Estampas - Nueva Roma I
En 1856 el gobierno separatista de Buenos Aires autorizó a un conde italiano la fundación de un poblado lindante a Bahía Blanca. Cuando en 1879 el general Roca acampó pastaban vacas en Nueva Roma, de colonos, niente.
Cambalache
silvino olivieri
Mariano Oropeza Por: Mariano Oropeza
Nueva Roma a las afueras de Bahía Blanca
Cuando Bahía Blanca era nada más que el Puerto de la Esperanza, última frontera conocida, desde Buenos Aires en 1856 accedieron a los deseos y billetes de un conde y coronel italiano, Silvino Olivieri, que había sido leal de la insurreción porteña contra la Confederación Argentina en 1853. A Olivieri le cupo organizar la Legión Italiana, con hombres experimentados en las guerras de unificación de la península italiana, aplaudido por Mitre y Paz. Y que pocos meses antes venía el conde de participar en la batalla de Caseros, del lado de quien ahora combatía por un alto sueldo pagado por los porteños, el presidente de los argentinos Justo José de Urquiza. Tres años después se le encargaba a Olivieri fundar una nueva Italia, una Nueva Roma, en las puertas de la Patagonia.
En realidad era el objetivo de Mitre de apoyar a los soldados de Azul, a fin de acorrolar a los pampas en Salinas Grandes, el imperio de Calfucurá. Pero no fue fácil eso en 1855 porque el hombre de fierro Olivieri había vuelto a Roma y purgaba una condena de 18 años por conspirar para los nacionalistas, afín a los anarquistas carbonarios. El gobierno de Buenos Aires movió cielo y tierra para repatriar a un "Valiente" -la designación oficial luego de 1853 a los soldados que defendieron la escisión frente al país-, porque aún se hablaba de las hazañas militares en los barrios Barracas o en el Bajo Flores, peleando contra el ejército nacional. Y por su férrea disciplina que logró organizar a la legión extranjera, de las mejores divisiones en el conflicto.
Se reunió una gran suma de dinero para comisionar a soldados, más de 600, que además de guerrear debían sentar las bases de una colonia agrícola -algo que en verdad desconocían-. De todos modos el gobierno no había contado con la severidad del italiano y resultó un fiasco y escándalo político, en menos de un año de iniciada la marcha de Olivieri.
Nueva Roma en la provincia de Buenos Aires
En julio de 1856 fue elegido el sitio situado a unas leguas de Bahía Blanca llamado "Cuelis" por los indios, entre dos colinas que recordaban pasajes de infancia a Olivieri, y de allí el nombre de Nueva Roma. Si bien los comienzos fueron auspiciosos, más aún teniendo en cuenta que los fondos públicos apenas alcanzaron para el viaje y la instalación del corral de pircas, emplazamiento de cañones y endebles edificios detrás de un muro fortinero, pronto la realidad del grupo de hombres y mujeres abandonados a su suerte iba a eclosionar de un modo trágico.
Nada ayudaban las actitudes dictatoriales y brutales de Olivieri, y sus hermanos, que pasaban por las armas la menor desobediencia. Este noble italiano encerraba encadenados por días sin comida a los supuestos amotinados en las cuevas cercanas, o simulaba fusilamientos para aleccionar futuros motines. Hubo entonces una primera rebelión que derivó en que sus cabecillas sean remitidos en grilletes a Buenos Aires. La mecha estaba encendida.
Acá no pasó nada
Para septiembre la situación era insostenible y algunos oficiales se habían retirado a la localidad incipiente de Azul, discordantes con la idea del fusilamiento como disciplinador social. Dieciséis eran los sargentos a la espera del pelotón cuando una noche, simulando el ataque indio, los propios legionarios italianos, varios entrenados por el mismo Olivieri en 1853, lo asesinaron junto al capellán. Llegaron las noticias a Bahía Blanca y, vía Buenos Aires, se organiza la comisión interventora bajo el mando del amigo de Mitre, Ignacio Rivas. Se pasó a llamarlos colonos agrícolas unos meses después pero fueron rápidamente reprimidos porque ahora agitaban el fuerte de Bahía Blanca. Calfucurá incendió la aldea vacía en enero siguiente, y así quedaron las vacas, vagando libres y anárquicas. Los animales recibirían impávidos a Roca en 1879. Tras el proceso penal en 1857 se sentenció a los asesinos de Olivieri y nadie nunca habló de la Nueva Roma -ni del dinero perdido por el estado porteño- ni de trasladar una porción de Italia a la entrada de la Patagonia argentina.
PD: Los italianos de mitad de siglo XIX como Olivieri, o el mismo Garibaldi, son reconocidos héroes en su país europeo y se les erige monumentos en Buenos Aires. Las matanzas de Garibaldi en el Litoral, agente de los unitarios contra el rosismo, o la locuras sin control de Olivieri, destiñen el bronce en este lado del mundo.
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Autor: Norbycerri
Fuente: https://old.culturademontania.org.ar
Arroyo el sauce y serranías de la ventana.


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