08 junio, 2016

El mundo neoliberal en ejemplos

Las notas que siguen son simplemente recortes de una semana en el mundo del neoliberalismo o del neoliberalismo en el mundo. Huelgas y protestas en Bélgica y Francia, la subordinación de Portugal al poder central de Alemania a partir de su deuda y la concentración de la riqueza en Chile. Trabajo, deuda, acumulación son tips de fundamental relevancia en la economía neolib y es de alta relevancia interpretarlos para entender estos tiempos.

IXX-jun2016


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Francia:

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Francia: La clase obrera entra en acción. Dossier

Thomas Piketty Philippe Martínez Gregorio Morán 04/06/2016
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La metedura de pata de la Ley de trabajo El Khomry

Thomas Piketty

Mientras las tensiones sociales amenazan con bloquear el país y el gobierno sigue negándose al diálogo y la negociación, su propuesta de legislación laboral se revela cada vez más como lo que es: una metedura de pata terrible, uno más de un periodo presidencial perdido, y tal vez el más grave.  El gobierno nos quiere hacer creer que paga el precio por ser reformador, y que tiene que luchar solo contra el conservadurismo.  La verdad es muy diferente: en este tema, como en otros antes, quienes ostentan el poder multiplican sus improvisaciones, mentiras y chapuzas.

Lo hemos visto ya en el caso de la competitividad.  El gobierno comenzó suprimiendo - erróneamente - las contribuciones de los empleadores decididas por el gobierno anterior, antes de poner en marcha un increíble mecanismo para reembolsar a las empresas en forma de rebajas fiscales la parte que las empresas habían contribuido el año pasado,  con una gran pérdida de credibilidad relacionada con la falta de legibilidad y durabilidad del dispositivo.  Por el contrario, habría que haber puesto en marcha una ambiciosa reforma de la financiación de la seguridad social.

Falta de preparación y cinismo

Con la ley de trabajo nos enfrentamos a la misma mezcla de falta de preparación y de cinismo.  Mientras que el desempleo ha aumentado de manera constante desde el año 2008, con un medio millón de parados más (2,1 millones de solicitantes de empleo Clase A a mediados de 2008, 2,8 millones a mediados de 2012,  3,5 millones a mediados de 2016), no se debe a que la legislación laboral de repente se ha vuelto más rígida.  Es porque Francia y la zona euro han causado por la excesiva austeridad una recaída absurda de la actividad en 2011-2013 , por debajo de Estados Unidos y del resto del mundo, convirtiendo así una crisis financiera llegada del otro lado del Atlántico en una larga recesión europea.  Si el gobierno comenzara por admitir sus errores, y sobre todo saca las lecciones necesarias para una reforma democrática en la zona del euro y des sus criterios presupuestarios, sería mucho más fácil hacer los debates imprescindibles para llevar a cabo las reformas que necesita Francia.

Es particularmente lamentable que el derecho del trabajo tenga que ser debatido.  El creciente uso de los contratos de duración determinada (CDD) por las empresas francesas nunca ha reducido el desempleo.  Ya es hora de adoptar un sistema de bonus-malus que permita poner coto a los empleadores que abusan de la precariedad y del desempleo.  De manera más general, hay que restringir el uso de los CDD a los casos que realmente se justifiquen y hacer de los CDI la norma para las nuevas contrataciones, teniendo como contrapartida una aclaración de las condiciones de ruptura del contrato, que a menudo incluyen demasiadas incertidumbres tanto para empleados como para empleadores.  Hay condiciones para una reforma equilibrada, basada en la negociación; pero por desgracia, el gobierno ha sido incapaz de proponerla al país.

El debate se centra ahora en el artículo 2 de la Ley del Trabajo, que tiene como objeto convertir los convenios de empresa en la norma habitual, con la posibilidad de desviarse tanto de los acuerdos sectoriales como de la legislación nacional, en particular en lo que respecta a la organización de  las horas de trabajo y el pago de horas extras.  El asunto es complejo y no se presta a respuestas simples, como muestra también el volumen del proyecto de ley (588 páginas para todo el proyecto, incluyendo 50 páginas para el art. 2).  Obviamente, algunas decisiones muy específicas sobre las pausas y los horarios solo pueden ser tomadas a nivel de empresa.  Por el contrario, hay otras, más estructurales, tienen que decidirse a nivel nacional, porque de lo contrario la competencia generalizada entre las empresas podría conducir al dumping social.  Por ejemplo, los países que no tienen una legislación nacional ambiciosa sobre las vacaciones pagadas tienden a tomar muy pocas vacaciones, a pesar del crecimiento histórico de los salarios, lo que puede ser colectivamente absurdo.

El espejismo de unos convenios de empresa equilibrados

Sobre la cuestión de los acuerdos de empresa, algunos pensaban que su crecimiento en Alemania en la década del 2000 fue una de las claves del éxito actual del modelo alemán (véase por ejemplo este estudio).  El debate está abierto, y es legítimo.  Pero hay que hacer hincapié en dos puntos.  En primer lugar, hay que recordar que el buen comportamiento del empleo en Alemania se explica en parte por el nivel inusualmente alto de su superávit comercial, más de 8% del PIB como media en los últimos 5 años.  En otras palabras, cada vez que Alemania produce 100 euros de bienes o equipos, el país solo consume e invierte 92 euros en Alemania.  Para el registro, simplemente no hay ningún ejemplo histórico de una economía de este tamaño con un superávit comercial tan importante y duradero.

Es cierto que esto se explica en parte por los puntos fuertes del modelo industrial y social alemán, incluyendo su excelente integración en los nuevos circuitos de producción de Europa central y oriental tras la ampliación europea en la década del 2000, pero es también debido a la excesiva moderación salarial, que probablemente se ve agravada por el aumento de los acuerdos de empresa y la competencia generalizada entre los centros de producción, lo que en última instancia significa hacerse con parte de la actividad económica de los vecinos.  Si se pretendiera extender tal estrategia a toda Europa, por definición estaría condenada al fracaso: nadie en el mundo podría absorber ese superávit comercial.  Eso agravaría la tendencia actual, que conduce directamente a nuestro continente un régimen de bajo crecimiento, deflación de los salarios y alto endeudamiento.

A continuación, y lo más importante, uno de los puntos fuertes del modelo alemán son sus sindicatos fuertes y representativos.  Dada la debilidad de los sindicatos franceses y de su implantación, parece ilusorio pretender desarrollar acuerdos equilibrados a nivel de empresa.  En estas circunstancias, sería mejor volver a escribir el artículo 2, con el fin de favorecer los acuerdos sectoriales, que teniendo en cuenta la realidad actual del sindicalismo francés es el nivel más pertinente y más prometedor.  Como han mostrado los trabajos de Thomas Breda , los delegados sindicales están prácticamente ausentes de la mayoría de las empresas francesas, no sólo de las más pequeñas, sino también de las medianas, en parte debido a la discriminación salarial de las que son objeto.  Aquí nos encontramos con una cultura de la conflictividad muy apreciada por muchos empresarios franceses, como acaba de ilustrar el jefe de la patronal Medef con sus insultos estúpidos a la CGT.  En el norte de Europa, hace décadas que los representantes de los sindicatos desempeñan un papel importante en los consejos de administración  (un tercio de los puestos en Suecia, la mitad en Alemania), y las empresas han aprendido a utilizar en su favor la mayor implicación de los trabajadores en sus estrategias corporativas.  Este modelo de cogestión, inventado después de la Segunda Guerra Mundial, podría mejorarse aún más en el futuro; por ejemplo, permitiendo a los empleados votar en las juntas generales de accionistas, que se convertirían en asambleas mixtas, lo que permitiría nombrar a administradores capaces de representar proyectos de desarrollo apoyados por ambas partes.  Pero Francia se encuentra todavía en su infancia en la etapa de la negociación social y la democracia económica.

Pasar por alto las elecciones sindicales

De manera más general, la principal debilidad de la ley de trabajo es no tomar suficientemente en cuenta la debilidad de los sindicatos franceses, y cómo resolverlos.  Peor aún: la ley de trabajo contiene disposiciones que podrían debilitar aún más a los sindicatos y sus delegados.  Esto es particularmente cierto cuando se trata de los referendos de empresa previstos en el artículo 10. El objetivo es permitir a los empleadores convocar un referéndum - y en condiciones que a menudo se asemejan a un chantaje – sobre  acuerdos que habrían sido rechazados por sindicatos que representan hasta el 70% de los empleados de la compañía en las últimas elecciones sindicales en la empresa. Se entiende que a la CFDT le pueda convenir en algunos casos particulares: con un 30% de los votos se puede pasar por alto a los otros sindicatos, especialmente a la CGT, y negociar un acuerdo directamente con el empleador. Sin embargo, esta manera de pasarse por alto las elecciones sindicales - que tienen lugar cada cuatro años - es dar marcha atrás en relación a los tímidos avances democráticos que han supuesto las recientes reformas de la representación sindical en 2004-2008, y que por primera vez dan a los sindicatos con el 50% de los votos el papel decisivo en la firma de acuerdos de empresa (mientras que el sistema anterior permitía que cada uno de los cinco sindicatos históricos de 1945 pudiese firmar acuerdos, independientemente de su representación en la empresa, lo que no tuvo apenas éxito dado el modelo social francés). Todos los ejemplos extranjeros lo demuestran: la democracia económica tiene necesidad de entidades intermedias. No se conseguirá sacar a Francia de la crisis poniendo en contra y frustrando a la mayor parte de los sindicatos y el cuerpo social del país.

http://piketty.blog.lemonde.fr/2016/06/02/loi-travail-un-effroyable-gachis/

"La puerta está abierta, pero no se puede entrar". Entrevista

Philippe Martínez

Philippe Martínez, secretario general de la CGT, el mayor sindicato de la República francesa,  acusó el miércoles 1 de junio al gobierno de negarse a diálogar sobre el proyecto de ley El Khomri "el gobierno dice: “El diálogo es posible, mi puerta está abierta ... "Por ahora, está abierta, pero no podemos entrar , esa es la realidad”, contra-ataca el líder de la CGT , invitado al programa “Questions d’info" de Françoise Fressoz, en la cadena LCP, en colaboración con Le Monde.

El martes, la Ministra de Trabajo , Myriam El Khomri, ha denunciado "la política de la silla vacía" de la CGT , instándola a hacer "propuestas".  El líder de la CGT recordó que recientemente firmó con el sindicato Force Ouvrier (FO) una carta al Presidente de la República, para pedir audiencia.  "Sé que François Hollande está muy ocupado, hace muchos viajes, pero no tenemos ninguna respuesta", lamentó, al tiempo que reafirma que "todavía hay tiempo para hablar".

Desde la noche del lunes, se ha producido un cambio significativo en la CGT: Philippe Martínez ya no pone como precondición la retirada del proyecto de ley; pero el martes, el primer ministro, Manuel Valls , ha sido muy firme, recordando que no había manera de que el gobierno retirase el artículo 2 que trata de las negociaciones en las empresas y que cristaliza las tensiones.

A nueve días de la Eurocopa de fútbol , Los trabajadores de SNCF han votado una huelga indefinida.  Philippe Martínez se defiende de las acusaciones de querer perturbar la competición.  "No se trata de bloquear la Eurocopa", asegura, volviendo a colocar la pelota en el tejado de Manuel Valls: "Si el gobierno mañana dice "discutimos ", no hay más huelgas.  Que cada uno asuma su responsabilidad ".

El dirigente sindical ha reaccionado enérgicamente una vez más en relación con Pierre Gattaz, jefe de la patronal Medef, que llamó "terroristas" a los militantes de la CGT.  "Terrorista, en este país, en la situación actual, con el año que acabamos de vivir , es un insulto", se indigna.  Por la mañana, Pierre Gattaz vuelve a explicar la utilización de este término, condenada por el gobierno y la CFDT.  "Esta palabra ha sido mal interpretada y puede sorprender , especialmente a aquellos que han sido afectados por los recientes acontecimientos que han devastado nuestro país", afirma el presidente de MEDEF en un comunicado, y agrega: "Los métodos de matones utilizados por la CGT debe terminar".

A los socialistas que reprochan a la CGT favorecer a la derecha al enfrentarse al proyecto de ley, Martínez responde: "Siempre es fácil tirar la pelota al jardín del vecino", y se burla de la "vieja historia" de "socorro, que viene la derecha".  Dice que la CGT estará presente este fin de semana en el Congreso del PCF, a invitación de este último.

Bloquear a FN, única consigna de voto de la CGT

Martinez se defiende también de la acusación de haber abierto una guerra contra Francois Hollande, y añade que "a título personal," la única consigna de voto que dará en 2017 será "para bloquear el Frente Nacional".  "Tenemos que hablar de ello en la organización, pero yo, personalmente, me gustaría que fuera está la consigna de voto ".

El líder de la CGT da la bienvenida a la iniciativa de Anne Hidalgo, alcaldesa de París , que ha instalado en el norte de la capital un campamento de acogida para los inmigrantes. "La inmigración siempre ha sido un activo para nuestro país.  Así que hay que seguir en esa lógica, con este enfoque", añade.

Por el contrario, bromea sobre el ministro de Economía, Emmanuel Macron, que, según Le canard enchainé y Médiapart, se vería obligado a pagar con carácter retroactivo la ISF, después de una revalorización de su patrimonio. "Si la información es verdadera, es grave, porque es alguien que da lecciones a todo el mundo . Cuando se es ministro, hay que ser humildes e interesarse por la vida real ", agrega.

Le Monde, 6 de junio de 2016

Lecciones de Francia

Gregorio Morán

Estamos viviendo uno de los fe­nómenos sociales y políticos más importantes de los últimos años: la situación en Francia, atenuada desde hace dos días por las inundaciones. Confieso que echo en falta más artículos de nuestro irónico corresponsal Rafael Poch. Serían de agradecer para contrarrestar los lugares comunes de la prensa conven­cional.

En Francia se confrontan dos concepciones, de cuyo resultado nosotros seremos de los primeros en sentirlo. Primero, porque ya estamos en ello, y luego porque la derrota aceleraría nuestra decadencia. En claro; un gobierno con el marchamo socialdemócrata asume a trompicones la política que exige “la patronal” –no sé si el término ha sido arrumbado de nuestro lenguaje cosmopolita–, pero que se mueve en las mismas coordenadas que se crearon a comienzos del siglo XIX y la acumulación de riqueza y capital. Muy sencillo. Hay que sacar al Estado de todos aquellos centros económicos y sociales donde, tras correr mucha sangre, se consiguió hacerle garante de una legislación que no fuera aristocrática y reaccionaria, tan sólo burguesa. Ahora les parece poco.

Segunda tarea. Hay que liquidar los sindicatos como organizaciones y reducirlos, en el mejor de los casos, a unos representantes limitados a las empresas. Lo más inquietante de la reforma francesa está en eliminar lo general, es decir, las clases sociales reivindicativas para reducirlas a los empleados de empresas privadas. No hace falta ser un genio de la sociología para destacar que es el final del sindicalismo francés, entendido como una fuerza de defensa y presión del conjunto de la clase trabajadora.

No han tenido bastante con la erosión permanente de las clases medias –en España se calcula la bajada social en tres millones de familias y sigue el jijijijajaja– para ahora liquidar los restos de la historia obrera. Hacerlos empleados de empresas, negar su carácter de colectividad. Y como siempre ha ocurrido en la historia, desde Alemania hasta España, pasando por Francia, esa es una tarea que debe encomendarse a la socialdemocracia. La derecha no se atrevería a hacerlo, salvo en países donde la tradición sindical se destruyó, como aquí, en los años postreros del PSOE.

Pero en Francia hay elementos que dificultan la impunidad del poder y las presiones patronales –bastaría recurrir a su historia–. Lo primero es una sociedad civil que ejerce, sin castrar. Ya se han recogido 5.500 firmas de notables –publicadas en el diario Libération (¡dónde podrían aparecer aquí!)– exigiendo que los grandes salarios no pueden pasar de 1,75 millones de euros anuales, que no está mal, pero que son una nadería con lo que están ganando los ejecutivos de esas empresas que consideran que el mayor problema es tener trabajadores fijos y atenerse a las condiciones que impone la legislación estatal. (El caso de Carlos Ghosn, líder de Renault –participada por el Estado–, es que alcanza los 16 millones anuales y que le importa una higa lo que puedan decir los consejos de administración, porque no son vinculantes).

Ocho premios Nobel galos y una medalla Fields (¿cuántos tenemos nosotros?) han exigido que se mantengan los programas de investigación, y ese Gobierno implacable de un Hollande desnortado y un Valls implacable en su ambición de llegar a la presidencia, han tenido que pensárselo. Primera medida, subir los sueldos de los profesores. En Francia tienen un peso que nosotros ni podemos soñar, y que tampoco hicieron aquí nada por ganárselo, el desdén social por la enseñanza de alto o bajo grado viene de lejos y en muchos casos justifica esa obsesión por garrapiñar los departamentos docentes. La quiebra de la enseñanza en España es una pandemia en la que se mezcla la zafiedad de una sociedad descerebrada con el desánimo de los profesionales. La enseñanza media está en precario y la universidad en quiebra.

En Francia viven algo insólito para nuestros parámetros. El sindicalismo no ha muerto. Y gracias a eso ha aparecido un líder, Philippe Martínez, técnico de la Renault de Billancourt, la leyenda de antaño en la lucha obrera, un tipo audaz y con capacidad política, parece ser que oratoria ninguna, pero que ha arrastrado tras él a un movimiento que no le hace ascos a nada porque conoce la pelea. Es el primer secretario de la CGT, el mayor sindicato aunque muy capitidisminuido –alcanzó cinco millones de afiliados y ahora no llega al millón–, que no milita en el Partido Comunista; lo dejó en el 2002. (Tiene su aquel que la lucha enfrente a dos hombres de procedencia española, con una aspirante muy bien colocada en esta pelea de machos: Hidalgo, alcaldesa de París. Tanto Valls, el primer ministro, como Martínez, de familia exiliada y nacido en el norte de África, como la alcaldesa Hidalgo pertenecen a aquella generación de padres españoles que tuvieron que salir de la canallesca y agobiante España del franquismo. Bastaría la ruinosa experiencia del pintor Xavier Valls, padre del político, en aquella Barcelona franquista, timorata y meapilas de los años cincuenta).

Cuando, el pasado 21 de mayo, Philippe Martínez, líder de la CGT, agarró un neumático y asumiendo su papel de dirigente hizo lo que los demás no creían que iba a hacer, echarlo para que ardiera y bloquear la refinería de Haulchin, se ganó los galones del valor y de la coherencia. Las cosas son así, esas peleas no se ganan en los despachos; porque los valores no son supuestos, como en el ejército. En el sindicalismo se demuestran.

Otra lección francesa es la cautela ante las huelgas generales, que ya se sabe dan mucho rebomborio mediático y escasa influencia en el adversario. Siete sindicatos en pie de guerra, desde los transportes públicos de París hasta las centrales nucleares –19 en Francia–, bloqueo de refinerías… Pero con otro rasgo significativo, el apoyo de la población a los huelguistas se mantiene en un 50 por ciento, según estimaciones que no tienden a la benevolencia. (Aquí, cuando hay una huelga, es raro que los medios informen a la ciudadanía, y como venimos de donde venimos, es decir, de una insolidaridad y una falta de entendederas de nuestra situación precaria en un mercado que nos vuelve a siglos pasados, el personal se subleva. Lo normal es que cargue contra los huelguistas y nunca contra la empresa que los provoca. Esa frase terrible que suele escucharse en las huelgas que afectan al común, “¡Yo soy un trabajador y me están jodiendo con estas gilipolleces!”. Procedemos de donde es sabido y nadie entiende una protesta que no sea la propia. Los demás le joden, porque llega tarde a trabajar).

Ese es otro signo. La ausencia de conciencia de que nosotros somos griegos habiendo trabajado como alemanes, y que no debemos nada a nadie. Y que si hubiera alguna duda que se lo pregunten a aquellos que esquilmaron el Estado. ¿Fuimos nosotros, ahora que hemos pasado casi todos de trabajadores a autónomos, es decir, a pequeños empresarios, ricos y sin patrimonio? ¿Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades? Que se lo pregunten al PP, al PSOE, pero si hay un delito que cometimos es el de la cretinización. La gente crédula seguía pensando que algún brujo bancario, profeta y extorsionador, nos había explicado cómo podías sentirte rico siendo más pobre que antes.

Por eso es trascendental lo que ocurre en Francia. Si ganan, podemos compartir una victoria insólita en una época marcada por la vuelta a la servidumbre. Si pierden, habrá que aprender para poder salir de esto. Eso sí, todos nos insistirán en que Mariano Rajoy no miente, sencillamente engaña. Al menos en Francia pelean cuerpo a cuerpo sobre algo que es trascendental: si se elimina el papel del Estado, por más corrupto que sea el nuestro, habremos per­dido un recurso. Igual que perdimos los sindicatos porque supieron alquilarlos a tiempo parcial.

La Vanguardia, 4 de junio 2016

Thomas Piketty (1971) es director de estudios de la EHESS (École des Hautes Études en Sciences Sociales) y profesor asociado de la Escuela de Economía de París, además de autor de reciente y fulgurante celebridad por su libro El capital en el siglo XXI (Fondo de Cultura Económica, 2014).
Philippe Martínez Secretario General de la CGT, el mayor sindicato de la República francesa.
Gregorio Morán Columnista habitual en el diario barcelonés La Vanguardia y amigo desde el principio del proyecto SinPermiso, fue un resistente político en el clandestino Partido Comunista de España bajo el franquismo. Periodista de investigación e insobornable crítico cultural, ha escrito libros imprescindibles para entender el proceso que llevó en España de la dictadura franquista a la Segunda Restauración borbónica. Su último libro: El cura y los mandarines (Madrid: Akal, 2014).




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PORTUGAL

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Portugal y las sanciones de la UE: El problema es que lo inaceptable se convirtió hace tiempo en normal…

Ricardo Cabral 01/06/2016
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En un mundo lógico y "normal", sería inconcebible que el Presidente de la República se desplazase a Berlín para "pedir" que no se impongan sanciones a Portugal por presunta violación del procedimiento de déficit excesivo, de la misma manera que el Primer Ministro no tendría por qué ir a Berlín a "pedir" apoyo para la aprobación del presupuesto de 2016.

 Por supuesto, nuestros líderes no fueron a "pedir".  Fueron a ejercer su magisterio de influencia, fueron a negociar, fueron a dar a conocer a los principales responsables europeos (el más poderoso, sin duda, la Canciller alemana) detalles de la situación y la perspectiva de las autoridades portuguesas.  Todo ello legítimo y necesario y la "solicitud de ayuda" que implica es sólo una faceta de un todo complejo de negociación.  Por lo tanto, parecen comprensibles y adecuados los esfuerzos del Presidente y el Primer Ministro.

 Pero el hecho es que la prensa refleja los matices de esta negociación y juego con la palabra "pedir".  Y tiene, en cierta medida, razón.

 Por un lado, es como si ya se hubiera tomado la decisión de aplicar sanciones, aunque (como explique) a la luz del Tratado Europeo, no hay motivos para aplicar las sanciones basándose en el criterio del déficit.

 Por otro lado, es irritante ver a un país soberano, como Portugal, “pedir” como un mendigo, aunque, por supuesto, haya que ser pragmáticos ante las diferencias de opinión y, en algunos casos, frente a las "ideas preconcebidas".

 Pero el problema es que aunque le asista la razón a Portugal, más que el fondo es la forma lo que determina el resultado.  Y si la Comisión Europea recomienda la imposición de sanciones y éstas son aprobadas por el Consejo Europeo en una votación en la que Portugal no vota, de acuerdo con el párrafo 13 del artículo 126 del Tratado, a continuación, se aplicarán las sanciones al país (probablemente junto con España).  Si es así, será la primera vez que se aplican las sanciones previstas en el Tratado.

 Vale la pena recordar que, en 2004, Portugal tampoco cumplía con las reglas del déficit del 3% del PIB por tercer año consecutivo, y que de acuerdo con el procedimiento de déficit excesivo hubiera debido ser sancionado con una multa.  Pero ese año, tampoco Alemania y Francia cumplieron con los límites del déficit por tercer año consecutivo, y se negaron a poner en práctica las medidas de austeridad (recortes) exigidas por Bruselas, y el procedimiento de déficit excesivo fue "suspendido" por dos años más para llevar a cabo la consolidación fiscal.  Un caso que generó gran polémica, y la Comisión Europea y algunos países miembros amenazaron con presentar un recurso ante el Tribunal Europeo.

 El ministro de Finanzas de Francia, Francis Mer, del gobierno conservador de Jean-Pierre Raffarin, dijo entonces que sería una locura aplicar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento a ciegas, dada la experiencia de Portugal, porque las órdenes de Bruselas habrían "llevado a una recesión irremediable".

 La historia tiene esas ironías: casi 13 años después, es otro ex ministro de Finanzas de Francia, este de un gobierno del Partido Socialista, el ahora comisario europeo Pierre Moscovici, quien está al frente de la Dirección General de la Comisión Europea (DG-EFIN) responsable de la vigilancia y el cumplimiento del procedimiento de déficit excesivo.  Pero Pierre Moscovici ha mostrado signos que sugieren que apoya la aplicación de dichas sanciones a Portugal.

 El contraste con la situación actual es por tanto notable, sobre todo debido a que el déficit de 2015, con exclusión del rescate de Banif, estará cerca del 3% del PIB (o incluso menos) y que, de acuerdo con las reglas, no habría base para imponer sanción en función del criterio de déficit.  Sin embargo, es probable que sea más fácil sancionar juntos a España y Portugal que solo a España.

 Todo esto es muy arbitrario y, por tanto, inaceptable.  Peor aún, queda la cuestión, en caso de que las sanciones se apliquen, de si los políticos portugueses recurrirían  la decisión ante el Tribunal Europeo.

 Parafraseando a César al atravesar el Rubicón con sus legiones, en violación de la ley y desafiando al Senado de Roma, lo que provocó una violenta guerra civil: "Alea iacta est". ¿La aplicación de las sanciones a Portugal depende más de los dados que de los datos?

 A lo largo de la historia ha sido así demasiadas veces, lo que no deja de ser irracional e inaceptable.

Ricardo Cabral ingeniero eléctrico y economista. Contribuye al blog del periódico portugués Publico "No todo es economía".





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BELGICA

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Bélgica: Las huelgas en Valonia, la respuesta de la derecha y la unidad de acción sindical

Daniel Tanuro 04/06/2016
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No se debe confundir "paro generalizado" y "huelga general".  El primero es una advertencia sin víctimas; la segunda, una confrontación "sin cuartel" en la que la clase obrera emplea toda su fuerza.  Podemos convocar un paro generalizado de 24 horas, 48 ​​horas o más, para imponer un conjunto de reivindicaciones específicas.  La huelga general, por contra, cuando estalla, nadie puede saber cuánto tiempo va a durar.  Se termina solamente por el agotamiento o la derrota de uno de los campos enfrentados.  Nadie puede saber hasta dónde llegará con sus reivindicaciones, por la sencilla razón de que la huelga general es un movimiento de convergencia de reivindicaciones, un movimiento que crece agrupando en la acción a todas las capas oprimidas y explotadas.  Cuando estalla la huelga general la tarea de todos los militantes conscientes de izquierda es para ayudar a extenderla, reforzarla, organizarla.  En resumen, poner todo de su parte para ganar.

El regreso de las huelgas espontáneas

Las huelgas en el sector público en Valonia y Bruselas están dejando en el aire un ligero aroma de lo que podría ser, en ciertas condiciones, una huelga general.  Una cosa es cierta: el nivel de actividad huelguistica, la duración de las huelgas y el hecho de que son en gran medida espontáneas o semi-espontáneas crea una nueva situación: ya no estamos ante "planes de acción" sindicales bien preparados, masivos, pero prudentes, con sus manifestaciones tradicionales de la estación de Nord a la de Midi y con paros de 24 horas. Frente a la brutalidad de los ataques del Gobierno Michel, es como si una parte de la clase obrera estuviera buscando en la práctica una alternativa a la estrategia de cumbres sindicales que han desperdiciado la fuerza del movimiento de otoño de 2014 en consultas sin esperanza.  Pero por ahora, el fenómeno se limita casi integralmente al sector público en la parte de habla francesa de Bélgica.  Ello enfrenta al movimiento obrero a una cuestión estratégica de fondo: dos años después de la formación del gobierno de la derecha, casi dos años después del impasse de la lucha de 2014, ¿cómo se puede rehacer la unidad de combate del mundo del trabajo?

La gran novedad es el regreso de huelgas espontáneas.  Casi habían desaparecido del paisaje social durante años.  Reaparecieron en abril, justo después de los ataques.  Entonces, las direcciones de los sindicatos, angustiadas por el fracaso de su estrategia, y paralizadas por el clima de seguridad, solo contemplaban llevar a cabo una "campaña de información" escalonada hasta las elecciones de 2019. Frente a las llamadas huelgas "salvajes" algunos observadores han comprendido que celebrar cumbres sindicales que no sirven para nada podría ser paradójicamente  una amenaza para la estabilidad neoliberal.  La actuación "irresponsable" de los controladores aéreos preocupa a Beatrice Delvaux (14 de abril) porque el escándalo de los Papeles de Panamá estalla "al mismo tiempo que las reformas fundamentales de las pensiones y la organización del tiempo de trabajo - anunciadas en ambos casos sin pasar por la negociación social que siempre ha jugado el papel de amortiguador".  La principal editorialista del diario Soir llama, por tanto, al gobierno a "meter en razón a los huelguistas", pero siendo "consciente de que tiene a su cargo almas muy frágiles", que requieren "protección, explicación, cohesión y una presencia fuerte, segura y unida". En pocas palabras: ¡atención! sin diálogo social que sea creíble, los líderes sindicales corren el riesgo de ser desbordados por sus bases.

Una tendencia hacia la convergencia

Inicialmente, los conflictos espontáneos han estado dispersos: aparte de coincidir en el tiempo, nada visible conecta el arranque de ira de los metalúrgicos de EEB en Seraing, la huelga de controladores aéreos y el bloqueo del trabajo de los sobreexplotados operadores de grua egipcios de Charleroi.  No va más por el momento.  Se siente un potencial de convergencia y de extensión.  Ciertamente, los guardias de prisiones, los trabajadores ferroviarios, los trabajadores de correos, luchan por sus reivindicaciones específicas, pero 1) sus reivindicaciones coinciden a la hora de hacer hincapié en la necesidad de refinanciación del sector público en su conjunto;  2) la confrontación con las autoridades les da un carácter directamente político;  3) la determinación de los huelguistas se refleja en las organizaciones sindicales, y la intransigencia del gobierno ha popularizado la exigencia de "¡Michel, fuera! ";  4) esta exigencia resuena en el descontento social más allá de la función pública, especialmente teniendo en cuenta los proyectos del  ministro Kris Peeters de anualización del tiempo de trabajo, contratos temporales de duración indeterminada y vuelta al trabajo de los enfermos de larga duración.

Una advertencia inusual

Los medios de comunicación exorcizan el miedo a una explosión social a base de puro antisindicalismo.  Esta es la forma más visible en la que cumplen su función de cuarto poder.  Pero, al mismo tiempo, el miedo de los columnistas expresa un cuestionamiento crítico del gobierno.  Un ejemplo significativo es la advertencia inusual al Primer Ministro del editorial del diario financiero L'Echo del 25 de mayo de 2016, un día después de la manifestación del frente sindical en Bruselas.  Ese texto podría haber sido firmado por los dirigentes de la FGTB y la CSC.  Vale la pena citarlo extensamente, ya que muestra los temores de una parte de la clase dominante:

"Es hora de abrir los ojos.  Es hora de devolver la sonrisa a los trabajadores, y todos los belgas también.  Pero para eso, hay que admitir los errores.  Admitir que el diálogo ha fracasado.  Y, sobre todo, corregir los métodos.  La FGTB ha abierto el camino ayer, al denunciar inmediatamente el desbordamiento de los violentos (...).  Una reacción que la honra, y que contrasta con su posición tras los bloqueos de carreteras en Lieja del pasado otoño.  La FGTB ha aprendido de sus errores.  ¿Michel y el gobierno han hecho lo propio? No, al ocultarse detrás del discurso de la "mano tendida" y las "puertas abiertas".  No, al repetir, con la mano en el corazón, el discurso sindical sobre la necesidad de una mayor "justicia fiscal” (dixit Kris Peeters).  Sino ofreciendo a los sindicatos márgenes de negociación reales.  Al dar en proyectos relacionados con la flexibilidad laboral posibilidades reales de mejora de las condiciones de trabajo de los belgas, en lugar de lo contrario.  Al dejar de dar la imagen de un gobierno encerrado en su torre de cristal, a sueldo de la patronal.  Al mostrar, por último, que es el gobierno de todos los belgas".

Michel opta por la confrontación

Como sabemos, estas advertencias no han surtido efecto.  En la Cámara de diputados, el 26 de mayo, el primer ministro no quiso escuchar.  Dando la espalda a las peticiones y sugerencias de un "verdadero diálogo" para reducir la tensión, Charles Michel ha optado por la confrontación.  El jefe de gobierno, en su lógica, en realidad no tiene otra opción: dar la impresión de retroceder ante el malestar social sería inaceptable para la NVA que, en las encuestas, pierde 8% frente al Vlaams Belang - especialmente inaceptable dado que el centro de gravedad del malestar social se encuentra casi exclusivamente en Valonia.  El verdadero líder de la coalición, Bart De Wever, ha lanzado también una clara advertencia el 20 de mayo, afirmando  que "este gobierno no irradia ambición colectiva".  Sin embargo, la RM sólo representa a uno de cada cuatro votantes francófonos, a vinculado su destino al de la NVA, y no puede permitirse el lujo de fracasar.

Debilitado por las revelaciones sobre los fallos de seguridad para prevenir los atentados y ridiculizado por la prensa internacional, el gobierno ha elegido la huida hacia adelante.  De Wever ha conseguido lo que quería: la coalición, en la que mueve los hilos, de nuevo irradia una "ambición colectiva".  Una ambición a la Thatcher: acabar con los huelguistas "salvajes";  hacer morder el polvo a los sectores sindicales que los apoyan;  imponer la "reforma laboral" en Bélgica;  y obligar a todo el movimiento obrero a jugar el papel de "amortiguador" de la austeridad (Béatrice Delvaux dixit) - incluso de capataces disciplinadores y, si es también necesario, de auxiliar de  policía.  Por las buenas o por las malas.  Si es por las buenas, la ley podría imponer servicios mínimos en caso de huelga en los servicios esenciales, adoptar una legislación que prohíba los piquetes, y dar un nuevo golpe a los sindicatos eliminando las subvenciones pagadas para la gestión de los casos de desempleo.  Pero si es por las malas, no hay que excluir que el país viva una ola de agitación como no se ha visto hace mucho tiempo que pueda desembocar en una huelga general.

Golpe de fuerza

Por una vez, realmente podemos hablar de "gobierno de kamikazes".  En Rue de la Loi, disparan a discreción.  Kris Peeters promete "castigar" (sic) a los ferroviarios por hacer una huelga espontánea;  Jan Jambon amenaza con sancionar a los policías que se niegan a reemplazar a los guardias de las prisiones en huelga;  Koen Geens quiere estrangular y matar de hambre a los funcionarios de prisiones francófonos que rechazan sus propuestas casi por unanimidad;  el siniestro Theo Francken crea el delito de solidaridad con los sin papeles ... No hay que equivocarse : son sólo los primeros pasos en la implementación de la estrategia de confrontación adoptada por el gobierno MR-VER.  Nos enfrentamos a un verdadero golpe de fuerza del gobierno de los patrones y los ricos.  El reto, por tanto, va más allá de la suerte de una categoría particular de trabajadores y trabajadoras.  Para el mundo del trabajo, se trata de evitar un cambio sustancial de la correlación de fuerzas sociales, un cambio cualitativo en el lugar, el peso y la libertad de acción de los sindicatos en Bélgica. ¡Ahora!

L’ Echo recomienda a Michel "mostrarse, por último, el gobierno de todos los belgas. "El presidente del Gobierno hace lo contrario: su coalición ostenta más que nunca su imagen de "gobierno encerrado en su torre de cristal a sueldo de la patronal".  Al mismo tiempo, consciente de los riesgos de explosión social que implica su actitud provocadora y arrogante, la derecha ha optado por explotar al máximo la brecha Norte-Sur en las formas y los ritmos de la resistencia social.  Con el apoyo de los medios de comunicación, que apuestan claramente por la carta de la división entre comunidades, el estigma de "valones filohuelgistas" y la denuncia de la "violencia" (la de la lucha, no la de la austeridad). Para algunos, el enemigo interno sindicalista estaría en el mismo plano que el enemigo externo yihadista ... Que el PS y sp.a, cada uno a su manera, se sumen a esta campaña no es sorprendente: la lucha de los trabajadores les produce tanto miedo como a la derecha.  Pero hay que decirlo claramente: los líderes sindicales flamencos (o francófonos) que caen en esta trampa, o que dudan, no ven más allá de su nariz.

Los sindicatos: lo que no hay que hacer

Al expulsar de la FGTB al sindicalista que golpeó al Comisario Vandersmissen, su secretario general Marc Goblet corta la rama de la movilización de los trabajadores sobre la que se sienta.  Al excomulgar públicamente a los ferroviarios en huelga en nombre del respeto a las leyes, el Presidente de la CSPF flamenca, el abogado Chris Reniers, muestra hasta que punto el formalismo del derecho burgués ha contaminado la estructura sindical.  Al aceptar firmar un acuerdo por separado con Geens que permite que los guardias de prisión flamencos reciban beneficios obtenidos por una lucha en la que ellos no han participado – mientras que los huelguistas francófonos rechazan este mismo acuerdo por un ¡94%!  - la ACV-Servicios Públicos (CSC) y ACOD (CGSP) vuelan en ayuda del gobierno y violan la esencia misma del sindicalismo.  Al tomar la decisión de no compensar a los guardianes de la prisión de Saint-Gilles, con el pretexto de que dependen formalmente de ACOD y de la ACV, no de la CGSP y la CSC, los responsables Gino Hoppe y Filip Dudal, respectivamente, van aún más allá: se sitúan de lleno en el campo de los esquiroles.

Es obvio que tales comportamientos están haciendo el juego al gobierno federal.  Este necesita distraer y dividir al movimiento obrero para imponer los proyectos del ministro Peeters antes del receso parlamentario.  También es evidente que estos comportamientos hacen el juego el a la patronal y la derecha en general, que necesitan debilitar a los sindicatos para continuar con sus planes de regresión social.  Pero, además, estos comportamientos son también, y sobre todo aprovechados por la NVA y, detrás de ella, por el Vlaams Belang.  Sin embargo, ambas partidos son enemigos mortales del movimiento obrero, no solo en Valonia, sino sobre todo en Flandes.  De hecho, ya sea como parte de un Flandes independiente o en el marco de una mayor autonomía flamenca dentro del Reino de Bélgica, los proyectos políticos de la NVA y de Vlaams Belang no son compatibles con el sindicalismo que conocemos. Sólo son compatibles con un "pseudo-sindicalismo" de los privilegiados, nacional-corporativista, xenófobo, sexista y anti-igualitario.  Chris Reniers se está pegando un tiro en el pie.

De dos cosas, una

El frente sindical nacional ha afirmado fuertemente su oposición a los proyectos del ministro Kris Peeters, y ha exigido de nuevo "un diálogo real".  La respuesta de Charles Michel a la Cámara el 26 de mayo no deja ninguna esperanza de que tendrá lugar.  El presidente del Gobierno ha dicho en repetidas ocasiones con mucha claridad (por ejemplo, en JT RTL, 31 de mayo) que su gobierno está "completamente decidido" a decidir primero y a "negociar" después.  Es una provocación en toda regla.  Por lo tanto, una de dos cosas: o bien la oposición de algunos líderes sindicales a la "ley de trabajo" no es tan categórica como dicen (la negativa de la CSC a sumarse a la huelga el 24 de junio ya es una señal de esto);  o nada es más urgente que rápidamente dar continuación a la manifestación del 24 de mayo  Sobre la base de la agitación social en curso, en lugar de renegar de ella.

Esto no es fácil, y es inútil negar que la brecha Norte-Sur hoy agrava el peligro de desgarro nacional en el movimiento obrero.  Hay que tomárselo muy en serio, ya que acercaría a la derecha y a los empresarios de su gran objetivo estratégico, que sigue siendo la destrucción de la caja común federal de la Seguridad Social.  Pero la lucha contra este peligro requiere en primer lugar hacer el análisis correcto.  Los valones no son "filohuelguistas" per se, y los trabajadores en Flandes no son inherentemente menos combativos que sus colegas francófonos.  Flandes ha experimentado luchas sociales muy duras, como los mineros de Limburg en 1970, los estibadores de Amberes y Gante en 1973, la larga ocupación de la refinería de Amberes RBP en 1976, etc.  El desarrollo desigual de las luchas y la conciencia en Flandes y Valonia es un fenómeno social, no una ley inmanente.

La historia no se repite

Este no es el lugar para abordar este problema en todas sus dimensiones.  En comparación con la situación actual, basta con señalar que los huelguistas y manifestantes en 2014 eran tan numerosos, decididos y combativos en Flandes como en Valonia.  Enfrentada en su propio terreno a una mayoría social que amenazaba directamente su nueva mayoría política, la NVA no supo que hacer en octubre-diciembre de 2014. El fin de la lucha le permitió salir de este lío.  Es cierto que el CSC, donde el número de afiliados flamencos es determinante, tiene una gran responsabilidad en este sentido.  Pero, 1) la dirección de la FGTB también hacia de las suyas (incluyendo en Valonia y Bruselas), y 2) no se olvide que el 48% de los delegados al congreso del sindicato cristiano CSC, a comienzos de 2015, se manifestó en contra del acuerdo interprofesional ... la negociación creó una división profunda entre los trabajadores de los sectores privado y público.  De hecho, la actual "brecha" Norte-Sur debe ser vista como parte de un proceso más amplio iniciado por la desunión provocada por la estrategia de concertación social de los sindicatos.

Pretender o implicar que los trabajadores ferroviarios y los guardias de prisión han perjudicado la unidad esencial de acción entre la FGTB y la CSC a nivel nacional es olvidar los hechos que llevaron a la situación actual.  Insinuar que sus huelgas han perjudicado y complicado la batalla global para "hacer retroceder al gobierno" es poner la realidad patas arriba y equivocarse de responsables.  La historia no se repita.  El escenario del otoño de 2014 no se repetirá de forma idéntica, debido a que las direcciones sindicales han llevado al movimiento obrero a un callejón sin salida profundo, y no han sacado después ninguna conclusión.  "Hacer retroceder al gobierno" es más que nunca una ilusión: hay que echarlo, como han comprendido el CNE, la CGSP de Valonia, y la mayor parte de la izquierda sindical.  Lejos de ser un problema, las luchas actuales son la única manera de recrear el clima de resistencia, sin la cual la unidad FGTB-CSC y la unidad Norte-Sur son un cuchillo sin filo.  En lugar de hacer declaraciones de disgusto, en su lugar hay que saludar a los huelguistas que recuerdan al movimiento sindical esta regla de oro de la resistencia social:  "el que lucha puede perder, pero quien no lucha ya ha perdido."

"Sacudir las estructuras"

El ex secretario regional de la FGTB en Charleroi escribió recientemente en nuestra revista: "Las estructuras sindicales son pesadas ​​y conservadoras, impiden la convergencia y a menudo (esto es un eufemismo) dan la espalda a las capas más oprimidas y la explotadas de la clase obrera.  Sólo sacudiéndolas entrará aire fresco y podrá desarrollarse una alternativa". Así es.  Más allá de las inevitables molestias que causa su lucha (para los detenidos el término "inconveniente" es un eufemismo), los trabajadores ferroviarios y los guardias de prisión son en realidad una buena dosis de aire fresco para el sindicalismo.  No sólo se trata de apoyarles, sino también de aprovechar la oportunidad para avanzar en el sentido de "todos juntos" en el combate.

Y las cosas se mueven, lentamente pero se mueven: el llamamiento a la acción de la CGSP de Valonia, de la ALR-CGSP de Bruselas, las decisiones de la CNE y de los enseñantes de la CSC de participar en la huelga del 24 de junio convocada por la FGTB, el aviso de huelga común de los ferroviarios francófonos y flamencos de la CGSP ( pero con retirada de la parte flamenca tras las amenazas de la dirección de la empresa, aunque sin embargo se presentó el aviso de huelga), la manifestación nacional de los sindicatos cristianos del sector público ... los "agitadores estructurales" siguen siendo demasiados pocos del lado flamenco, pero frente a este gobierno, sólo hay una estrategia posible: apostar por que sus filas pueden crecer en el futuro.  En esta perspectiva, dado el peso de la CSC en Flandes, las decisiones de la CSC francófona de ir a huelga el 24 de junio constituyen un activo muy valioso.

¡Michel, fuera!

Apoyarse en estas huelgas espontáneas para sacudir las estructuras tiene importantes "desventajas" a los ojos de los burócratas.  Sobre todo esta: ya no es posible en ese caso limitarse a impugnar la ley Peeters, mucho menos simplemente suavizar algunos aspectos.  Sobre la base de la extensión de la protesta por parte de la izquierda sindical, se está fomentando la unidad en la lucha alrededor de todas las reivindicaciones de los explotados y los oprimidos.  No se trata ya de listas de reivindicaciones aguadas por los aparatos que sean compatibles con el marco de la concertación social con los empleadores y el gobierno: es toda la política de regresión social la que se cuestiona radicalmente. Tampoco valen ya, en ese caso, las manifestaciones-procesiones y los paros aislados de trabajo.  Se trata de un movimiento progresivo hacia una huelga general (de verdad).  Se acabaron los discursos sindicales hipócritas del tipo "nosotros no hacemos política": este movimiento, inevitablemente, tendría como objetivo acabar con este mal gobierno. ¿No es hora ya de admitir que echar a este gobierno es, en última instancia, la clave de la unidad de acción a reconstruir?  ¡Michel fuera!

El 1 de junio de 2016 : La acción de masas y la polarización izquierda-derecha en el movimiento obrero

En nuestra historia social, ninguna huelga general fue convocada conjuntamente por las direcciones sindicales interprofesionales de la FGTB y la CSC.  Al mismo tiempo, los sindicalistas y los sectores sindicales sectoriales siempre han desempeñado un papel clave en el movimiento hacia una huelga general.  Esta paradoja se explica porque nuestros sindicatos representan tanto un activo como un obstáculo para el mundo del trabajo.  Un activo por su masividad, organización, recursos financieros, la formación y la información que transmiten, la actividad diaria de decenas de miles de activistas.  Un freno por su compartimentación en sectores, sus burocracias rivales, su cooptación en el diálogo social y la subordinación de sus direcciones a los intereses de sus "amigos políticos" (socialdemócratas y democristianos).  Debido a que pueden convocar a la acción a más de tres millones de afiliados es (y de no afiliados) que forman la base social de los sindicatos, cualquier movimiento hacia una huelga general es también un movimiento reapropiación de los sindicatos como instrumento de la lucha de clases, y este movimiento está asociado a una creciente polarización entre la izquierda y la derecha dentro del propio movimiento obrero.

Daniel Tanuro Ingeniero agrícola, ecologista y activista socialista valón, es dirigente de la LCR-SAP del Reino de Bélgica.


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CHILE

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miércoles, 8 de junio de 2016

Riqueza en Chile: 0,02% de hogares concentra el 15%

Pese al menor crecimiento económico que viene exhibiendo Chile y al débil desempeño que ha mostrado el mercado accionario, la riqueza privada del país sigue aumentando. Según el “Global Wealth Report 2016”, que elabora Boston Consulting Group (BCG) desde hace 16 años, la riqueza de los hogares en el país llegó a US$ 345 mil millones en 2015, lo que representa un incremento de 7,8%, respecto de 2014. Sin embargo, esta cifra es inferior al 14,9% de crecimiento observado el año anterior.

Esta riqueza financiera, definida como los activos líquidos invertibles, incluyendo fondos de pensiones y excluidos, por ejemplo, activos inmobiliarios y participaciones controladoras en sociedades, se repartió entre 4,7 millones de hogares. Dentro de los diferentes tramos que consideró el estudio, sólo 119 hogares se ubicaron en el de más de US$ 100 millones, acumulando un total de US$ 52.183 millones. Esto equivale a decir que 0,02% de los hogares concentró el 15,12% de la riqueza privada del país.

Al contrario, los hogares con activos por hasta US$ 100 mil fueron 4,4 millones, alcanzando un monto consolidado de US$ 185.577 millones. Es decir, el 92,85% de los hogares chilenos posee el 53,78% de la riqueza.

“El segmento de más de US$ 100 millones en Chile tiene un peso relativo mayor que otros países de América Latina, pero es comparable al de México”, explicó Jorge Becerra, senior partner and managing director de BCG. Esta situación se da por la estructura económica de Chile. Los grupos empresariales chilenos son pocos y más concentrados que en el resto de los países de la región, excepto México”.

Sin embargo, matizó que el peso relativo de las familias de menos de US$ 100 mil es mayor que en otros mercados de Latinoamérica. “Este fenómeno se da por una democratización del ahorro inversional privado que las AFP han aportado en Chile”, aseveró Becerra.

Otro dato que arrojó el informe es que del total de la riqueza de las familias, el 8,2% (US$ 28.366 millones) corresponde a activos offshore (fuera del país). “Esta cifra es baja si se la compara con Argentina, Brasil y Venezuela, por ejemplo, donde más de la mitad está gestionada fuera del país de origen”, indicó el experto.

En paralelo, el informe mostró que la riqueza financiera privada en el mundo avanzó 5,2% el año pasado, llegando a US$ 167,8 billones (millones de millones). Dicha cifra es menor al 11,9% registrado en 2014. De todos modos, la entidad estimó que en los próximos cinco años la riqueza privada mundial subirá a un ritmo anual de 6% para llegar a US$ 224 billones en 2020.

En tanto, en América Latina el monto ascendió a US$ 4,8 billones, lo que implica un crecimiento de 7%. Si bien representa sólo 2,8% de la riqueza privada mundial, en cuanto a la riqueza offshore global, la región representa 12%.




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