Nueva derecha, Fondos, Lazos - Atlas, RAP, NED y otras
"¿Por qué el discurso de la nueva derecha logra tanta escucha? Más allá de sorprendernos o indignarnos, cabe intentar una reflexión sociológica que permita entender qué otros actores (entre ellos, nosotros) facilitan la situación.
jueves, 25 de noviembre de 2021
#Hilo La nueva derecha extrema: el por qué de su éxito
El primer elemento es comprender que, en la disputa por el sentido, se juegan, también y fundamentalmente, expectativas y emociones. Una pregunta que no nos hacemos demasiado es: ¿qué emociones y expectativas están despertando el resto de las propuestas políticas hoy?
En gran parte de Occidente (y en especial en Argentina), el debate político parece estancado en la resignación. La idea es que estamos mal y seguiremos mal. Entonces, toda la discusión apenas se refiere a quién tiene la culpa de que estemos así.
El dinero del FMI se utilizó para la fuga de capitales pero no avanza causa judicial alguna contra los responsables, "no queda otra que pagar", la pobreza crece pero "no puede pasar otra cosa" y así al infinito... la alternativa a la nueva derecha no parece muy motivadora.
Pero hay algo más grave. La nueva derecha denuncia que esta injusta situación en la que vivimos sería "la izquierda" o "el peronismo", y cuando dichas identidades gobiernan y dicen "somos la izquierda" o "el peronismo" pero no proponen cambios reales... ratifican ese engaño.
Es en ese contexto que la nueva derecha puede apelar con efectividad al recurso proyectivo, proponiendo que la forma de estar mejor es que otros sufran (políticos, empleados públicos, inmigrantes, "planeros"), esos otros serían los responsables de nuestro sufrimiento.
A su vez, a la resignación posibilista se opone una izquierda dura que, sin embargo, nunca se anima a jugar en la correlación de fuerzas y, aunque sí propone otro proyecto, termina absteniéndose en cada conflicto, incluso ante un proyecto de gravamen a las grandes fortunas.
Es así que la nueva derecha logra lo que ningún otro: tiene proyecto, incide con él en la correlación de fuerzas, corriendo el debate hacia su campo, construye un enemigo sobre el cual proyectar las frustraciones y promete un futuro promisorio para "la gente como uno".
Esta nueva derecha no solo logra escucha en relación a esta cuestión central (la existencia de un proyecto movilizador), sino también ante la falta de matices del resto de los actores frente a otros dos temas sensibles: la inseguridad y la transformación de las identidades.
El discurso punitivo en relación a la inseguridad es simplista y peligroso (lo demuestra por enésima vez el asesinato de Lucas González) pero asume un problema real: el crecimiento de la violencia en las últimas décadas en el país, muy en especial en los barrios populares.
La denuncia de la violencia policial es necesaria pero insuficiente como respuesta a un fenómeno creciente que no puede ser ignorado. El punitivismo no tiene ningún discurso fuerte que proponga otra salida al problema real y se le enfrente desde allí.
Las lógicas garantistas solo logran comprender que el "meta bala" aumenta la violencia (o sea, que no resuelve el problema, lo cual es correcto), pero en modo alguno implican una propuesta alternativa en situaciones que generan mucho sufrimiento en el conjunto de la población.
Es así que la respuesta fácil punitivista (que apela a transformar el sufrimiento en venganza) no encuentra una alternativa que le dispute sentido, y así puede campear a sus anchas. Otra vez la actitud de resignación con declaraciones como "esto pasa en todos lados".
Por último, la nueva derecha también encuentra escucha en relación a las profundas transformaciones identitarias (en especial de la masculinidad), lo que explica por qué su crecimiento se ve amplificado en hombres jóvenes de todas las clases sociales.
Mientras se balbucean adjetivos -cada cual más extremo- para acusar de todos los males a una entidad abstracta ("el patriarcado"), la nueva derecha ha sido mucho más eficaz para comprender los desafíos y sufrimientos generados por las crisis económica y de subjetividad.
Ese hombre construido milenariamente como padre a partir del cuidado de sus crías (proceso de hominización que puso en cuestión o matizó su carácter de macho) se encuentra en crisis a partir de la desocupación, la destrucción salarial y el desafío a su función proveedora.
Mientras el discurso progre le termina sumando ser responsable abstracto e histórico de todos los males con acusaciones simplistas, la nueva derecha busca apelar (otra vez!) a su frustración reconectándolo a su rol de "macho".
No es casual, en ese sentido, que circule como material de culto en dichos núcleos el film "El club de la pelea" o que narcos, hinchadas de fútbol o rugbiers compartan la apelación a la recuperación del uso de la fuerza física, la violencia o la cultura del "aguante".
Y entonces otra vez pregunto: ¿qué proyecto de futuro le ofrece a esos hombres jóvenes de distintos sectores sociales el discurso de la nueva derecha y qué proyecto le ofrece el amplio campo del progresismo culturalmente correcto?
Seguramente es más fácil consolarse pensando que el problema de esta nueva derecha solo radica en sus minutos de aire, en que la población es estúpida, en que "así es el mundo hoy" u otras quejas, pero eso poco nos sirve en las disputas por la construcción de sentido.
Asumir los desafíos sociológicos de la coyuntura actual y la comprensión del por qué de la amplificación en la escucha de la nueva derecha nos podrá aportar herramientas para intentar contener aquello que va naciendo, espantosamente, del huevo de esta serpiente".
Por Daniel Feierstein
Doctor en Ciencias Sociales, investigador CONICET,
profesor UNTREF y UBA en estudios sobre genocidio
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Las vacunas impulsan una guerra cultural en Europa
En algunas regiones europeas, la resistencia a las vacunas se ha convertido en una causa para los movimientos nacionalistas populistas que dominaron la política del continente durante una década.
Todos los lunes, las personas antivacunas radicales celebran una manifestación en la ciudad de Annaberg-Buchholz, en el este de Alemania.Credit...Lena Mucha para The New York Times
Por Katrin Bennhold
19 de noviembre de 2021
ANNABERG-BUCHHOLZ, Alemania — Sven Müller está orgulloso de no estar vacunado. Cree que las vacunas contra la covid no son eficaces ni seguras, las ve como una manera de ganar dinero para las compañías farmacéuticas y piensa que los políticos corruptos le están arrebatando su libertad.
Según los nuevos lineamientos del gobierno para contener los contagios de coronavirus, Müller ya no puede ir a restaurantes, al boliche, al cine ni a la peluquería. A partir de la próxima semana, también le prohibirán entrar a casi todas las tiendas. Pero eso no ha hecho más que reafirmar su decisión.
“No van a doblegarme”, dijo Müller, de 40 años, quien es el propietario de un bar en el pueblo de Annaberg-Buchholz, en la región de los Montes Metálicos del estado oriental de Sajonia, donde la tasa de vacunación es del 44 por ciento, la más baja de Alemania.
Müller personifica el problema que, en algunas partes de Europa, es tan severo como en Estados Unidos. Si Alemania tuviera estados demócratas y republicanos, Sajonia sería un estado por completo republicano. En lugares como este, los grupos pequeños de personas sin vacunar están impulsando la ola más reciente de contagios, saturando los limitados pabellones de los hospitales, poniendo en riesgo la recuperación económica y haciendo que los gobiernos tengan muchos problemas para detener la cuarta ola de la pandemia.
Pese a que los estudios demuestran que la vacunación es la manera más eficaz de prevenir el contagio (y de evitar la hospitalización y la muerte en caso de contraer la infección), ha sido casi imposible convencer a quienes les tienen una gran desconfianza a las vacunas. En cambio, los gobiernos de Europa occidental están recurriendo cada vez más a una coerción nada disimulada al instaurar una combinación de reglas, incentivos y castigos.
Y, en muchos países, eso está funcionando. Cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció en julio que se exigirían los pasaportes de vacunación para entrar a la mayor parte de los lugares de reunión, Francia —donde había una gran renuncia a vacunarse— era uno de los países europeos con menores tasas de vacunación. Ahora, cuenta con una de las tasas más altas del mundo.
El primer ministro de Italia, Mario Draghi, siguió el ejemplo de Macron e instauró medidas todavía más estrictas. Ahí, al igual que en España, ya han sido sofocados, en su mayoría, los intentos de los partidos populistas por impulsar una actitud antivacunas generalizada.
No obstante, a nivel regional, sigue existiendo un rechazo a la vacuna contra el coronavirus. El problema es más persistente en Europa central y oriental, así como en los países de habla alemana y las regiones fronterizas.
En Italia, la provincia de Bolzano —que es fronteriza con Austria y Suiza, donde el 70 por ciento de la población habla alemán— tiene la tasa de vacunación más baja del país. Los especialistas han asociado el marcado incremento de los contagios en esa área con los frecuentes intercambios con Austria, pero también con una tendencia cultural de la población hacia la homeopatía y los remedios de origen natural.
“Existe cierta correlación con los partidos de extrema derecha, pero la razón principal es la confianza que le tienen a la naturaleza”, comentó Patrick Franzoni, médico encargado de la campaña de vacunación en esa provincia. Explicó que, sobre todo en los Alpes, la población de habla alemana tiene más confianza en el aire puro, los productos orgánicos y los tés de hierbas que en los fármacos convencionales.
De hecho, Alemania, Austria y la región de habla alemana de Suiza tienen la tasa más alta de poblaciones sin vacunar de toda Europa occidental. Más o menos una de cada cuatro personas mayores de 12 años no está vacunada, en comparación con una de cada diez en Francia e Italia y con casi ninguna en Portugal.
Los sociólogos afirman que además de una importante cultura que se inclina por la medicina alternativa, el rechazo a la vacuna es incentivado por una fuerte tradición de los gobiernos descentralizados que tiende a exacerbar la desconfianza en las normas impuestas desde la capital, y por un ecosistema de la extrema derecha que sabe cómo explotar ambas cosas.
Pia Lamberty de CeMAS, una organización de investigación con sede en Berlín que se enfoca en la desinformación y las teorías conspirativas, señaló que el rechazo a la vacuna es, de ciertas maneras, la ganancia de los movimientos populistas nacionalistas que estremecieron a Europa durante una década.
“Las personas antivacunas radicales no conforman un grupo muy grande, pero sí lo suficiente como para causar problemas en la pandemia”, comentó Lamberty. “Es una muestra del éxito del trabajo de la extrema derecha sobre este tema y del fracaso de los políticos comunes en asumirlo con la suficiente seriedad”.
Como resultado, en algunas partes de Europa, “estar o no estar vacunado casi se ha convertido en una forma de identidad política, como en Estados Unidos”, añadió.
En Austria, donde más lejos ha llegado el gobierno en cuanto a las restricciones impuestas a las personas no vacunadas, hace poco, un partido antivacunas recién fundado obtuvo tres escaños en un parlamento estatal del norte, un bastión de la extrema derecha. En Francia e Italia, los puntos conflictivos antivacunas siguen siendo los lugares donde los populistas nacionalistas tienen gran influencia.
En Sajonia, la renuencia a vacunarse y el apoyo al partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (o AfD), la fuerza política más importante en esta región, coinciden de manera significativa.
A nivel nacional, el AfD ha caído mucho, pero en la parte oriental excomunista, el rechazo a la vacuna se ha vuelto la decisión lógica de muchos de sus integrantes que, con frecuencia, tienen mucha desconfianza en el gobierno, la globalización, las grandes corporaciones y los principales medios de comunicación.
“La vacuna es un medio de polarización”, señaló Rolf Schmidt, alcalde de Annaberg-Buchholz. “Lo escucho desde que amanece hasta que anochece: todos tienen su verdad absoluta y sus propios canales en las redes sociales para sustentar esa verdad. Lo que dice la otra parte son puras mentiras”.
El asunto es tan fuerte, que Schmidt no dice si él está vacunado. “En este momento, mi gran problema es mantener la paz social en el pueblo”, señaló.
“Mi gran problema en este momento es mantener la paz social en esta ciudad”, dijo Rolf Schmidt, alcalde de Annaberg-Buchholz.
“Mi gran problema en este momento es mantener la paz social en esta ciudad”, dijo Rolf Schmidt, alcalde de Annaberg-Buchholz.Credit...Lena Mucha para The New York Times
En Annaberg-Buchholz, que alguna vez fue un pueblo medieval cerca de la frontera con la República Checa donde se extraían metales, la división es profunda y evidente.
Todos los lunes, las personas con una posición antivacunas extrema celebran un pequeño, pero ruidoso mitin en el centro del pueblo. Esta semana, hubo 50 manifestantes que gritaban consignas del tipo “la vacuna mata” y protestaban contra el gobierno de Berlín, el cual, según ellos, es una dictadura como el comunismo “pero peor”.
Muchos restaurantes tienen mensajes de rebeldía en sus vitrinas que, por las nuevas reglas tan estrictas, le echan la culpa a las “decisiones políticas” de no permitir que entren las personas no vacunadas.
Uno de ellos es Salón, el bar de Müller, donde sirve más de 90 tipos de ginebra a los clientes que, en su mayoría, al igual que él, no están vacunados, según comenta. Un letrero que hay en la puerta hace referencia a la Constitución alemana y dice: “¡Sin importar si estás vacunado o no, o si presentas la prueba o no, COMO SER HUMANO eres bienvenido!”.
Este letrero lo convirtió en una pequeña celebridad: la gente se detiene a tomarse fotos y el propietario de una cafetería calle arriba le copió el texto.
Karin y Hans Schneider, dos transeúntes jubilados originarios de Annaberg-Buchholz que ya están vacunados, mencionaron que la única manera de hacer que se vacunen las personas escépticas es que sea casi imposible que no lo hagan. “Es una tontería”, comentó Karin Schneider. “No se puede discutir con ellos; hay que ser estrictos”.
En Alemania, el gobierno entrante desea imponer reglas más estrictas contra las personas no vacunadas, como exigirles que presenten una prueba negativa de coronavirus antes de subirse al transporte público.
Pero Austria ha tomado las medidas más severas al no permitir que ninguna persona mayor de 12 años que no esté vacunada vaya al trabajo, a la escuela, a las tiendas de comestibles y a los centros de atención médica, y al otorgarle a la policía la facultad de revisar los certificados de vacunación en la calle.
“Esta es una violación sin precedentes a nuestras libertades constitucionales”, señaló Michael Brunner, presidente del MFG, el nuevo partido antivacunas.
El confinamiento para las personas no vacunadas en Austria fue un tema de conversación en Sajonia, donde muchas personas pensaban que era igual que las nuevas restricciones que entrarán en vigor la próxima semana, pero con otro nombre.
Sajonia fue el primer estado alemán en excluir a las personas no vacunadas de buena parte de la vida pública al pedirles en casi todos los lugares de reunión una prueba de haberse vacunado o de haberse recuperado de la COVID-19. A partir del lunes, tampoco les permitirá la entrada a ninguna tienda de productos no esenciales.
Al igual que Müller, muchas personas se sienten traicionadas por el gobierno. “Prometieron que la vacuna no sería obligatoria”, dijo. “Pero esta es una manera disimulada de forzar la vacunación”.
A 10 minutos en coche desde Annaberg-Buchholz, Constanze Albrecht le estaba inyectando una dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech a un hombre de 67 años. Albrecht ha estado viajando con uno de los 30 equipos móviles de vacunación que recorren Sajonia para atraer a la gente a vacunarse.
Muchos de quienes reciben sus primeras inyecciones ahora dejan en claro que se sienten coaccionados, dijo Constanze Albrecht.
Muchos de quienes reciben sus primeras inyecciones ahora dejan en claro que se sienten coaccionados, dijo Constanze Albrecht.Credit...Lena Mucha para The New York Times
Hasta el momento, no hay indicios claros de que las nuevas restricciones hayan provocado una mayor demanda de vacunas. La mayoría de las inyecciones que Albrecht administró ese día fueron refuerzos para las personas que se habían vacunado meses atrás.
Muchos de los que acuden por primera vez dejan en claro que se sienten coaccionados, dijo Albrecht. Un hombre dijo que solo lo estaba haciendo para poder seguir llevando a su hijo a su club deportivo. Una mujer murmuró que ella “no tenía otra opción”.
Schmidt, el alcalde, advirtió que al señalar a los no vacunados, el gobierno estaba sembrando división. “Ese relato que dice que ‘esas malas personas no vacunadas son responsables del aumento de casos’”, dijo. “No es útil”.
Schmidt preferiría unir a la gente. Está presionando para permitir que el célebre mercado navideño de la ciudad siga adelante sin restricciones para los no vacunados; en cambio, propone que se exijan pruebas para todos.
En Annaberg-Buchholz, la mitad de los locales ya están preparados, según lo programado para abrir el 26 de noviembre. Pero a Schmidt le preocupa que el gobierno estatal lo prohíba.
“Esa sería la última gota”, dijo. “Para nuestra región, esto es más que una feria navideña, es lo que somos como ciudad y como región. Es un sentimiento, es una identidad. Las grandes ciudades no lo entienden”.
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Atlas Network ejerce su influencia en América Latina
El lobby ultraliberal detrás de las marchas anticuarentena
La red con más de quinientas fundaciones, ONGs y grupos de presión que disponen de enormes recursos puestos al servicio del ideario extremista.
Gustavo Veiga
Por Gustavo Veiga
24 de agosto de 2020
Chafuen y Vargas Llosa en una reunión organizada por Atlas y la filial argentina de la Fundación Libertad,
Están entre nosotros hace años pero pasan inadvertidos para el imaginario colectivo. Su fortaleza se basa en cierta discreción para no parecer lo que en realidad son: grupos de presión. Se resguardan bajo la etiqueta de un think tank (del inglés “tanque de pensamiento”) o en una definición intelectualmente más refinada: usina de ideas. Atlas Network es entre todas ellas la red más omnipresente de las que influyen en América Latina. Recibe un financiamiento generoso e interactúa con cientos de organizaciones satélites. En estos días de marchas anticuarentena por el mundo, de Madrid a Buenos Aires y de Estados Unidos a Brasil estimuladas por fuerzas opositoras de derecha o presidentes en el ejercicio del poder como Trump y Bolsonaro, la red creada por el británico Antony Fisher en 1981 bajo el nombre de Atlas Economic Research Foundation, volvió a hacerse visible. El mentor de este espacio era admirador de las ideas del economista Friedrich Hayek. Falleció en 1988 pero dejó como custodio de su legado a un argentino que presidió la fundación entre 1991 y 2017: Alejandro Antonio Chafuen. Se trata de un personaje con dilatada trayectoria en el mundo económico y académico de EEUU, que en la Argentina también dejó su huella en la liquidación de la financiera Coimpro y fue condenado en 2005 por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal.
No es menor la herencia ideólogica de Fisher. En 1955 fundó el Instituto de Asuntos Económicos (IEA) en Londres que dejó el camino sembrado para lo que en la década del ‘80 se convertiría en la Revolución Conservadora de Margaret Thatcher. Su otra criatura, Atlas Network, es un núcleo que ya supera las quinientas fundaciones, ONGs y grupos lobbistas que disponen de enormes recursos puestos al servicio del ideario ultraliberal que machaca sobre la jibarización del Estado. En su CV, Chafuen, un nostálgico de la dictadura cívico militar del ’76, sostiene que desde la red “ayudó a otorgar más de treinta millones de dólares en donaciones privadas a institutos de estudios económicos”. La filial argentina de Atlas – con el agregado a ese nombre de “por una sociedad libre”- la preside Eduardo Maschwitz, un banquero que es director titular del Comafi y acompañó la iniciativa de sus fundadores Guillermo M. Yeatts y José Esteves. La organización tiene un largo recorrido: se constituyó el 9 de noviembre de 1998.
En el plano internacional Atlas mantiene relaciones con los primeros niveles del gobierno de EEUU. Sus vínculos con el Departamento de Estado y la NED (National Endowment for Democracy) aparecen en sus propias publicaciones pese a que abjuran de la intervención estatal en la economía. El especialista español en redes sociales Julián Macías Tovar brindó una radiografía del grupo fundado por Fisher en el ’81 durante una entrevista que le realizó Gustavo Sylvestre la semana pasada en su programa de radio: “Hay una red que es Atlas Network que componen más de 580 fundaciones, y algunas de ellas se sumaron en 2014 al proyecto de Macri. Tienen un carácter libertario económicamente pero también muchos vínculos con la extrema derecha”.
Macías Tovar dirige el sitio Pandemia Digital que analiza el comportamiento de cuentas, trolls, bots y operaciones de desinformación basadas en ese entramado virtual. En la entrevista también consideró que “hay un Operativo Cóndor 2.0 con financiación de Estados Unidos. Y en Argentina cuentas que apoyan a Trump o a Bolsonaro, algunas de ellas tienen también un recordatorio afectivo hacia Videla”.
Chafuen es coherente con ese pensamiento. En 1979, con 25 años, publicó un ensayo al que tituló Guerra sin fin y en el que comparaba a los grupos de izquierda con el Clan Manson que asesinó en Beverly Hills a Sharon Tate, la actriz y esposa del director de cine Roman Polansky. También escribió sobre la Argentina que “el ejército había actuado por necesidad para evitar una toma comunista del país”.
Son pocos los analistas que se han ocupado de Atlas y su influencia sostenida en distintos países. Aram Aharonian y Álvaro Verzi Rangel del Observatorio en Comunicación y Democracia del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) señalan en un trabajo publicado el 9 de octubre de 2017: “La internacional capitalista existe, la moviliza el movimiento libertario de extrema derecha (en inglés los llaman libertarians) y, obviamente, está muy bien financiada: funciona a través de un inmenso conglomerado de fundaciones, institutos, ONGs, centros y sociedades unidos entre sí por hilos poco detectables, entre los que se destaca la Atlas Economic Research Foundation, o la Red Atlas”.
The Intercept, el sitio de periodismo de investigación que publica informes extensos sobre temas que la mayoría de los medios comerciales no tocan, también se ocupó de la red Atlas. Su periodista Lee Fang describió que durante un encuentro ocurrido en mayo de 2017 en el Hotel Brick del barrio de Recoleta, Chafuen le confesó que su labor de tantos años había empezado a dar frutos. Tras esa reunión organizada por Atlas y la filial argentina de la Fundación Libertad que preside en el plano internacional Mario Vargas Llosa, el cronista escribió: “Para muchos, Chafuen desde su posición en Atlas ha sido un mentor, un patrocinador financiero y un faro que los guió hacia nuevos modelos políticos”.
Los persistentes procesos de desestabilización política en Venezuela contra el gobierno de Nicolás Maduro, el desplazamiento mediante un impeachment de la expresidenta Dilma Rousseff en Brasil y el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia son algunos de los hechos que contaron con la participación velada pero activa de la red a través de sus contactos locales. La propagación de fake news contra los mandatarios constitucionales también hizo su aporte previo. Los cuadros libertarios en economía y ultraconservadores en política regional que formó la ONG acompañaron varios procesos destituyentes.
Chafuen dio una pista en aquella nota de The Intercept: “Estuve en las manifestaciones callejeras de Brasil. De pronto, me doy cuenta de que un muchacho que había conocido de adolescente ahora estaba en la caja de un camión dirigiendo las protestas. ¡Una locura!”, dijo el economista argentino que se fotografió con una camiseta de la selección brasileña en las protestas contra Dilma. Unos años después se muestra activo en su cuenta de Twitter apoyando anuncios de Mike Pompeo o Jair Bolsonaro indistintamente. En su defensa, la organización con base en Estados Unidos sostiene que “cualquier informe que afirme o implique que Atlas Network es responsable o ha buscado lograr un cambio político en los EE.UU. o en cualquier otro país es evidentemente falso e indefendible”. Las pruebas de su influencia en la región y el nivel de llegada al Departamento de Estado indican lo contrario.
gveiga@pagina12.com.ar
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MMM: 100% BARRANI
Reflexiones sobre el incipiente fascismo liberticida argentino
POR ROCCO CARBONE NOV 21, 2021
Imagen: Pablo Temes.
La historia de las relaciones entre las mafias y el fascismo es larga. Existen puntos de contacto históricos entre la derecha fascista –que ahora en la Argentina se contrabandea como libertaria, cosa que no podemos permitir por el contenido emancipador inherente a las corrientes anarquistas– y las mafias. Estos contactos tienen una emergencia en la Argentina que nos es contemporánea. Javier Milei lo demostró sin reparos en una entrevista televisiva en un canal chileno el 5 de noviembre pasado: “Si yo tuviera que elegir entre el Estado y la mafia, me quedo con la mafia, porque la mafia tiene códigos, la mafia cumple, la mafia no miente y, sobre todas las cosas, la mafia compite”.
Esta es la explicitación discursiva de un pacto –entre Avanza Libertad y la esfera cambiemita/macrista– que posiblemente se fragüe con toda su potencia en 2023. Tanto para las mafias como para el fascismo, la violencia (y sus formas) son un factor ordenador y de regulación social. La violencia es el elemento central sobre el cual se monta la ideología de esos poderes lóbregos. Para ella no todos son iguales. Están aquellos capaces de ejercer violencia, de dominarla, refinarla y convertirla en un método confiable de poder, de orden, y de regulación de la sociedad. Estos sujetos se autoperciben como integrantes de una élite. Más allá, están los débiles: los no-mafiosos y los no-fascistas. Sobre la base de este binarismo se articulan todas las formas imaginables de la desigualdad.
Este constructo ideológico que repongo aquí lo explicó Luciano Liggio, un mafioso siciliano (de Corleone) ligado a Cosa Nostra y uno de los mayores imputados del maxi-proceso de Palermo (1986-1987). Parafraseándolo: estamos nosotros, los mafiosos, los fascistas, los fuertes y del otro lado están lxs débiles: “los moluscos” (aquí no hay paráfrasis). Las explicaciones de Liggio, por más paradójico que parezca, tienen una terminación nerviosa en la Argentina, en las intervenciones de un influencer sostenedor de Milei y Avanza Libertad: Carlos Mas latón. Además de insinuar un saludo nazi en un programa de televisión, desarrolla una filosofía antimoluscos: “Yo no soy como ese 30% de la población que es débil y que siempre necesita que le digan qué hacer, yo me gobierno a mí mismo. Así como están los que tienen miedo, los que se sienten débiles, […] están los que no tienen miedo, los que se sienten fuertes […]. Yo estoy en este grupo”. En esta entrevista, publicada en Anfibia, Mas latón agrega un pasaje relevante: “Necesito tener enemigos, lo vivo como una necesidad”. Si se hurga en el arcón de frases epigramáticas de Mussolini encontramos: “Molti nemici, molto onore”. Y la honorabilidad es otro punto de coincidencia entre las mafias (l’onorata società) y el fascismo.
El influencer Mas latón saluda a su público.
En la historia de Italia hay una serie altamente significativa de entendimientos ocultos, relaciones de intercambio, servicios recíprocos entre mafias y fascismo, inconfesables complicidades e intereses. Daré algunos ejemplos ubicados entre la finalización de la Segunda Guerra Mundial y los años posteriores de vida de la República italiana. El 22 de febrero de 1945, la unidad de incursores de la Marina militar italiana, la Xa Flottiglia MAS, comandada por Junio Valerio Borghese –militar, príncipe e integrante de la Repubblica Sociale italiana: la Repubblica di Salò– activó varias células en Calabria y en Sicilia con el objetivo de hacerse del poder de manera violenta para “impedir que Italia cayera en manos comunistas” (Vincenzo Macrì, “‘Ndrangheta e destra eversiva”, Atlante delle mafie, Rubbettino: Soveria Mannelli, 2013, p. 253). La ‘ndrangheta integró esa escena entrelazando relaciones con los marò [marinos] de Borghese. También Mas latón en la entrevista de Anfibia agita el “peligro comunista” que estaría condensado en el gobierno del Frente de Todxs: “Yo fui el primer militante contra el encierro comunista”; “Fui un violador serial de las imposiciones de una dictadura maoísta”; y “se la pasó despotricando contra la ‘mentira’ del virus y criticó la ‘dictadura comunista’ de Alberto Fernández”.
El 25 de octubre de 1969 Junio Valerio Borghese estaba otra vez en la ciudad de Reggio Calabria con el objetivo de intervenir en una concentración en Piazza del Popolo. Obvio es decirlo, eligió ese lugar para disputar un símbolo popular y porque ahí estaba ubicada la sede de Federazione provinciale fascista. Las autoridades municipales no autorizaron el acto. Pese a la prohibición, a las cinco de la tarde 300 fascistas ocuparon la plaza, la destruyeron e hirieron a varixs transeúntes. Al día siguiente, en Cano di Montalto, el pico más alto del Aspromonte, se juntaron 100 capos mafiosos de la mayor relevancia. Entre ellos estaban zzu ‘Ntoni Macrì de Siderno, Giuseppe Zappia de San Martino di Taurianova, Giuseppe Zito de Fiumara di Muro, Giovanni Tegano de Archi di Reggio Calabria y Antonio Nirta de San Luca.
Stefano Serpa, un ex mafioso (con la dote de picciotto di giornata: sicario), informó a las autoridades –en tanto colaborador de la justicia italiana– que en esa reunión participó el príncipe Borghese. En el contexto de la operación “Olimpia”, los colaboradores de justicia informaron que en Cano di Montalto se debatió el “apoyo de la ‘ndrangheta de Reggio Calabria a los proyectos golpistas del príncipe negro [Borghese]” (Macrì, p. 256). Ese entendimiento tenía por finalidad hacer confluir a los hombres de ‘ndrangheta en las filas de las organizaciones fascistas para disponer de una masa militar que sirviera para dar un golpe de Estado. O como decían ellos: “reestablecer el orden” en la Italia democrática y republicana.
En la noche entre el 7 y el 8 de diciembre de 1970 se desplegó la tentativa de un golpe de Estado, conocido en la historiografía italiana como “golpe Borghese”. En Reggio Calabria, el marqués Felice Genovese Zerbi, el mayor exponente del fascismo regional, había obtenido varios uniformes de Carabineros para camuflar a una banda integrada por fascistas y mafiosos. Pretendía que interviniera conjuntamente con un grupo de Carabineros. La operación conducida por el príncipe negro consistía en una insurrección armada, penetrar en el Palazzo del Quirinale y arrestar al Presidente: el socialista Giuseppe Saragàt. La acción finalmente no se desplegó por orden de Licio Gelli –“maestro venerable” de la logia masónica P2– porque “el arma de los Carabineros retiró su participación” (Macrì, p. 271). Gelli fue investigado por la Justicia italiana por conspiración política, insurrección armada contra los poderes de Estado y atentado contra la seguridad del Jefe del Estado.
Apenas un repaso de algunas acciones tendientes a instaurar en Italia un gobierno autoritario imaginado por mafiosos, fascistas, masones y militares. Pero hay algo más, un símbolo religioso: el golpe Borghese es conocido también como “golpe de la Inmaculada”. En la estela que se traza aquí apreciamos cómo la ‘ndrangheta y el fascismo entre 1945 y 1970 (aunque la historia es más amplia) anudaron sus formas violentas, con las que tensaron la vida política y social italiana: “Avanguardia nazionale e Ordine nuovo [dos espacios fascistas], que disponían de material explosivo, lo usaban habitualmente en todo el país, lo recibían de la ‘ndrangheta” (Macrì, p. 266). Y si un emergente es un emergente, dos permiten adivinar una tendencia: el marqués Zerbi participó en enero de 1975 de los funerales públicos del hegemón de la ‘ndrangheta hasta su muerte (zu ‘Ntoni Macrì) y del capo Girolamo Piromalli de Gioia Tauro en febrero de 1979.
Entre el fascismo italiano de posguerra, con apoyaturas mafiosas, y el incipiente fascismo liberticida argentino la diferencia radica apenas en la pragmática. Allí, golpe seco para volver a instaurar el autoritarismo (que fracasó). Aquí, por ahora, asalto a los organismos representativos por vía electiva para violentarlos/nos desde adentro. El epigrama de Mas latón –100% barrani (en negro)– indica que el color de las camisas clásicas del fascismo (que Milei usa frecuentemente) envuelve siempre otros poderes tanto o más sombríos que el falso libertarismo. El fascismo –como recuerda Alejandro Kaufman– procede del olvido, engaña a las víctimas para que se repitan. Esto tampoco podemos permitirlo en la Argentina. Por eso mismo estos leves entramados memoriales dispuestos aquí. El rostro fascista –cuya historización nos descubre los puntos de contacto con las mafias, adosada a las declaraciones recientes de Milei– tiene un evidente reverso: el terror. Es para (pre)ocuparse porque esas emergencias, eficaces por cierto, son incompatibles con la convivencia democrática, cuyo complemento necesario es la convivencia pacífica y la confrontación popular de raíz libertaria, emancipadora, de izquierdas, siempre digna en la Argentina, siempre imponente. Pues la restitución del ánimo de lucha popular es la fuerza que descalabra la reacción.
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RAP.
La estrategia de financiamiento ha sido desarrollar en una primera etapa (2003-2004) una Comunidad de Donantes individuales (personas físicas) que apoyen el desarrollo inicial de la agrupación. Dicha comunidad permitió financiar las actividades de RAP durante sus primeros dos años de vida. Con la obtención de la personería jurídica a fines de 2004 se pasa a una segunda etapa en la cual comienzan a incorporarse donantes institucionales del ámbito local (empresas basadas en Argentina –locales y multinacionales- y organizaciones de la sociedad civil). Con una trayectoria ya establecida y una validación brindada por la comunidad de donantes locales, en el 2007 se comenzó a desarrollar la estrategia de búsqueda de donantes internacionales y en 2008 se comenzaron a recibir los primeros apoyos de organizaciones internacionales como ser de la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) de España, de Avina, del National Endowment for Democracy (NED), del Instituto Internacional Demócrata (NDI), del New Zeland International Aid and Development Agency (NZAID), Fundación Pablo Iglesias de España, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y del United Nations Democracy Fund (UNDEF).
RAP (Red de Acción Política), es una Organización de la Sociedad Civil apartidaria y con pluralismo ideológico que desde el 2003 busca (i) propiciar la generación de Amistad Cívica (vínculos de confianza interpersonal que posibiliten dejar de lado prejuicios y desarrollar capacidades de diálogo) entre políticos de distintos partidos, regiones y niveles de responsabilidad, y (ii) llevar adelante con ellos actividades de formación, análisis, diálogo y construcción de consensos sobre temas centrales que hacen al desarrollo sustentable e inclusivo del país, al fortalecimiento de la democracia y sus instituciones, y a la generación de una cultura de integridad y transparencia.
Respetando la diversidad y pluralidad de opiniones y posiciones, RAP busca ayudar a los políticos que forman parte de la red a capacitarse y formarse, a que articulen más con referentes e instituciones de diversos ámbitos de la sociedad civil, promoviendo el análisis con altos estándares técnicos y académicos y desarrollando diálogos sobre cuestiones estratégicas para el país. RAP pretende de esta manera hacer un aporte que permita ir dejando en el pasado una larga historia de desencuentros y confrontaciones de la política en el país, ayudar a reducir la pendularidad y volatilidad de las políticas públicas y a generar una visión o rumbo compartido, promoviendo la generación de una cultura más propensa al diálogo, la cooperación, la generación de acuerdos y el trabajo conjunto.
RAP desarrolla distintos tipos de actividades que pueden encuadrarse en tres grandes líneas de acción:
Actividades “históricas”: tienen como objetivo último generar Amistad Cívica entre Políticos RAP y posibilitar su formación, capacitación y articulación con la sociedad civil. Entre estas actividades que se encuentran ciclos de talleres de capacitación; ciclos de seminarios de políticas públicas; encuentros con personalidades destacadas del ámbito local e internacional; el otorgamiento de becas académicas; la organización de visitas a países del exterior para conocer mejores prácticas y generar vínculos internacionales, etc.
Proyectos estratégicos:
Proyecto Acuerdos Básicos RAP para el Tricentenario: iniciativa que promueve el análisis, el diálogo y la búsqueda de acuerdos sobre siete temas centrales para el desarrollo sustentable e inclusivo del país a largo plazo: Educación, Infraestructura Institucional, Desarrollo Sostenible, Inclusión Social, Federalismo, Inserción Internacional y Seguridad y Crimen Organizado. Además de las agendas “verticales” de cada grupo estamos trabajando en forma “transversal” sobre la problemática de la generación de empleo formal y productivo; hemos identificado seis dimensiones de la mismas: macro tendencias, crecimiento y productividad, vínculo entre educación y el mundo del trabajo, inclusión social, dimensiones territoriales / federales, y aspectos institucionales / regulatorios. El objetivo de este trabajo es identificar iniciativas y propuestas de políticas públicas que podrían incentivar y propiciar la generación de empleo formal y productivo.
Proyecto Nuestra Cancha: iniciativa que promueve la generación de acuerdos sobre cambios en la cultura política que busquen brindarle a la actividad mayor integridad y transparencia. Actualmente RAP está trabajando en una iniciativa sobre la transparencia e integridad en los vínculos entre lo público y lo privado, con foco en cuatro cuestiones: (i) Financiamiento de la política; (ii) Prevención de corrupción; (iii) Regulación de conflictos de interés; (iv) Control del tráfico de influencias.
Implementación de acuerdos: RAP busca en forma creciente incentivar el trabajo conjunto y acompañar / apoyar a Políticos RAP que, a partir de los temas analizados y discutidos y de los acuerdos y consensos que se van generando en los proyectos estratégicos, buscan impulsar iniciativas concretas en línea con los objetivos de propiciar el desarrollo sostenible y equitativo del país y su fortalecimiento institucional.
Ocaña, Acuña. Buryaile, Perotti, Petri, Massot, Arroyo...
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Atlas Network, el 'lobby' ultracapitalista que ansía el poder en América Latina, hasta el cuello en los 'papeles de Pandora'
El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, y el máximo responsable de la Fundación Internacional para la Libertad, Mario Vargas Llosa, figuran en los listados. Ambos forman parte de Atlas, la organización de carácter global en la que también participa José María Aznar. La organización había realizado en las últimas semanas un cambio de imagen.
Vargas Llosa
El presidente de la Fundación Internacional para la Libertad, Mario Vargas Llosa, en una imagen de archivo. — EUROPA PRESS
BILBAO05/10/2021 13:37 ACTUALIZADO: 05/10/2021 18:36DANILO ALBIN@DANIALRI
El escándalo de los 'Papeles de Pandora' alcanza también a algunos de los principales rostros de Atlas Network, el lobby ultracapitalista internacional que en los últimos meses propagó el discurso de "comunismo o libertad" de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso y que tiene entre sus socios españoles a José María Aznar. En plena campaña para mostrar una nueva imagen pública, el grupo de presión se ve ahora sacudido por la aparición de algunos de sus miembros en el listado difundido por medios de todo el mundo.
Tras varios días enredado en acusaciones de todo tipo contra la izquierda y el indigenismo latinoamericana, el escritor Mario Vargas Llosa –presidente de la Fundación Internacional para la Libertad (FIL), integrada en la red Atlas Network– es ahora noticia por su aparición en los 'Papeles de Pandora': de acuerdo al trabajo realizado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), el Nobel de Literatura figuró como titular de la sociedad offshore Melek Investing entre 2015 y 2017.
En julio pasado, Vargas Llosa compartió cartel con dos líderes de la derecha latinoamericana que también aparecen en los listados de 'Pandora' por su vinculación con entramados de sociedades offshore: el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, y el mandatario chileno, Sebastián Piñera.
Mario Vargas Llosa en una entrevista a EFE.
Mario Vargas Llosa figuró como titular de una sociedad en las Islas Vírgenes en 2015
Ambos tomaron parte junto a otros políticos conservadores en el XIV Foro Atlántico organizado por la FIL junto a Atlas Network en Casa América de Madrid. "Iberoamérica: democracia y libertad en tiempos recios", fue el título de la conferencia, en la que se abordaron las "problemáticas actuales que tienen que ver con la defensa de la libertad, el libre mercado, la democracia y el estado de derecho".
Lasso, uno de los invitados estrella del evento, está íntimamente ligado a Atlas Network: el mandatario ecuatoriano es, además, presidente de Ecuador Libre, una fundación de derechas que forma parte de esa red internacional de lobbies.
En aquella reunión patrocinada por la red ultracapitalista también participó el exmandatario argentino Mauricio Macri, cuyo entorno se ve hoy involucrado en el escándalo de los 'Papeles de Pandora'. Este dirigente conservador es uno de los referentes de Atlas en Latinoamérica: hace pocos días participó en otra conferencia promovida por esa organización en República Dominicana para hablar de los "desafíos económicos y geopolíticos", según anunciaba convocatoria.
Entre los asistentes a ese acto figuraba otra de las figuras que aparecería pocos días después en los listados de 'Pandora': el presidente de República Dominicana, Luis Abinader, quien aparece vinculado a dos sociedades en Panamá.
En la investigación del ICIJ publicada esta semana figura también el nombre del abogado mexicano Roberto Salinas León, director del Centro para América Latina de Atlas Network y representante de la multimillonaria familia mexicana del mismo apellido en algunas de las sociedades offshore.
"Erradicar la pobreza"
Este escándalo ha saltado algunas semanas después de que Atlas Network relanzara su imagen en internet. La organización ultracapitalista, vinculada en España a la FAES de Aznar, ha modificado su look en una clara apuesta por mostrar su carácter social en detrimento de su papel de lobby político. En la portada de su página web se identifica como "una organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo es garantizar a todas las personas el derecho a la libertad económica y personal a través de su red mundial de socios estratégicos".
El expresidente de Argentina, Mauricio Macri, el pasado mes de septiembre.
La familia de Mauricio Macri, en los 'papeles de Pandora'
PÚBLICO
Reivindica además que "los socios de la Red Atlas están logrando reformas que eliminan las barreras a las oportunidades y la prosperidad que antes impedían a las personas mejorar sus vidas y sus comunidades". Señala además que entre sus objetivos está "erradicar la pobreza, garantizar la responsabilidad del gobierno, promover sociedades libres, proteger los derechos civiles y liberar el espíritu empresarial en todo el mundo".
Legionarios de Cristo
En ese contexto, el experto en redes Julián Macías ha advertido desde Pandemia Digital sobre la vinculación de los Legionarios de Cristo, una organización ultracatólica que aparece ahora en la investigación de los 'Papeles de Pandora'.
"Lo que no ha replicado ningún medio es que esta organización ultracatólica es la propietaria de la Universidad Francisco de Vitoria con la que José María Aznar imparte sus formaciones para líderes políticos desde el Instituto Atlántico de Gobierno, perteneciente a la red Atlas Network y donde participan como profesores periodistas como Vicente Vallés, Victoria Prego o Pedro J, así como líderes políticos de la red Atlas Network como Ayuso o muchos de los implicados en los Pandora Papers", destaca Macías.
En tal sentido, el experto remarcó que "cada vez hay más pruebas del nivel antidemocrático de esta red internacional que apoya golpes de estado, controla y manipula medios y además de defender que no existan los impuestos, lo practican saltándose la ley para enriquecerse y eludir los impuestos que los pobres pagan".
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RED ATLAS EN AMÉRICA LATINA
La internacional ultracapitalista
Daniel Gatti
18 junio, 2021Prolijamente organizada y generosamente financiada por las industrias farmacéutica, petrolera y tabacalera de Estados Unidos, la red libertariana reúne a políticos, empresarios y comunicadores decididos a extender el reino del mercado a todas las áreas de la vida social.
Escultura de Atlas en el Rockefeller Center, Nueva York Afp, Timothy Clary
La semana pasada comenzó a difundirse en Argentina una investigación sobre la «reacción conservadora», es decir, sobre el entramado de asociaciones, partidos políticos, think tanks, medios de comunicación y corporaciones que forman parte de la nueva derecha en ese país, así como sobre sus vínculos regionales e internacionales. Reproducida parcialmente en Eldiario.ar y en Página 12, hacía referencia, con nombre y apellido, a políticos, periodistas, empresarios e influencers. Los aludidos denunciaron, como era previsible, una «caza de brujas», «espionaje», «terrorismo». Y a quienes hicieron el trabajo –cinco mujeres y un hombre– algunos de los mencionados los trataron globalmente de feminazis, aludiendo a que la principal fuente de financiación de la investigación había sido la Federación Internacional de Planificación Familiar, un «lobby abortista», según dijeron. Entre los aludidos aparecían grupos e individuos que en los últimos años han formado parte de campañas públicas contra la llamada agenda de derechos.
Eldiario.ar denunció que los seis periodistas fueron amenazados y sus datos personales publicados, y que el sitio web en el que se colocó el trabajo en su totalidad (reaccionconservadora.net) fue hackeado y desde el domingo 13 está caído. Cerca de un millar de colegas –de Argentina y la región– se solidarizaron de inmediato con los periodistas. «El solo hecho de revelar el mapa de articulaciones, sus dinámicas, sus organizaciones de apoyo y sus protagonistas les valió un amedrentamiento pocas veces visto en redes y hasta la condena de un partido político (Juntos por el Cambio), algunos de cuyos integrantes son investigados por [ejercer] espionaje ilegal desde el Estado», escribieron en un comunicado. Y apuntaron: «Todo lo publicado es información de acceso público, documentada, sobre eventos que sucedieron y se pueden chequear. […] Nos llama la atención también que algunxs colegas no quieran entender la diferencia entre vigilancia y datos abiertos y que caigan en la reproducción del marco que estas ideologías de derecha le dan a la investigación; no son listas, es un sociograma; no es espionaje, es periodismo; no está hecho desde el Estado, sino desde el oficio de investigar».
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Entre quienes aparecen citados como parte de los tentáculos de la nueva derecha en Argentina figuran personas e instituciones relacionadas con la Atlas Economic Research Foundation (Fundación Atlas para la Investigación Económica), hoy conocida simplemente como Atlas Network (Red Atlas, en español), algo así como una internacional de los llamados libertarians, esos defensores a ultranza del libre mercado y la propiedad privada que gustan identificarse como «anarcocapitalistas».
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Creada en 1981 por el empresario británico Antony Fisher, un gurú del thatcherismo y fiel entre los fieles del ultraliberal premio nobel de economía austríaco Friedrich von Hayek, la Red Atlas es una suerte de federación de fundaciones, centros de reflexión e instituciones académicas que se proponen difundir las políticas de libre mercado a lo largo y ancho del planeta. «Tapizar el mundo con think tanks pro libre mercado» fue la misión que le asignó Fisher desde su propio nacimiento. La reducción de los impuestos para los malla oro (o su mantenimiento en un nivel bajo bajo bajo, según el caso, para estimularlos a crear empleo), la privatización de empresas públicas y del sistema educativo, el achique del Estado, el ataque al «poder» o la influencia de los sindicatos y el desmantelamiento de los sistemas de previsión social figuran expresamente entre los objetivos de sus principales dirigentes.
La Fundación Ecuador Libre, creada por el actual presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, y premiada por la Red Atlas años atrás por sus «aportes» a «soluciones de libre mercado para la pobreza», tiene en su página web un documento que resume el pensamiento de los individuos y las organizaciones relacionados con este entramado. «Lamentablemente, en nuestra idiosincrasia latina, el odio a los ricos es muy común. […] El discurso de nuestros políticos mueve fibras sensibles que exacerban el odio a los ricos y a la riqueza, explotando la lucha de clases para la obtención de votos y/o popularidad. […] El odio a los ricos y a la riqueza parece ser parte del ADN latinoamericano y contribuye enormemente al retraso de nuestros países. […] Ojalá entendiéramos que la acumulación de la riqueza es positiva y es la única vía segura hacia la disminución de la pobreza», dice el artículo, firmado por Paola Ycaza, una milipili ecuatoriana que dirigió el Centro de Estudios Económicos y Sociales para el Desarrollo de la Universidad Espíritu Santo de Quinto.
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La Red Atlas subvenciona think tanks; financia becas; imparte y banca cursos, reuniones y seminarios, y organiza concursos. «Este es un proyecto de persuasión», decía un documento elaborado a comienzos de 2020 por tres referentes de la red: su director ejecutivo, Brad Lips; el director de su Centro para América Latina, Roberto Salinas León, y el empresario chileno y presidente de la Fundación para el Progreso, Nicolás Ibáñez Scott. Tres años antes, el entonces director de la red, el argentino Alejandro Chafuen –empresario con fuertes vínculos con las dictaduras militares de su país e integrante de la Sociedad Mont Pelerin, un think tank ultraliberal creado por el propio Von Hayek–, había sido muy claro en cuanto a las definiciones de la red: «Somos una organización sin fines de lucro que nació para proponer soluciones privadas a problemas públicos».
La red tiene el apoyo financiero de otras fundaciones; de grandes corporaciones (Pfizer, Shell, Exxon Mobil, Philip Morris, Procter & Gamble…), a las que, de cuando en cuando, retribuye con «encuestas de mercado» e «investigaciones»; de milmillonarios, como los hermanos Charles y David Koch, integrantes de una de las diez familias más ricas del mundo, y del Departamento de Estado de Estados Unidos y la Fundación Nacional por la Democracia, una organización washingtoniana privada, alimentada con fondos del Congreso, que en su página web dice que desde su creación, en 1983, «se ha mantenido en la vanguardia de las luchas democráticas en todos lados». En 1985, a poco de ponerse en funcionamiento, la red contaba con 27 instituciones asociadas en 17 países. El año pasado ya eran más de 500, diseminadas por 98 países. Brad Lips dijo, en enero de 2020, que el presupuesto anual agregado de la Red Atlas se acercaba a los 909 millones de dólares y que la media del de sus integrantes era de algo menos de 500 mil.
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Durante mucho tiempo la Red Atlas permaneció en una zona oscura. A mediados de 2017, el joven periodista estadounidense Lee Fang publicó en la revista digital The Intercept (25-VIII-17) una detallada investigación que comenzó a echar luz sobre sus orígenes, su financiación, su estructura, sus definiciones, sus vínculos y su crecimiento exponencial, sobre todo en América Latina. Otros informes –por ejemplo, los de los periodistas Aram Aharonian y Álvaro Verzi Rangel (rebelión.org, 9-X-17) y la filial española de la Fundación Rosa Luxemburgo (Público, 24-V-21)– aportaron luego nuevos datos sobre la red.
«El modelo de Atlas que se disemina por América Latina se basa en un método perfeccionado durante décadas en Estados Unidos y Reino Unido, en el que los libertaristas se esforzaron por contener la marea favorable al Estado de bienestar que se dio tras la Segunda Guerra Mundial», escribió Fang. En marzo de 2017 el periodista cubrió el Foro para la Libertad en Latinoamérica, una fastuosa reunión organizada por la Red Atlas en el recoleto hotel Brick de Buenos Aires, en la que participaron exponentes de la nueva derecha política, social y empresarial regional. El foro tuvo tres invitados especiales: el presidente argentino de entonces, Mauricio Macri; el escritor peruano y presidente de la Fundación Internacional por la Libertad, Mario Vargas Llosa, y el exministro de Hacienda de la dictadura chilena de Augusto Pinochet, Hernán Buchi. Para el director de la época de la Red Atlas, el argentino Chafuen, que se estaba retirando de la escena tras casi dos décadas de estar al frente de la organización, el foro representaba «una mezcla de regreso a casa y festejo triunfal», señaló Fang. «Chafuen […] había dedicado su vida adulta a desacreditar los movimientos sociales y los gobiernos de izquierda en América del Sur y América Central, y a impulsar, en su lugar, una versión business-friendly del libertarismo. Por décadas fue un trabajo solitario, pero ya no», detalló.
El encuentro del hotel Brick dio pie a que la red se decidiera a crear una dirección específica para esta zona del mundo, donde tenía una presencia ascendente pero no coordinada. Lo hizo a fines de 2018, cuando surgió el Centro para América Latina, conducido por el empresario mexicano Roberto Salinas León, del Grupo Salinas, propietario de TV Azteca. Para mediados de 2020, señala el ecuatoriano Miguel Ruiz Acosta en una nota publicada el 31 de agosto del año pasado en el sitio web Rutakritica, la red ya contaba en esta región con alrededor de un centenar de organizaciones. Aunque la mayoría de sus instituciones asociadas siguen estando en los países centrales (204 en Estados Unidos y Canadá, y 135 en Europa),América Latina es hoy uno de sus principales polos de crecimiento. En Uruguay tiene vínculos con el Centro de Economía, Sociedad y Empresa, el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social, el Centro de Estudios para el Desarrollo y el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina, así como con la Universidad de Montevideo y los diarios El País y El Observador.
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La red se cuida de financiar directamente a organizaciones políticas establecidas. «No es adecuado ni eficaz», dijo en su momento Chafuen. Pero se mueve discretamente en la órbita de gobiernos liberales, apoyando la implementación de políticas promercado. The Intercept mostraba cómo Atlas tuvo estrechos lazos con think tanks y organizaciones relacionados con el golpismo hondureño, venezolano y brasileño; los tiene con el fujimorismo, en Perú, y está ligada carnalmente a la Fundación Ecuador Libre, el macrismo, en Argentina, y el trumpismo, en Estados Unidos (en la anterior administración estadounidense había prominentes integrantes del Atlas Network). Hoy los cultiva también con el entorno del presidente colombiano, Iván Duque. Propuesta Republicana, sin ir más lejos, nació de la Fundación Pensar, una de las ramas de Atlas en Argentina. La hondureña Fundación Eléutera fue, a su vez, muy activa en el respaldo a los gobiernos posteriores al golpe de 2009 contra Manuel Zelaya, y sus «expertos» inspiraron la creación en ese país de unas zonas especiales de desarrollo que los empresarios privados manejan a su antojo, sin atenerse a las leyes nacionales. También apoyó a los gobiernos de Michel Temer y Jair Bolsonaro en sus reformas liberales y sus iniciativas para debilitar económicamente a los sindicatos brasileños.
Fang expuso las características de la «labor de persuasión» promovida por los impulsores de la red. Tanto Fisher como Chafuen y otros eran conscientes de que el libertarismo no tenía buena prensa: demasiado evidentes eran sus lazos con los más ricos. Había que «democratizarlo», transformarlo en una «ideología del bien común», «preocupada por la situación de los más pobres», alentando las actividades de beneficencia y filantropía de sus miembros, sin dejar, ni por un segundo, de machacar con «la idea de libertad» ni de atacar a los defensores del Estado de bienestar. «El 95 por ciento de las fundaciones de Atlas lleva en su nombre la palabra libertad», como la llevan los eventos (foros y seminarios) que organiza, comentó recientemente el investigador Julián Macías, que participó en un informe sobre la nueva derecha española elaborado por la Fundación Rosa Luxemburgo (Público, 25-V-21). Progreso y democracia son otros de los sambenitos de los fundados por Fisher, a quien Margaret Thatcher llegó a reconocer como uno de los inspiradores intelectuales de su revolución conservadora.
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En mayo lo más granado de la Red Atlas se dio cita en Ecuador para presenciar la asunción de Lasso. Antes de la ceremonia, la red –por medio de tres de sus fundaciones asociadas: la Fundación Ecuador Libre, del propio Lasso; la Fundación Internacional por la Libertad, de Vargas Llosa, y la Fundación Friedrich Naumann por la Libertad, de Alemania– organizó en un hotel de la cadena Hilton en Quito el Foro Iberoamericano Desafíos de la Libertad. Entre los ponentes presenciales y virtuales estuvieron el colombiano Duque, la peruana Keiko Fujimori, la golpista venezolana María Corina Machado y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
Al margen del foro, José María Aznar, histórico dirigente del ala más ultra del Partido Popular español, anunció la creación de una filial latinoamericana de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que él preside. La FAES Latam estará a cargo del expresidente colombiano Andrés Pastrana, un derechista duro que impulsó el Plan Colombia y se opuso a los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. En la reunión, Aznar no ocultó su preocupación por la debacle de la derecha chilena, la situación en Colombia y la posibilidad que entonces se vislumbraba (ahora se concretó) de que Pedro Castillo derrotara a Fujimori en Perú. Dijo que al gobierno de Duque había que defenderlo con uñas y dientes, y ahora también al de Ecuador, la nueva cabeza de playa del liberalismo en la región.
Nuestro Luis iba a ir a la asunción de Lasso. Se lo impidió la muerte de Jorge Larrañaga. No se sabe si hubiera participado en el foro, pero se puede deducir que con los postulados de la red tiene no pocas coincidencias. Y en la red lo aprecian. No en vano dictó varias conferencias en eventos organizados por ella y tuvo en su gabinete a tres ministros (dos defenestrados, Ernesto Talvi y Pablo Bartol, uno sobreviviente, Pablo da Silveira) ligados a fundaciones afines al think tank neoliberal.
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ESFERA DE INFLUENCIA: CÓMO LOS LIBERTARIANS ESTADOUNIDENSES ESTÁN REINVENTANDO LA POLÍTICA DE AMÉRICA LATINA
Todavía no se ha contado toda la historia de la Red Atlas y su profundo impacto en la ideología y el poder político
Lee FangLee Fang
August 25 2017, 12:58 p.m.
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PARA ALEJANDRO CHAFUEN, la reunión celebrada esta primavera en The Brick Hotel de Buenos Aires fue una mezcla de regreso a casa y festejo triunfal. Chafuen, un argentino-estadounidense alto y flaco, había dedicado su vida adulta a desacreditar los movimientos sociales y los gobiernos de izquierda en América del Sur y América Central, y a impulsar, en su lugar, una versión business-friendly del libertarismo.
Por décadas, fue un trabajo solitario, pero ya no. Chafuen estaba rodeado de amigos durante el Foro Para la Libertad en Latinoamérica 2017. El encuentro internacional de activistas del libertarismo tenía el apoyo de la Atlas Economic Research Foundation (Fundación Atlas para la Investigación Económica), una organización sin fines de lucro dedicada a formar liderazgos, que ahora se conoce simplemente como Atlas Network, o Red Atlas, y que desde 1991 es dirigida por Chafuen. En el hotel Brick, Chafuen se deleitaba al recordar triunfos recientes; su trabajo de años había empezado a dar frutos, gracias a la coyuntura política y económica, pero también gracias a la red de activistas que él venía cultivando desde hacía mucho tiempo.
Durante la última década, los gobiernos de izquierda usaron dinero para “comprar votos, para redistribuir”, aseguró al ser entrevistado Chafuen, cómodamente instalado en el lobby. Pero la caída de los precios de las commodities, sumado a los escándalos por corrupción, fueron la oportunidad para que los grupos de la Red Atlas entraran en acción. “Hubo una apertura, una crisis, una demanda de cambio, y nosotros teníamos personas preparadas para impulsar ciertas políticas”, observó Chafuen, parafraseando a Milton Friedman. “Y en nuestro caso, lo que buscamos son soluciones privadas a los problemas públicos”.
Chafuen señaló la cantidad de dirigentes asociados a Altas que ahora están en el candelero: ministros del gobierno conservador de Mauricio Macri en Argentina, senadores en Bolivia y los líderes del Movimiento Brasil Libre, que terminó con la presidencia de Dilma Rousseff. Allí, la red sembrada por Chafuen cobró vida ante sus propios ojos.
“Estuve en las manifestaciones callejeras de Brasil. De pronto, me doy cuenta de que un muchacho que había conocido de adolescente ahora estaba en la caja de un camión dirigiendo las protestas. ¡Una locura!”, dijo Chafuen, emocionado. No menos emocionados parecían los simpatizantes de Atlas que se cruzaban con Chafuen en Buenos Aires. Intermitentemente lo paraban activistas de diversos países para felicitarlo mientras se desplazaba por el hotel. Para muchos, Chafuen, desde su posición en Atlas, ha sido un mentor, un patrocinador financiero y un faro que los guió hacia nuevos modelos políticos.
Ousted Honduras' President Manuel Zelaya, left, looks down inside a car on his way to the airport where he will board a flight to Nicaragua on the outskirts of San Jose, Sunday, June 28, 2009. Soldiers seized Honduras' national palace and sent the President Zelaya into exile in Costa Rica on Sunday, hours before a disputed constitutional referendum. Zelaya, an ally of Venezuelan President Hugo Chavez, said he was victim of a coup. Honduras' Congress sworn in Sunday congressional leader Roberto Micheletti as the country's new President. (AP Photo/Kent Gilbert)
Manuel Zelaya, el presidente de Honduras derrocado, en las afueras de San José, camino al aeropuerto para tomar un avión a Nicaragua. 28 de junio de 2009. Foto: Kent Gilbert/AP
HAY UN GIRO a la derecha en la política latinoamericana. Durante gran parte del siglo XXI, los gobiernos de izquierda se impusieron en casi toda la región —desde los Kirchner en Argentina hasta el reformista agrario Manuel Zelaya en Honduras— e impulsaron programas de abatimiento de la pobreza y nacionalización de las empresas, al tiempo que desafiaban la hegemonía estadounidense en el hemisferio.
En los últimos años, sin embargo, muchos líderes de izquierda cayeron, a veces de manera espectacular. A Zelaya los militares golpistas se lo llevaron en piyama de la residencia presidencial. En Argentina, un megaempresario se hizo con el poder y Cristina Fernández de Kirchner es acusada por corrupción. Y en Brasil, el Partido de los Trabajadores, tras un creciente escándalo por corrupción y protestas masivas, fue barrido del gobierno por medio de un impeachment por cargos de malversación presupuestal.
Este cambio podría parecer consecuencia de un reequilibrio regional en el que se imponen las fuerzas económicas. Y sin embargo, la Atlas Network es omnipresente, como el hilo que conecta todos los acontecimientos políticos clave.
Todavía no se ha contado toda la historia de la Red Atlas y su profundo impacto en la ideología y el poder político. Pero con archivos de sus negocios y registros de tres continentes, sumados a entrevistas con líderes libertaristas de todo el hemisferio, se puede mostrar el alcance de su influencia a lo largo del tiempo.
Esta red de libertaristas, que ha reformulado los equilibrios de poder en país tras país, también ha funcionado como un apéndice discreto de la política exterior estadounidense. Los think tanks asociados a Atlas reciben un financiamiento, también discreto, del Departamento de Estado y de la National Endowment for Democracy (Fundación Nacional para la Democracia, NED por su sigla en inglés), un brazo esencial del “poder blando” estadounidense.
Aunque hay investigaciones recientes sobre el rol de ciertos multimillonarios conservadores, como los hermanos Koch, en la difusión de una versión business-friendly del pensamiento libertarista, la Atlas Network, que recibe fondos de fundaciones de los Koch, se ha dedicado a replicar en los países en desarrollo los métodos creados en el hemisferio norte. La red de Atlas es expansiva y hoy tiene vínculos con 450 think tanks de todo el mundo. Según Atlas, sólo en 2016 los apoyos económicos a sus asociados fueron de cinco millones de dólares.
A lo largo de los años, Atlas y las fundaciones asociadas a ella han otorgado cientos de subvenciones a think tanks conservadores y partidarios del libre mercado en Latinoamérica, incluyendo la red de libertaristas que apoyó al Movimiento Brasil Libre y organizaciones detrás de una embestida libertarista en Argentina, como la Fundación Pensar, el think tank de Atlas que se fusionó con el PRO, el partido político creado por Mauricio Macri. Los líderes del Movimiento Brasil Libre y el fundador de la Fundación Eléutera, un influyente think tank neoliberal que surgió luego del golpe en Honduras, recibieron financiamiento de Atlas y son parte de la generación de dirigentes políticos formados en los seminarios de Atlas.
La Atlas Network abarca decenas de think tanks en toda la región, incluyendo destacados grupos que apoyan a las fuerzas de derecha en Venezuela y en la campaña de Sebastián Piñera, el candidato de centroderecha que lidera las encuestas para las presidenciales chilenas de este año.
FILE - In this Dec. 2, 2015 file photo, people demonstrate against the government as they take part in protest in favor of impeaching Brazil's President Dilma Rousseff, in front of the National Congress, in Brasilia, Brazil. The country has seen a vicious circle of ballooning crises over the past year. Major scandals, some of which are connected to Rousseff, have combined with tanking commodity prices to deliver blows to the powerhouse economy, including credit-rating downgrades, a sharp currency devaluation and 10-percent annual inflation. (AP Photo/Eraldo Peres, File)
Un grupo de personas se manifiesta a favor del impeachment de Dilma Rousseff frente al Congreso Nacional en Brasilia. 2 de diciembre de 2015. Foto: Eraldo Peres/AP
EN NINGÚN LUGAR el método de Atlas se desarrolló mejor que en una nueva red brasileña de think tanks pro libre mercado. Son institutos que trabajaron juntos para fomentar el descontento con las políticas socialistas, y mientras algunos se concentraban en los centros académicos, otros se dedicaron a entrenar activistas y a alimentar una guerra constante en los medios contra las ideas de izquierda.
El año pasado, el esfuerzo por dirigir el descontento únicamente hacia la izquierda le dio sus frutos a la derecha. Los millenials del Movimiento Brasil Libre, muchos de ellos con formación en organización política adquirida en Estados Unidos, dirigieron un movimiento masivo para enfocar la indignación popular en un vasto escándalo de corrupción contra Dilma Rousseff. La Operación Lava Jato todavía está en proceso y su sistema de sobornos implica a dirigentes de todos los partidos políticos grandes, incluyendo a los de derecha y centroderecha. Sin embargo, con mucha habilidad en el manejo de los medios, el Movimiento Brasil Libre se las arregló para dirigir la indignación principalmente hacia la presidenta, y así exigir su salida y el fin de las políticas de justicia social del Partido de los Trabajadores.
Las protestas —que para algunos son comparables las del Tea Party estadounidense, especialmente si se tiene en cuenta el discreto apoyo que les dieron los conglomerados industriales locales y una novedosa red de simpatizantes de la conspiración compuesta por voceros de extrema derecha— terminaron con 13 años de gobierno del Partido de los Trabajadores y sacaron a Dilma del poder vía impeachment en 2016.
El escenario en el que surgió el Movimiento Brasil Libre es nuevo en el país. Hace diez años, los think tanks libertaristas serían a lo sumo tres, dice Helio Beltrão, un ex ejecutivo de fondos de inversión que ahora dirige el Instituto Mises, una organización sin fines de lucro bautizada en homenaje al filósofo libertarista Ludwig von Mises. Hoy, con el apoyo de Atlas, los institutos libertaristas son más de 30 y todos cooperan entre sí y con grupos como Estudiantes por la Libertad y el Movimiento Brasil Libre.
“Es como un cuadro de fútbol. La defensa son los académicos. Los delanteros son los políticos. Ya hicimos varios goles”, apunta en referencia al impeachment contra Dilma. El mediocampo, agrega, son los “muchachos de la cultura” que forman la opinión pública. Beltrão explica que la red de think tanks quiere privatizar el correo de Brasil, que para él es la “presa fácil” que podría iniciar una gran ola de reformas pro libre mercado. Varios de los partidos conservadores de Brasil se acercaron a los militantes libertaristas cuando estos demostraron que podían movilizar a cientos de miles de personas en las protestas contra Dilma, aunque todavía no hayan adoptado los presupuestos de la “economía de la oferta” (la teoría que sostiene que se debe promover la provisión de bienes).
Fernando Schüler, académico y columnista asociado al Instituto Millenium, otro think tank brasileño, lo explica desde otro ángulo. “Brasil tiene 17.000 sindicatos pagados con dineros públicos. Un día de salario va para los sindicatos, completamente controlados por la izquierda”, dice. La única manera de revertir la tendencia socialista fue ser más hábil que ellos. “Con la tecnología la gente podía participar por sí misma, organizar manifestaciones públicas con bajos costos, usando redes, WhatsApp, Facebook, YouTube”, agrega para explicar cómo los libertaristas dirigieron las protestas contra los líderes de la izquierda.
Estos grupos anti Dilma habían creado un torrente diario de videos de YouTube en los que parodiaban al gobierno del Partido de los Trabajadores, junto a un tablero interactivo en el que alentaban a los ciudadanos a que presionaran a los parlamentarios a votar el impeachment. Schüler deja claro que tanto el Movimiento Brasil Libre como su propio think tank reciben apoyo financiero de industriales y comerciantes locales, pero el movimiento ha tenido éxito en parte porque no se lo identifica con los partidos políticos existentes, a los que la opinión pública ve con recelo. Para él, la única manera de reformar radicalmente la sociedad y dar vuelta el sentimiento popular sobre el Estado de bienestar era librar una guerra cultural permanente contra los intelectuales y los medios de izquierda.
maxresdefault-1502915655Fernando Schüler. Foto: YouTube
UNO DE LOS fundadores del Instituto Millenium, el bloguero Rodrigo Constantino, polarizó la política brasileña con su retórica ultramilitante. Constantino, que ha sido llamado el “Breitbart brasileño” por sus ideas conspirativas y sus ácidos comentarios derechistas, encabeza otro think tank de Atlas: el Instituto Liberal. Para él, cada movimiento de la izquierda es un intento velado de subvertir la democracia, desde el uso del color rojo en el logo de la Copa del Mundo hasta el programa Bolsa Família, que brindaba ayuda a los más desposeídos.
A Constantino se le atribuye haber popularizado la idea de que los que apoyan al Partido de los Trabajadores son “liberales de limusina”, hipócritas pudientes que acuden al socialismo para demostrar su superioridad moral al mismo tiempo que desprecian a la clase trabajadora que dicen representar.
La “breitbarización” del discurso público es una de las tantas formas en que la Red Atlas ha venido influyendo sutilmente en el debate político.
“Es un Estado muy paternalista. Es una locura. Hay mucho control estatal y ese es el desafío a largo plazo”, dice Schüler, y agrega que, a pesar de las recientes victorias, los libertaristas tienen mucho camino para recorrer. Su modelo a seguir es el de Margaret Thatcher, que tuvo el apoyo de una red de think tanks libertaristas para impulsar reformas impopulares. “El sistema de pensiones es absurdo. Hay que privatizar toda la educación”, recita Schüler como parte de una letanía de cambios que realizaría, desde desfinanciar a los sindicatos hasta abolir el voto obligatorio.
La única manera de hacerlo posible, agrega, sería crear una red de organizaciones sin fines de lucro que libraran batallas separadas pero con los mismos objetivos libertaristas. El modelo existente —la constelación de think tanks de derecha en Washington DC, que recibe poderosos apoyos— es el único camino posible para Brasil, afirma Schüler.
Atlas está haciendo exactamente eso. Financia nuevos think tanks, brinda cursos de organización política y relaciones públicas, apoya eventos de trabajo en red en todo el mundo y, en los últimos años, ha dirigido recursos extra a incitar a los libertaristas a que influencien a la opinión pública por medio de redes sociales y videos online.
Con una competencia anual, la Red Atlas premia la producción de videos virales que promuevan la economía de libre mercado y ridiculicen las propuestas asociadas al Estado de bienestar. Entre quienes dan conferencias para Atlas, está James O’Keefe, el provocador famoso por haber aguijoneado a varios integrantes del Partido Demócrata estadounidense con sus cámaras ocultas. También fueron parte de las sesiones de entrenamiento de Atlas los productores de un grupo de Wisconsin que trabajó en videos que desacreditaban las protestas de los maestros contra la ley antisindical del gobernador Scott Walker.
Caracas, Distrito Federal, Venezuela, South America
Manifestantes queman un muñeco que representa al entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en la Plaza Altamira, en protesta contra el gobierno. Foto: Lonely Planet Images/Getty Images
ENTRE OTRAS HAZAÑAS recientes, Atlas ha estado presente en la nación latinoamericana actualmente más afectada por una crisis política y humanitaria: Venezuela. Los registros de la escritora y activista Eva Golinger (obtenidos por medio del Freedom of Information Act, la ley estadounidense de libre acceso a la información) y las filtraciones de la ex soldado Chelsea Manning revelan los sofisticados esfuerzos realizados por el gobierno estadounidense para utilizar los think tanks de Atlas en una larga campaña de desestabilización contra el líder venezolano Hugo Chávez.
Ya en 1998, Cedice Libertad, el principal think tank de Atlas en Caracas, recibía financiamiento continuo del Center for International Private Enterprise (Centro para la Empresa Privada Internacional). En una carta de otorgamiento de fondos, la NED lista que la ayuda a Cedice está dirigida a “un cambio de gobierno”. El director de Cedice estaba entre los firmantes del “decreto Carmona”, que apoyaba al breve golpe militar contra Hugo Chávez en 2002. Un cable de 2006 revela la estrategia del embajador de Estados Unidos, William Brownfield, para financiar organizaciones políticas en Venezuela: “1) Fortalecer las instituciones democráticas, 2) Infiltrar la base política de Chávez, 3) Dividir al chavismo, 4) Proteger los negocios estadounidenses y 5) Aislar internacionalmente a Chávez”.
En la actual crisis venezolana, Cedice promueve las protestas contra el presidente Nicolás Maduro, sucesor de Chávez. Cedice tiene vínculos estrechos con la opositora María Corina Machado, una de las cabezas de las masivas marchas antigubernamentales que han tenido lugar en los últimos meses. Machado le ha reconocido públicamente el trabajo de Atlas; en un video enviado al grupo en 2014 aparece diciendo: “Gracias a la Atlas Network, a todos los luchadores por la libertad”.
La líder opositora venezolana María Corina Machado reconoció el trabajo de Atlas: “Gracias a la Atlas Network, a todos los luchadores por la libertad”, dijo en 2014.
EN EL FORO de la Libertad en Latinoamericana de Buenos Aires, los jóvenes líderes zumbaban por todas partes mientras compartían ideas sobre cómo derrotar al socialismo en cada frente, desde debates en los campus universitarios hasta movilizar un país entero en favor del impeachment.
“Emprendedores” de think tanks peruanos, dominicanos y hondureños competían en un formato basado en el reality show Shark Tank, en el que los encargados de start-ups deben convencer a un panel de inversores despiadados. En lugar de buscar inversiones, estos líderes presentaban ideas de marketing político, en un concurso que premiaba al ganador con 5.000 dólares. En otra sesión, se debatían estrategias para conseguir que la industria apoye reformas económicas. En una tercera habitación, operadores políticos debatían sobre qué argumentos podrían emplear los “amantes de la libertad” para responder al crecimiento mundial del populismo, y para “redirigir el sentimiento de injusticia de muchos” hacia fines de libre mercado.
Un joven dirigente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), un think tank de Buenos Aires, presentó un proyecto para rankear a cada provincia argentina en un “índice de libertad económica”, elaborado con base en el nivel de impuestos y trabas legales como criterio para generar entusiasmo hacia reformas pro libre mercado. Su idea se basa en estrategias similares utilizadas en Estados Unidos, como el “Índice de Libertad Económica” de la Heritage Foundation, que compara a los países tomando en cuenta las políticas impositivas y las barreras regulatorias a la creación de negocios.
Tradicionalmente, los think tanks se conciben como institutos independientes que se crean para desarrollar soluciones no convencionales. En cambio, el modelo de Atlas se enfoca menos en producir propuestas genuinamente innovadoras que en establecer organizaciones políticas que tengan la credibilidad de instituciones académicas, para que así sean una herramienta efectiva en la batalla por mentes y almas.
Las propuestas libremercadistas —como quitarles impuestos a los ricos, achicar el Estado, privatizar empresas públicas, liberalizar el comercio y limitar el poder de los sindicatos— siempre se enfrentaron con un problema de percepción. Sus defensores se dieron cuenta de que los votantes tienden a verlas como un vehículo para favorecer a la clase alta. Por eso, reetiquetar el libertarismo económico como una ideología del bien común requirió complejas estrategias de persuasión pública.
El modelo de Atlas que ahora se disemina por toda América Latina se basa en un método perfeccionado durante décadas de lucha en Estados Unidos y Reino Unido, en la que los libertaristas se esforzaron por contener la marea favorable al Estado de bienestar que se dio tras las Segunda Guerra Mundial.
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Mapa de ubicaciones de los afiliados y socios de Atlas en América Latina. Mapa: The Intercept
ANTONY FISHER, EMPRENDEDOR británico y fundador de la Atlas Network, fue pionero en esa tarea de vender la economía libertarista al gran público. La dirección era clara: su misión era “tapizar el mundo con think tanks pro libre mercado”.
Fisher tomó sus ideas de Friedrich Hayek, el padre del pensamiento moderno sobre el gobierno mínimo. En 1946, después de leer la versión de Camino de servidumbre, la obra seminal de Hayek, publicada en Selecciones del Reader’s Digest, Fisher procuró conocer al economista austríaco en persona. Según su colaborador cercano John Blundell, Fisher le sugirió a Hayek que ingresara a la política. Hayek rechazó la propuesta, porque consideraba que la mejor forma de cambiar la sociedad era de abajo hacia arriba.
Al mismo tiempo, en Estados Unidos, otro ideólogo del libre mercado, Leonard Read, consideraba ideas similares tras haber liderado a la Cámara de Comercio de Los Ángeles en su enfrentamiento con organizaciones de trabajadores. Para contrarrestar el crecimiento del Estado de bienestar, era necesaria una respuesta más elaborada para compartir los debates populares sobre la dirección a la que debía apuntar la sociedad sin exponer los vínculos con los intereses empresariales. Fue muy estimulante para Fisher la visita a la organización sin fines de lucro que había montado Read en Nueva York, la Foundation for Economic Education (Fundación para la Educación Económica, FEE), creada para apoyar y promover las ideas de los intelectuales pro libre mercado. Allí, el economista libertarista FA Harper aconsejó a Fisher sobre cómo crear su propia organización en Reino Unido.
Durante el viaje, Fisher también viajó con Harper a la Universidad de Cornell para conocer los últimos avances en la industria de cría de animales, y se maravilló ante la visión de 15.000 pollos alojados en un solo edificio. Fisher tomó nota de la innovación y la puso en práctica en Reino Unido. Su fábrica, Buxted Chickens, prosperó rápidamente y Fisher amasó una buena fortuna. Parte de las ganancias fueron a parar al otro objetivo que había nacido durante su visita a Nueva York: en 1955, Fisher fundó el Institute of Economic Affairs (Instituto de Asuntos Económicos).
El Instituto ayudó a dar a conocer a un conjunto de economistas asociados con las ideas de Hayek. Fue un lugar donde expresarse contra el creciente Estado de bienestar británico, vinculando a periodistas con académicos pro libre mercado y diseminando sus opiniones regularmente en columnas de opinión, entrevistas radiales y conferencias. El grueso del financiamiento provenía del mundo de los negocios; entre sus contribuyentes anuales estaban grandes industriales y gigantes bancarios, como British Petroleum y Barclays. De acuerdo a Making Thatcher’s Britain, de los historiadores Ben Jackson y Robert Saunders, un magnate naviero observó que, dado que las universidades daban munición a los sindicatos, el Instituto era el armero de los empresarios.
La recesión e inflación de la década de 1970 sacudió los cimientos de la sociedad británica y los políticos conservadores se vieron cada vez más atraídos por el Institute of Economic Affairs para que los proveyera de un proyecto alternativo. El Instituto los satisfizo con resúmenes temáticos accesibles y temas de debate que los políticos podían emplear para llevar los conceptos de libre mercado al gran público. La Atlas Network proclama orgullosamente que el Instituto “sentó las bases intelectuales para lo que luego fue la revolución de Thatcher en los años 80”. Personal del Instituto hizo discursos para Thatcher, alimentó su campaña con artículos sobre políticas en temas tan variados como los sindicatos de trabajadores y el control de precios, y elaboró respuestas para sus críticos en los medios masivos. En una carta dirigida a Fisher tras su triunfo en 1979, Thatcher escribió que el Instituto había creado “el clima de opinión que hizo la victoria posible”.
“No hay duda de que ha habido un enorme avance en Gran Bretaña. El Institute of Economic Affairs, que Antony Fisher estableció, hizo una enorme diferencia”, dijo Milton Friedman. “Hizo posible a Margaret Thatcher. No su elección como primera ministra, sino que hizo posibles las políticas que ella pudo implementar. Y lo mismo en este país: el pensamiento que se desarrolló en este sentido hizo posible a Ronald Reagan y las políticas que logró imponer”.
El Instituto había cerrado el círculo. Hayek montó un exclusivo grupo de economistas pro libre mercado llamado Mont Pelerin Society. Uno de sus miembros, Ed Feulner, ayudó a fundar la Heritage Foundation, el think tank conservador de Washington, tomando como inspiración el trabajo del Instituto. Otro miembro de Mont Pelerin, Ed Crane, fundó el Cato Institute, el más destacado grupo de reflexión libertarista de Estados Unidos.
Austrian-British economist and political philosopher Friedrich Hayek (1899 - 1992) with a class of students at the London School of Economics, 1948. (Photo by Paul Popper/Popperfoto/Getty Images)Frederich Hayek, economista y filósofo político austro-británico, en el London School of Economics, 1948. Foto: Paul Popper/Popperfoto/Getty Images
EN 1981, FISHER, que se había mudado a San Francisco, se dispuso a desarrollar la Atlas Economic Research Foundation a instancias de Hayek. Fisher utilizó su éxito del Instituto para llegar a donantes corporativos que podrían ayudarlo a establecer una serie de grupos de reflexión más pequeños, a veces regionales, en Nueva York, Canadá, California y Texas, entre otros lugares. Sin embargo, con Atlas, la escala de su proyecto de think tanks de libre mercado ahora sería global: una organización sin fines de lucro dedicada a continuar la tarea de tender cabezas de playa libertaristas en todos los países del mundo. “Cuantos más institutos se establezcan en todo el mundo”, declaró Fisher, “mayor será la oportunidad de abordar diversos problemas que reclaman solución”.
Fisher comenzó a recaudar fondos, exponiendo sus ideas ante donantes corporativos con la ayuda de cartas de recomendación de Hayek, Thatcher y Friedman, que incluían una llamada urgente a ayudar en la reproducción del éxito del Institute of Economic Affairs a través de Atlas. Hayek decía que su modelo “debería ser usado para crear institutos similares en todo el mundo” y que “sería dinero bien gastado si se pudieran reunir grandes sumas para financiar un esfuerzo coordinado”.
La propuesta se envió a una lista de ejecutivos de alto nivel y pronto el dinero de arcas corporativas empezó a llegar a Atlas. Grandes donantes del Partido Republicano, como Richard Mellon Scaife, y de compañías como Pfizer, Procter & Gamble y Shell, aportaron a la causa. Su influencia, sin embargo, tendría que permanecer encubierta para que el proyecto funcionara, sostenía Fisher. “Para influir en la opinión pública, es necesario evitar cualquier sugerencia de interés particular o intención de adoctrinar”, señaló en una propuesta que delineaba el propósito de Atlas. Fisher agregó que el éxito del Institute of Economic Affairs se había basado en la percepción de que era académico e imparcial.
Atlas creció rápidamente. Hacia 1985, la Red contaba con 27 instituciones en 17 países, incluyendo organizaciones sin fines de lucro en Italia, México, Australia y Perú.
El momento no podría haber sido mejor: la expansión internacional de Atlas se produjo exactamente cuando la administración Reagan redoblaba su apuesta a una política exterior agresiva para vencer a los gobiernos extranjeros de izquierda.
Mientras que en público Atlas declaraba que no recibía fondos del gobierno (Fisher desestimaba la ayuda externa por considerarla sólo otro “soborno” utilizado para distorsionar las fuerzas del mercado), los registros muestran que la Red trabajó discretamente para sumar al gobierno estadounidense a su creciente lista de socios internacionales.
En una carta de 1982 de la Agencia Internacional de Comunicación, una pequeña oficina del gobierno federal dedicada a promover los intereses estadounidenses en el extranjero, un burócrata de la Oficina de Programas del Sector Privado le respondió a Fisher, que había hecho una consulta sobre la forma de obtener subvenciones federales. El burócrata escribió que se le prohibía dar “directamente a organizaciones extranjeras”, pero que podría ser copatrocinador de “conferencias o intercambios con organizaciones”, realizadas por grupos como Atlas, y alentó a Fisher a mandar una propuesta. La carta, enviada un año después de que se fundara Atlas, fue la primera señal de que la Red se convertiría en un socio secreto de los intereses de la política exterior de Estados Unidos.
Memos y otros registros de Fisher muestran que, para 1986, Atlas había ayudado a programar reuniones con ejecutivos de negocios para dirigir fondos estadounidenses hacia su red de think tanks. En un caso, un funcionario de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés), la principal herramienta de ayuda en el extranjero del gobierno federal, recomendó que el gerente de la filial de Coca-Cola en Panamá trabajara con Atlas para crear un grupo de reflexión basado en el Institute of Economic Affairs británico. Los socios de Atlas también obtuvieron fondos de las arcas de la NED, una organización sin ánimo de lucro fundada en 1983, financiada en gran parte por el Departamento de Estado y por la USAID para crear instituciones políticas favorables a Estados Unidos en el mundo en vías de desarrollo.
Alejandro Chafuen, of the Atlas Economic Research Foundation, back right, shakes hands with Rafael Alonzo, of Venezuela's Freedom Center for Economic Studies, CEDICE, left, as Peruvian writer Mario Vargas Llosa applauds during the opening of the "Freedom and Democracy" international forum in Caracas, Thursday, May 28, 2009.(AP Photo/Ariana Cubillos)
Alejandro Chafuen, de la Atlas Economic Research Foundation, con Rafael Alonzo, del Cedice, y el escritor peruano Mario Vargas Llosa, durante la apertura del Foro Internacional por la Libertad y la Democracia en Caracas. 28 de mayo de 2009. Foto: Ariana Cubillos/AP
MIENTRAS LLOVÍAN LOS fondos de corporaciones y del gobierno de Estados Unidos derramándose, Atlas tuvo otro golpe de suerte en 1985 con la llegada de Alejandro Chafuen. Linda Whetstone, hija de Fisher, recordó en un homenaje cómo, en 1985, un joven Chafuen, que entonces vivía en Oakland, se había presentado a la oficina de Atlas en San Francisco “dispuesto a trabajar por nada”.
Chafuen, nacido en Buenos Aires, se había criado en la que describía como “una familia antiperonista”. Eran ricos y, aunque creció en una época turbulenta, Chafuen vivió una vida de relativo privilegio. Pasó su adolescencia jugando al tenis y soñaba con convertirse en un deportista profesional.
Chafuen atribuye su trayectoria ideológica juvenil a su apetito por devorar textos libertaristas, desde Ayn Rand hasta los folletos publicados por el FEE, el grupo de Leonard Read que originalmente había inspirado a Fisher. Tras sus estudios en el Grove City College, una universidad de humanidades cristiana y profundamente conservadora situada en Pensilvania, en la que fue presidente del club estudiantil libertarista, Chafuen regresó a su país de origen. Los militares habían tomado el poder, con la excusa de responder a la amenaza de los revolucionarios comunistas. Miles de estudiantes y activistas serían torturados y asesinados por la represión contra los militantes de izquierda tras el golpe de Estado.
Chafuen recuerda esos tiempos bajo una luz bastante positiva. Luego escribiría que el ejército había sido obligado a actuar para evitar que el comunismo “tomara el país”. En el ambiente académico, mientras seguía una carrera docente, Chafuen se encontró con “totalitarios de todos los estilos”. Después del golpe militar, escribió que notaba cómo sus profesores se volvían “más suaves”, a pesar de sus diferencias con él.
El libertarismo también encontró buena recepción en otros países latinoamericanos bajo dictaduras militares. A Chile, después de que los militares barrieron al gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende, acudieron velozmente los economistas de la Sociedad Mont Pelerin y prepararon el escenario para realizar grandes reformas neoliberales, como la privatización de la industria y del sistema de pensiones del país. En toda la región, bajo la mirada vigilante de los líderes militares de derecha que habían tomado el poder, se fueron arraigando las políticas económicas libertaristas.
Por su parte, el fervor ideológico de Chafuen era evidente ya en 1979, cuando publicó un ensayo para la FEE titulado “Guerra sin Fin”. Allí comparaba al terror de izquierda con el clan Manson y a su fuerza con la de “las guerrillas de Medio Oriente, África y Sudamérica”. Se precisaba, escribió, que las “fuerzas de la libertad individual y la propiedad privada” respondieran a los ataques.
Su entusiasmo no pasó desapercibido. En 1980, cuando tenía 26 años, Chafuen fue invitado a convertirse en el miembro más joven de la Sociedad Mont Pelerin. Viajó a Stanford, lo que le brindó la oportunidad de contactar directamente a Read, Hayek y otros libertaristas importantes. En cinco años, Chafuen se casó con una estadounidense y pasó a residir en Oakland. Comenzó a vincularse con miembros de Mont Pelerin de la zona de San Francisco, como Fisher.
En toda la región, bajo la mirada vigilante de los líderes militares de derecha que habían tomado el poder, se fueron arraigando las políticas económicas libertaristas.
Según las actas de la junta directiva de Atlas, ese año Fisher dijo a sus colegas que había hecho un pago de 500 dólares como obsequio de Navidad para Chafuen, y que esperaba contratar a tiempo completo al joven economista para que desarrollara think tanks de Atlas en América Latina. Al año siguiente, Chafuen organizó la primera cumbre de think tanks latinoamericanos de Atlas en Jamaica.
CHAFUEN COMPRENDIÓ BIEN el modelo Atlas y trabajó con esmero para expandir la red. Ayudó a montar think tanks en África y Europa, pero sobre todo concentró sus esfuerzos en América Latina. Mientras que describía cómo atraer donantes, Chafuen señaló en una conferencia que estos no pueden aparecer como quienes pagan por las encuestas de opinión pública, porque les quitarían credibilidad. “Pfizer Inc. no patrocinaría encuestas sobre temas de salud ni Exxon pagaría por encuestas sobre temas ambientales”, dijo. En cambio, think tanks libertaristas, como los de la Red Atlas, no sólo podían presentar las mismas encuestas con mayor credibilidad sino hacerlo de manera que obtuvieran cobertura en los medios locales.
“A los periodistas los atrae lo novedoso y fácil de transmitir”, dijo Chafuen. A la prensa no le interesa mucho citar a los filósofos libertaristas, sostuvo, pero si un grupo de expertos elabora una encuesta, prestan atención. “Y los donantes también lo ven”, agregó.
En 1991, tres años después de la muerte de Fisher, Chafuen tomó el timón de Atlas y tuvo la oportunidad de hablar con autoridad a los donantes sobre el trabajo de la organización. Rápidamente comenzó a sumar patrocinadores empresariales para impulsar objetivos orientados a las grandes compañías a través de la red. Philip Morris contribuyó regularmente con Atlas, incluyendo una donación de 50.000 dólares en 1994, que salió a la luz años más tarde durante un juicio. Los registros muestran que el gigante del tabaco vio a Atlas como un aliado para trabajar en pleitos internacionales.
En Chile, sin embargo, un grupo de periodistas descubrió que los think tanks respaldados por Atlas discretamente habían hecho lobby contra la regulación del tabaco sin revelar su financiamiento por parte de compañías tabacaleras, en una estrategia calcada de la de think tanks de todo el mundo.
Gigantes corporativos, como ExxonMobil y MasterCard, eran donantes de Atlas. Pero el grupo también atrajo a figuras destacadas en el libertarismo, como las fundaciones asociadas al inversor John Templeton y los millonarios hermanos Charles y David Koch, que prodigaron regularmente con contribuciones a Atlas y sus afiliados.
Las proezas recaudatorias de Chafuen se extendieron al creciente número de fundaciones conservadoras adineradas que comenzaban a florecer en Estados Unidos. Fue miembro fundador de Donors Trust, un fondo hermético y orientado por donantes que ha repartido más de 400 millones de dólares entre organizaciones libertaristas, incluidos miembros de la Red Atlas. También es administrador de la Fundación Chase, de Virginia, que fue fundada por un miembro de la Sociedad Mont Pelerin y que igualmente envía dinero en efectivo a los think tanks de Atlas.
El gobierno estadounidense también fue otro manantial de dinero. Inicialmente, la NED encontró obstáculos para establecer en el exterior organizaciones sin fines de lucro amigables con Estados Unidos. Durante una conferencia conjunta con Chafuen, Gerardo Bongiovanni, presidente de la Fundación Libertad, un think tank de Atlas en Rosario, Argentina, señaló que entre 1985 y 1987 el Centro para la Empresa Privada Internacional (asociado a la NED) distribuyó un millón de dólares como capital inicial para crear varios think tanks. Sin embargo, quienes recibieron estas subvenciones fracasaron rápidamente por falta de formación de gestión, dijo Bongiovanni.
Atlas, en cambio, logró convertir el dinero de los contribuyentes estadounidenses que le llegaba mediante la NED y el Centro para la Empresa Privada Internacional en una importante fuente de financiación para su creciente red. Las herramientas de financiación proporcionaron dinero para impulsar think tanks de Atlas en Europa del Este, tras la caída de la Unión Soviética y, más tarde, para promover los intereses estadounidenses en Medio Oriente. Entre los beneficiarios del efectivo del Centro para la Empresa Privada Internacional se encuentra Cedice Libertad, el think tank al que agradeció la dirigente opositora venezolana María Corina Machado.
WASHINGTON, DC - JUNE 09: White House Deputy Assistant To The President Sebastian Gorka participates in a television interview outside the White House West Wing June 9, 2017 in Washington, DC. A former national security editor for Breitbart, Gorka has hard-line stands on Islam and terrorism and past involvement in right-wing Hungarian politics. (Photo by Chip Somodevilla/Getty Images)
Sebastian Gorka, el asistente adjunto del presidente, en una entrevista televisiva en el Ala Oeste de la Casa Blanca. 9 de junio de 2017, en Washington D.C. Foto: Chip Somodevilla/Getty Images
EN THE BRICK HOTEL de Buenos Aires, Chafuen reflexionó sobre las últimas tres décadas. Dijo que Fisher “estaría complacido y no creería cuánto creció nuestra red” y señaló que tal vez el fundador de Atlas no hubiera esperado un nivel de compromiso político tan alto como el que tiene el grupo.
Chafuen se encendió con la asunción de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y elogió sus elecciones para el gabinete. ¿Y por qué no? La administración de Trump está repleta de ex alumnos de grupos vinculados a Atlas y de amigos de la Red. Sebastian Gorka, el islamófobo asesor de contraterrorismo de Trump, dirigió un think tank de Atlas en Hungría. El vicepresidente Mike Pence ha asistido a un evento de Atlas y habló muy bien del grupo. La secretaria de Educación Betsy DeVos y Chafuen fueron muy cercanos cuando eran dirigentes del Acton Institute, un think tank de Michigan que elabora argumentos religiosos a favor de las políticas libertaristas, y que ahora tiene una filial en Brasil, el Centro Interdisciplinario de Ética y Economía Personalista.
Tal vez la figura más apreciada de Chafuen en la administración Trump, sin embargo, sea Judy Shelton, economista y miembro destacada de la Atlas Network. Después de la victoria de Trump, Shelton pasó a dirigir la NED. Había sido consejera de la campaña Trump y del grupo de transición. Chafuen sonrió al hablar del asunto: “Ahí tienes a la gente de Atlas presidiendo la Fundación Nacional para la Democracia”, dijo.
Antes de finalizar la entrevista, Chafuen indicó que hay más por venir: más think tanks, más esfuerzos para derrocar gobiernos de izquierda y más acólitos y egresados de Atlas en los más altos niveles de gobierno en todo el mundo. “El trabajo está en marcha”, dijo.
Más tarde, Chafuen apareció en la gala del Foro de la Libertad en América Latina. Junto con un panel de expertos de Atlas, discutió la necesidad de acelerar los movimientos de oposición libertarista en Ecuador y Venezuela.
Traducido por la revista Lento.
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