sino también con mucha más información.
 
4. Un remedio peor que la enfermedad
Si bien resulta claro que el modelo de cuarentena ha tenido un efecto devastador en la tasa de crecimiento mundial, dicho error se vuelve aún mucho más estremecedor cuando se considera los impactos en el mercado de trabajo. En este sentido, estudios de la Organización Mundial del Trabajo estimaron que durante el primer trimestre del año se perdieron 4,5% de las horas trabajadas en el mundo, lo cual implica que se perdieran 130 millones de puestos de trabajo, mientras que, frente a una pérdida de 10,5 horas durante el segundo trimestre del año, la cantidad de puestos laborales que se han perdido llegan a 305 millones.
 
Al mismo tiempo esa destrucción de millones de puestos de trabajo ha implicado que el salario promedio en el mundo caiga un 60%. Al mismo tiempo, dado que un 62% de los trabajadores del mundo trabajan en el sector informal y que 47 puntos de esos 62 han sido impactado de modo muy significativo por la cuarentena impulsada por la Organización Mundial de la Salud, la cantidad de trabajadores informales que se hallaba debajo de la línea de pobreza en el mundo pasó del 26% al 59%. Por otra parte, acorde a las estimaciones del World Food Programme (WFP) junto a los resultados derivados del “Global Report on Food Crises 2020” (elaborado junto a la Food Security Information Network de la FAO y la International Food Policy Research Institute) señaló que, antes de la llegada del Covid-19, unas 135 millones se encontraban bajo una situación de inseguridad alimentaria.
 
Sin embargo, lo que se observa es que el diseño de respuesta (cuarentenas estrictas) para resolverlos efectos del virus chino enfrenta a los países a un desafiante trade-off entre salvar vidas o los medios de sustentación para poder vivir. De este modo, salvar vidas del coronavirus, dado el modelo de cuarentena está llevando a que las personas mueran de hambre. En términos concretos, las investigaciones del WFP señalan que unas 130 millones de personas adicionales serán empujadas al límite de la inanición, por lo que el total de personas bajo inseguridad alimentaria treparía a 265 millones de seres humanos. Por lo tanto, en función de ello y acorde los estudios de la WFP, en el mundo estarán muriendo de hambre 300.000 personas por día, durante por al menos un lapso de tres meses, esto es, unas 27 millones de personas estarán muriendo de hambre gracias al modelo de cuarentena impulsado por la OMS. En definitiva, todo ello muestra que el remedio está siendo mucho peor que la enfermedad
 
5. Cuarentena: un delito de lesa humanidad
Tal como señalan Ricardo Manuel Rojas y Andrea Rondón García en el libro “La supresión sistemática de derechos de propiedad como crimen de lesa humanidad”, el estudio de los tipos penales de crímenes de lesa humanidad o genocidio, acorde a como han sido definidos en convenciones específicas o en el Estatuto de Roma, permite advertir que tales crímenes se vinculan fundamentalmente con el ejercicio de acciones sistemáticas y violentas dirigidas a eliminar o suprimir a determinados grupos. Al mismo tiempo, vale la pena señalar que no solo la agresión física directa puede constituir un crimen de lesa humanidad, sino que también se puede buscar y alcanzar ese propósito mediante acciones que no son directamente violentas, como la supresión sistemática de derechos de propiedad a un nivel que haga imposible a la subsistencia de la población.
 
En este sentido, es que emerge con total claridad que la supresión sistemática de los derechos de propiedad por parte del Estado implica quitar la base de sustentación económica del individuo, el cual se enfrenta a un dilema existencial. Por un lado, defender su propiedad enfrentando el avance expropiador del Estado y que, a la postre terminará con su vida por inanición. Así, el Estado lo terminará asesinando utilizando una vía indirecta (y cuya transición podría encuadrar como una tortura). Por otro lado, la opción de ceder mansamente al capricho de los jerarcas del Estado y convertirse de éste modo en un esclavo. Por lo tanto, en el primer caso se aniquila el derecho a la vida, mientras que en el segundo el derecho a la libertad. Dentro de la lógica de dicho análisis, los casos de cuarentena más estrictos, tal como es el caso de Argentina, derivan en un delito de lesa humanidad. Así, el Estado, cuando impone la cuarentena ello implica la supresión generalizada del ejercicio de los derechos de propiedad de una gran parte de la sociedad civil. Concretamente, lo que hace la medida es suprimir por completo los ingresos de las empresas, al tiempo que se les exige seguir pagando los impuestos, sostener la cantidad de trabajadores y no permitir la reducción de salarios, el resultado de todo ello de modo simultáneo es que, durante el proceso, las empresas se consumen primero el capital de trabajo, para luego hacer uso de los ahorros de los propietarios de las firmas, lo que a la postre terminará quebrando las empresas y empobreciendo a sus dueños. En éste sentido, no sólo se produce un daño enorme sobre todas las capas de la sociedad fruto de la destrucción del capital, sino que, además, deja desvalido al sector privado frente a un Gobierno que avanza con pretensiones totalitarias.
 
Por lo tanto, el impulso de un modelo de cuarentena extremadamente profundo y por un tiempo exageradamente prolongado, no sólo permite el avance sobre la vida de la población por parte de gobiernos con pretensiones totalitarias, sino que además, los gobiernos se convierten en verdaderas maquinarias de violación masiva de derechos individuales y cómo en dicha tarea, la violación de derechos de propiedad resulta esencial para alcanzar los objetivos, dichas acciones quedan alcanzadas por varias de las cláusulas del Estatuto de Roma y de aquellas legislaciones internas que lo hayan adoptado.
 
https://www.fundacionatlas.org/index.php?m=art&s=5387

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