22 diciembre, 2015

Salarios en una etapa de transición x Ramble Tamble (blog)

12/22/2015
salarios: se viene una etapa de transición donde cada una de las partes bla bla bla ...

Una nota publicada en el Cronista para ayudar a comprender la visión del trabajo que tiene el sector ahora en el poder. Es una manera de comprender la nueva visión instalada en el gobierno.

Cultura del trabajo, productividad y el flagelo de la inflación que domina a sindicalistas

Julián A. de Diego Profesor Titular Ordinario de Derecho del Trabajo. U.C.A.
Quienes se refugian en el flagelo de la inflación no conocen otro lenguaje que el de la carrera de los salarios que trata infructuosamente de ganarle a los precios.

Desde la era de las cavernas el hombre lucha por el sustento a través de distintas formas de trabajo, pero siempre en base o en función del resultado.

Hoy es prioritario salir de la maraña de desajustes que son causa del deterioro constante del signo monetario, y para ello, es fundamental que la discusión de los salarios esté ligada a la productividad, a la mejora continua, y al espíritu de superación.


Insistir en el mismo error es sin dudas formar parte del problema. De hecho, el Gobierno del presidente Macri deberá asumir la cruzada de cambiar la mentalidad de muchos tanto en el mundo sindical como en el empresario para que abandonen, si es que quiere convertirlos a todos al nuevo mundo de la productividad, la eficiencia y la competitividad.

Cada vez que un dirigente sindical propicia un reclamo o hace un pedido al Poder Ejecutivo o a las empresas, lo hace en nombre de la inflación, agregando un nuevo componente para incrementar su poder de daño.
El bono de fin de año, por ejemplo, no parece ser un reclamo injusto, pero se transforma automáticamente en arbitrario, porque no es una compensación por mejores resultados, no es parte de un premio al éxito, es nuevamente un nuevo castigo contra todos los que quieren salir de la trampa, incluyendo los trabajadores que son los supuestos beneficiarios.

Las medidas que deben adoptarse para cambiar la cultura de la inflación por la cultura del trabajo y de la productividad tiene tres planos muy claros de ejecución.
El plano individual, que hace al desarrollo de la actividad productiva de cada sujeto en forma individual. En este marco, el rol del trabajador es fundamental para que contribuya con su esfuerzo personal, su dedicación, y la mejora continua de todos los procesos.

El plano de las empresas que deberán desarrollar todas las técnicas y estrategias basadas en los resultados eficientes, mejorando todos los indicadores que optimicen la relación calidad y productividad, y con ello el logro de competitividad local e internacional.

Y finalmente el plano colectivo, en donde la negociación de los salarios debe centrarse en los resultados, en la mejora de parámetros objetivos como el flagelo del ausentismo, en la mejora tecnológica, en los resultados medios y óptimos de producción, y en la obtención del producto en una relación equilibrada entre precio y calidad.

La huelga, utilizada como medio de presión en las disputas salariales tiene sin dudas garantías constitucionales.

Sin embargo, cuando en lugar de ser un medio legítimo se convierte en un medio extorsivo, generando daños a mansalva en todas direcciones, sobre todo, provocando perjuicios irreparables a terceros que son totalmente ajenos a la relación de conflicto. La huelga, en esos casos se transforma así en un abuso de derecho que supera su ejercicio razonable, que requiere de límites aconsejados por la prudencia, y por su valoración dentro del contexto de los bienes jurídicamente tutelados por nuestra Constitución Nacional.

Irónicamente, la huelga en la disputa salarial en un contexto inflacionario, pasa de ser un derecho a convertirse en un acto ilícito por pregonar un resultado que condena a la sociedad misma a una nueva contribución para que el mal se extienda y se expanda sin ninguna contención.

El trabajador tiene derecho a su remuneración con prescindencia de los resultados que finamente pueda producir la empresa, sin embargo, todos los resultados dependen de la dedicación, el esfuerzo, la actividad productiva dentro de un marco de buena fe y de colaboración, todos principios contenidos claramente en la legislación laboral argentina, y que hoy han sufrido un claro deterioro, en un contexto de desarreglo generalizado de la economía, que hizo olvidar principios básicos y elementales como los ya referidos.

Para que triunfe la cultura del trabajo del esfuerzo y de la productividad es imprescindible regresar al contexto de estabilidad económica e institucional, con reglas claras que canalicen el crecimiento sustentable.

Para regresar a las fuentes es fundamental hacer el aporte dentro de los convenios colectivos que seguramente deberán pasar a una etapa de transición donde se combinen en parte cada una de las dos etapas, incorporando los principios y las pautas de productividad como condición de procedencia de los futuros aumentos de salarios.

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