Cautiverio en la frontera bonaerense
https://etnohistoria.equiponaya.com.ar/htm/17_articulo.htm
El cautiverio en la frontera bonaerense
Eugenia. A. Néspolo*.
(*)Universidad Nacional de Luján (UNLu) y Universidad Tecnológica Nacional, Regional Pacheco (UTN)
NOTA: ver bibliografìa, fuentes consultadas y detalles en la fuente original:
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Planteo del problema.
Las relaciones entre la sociedad indígena y la criolla en la campaña bonaerense; durante el período que abarca 1736, fecha en que se construyó el fuerte de Arrecifes, y 1823, momento en que el territorio se convierte en espacio político del estado bonaerense 1, presenta una extensa problemática, en este trabajo se pretende tomar a los cautivos como el elemento, que conecta a ambas sociedades, en lo económico, social y político.
En una primera aproximación se propone analizar la categoría de "cautivar" como bien de cambio2 de dichas relaciones. Mary Douglas y Baron Isherwood ( 1990 ) afirman que Levi-Strauss distinguió tres sistemas de comunicación constituyentes de la vida social: a)- la comunicación a partir de los bienes, b)- la comunicación a través de las mujeres y c)- a través de las palabras3, sugiriendo varios mecanismos de relación entre ellos; según los autores nunca acertó a sintetizar una teoría general del parentesco y la mitología que les fuera propia. Aseveran que no podrá ser sintetizada , si no pasan a formar parte de una teoría del consumo4. Enuncian que, ... "en lugar de suponer que los bienes son fundamentalmente necesarios para la subsistencia y el despliegue competitivo, asumamos que son necesarios para hacer visibles y estables las categorías de una cultura..." ( Douglas e Isherwood 1990:74). La aproximación a los bienes que proponen está subrayando su doble función, como proporcionadores de subsistencia y establecedores de líneas de relaciones sociales.
En cuanto a establecer los significados públicos seguimos a los autores (Douglas e Ishherwood 1990 ) cuando declaran que el significado está empotrado en la realidad y no es fácilmente distinguible en la superficie de una comunicación, para los procedimientos de interpretación se necesita volver la vista hacia el análisis cultural, porque la cultura es un modelo posible de significados heredado del pasado inmediato.
El concepto de cultura5 que propugno es esencialmente un concepto semiótico. Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdiembre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significados. ..."Lo que busco es la explicación, interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie"... (Clifford Geetrz 1992:20). El análisis consiste pues en desentrañar las estructuras de significación.
Proponemos indagar algunas posibles funciones de los cautivos, que permitan determinar si, los cautivos son el bien de cambio, como proporcionadores de subsistencias económicas, políticas y sociales; establecedores de líneas de relaciones sociales entre ambas sociedades, en una sociedad que damos en llamar "sociedad de frontera". Por que entendemos que "la frontera"6, que surge, no sólo como el límite que separa ambas sociedades7, sino como el emergente de relaciones culturales: económicas, sociales y políticas. Es un espacio cultural concertado.
La frontera como experiencia de vida configura un mundo de vivencias que no ha sido estudiado por los historiadores más interesados en reconstruir el enfrentamiento entre las sociedades indígenas e hispano-criollas que en redescubrir sus puntos de contacto y focos de mutua atracción.8
A partir de esto no preguntamos si los "cautivos" son "el bien de cambio", como lo entienden, Douglas e Ishherwood, entre ambas sociedades.
¿Porqué una sociedad de Frontera?
Desde el asentamiento de los europeos en el Río de Plata hasta la incorporación definitiva del área pampeana y regiones adyacentes norpatagónica y cordillerana, la relación entre la sociedad hispano-criolla y la indígena fluctuó entre pacífica y guerrera. Varios autores9 nos señalan los motivos de paz y de conflicto, esta relación está signada por la clásica concepción de "Frontera", como la problemática de la "guerra de frontera", una guerra tras la cual subyacía la oposición entre "civilización" y "barbarie". El indio se manifiesta entonces como el "enemigo", recurriendo a juicios de valor como: vago, haragán, taimado, ladino, ladrón, cruel, sanguinario, sucio y maloliente10.
Frontera concebida de esta manera no sirve para explicar todo un mundo de relaciones, que no acaba con el gaucho refugiado en las tolderías, "el renegado"11, o en las transacciones comerciales entre "indios amigos" y los "blancos".
Mayo y Latrubesse (1993) en un riguroso análisis, sobre la frontera colonial bonaerense vista desde tres ángulos: la sociedad, la tierra y la vida; toman la tesis del historiador norteamericano Turner que define "Fronteras" como tierras nuevas, como condición, como proceso y como espacio; es a la vez un ámbito geográfico y ambiental, un dato económico y a la vez un fenómeno social. Es toda esas cosas al mismo tiempo y también un caso de contacto cultural (Mayo y Latrubesse 1993:9). Después de esta afirmación los autores proclaman haber tomado de los rasgos definitorios de la frontera Turnerina12 aquellos que la definen como el borde exterior del asentamiento, el límite extremo de la ocupación, la frontera es también lugar de encuentro de dos culturas - la indígena y la hispano-criolla, es un área de tierras libres en continuo receso. Los autores opinan como Turner, que el ámbito geográfico de su frontera abarca tanto el margen extremo de las tierras colonizadas como el territorio indio próximo (Mayo y Latrubesse 1993).
Respecto de dicha postura concuerdo con Mandrini (1992) en señalar que trabajos vinculados a la historia económica y social, científicamente rigurosos, reducen sin embargo el problema de la frontera al de la "ocupación" del territorio; la frontera aparece como un espacio vacío, como una "tierra virgen", y lo que interesa son las causas y mecanismos por los que se opera tal ocupación, la consecuente puesta en explotación de esas tierras y el carácter de la sociedad que emerge de ella13.
Desde la perspectiva de "historia social"14, Mandrini pretenderá develar uno de los tantos aspectos de las transformaciones operadas entre los indígenas del área pampeana y las regiones adyacentes (norpatagónica y cordillerana).
Si bien Mandrini (1992) señala que " las fronteras indias", "las fronteras interiores" se remontan al siglo XVI, período colonial, cuando la conquista y la colonización demarcaron las áreas y regiones que pasaron al control del español, sólo lo considera como "el problema" de la "frontera india" recién en el siglo XIX, concluido el proceso de independencia, ...."cuando la vinculación de las nuevas naciones con el mercado mundial y el triunfo de las políticas librecambistas generaron demandas y requerimientos que atrajeron la atención de los gobiernos criollos y de las elites dominantes sobre los territorios indios, generando proyectos y empresas de expansión que colocaron esas tierras bajo el control de los nuevos estados nacionales y redujeron su población indígena, cuando no se la exterminó, a la categoría de minorías étnicas dominadas....."(Mandrini 1992 : 60.)
Siguiendo al autor en estos conceptos estamos en presencia de una definición de "Frontera", que a mi entender, limita y delimita, encierra, define e identifica a una entidad física y ontológica; por lo tanto separa, por un lado, la existencia y afirmación de la "frontera", y por otro lado, sugiere su transgresión , dándole dimensión de problema y categoría recién en esta etapa del siglo XIX, cuando se transgrede. Pero si consideramos que las "fronteras", al aceptarlas o negarlas, implican afirmación y negación de valores, estamos en presencia del problema de "la frontera" desde la conquista y colonización española. Es decir proponemos darle dimensión de problema desde la existencia de la frontera.
Por otro lado, si aceptamos, la propuesta de Mandrini, que estas ....."extensas regiones de América del Sur quedaron fuera del control directo de los europeos y los intentos de penetración que se efectuaron carecieron de la fuerza y de la verdadera intención de ocupar el suelo; perseguían más bien - por medio de soldados o de misioneros- la tranquilidad de los territorios colonizados frente a la amenaza, real o potencial, de los distintos grupos indígenas, así como asegurar el control de ciertos puntos considerados estratégicos (tal el caso de los asentamientos españoles en el litoral patagónico en el siglo XVII)....."(Mandrini 1992 : 60) estamos aceptando a mi entender también la definición de "frontera" desde una dimensión geopolítica, que por medio de esta concepción encubierta en su argumento se vale para afirmar que complejas relaciones se establecieron entre ambas sociedades ...."provocando profundos cambios en la sociedad indígena: sus bases materiales, sus estructuras sociales y políticas, sus creencias e ideas, se transforman como respuestas a la nueva situación creada por la presencia de los europeos..." (Mandrini 1992 :60).También, que el comercio15, constituyó el eje de esas relaciones y que a partir de él se filtraron múltiples influencias culturales: hábitos, usos y costumbres de los europeos penetraron en la sociedad indígena en tanto los pobladores de la frontera adoptaban muchos elementos de los indios: ( como objetos de piedra de tradición aborigen: boleadoras manos de moler, etc.).
Por lo tanto de esta perspectiva se vale, a mi entender, el autor para afirmar que, ..." la sociedad blanca y la indígena no constituían mundos aislados y separados y el arco más o menos fluctuante que describía la línea de fronteras era más bien el reconocimiento formal de las áreas de control de cada sociedad....."(Mandrini 1992: 61).
Pero si se acepta, lo señalado anteriormente que el problema de "frontera", implica la aceptación y negación de valores, por lo tanto tiene que ser enfocado como entidad histórica, así en el Río de la Plata está cargado, desde la conquista y colonización por un eurocentrismo que nos ha transmitido la concepción de "frontera" como el confín de un Estado, como la línea que divide las poblaciones, provincias y reinos, y señala los términos de cada uno. El español estructuró el espacio de forma tal que dicha "frontera" se constituyó en una zona marginal de poblamiento español, en donde ninguna de las dos sociedades tenía un "control real" de dicha zona, por lo tanto se conformará como un área de interrelación entre dos sociedades, en donde se operarán procesos económicos, sociales, políticos y culturales específicos, en donde "vivir en la frontera" implica vivir en un universo específico y no abarcable, entendible sólo desde parámetros variables de una sola sociedad. Por lo tanto "frontera" es un problema etnohistórico.
De esta manera se considerará a la frontera no como límite o separación sino como un área de interrelación entre dos sociedades distintas, área en la que se operaban procesos económicos, sociales, políticos y culturales específicos 16: la "sociedad de frontera". En donde el control real social no se ejerce por ninguna de las dos sociedades, permitiéndose de esta manera un universo más complejo aún, proponiendo demostrar que, "Cautivos/as" hacen de vínculos y lazos que conectan a ambas sociedades, en todos sus aspectos; económicos, políticos y culturales, bien de cambio de las relaciones.
El Otro y las relaciones fronterizas.
Por reconstrucciones basadas principalmente sobre fuentes escritas se han establecido mapas con las principales etnías y parcialidades autóctonas en los tiempos del arribo español. Sabemos que hacia el centro-sur del país habitaban los Serranos, y hacia el sur los Gunun-a-ken. El grupo genéricamente conocido como Araucanos estaría representado por los Ranculche (Ranquel), Mamuelche, Pehuenche, Huilche, Puenche y los Manzaneros que ocupaban los actuales territorios provinciales de Río Negro, Neuquén, La Pampa, el sur de Córdoba, San Luis y Mendoza. Si bien otros grupos habitaban el actual territorio argentino, estos aborígenes tienen relación con la frontera bonaerense en diversos períodos ( Hernández 1992).
A mediados del S. XIX, entre los Andes, el río Colorado y la zona de poblamiento europeo se distinguen varios núcleos de concentración indígena en función de los abastos de agua: al este, los araucanos; en el reborde norte de la Patagonia, los Tehuelche; y en la región pampeana, los Pampa, con sus distintas parcialidades (Hernández op.cit).
De acuerdo a informaciones del año 1739, provistas por el padre jesuita Manuel Querini, sabemos que las reducciones pampeano-bonaerenses17, en las que debían reducirse y convertirse pampas y serranos, debían poblarse por aborígenes locales. Al respecto, dos caciques "Puelches" (cercanos a la ciudad) y dos "Tuelches" (cercanos a la cordillera) piden en Buenos Aires que se le den misioneros para constituirse en pueblos, porque los "perseguían ciertos enemigos" indios y buscaban protección de los españoles. En las cercanías de las reducciones también había otros grupos indígenas como los "Aucaes" y los "Pegüenches" ( Furlong 1967).
Para este estudio se ha considerado pertinente seguir el esquema planteado por Casamiquela (1967), para la región pampaeno-patagónica, a pesar de las diferencias geográficas, concibe como unidad debido a la fuerte dinámica en relaciones humanas entre la sociedad indígena y criolla.
Casamiquela (1967) clasifica a la sociedad indígena, en los Thehuelches meridionales, ubicados desde el sur de Santa Cruz hasta el Río Chubut; los Tehuelches Septentrionales incluyendo Querandíes, Pampas y Serranos, desde el Río Chubut hasta las llanuras del sur de Santa Fe, Córdoba y San Luis. Los Pehuenches primitivos ( de dudosa filiación) que aparecían en las montañas del centro y Norte del Neuquén y laderas cordilleranas, llegando a dominios de Chiquillanes, Morcoyanes, Tunuyanes y otros pueblos del sur de Mendoza.
En el siglo XVII comienza la influencia de los Araucanos (en sentido amplio y no limitado a la provincia del Arauco en Chile) que empezaron a expandirse desde el Neuquen hasta llegar a Bs. As. Estos araucanos difundieron su lengua, al igual que los rasgos culturales ( Palermo 1988).
El proceso de "araucanización"18 de los indios de la región pampeana y sus zonas adyacentes se dio a partir de una serie de infiltraciones culturales constantes y sucesivas (Canals Frau 1973). La sustitución se dio sin mayor dosis de violencia y desplazamientos de la población anterior. El relevo étnico, cuando existió, estuvo acompañado por procesos de adaptación y fusión. Se dieron tres áreas o vías de araucanización en nuestro país: el área septentrional, centrada en Leuvuco, donde la adopción de rasgos culturales araucanos se realizó vía pehuenches y araucanos confederados con ellos, sobre los pampas primitivos; el área sur de la provincia de Buenos Aires y la cuenca de los ríos Negro y Neuquén donde el proceso se produjo a través de los guenaken araucanizados o confederados con los araucanos del sur ; y por último la región al sur del Neuquén y Río Colorado. (Mayo y Latrubesse 1993). Dichos autores citan que en 1750, los puelches hablaban araucano, a partir de ese momento los puelches se extinguen como grupo étnico y se diluyen en los araucanizados pehuenches.
Crivelli Montero (1994) afirma que en gran parte del área bonaerense, la araucanización abarcó primordialmente la lengua y el mundo mental , pero dejó básicamente subsistente la cultura material.
Por otro lado Palermo afirma ..."que la "araucanización" de la pampa y el norte de la Patagonia, ocurrida cuando la innovación pecuaria ya estaba muy avanzada, trajo otra novedad: la agricultura;19 al contrario de lo que sostienen algunos trabajos clásicos , los "araucanos" no perdieron sus prácticas agrícolas al instalarse al este de los Andes, sino que en realidad los tehuelches septentrionales y los "pehuenches primitivos", fuertemente influidos por su cultura, comenzaron a cultivar ( en mayor o menor medida según las zonas) desde los siglos XVII y XVIII"... ( Palermo 1988: 15).
Sobre estas economías de subsistencia Palermo (1986), afirma que estos pueblos a pesar de que eran autónomos ejercieron total control sobre su territorio (con avances y retrocesos de sus fronteras) frente al aparato colonial primero y republicano después, no significan que estuviesen aislados en sus tierras ni que fuesen marginales respecto del proceso económico- social que se desarrollaba en el área.
..."A diferencia de otros pueblos indígenas, sometidos por el aparato colonial, aquí la adopción de innovaciones no fue inducida ni forzada, sino consecuencia de un proceso de selección propio, y se organizó en torno de modalidades productivas diseñadas por los propios interesados"... ( Palermo 1988: 44).
La subsistencia de los pueblos pampeano-patagónicos, se basó en la caza y recolección de plantas silvestres, como la algarroba y otras que en el área pampeana cobraban mayor importancia en algunas épocas del año. En el área pehuenche, este papel era cumplido por los piñones de pehuén o araucaria, base de la dieta del invierno. Las presas de caza eran el guanaco y el avestruz, según las regiones, a los que se añadían venados de las pampas, principalmente en la Pampa Húmeda, y otros cérvidos, además de animales de menor tamaño que proveían carne y/o pieles, como zorros, zorrinos, nutrias, maras o liebres patagónicas y armadillos. Entre los Querandíes se agregaba tal vez la pesca (Palermo 1988, Mandrini 1986).
Estas poblaciones realizaban una serie de desplazamientos estacionales según la oferta variable de recursos naturales. En el área querandí, junto con los "pulsos" migratorios debidos a la caza, habría otros determinados por la recolección; al respecto el verano fue la época de mayores concentraciones humanas en la Pampa Húmeda dada la conjunción de distintos factores: a) la formación de grandes manadas de venados ocurre entre enero y febrero, época en que los animales están mejor alimentados y la caza es más productiva; b) es la temporada en que aparecen los chulengos o crías de guanaco para el aprovechamiento de pieles ( aunque no en toda la subregión había guanacos); c) es el tiempo de aparición de grandes cardúmenes de sábalos, presuntamente consumidos por los querandíes. Estos ciclos estacionales se superpondrán con el calendario de ciertas actividades ganaderas de los indígenas ( Palermo 1988).
Para comienzos del siglo XIX, los "pampas" del sur bonaerense practicaban una trashumancia estacional, en verano se establecían en las faldas de las sierras en busca de aguadas y en invierno retornaban a las zonas bajas; algo semejante eran los traslados de los pehuenches neuquinos, que dentro de sus territorios tribales se movían según el estado de las pasturas. (Palermo 1988).
Palermo (1988) como Mandrini (1986, 1992) y otros, afirman que sobre esta antigua base económica se produjo la incorporación de distintas especies traídas por los españoles, que significó la complementación entre las viejas prácticas de subsistencia con otras formas de producción.
Los tehuelches meridionales, aunque experimentaron considerables alteraciones en sus patrones tradicionales, mantuvieron básicamente su antiguo modo de vida, potenciado por el equino; en contraste con los pueblos de la pampa y el norte de la Patagonia, donde los cambios fueron más radicales al insertarse dentro de un circuito económico diferente, y también al sobrellevar un creciente proceso de araucanización que incluyó influencias de todo tipo. (Palermo 1988, Mandrini 1986 y 1992).
Al respecto de los cambios posthispánicos, los trabajos clásicos de la etnografía, consideraban como principal factor de transformaciones económicos-sociales al caballo20.Palermo propone, que no sólo el caballo es relevante sino que también vacunos y lanares lo son ( aunque el primero sea imprescindible en el manejo del ganado en general); señala también que la importancia de las especies pecuarias debe medirse tanto en lo referente a las nuevas pautas de consumo como en función de la modificación de todo el modo de producción; sobre los cultígenos de origen extraamericano sostiene su importancia, en la alimentación y, en forma secundaria, en el comercio, muchos grupos cazadores-recolectores se trasformaron también en cultivadores. Y fundamentalmente afirma que debe considerarse a las etnias locales como unidades fuertemente conectadas. (Palermo 1988).
Los vacunos y los lanares tuvieron importancia crucial, los primeros como proveedores de carne y cuero, y fundamentalmente como bien de cambio, los segundos, además, como productores de lana para la tejeduría orientada a la vestimenta local y/o la venta de prendas al exterior. Los araucanos entregaban a los grupos orientales (muchas veces tras intermediación de los pehuenches o los tehuelches septentrionales del oeste) manufacturas por ellos elaboradas (como platería o tejidos) y también objetos de procedencia europea (armas, herramientas, bebidas, etc.) a cambio de ganado (Palermo 1988; Hernández 1992).
Atestigua este comercio, el testimonio hecho en 1752 por el Cabo de escuadra Ramón Aparicio de la compañía de Dragones, al procurador general de la ciudad de Luján. ...."en dicho pueblo (reducción Jesuita de Nuestra Señora de la Concepción de los Pampas) solo hay dos Yndias que hacen Balandranes las cuales son la mujer de el Blanquillo y la otra la Madre de Joseph Patricio y que es cierto que los Yndios traen a vender a esta ciudad Ponchos de los que compran a los de tierra adentro y que en esta ciudad compran sables y los llevan y se los venden a los Yndios de tierra adentro por Ponchos..."21
Este documento testimonia la relación económica entre grupos pampas y serranos con los araucanos, como así también el contacto económico entre los grupos indígenas y las poblaciones fronterizas como Luján.
El crecimiento de la ganadería indígena local se entiende por el crecimiento económico del centro de Potosí, entre los siglos XVI y XVIII, que demandaba productos de distintos tipos necesarios para el abasto de una gran ciudad con gran concentración de habitantes. Uno de los rubros solicitados eran el ganado (en pie o sus derivados), particularmente mulas, vacas y ovejas, y sus subproductos: cueros y sebos. En relación con esto los comerciantes criollos de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires se interesaban por los vacunos al igual que los indígenas para su comercio. También el Chile hispano basó su prosperidad en la exportación al Potosí, y necesitaba gran cantidad de animales para satisfacer las demandas norteñas; y el ganado pampeano se convertía en una importante fuente de recursos, aunque inaccesible directamente debido, a la presencia del indígena, por otra parte en Buenos Aires había también otros destinatarios de la producción, que se canalizaba muchas veces mediante el contrabando al Brasil y colonias antillanas que consumían en gran parte sus cebos, cecinas y cueros. Además existían otros centros interesados en adquirir ganados de las pampas, como Cuyo (vinculado con la actividad comercial chilena) o Patagones desde el siglo XVIII, para el consumo local o el intercambio con otras áreas.22
La región pampeana desde el siglo XVII era un importante centro de abastecimiento de ganado vacuno y caballar por la proliferación de rebaños salvajes, que estaban controlados en gran parte por los grupos indígenas los que al mismo tiempo iban logrando rodeos propios de ambas especies y también criaban ovejas y cabras. Estos animales se destinaban tanto para un circuito de carácter doméstico o comunal destinado al aprovisionamiento de la toldería, y otro relacionado con la circulación de comercio de ganado en gran escala 23 (Canals Frau 1973, Mandrini 1984, Araya y Ferrer 1988) tanto a regiones como la chilena como y la Córdobesa.(Ramos, Néspolo y Polidori 1996). Sobre el circuito comercial de ganados, Cansanello (1993) afirma la existencia de cuatro circuitos de comercialización: el de la sierra de la Ventana a Córdoba, del Salado a Cuyo, de San Luis a Tandil y del Salado a Chile.
La política española en la frontera pampeana - como la de los gobiernos criollos- oscilaría entre una estrategia defensiva y otra ofensiva24, debido en parte a esta compleja relación que se desarrolló entre ambas sociedades.
Al respecto Mayo y Latrubesse (1993) afirman que las relaciones con los indios y la política de frontera en la campaña bonaerense atravesaron por dos etapas relativamente bien definidas. La primera fase, entre 1736 y 1785, se caracterizó por un estado de guerra intermitente con los aborígenes; es la etapa de militarización de la frontera. La segunda etapa, de 1785 a 1815, las relaciones entre la sociedad hispano-criolla y la indígena de la frontera revisten un sesgo pacífico. La política de las autoridades virreinales opta ahora por una estrategia más diplomática que militar, se acentúan las relaciones comerciales entre indios y españoles (Ratto 1994, 1995 y 1996).
En los momentos de relativa paz las listas de "raciones" entregadas a las tribus varían desde ropa25, calzado, herramientas, armas, bebidas alcohólicas, azúcar, yerba (y otros alimentos), tabaco, fósforos y hasta instrumentos musicales (Palermo 1986 y 1988 ; Mandrini 1984, 1986, 1992, 1993 y 1994; Ratto 1994, 1995 y 1996).
Es necesario contrastar y contraponer la cantidad de cautivos incurridos en la época de malones en las décadas que van desde 1730 a 1780 ( Mayo y Latrubesse 1993; Crivelli Montero 1994; Palermo 1986, 1991; Ratto 1994,1996; Mandrini 1993 y 1994), y los cautivos en el período de "relativa paz", para determinar si están en estrecha relación con las políticas fronterizas es decir si son la consecuencia de conflictos, guerras o si responden a otras causas.
Desde Azara hasta los más recientes estudios los historiadores atribuyen la creciente presión indígena sobre la frontera a la extinción del ganado cimarrón. (Mandrini 1993, 1994; Mazzanti 1993). Privados de este, los indios se lanzaron sobre los rodeos mansos de la estancias fronterizas. (Mayo y Latrubesse 1993)
Al respecto se podría afirmar lo contrario, que el avance poblacional de la frontera26 de la región Chilena y Pampeana por la sociedad hispano-criolla, provoca una mayor presión sobre la sociedad indígena. Testimonia entonces, la afirmación de Mayo y Latrubesse , que en su opinión, ..."la propuesta de avanzar la línea de fortines hasta la otra margen del salado era, en realidad, el proyecto de los grandes hacendados, representados por Manuel Pinazo y Clemente López. Qué ventajas les deparaba esta solución? Fundamentalmente, la posibilidad de reencontrarse con sus ganados alzados.....las secas empujaban el ganado hasta el Salado..." (Mayo y Latrubesse 1993:22).
La frontera fue militarizada y para ello se introdujeron en la campaña bonaerense, los cuatro recursos estratégicos típicos de la políticas de Fronteras españolas en América: el fuerte, la misión, el ejército regular de frontera y el poblado defensivo (Mayo y Latrubesse 1993; Cansanello, 1994).
La política de militarización se inicia en 1736 con la construcción del primer fuerte de Arrecifes, un año más tarde invaden los serranos, y en 1738 lo hacen los aucas27. Los malones se suceden, los serranos atacan entre agosto y noviembre de 174028 sobre Fontezuelas, Luján y Matanza. El levantamiento general en 1751, capitaneado por el cacique Serrano Cacapol, denominado Cacique Bravo destruyó una a una las tres misiones jesuíticas bonaerense.
Otra actividad destacada de la corona española fue el papel evangelizador y guardián de la Iglesia Católica que se evidencia en la actividad misionera, a partir de los primeros años del siglo XVII. Relacionados con los acuerdos de paz tuvo lugar la fundación de las misiones en la región pampeana29: Nuestra Señora de la Concepción de los Pampas, Nuestra Señora del Pilar de los Serranos y la última en fundarse Nuestra Señora de los Desamparados. Estas, además de funcionar como centro evangelizador, contribuían al desarrollo una actividad económica30 de los grupos pampas y serranos con los araucanos, a quienes les vendían ganados a cambio de ponchos que luego vendían en las poblaciones fronterizas como Luján31, con la excusa de que eran confeccionados en la Misión.32En este contacto los padres misioneros intervinieron a favor del cautivo Manuel Mazedo, cautivado de 9 años, para liberarse.33
La invasión indígena a Pergamino, de agosto de 1751, activó la creación de las compañías a sueldo. El 27 de enero de 1752, el cabildo resuelve poner en marcha la organización de una compañía y formar otras dos34. Surgieron así, los blandengues de la frontera bonaerense y el ramo de guerra destinado a atender los gastos de defensa ( Marfany 1940, Walther 1973).
Mayo y Latrubesse (1993) señalan que en la década de 1760, la política de frontera estuvo a la deriva35, con sus sueldos atrasados y librados a su propia suerte los blandengues prácticamente desaparecieron. Con la llegada del gobernador Bucarelli, se reorganizó y restableció el cuerpo de blandengues, siguiendo una política de sembrar cizaña entre las tribus de la pampa, valiéndose de indios amigos para contener a los indios hostiles36.
En la década de 1770 diversos factores como la creación del Virreinato del Río de la Plata, el auto de libre internación, la apertura de puerto de Buenos Aires en el marco del comercio libre de los Borbones, la expansión de la ganadería bonaerense debido a la mayor prosperidad general, el problema de la frontera ocupó un destacado primer plano.
La propuesta de avanzar la línea de fortines hasta la otra margen del Salado era un proyecto de los grandes hacendados, para recuperar ganados alzados (Mayo y Latrubesse op. cit.). La política de fortines37 aplicada entre 1776 y 1779, llevó al trazado de una nueva línea fronteriza que pasaba por los fuertes de Salto, Areco, Monte, Lobos y Ranchos para concluir más al sur del río Salado (Ratto 1994). Para 1781 el cordón de guardias quedaba integrado por los fuertes de Chascomús, Ranchos, Monte, Luján, Salto y Rojas y los fortines de Lobos, Navarro, Areco, Mercedes y Melincué.
¿Qué sabemos sobre el cautiverio?
Los cautivos, como tales proceden de la captura de su sociedad de origen y a través de los procesos de despersonalización y de desocialización se convierten en esclavos, individuos sin lazos, ni de parentesco, ni de afinidad, ni de vecindad, por lo tanto aptos para la explotación. Una vez en manos de un amo, pueden ser asignados a cualquier tarea, sea cual fuere su sexo o su edad y sin que su condición, definida por esta asignación, les conceda una posición (Meillassoux 1990).
La situación del capturado es generalmente de rehén, conservado con el propósito de obtener un rescate: el intercambio por otro capturado; el capturado conserva la capacidad de resocializarse en su medio de origen. De no ser así la ausencia de cualquier vínculo con la sociedad de recepción es la que hace del capturado un "extranjero" (Mellassoux 1990). Por lo tanto ..."la desocialización conduce a la desexualización. Ser hombre o mujer en cualquier sistema social es obtener el reconocimiento de ciertas funciones y perrogativas vinculadas con las nociones culturales de femeneidad o de masculinidad. Algunas son puramente convencionales o circunstanciales, como lo que compete a la repartición de tareas: nada predispone naturalmente a las mujeres a las tareas domésticas, por ejemplo, no más que los hombres a las actividades militares. EL sexo sólo es determinante para el parto y el amamantamiento. Es preciso todavía que esta función sea autorizada y socialmente roconocida. Si algunas mujeres son alejadas de ella, como lo son las mujeres esclavas en general, o su maternidad es negada, pierden su única característica sexual...." (Mellassoux 1990: 124). Esta característica de desocialización, desexualización -no comprobada para los cautivos-, plantea como interrogante que lugar ocupan los/as cautivos/as y sus hijos.
Al respecto García Enciso afirma ..." que cada indio podía tener varías esposas y concubinas a las que se sumaban las cautivas, viviendo los hijos entremezclados y siendo criados indistintamente por una de las esposas que podía amamantarlo cuando a la verdadera madre le faltaba la leche; de ahí que reconocían los niños a la madre de leche..." (García Enciso 1979:28)
Sobre los cautivos García Enciso declara que eran ..."verdaderos esclavos, eran tratados cruelmente los primeros tiempos, hasta que totalmente dominados y amedrentados, comenzaba a tenérseles confianza y se les encomendaba el cuidado de los ganados y otras tareas semejantes. Las cautivas, además de satisfacer los más bajos instintos de sus amos, eran las sirvientas de las esposas y compartían sus penurias. La única esperanza de estas pobres infelices era ser rescatadas; el padre Burela recorría las tolderías ranqueles buscando cautivas y pagando rescates que eran muy elevados y no estaban al alcance de muchos. A lo largo de los años estas pobres mujeres degradadas se verán atadas a los toldos por la existencia de hijos a los que no querrán abandonar..." (Garcia Enciso 1979: 30).
Mandrini (1992, 1993, 1994) uno de los historiadores que más se ha dedicado a estudiar la sociedad indígena, y sus relaciones con la sociedad hispano-criolla, sólo se ha referido a los cautivos hispano-criollos, (que el autor denomina "blancos") como insertos dentro de las relaciones comerciales que ocupan un lugar singular entre ambas sociedades. Por lo tanto el cautivar buscaba el rescate, es decir el intercambio de los cautivos por bienes europeos como: sal, sombreros, lomillos, mantas de bayeta, estribos, espuelas, freno sin copa, cabezadas con pasadores, mazos de cuentas, ponchos y ganado como: caballos, yeguas etc. ( Mayo y Latrubesse 1985, 1993; Ratto 1994, 1996 ).
Crivelli Montero (1994) ha señalado el objetivo del malón como guerra a la frontera de Bs. As durante el proceso de araucanización de las pampas; en el se roban caballos, vacunos, mulas, mujeres y niños de las estancias para proveer a los indios de Chile.
Palermo (1988) señala que la frecuencia de los malones y el tráfico ganadero, fomentaron la circulación por parte de las tribus de una gran cantidad de cautivos, mayoritariamente mujeres y niños, que engrosaban la población local y aseguraban su reproducción ( cuando no eran devueltos a cambio de rescate). Las cautivas podían convertirse en esposas de sus captores, que casi lograban sortear el costoso pago de dotes, o eran entregadas por éstos a otros hombres a cambio de una dote equivalente a la que se obtenía por una mujer de la propia familia dada en matrimonio. Además de las funciones de reproducción biológica, estas mujeres cautivas se agregaban a la fuerza de trabajo femenina.
Afirman Mayo y Latrubesse (1985, 1993) que buena parte de los cautivos fue obtenida entre los asalariados rurales. Era el personal afectado al trabajo en las estancias y chacras fronterizas; otros eran arrieros, viajeros como el dependiente de comercio Blas de Pedroza que se dirigía a Chile. Con respecto a la función que estarían llamados a desempeñar, el color de la piel parecía no ser relevante, según aclaran los autores debido que detectan negros e indios más o menos hispanizados de otras regiones, como los guaraníes como cautivos. El elemento definitorio de la suerte del cautivo parecía ser la edad y el estado físico; Mayo y Latrubesse señalan que los cautivos recogían leña y domaban potros para los aborígenes.
Otras de las funciones asignadas por los autores es ser parte del comercio intertribal, siendo en mayor escala el practicado con los españoles bajo el rótulo de "rescate", por el que no sólo se cerraba una transacción comercial sino que también se abría una instancia diplomática, como un simple canje de cautivos. El ser mensajeros de los indios ante las autoridades de la frontera es otra de las funciones detectadas por Mayo y Latrubesse (op.cit).
Acerca de las función cumplida por la mujer cautiva, afirman que eran apropiadas en la frontera desde niñas como concubinas por los araucanos, siendo también parte del comercio intertribal.
Pero como bien señalan los autores, lejos de agotar la cuestión de las funciones del cautiverio se abren nuevos interrogantes38.
Hipótesis de trabajo, algunas propuestas.
Este "universo específico, único", "la sociedad de frontera"; alberga entre otras tantas relaciones las que emanan de los "cautivos/as", en esta investigación se propone determinar, si los cautivos son "bien de cambio" entre la sociedad indígena e hispano-criolla, esta encuadrada en la concepción de "bien" propuesta por Douglas e Isherwood (1990) que subrayan la doble función de los bienes, como proporcionadores de subsistencia y establecedores de líneas de relaciones sociales, es decir que abarca el abanico de las relaciones económicas, sociales y políticas.
El análisis consiste pues en desentrañar las estructuras de significación, porque el análisis de la cultura ha de ser de caracter interpretativo, en busca de significados (Clifford Geetrz 1992).
Se han desarrollado las principales características de las economías de los grupos indígenas, no sólo para establecer las relaciones con las poblaciones fronterizas, sino fundamentalmente para determinar las siguientes propuestas sobre la funcionalidad de cautivos "blancos", "cristianos" (de la sociedad hispano-criolla); que están pensadas a partir de la afirmación de viajeros e historiadores que han examinado las consecuencias de los malones, sosteniendo que los indígenas no sólo se llevaban ganado, vacuno y caballar, sino también mujeres y niños; en pocas excepciones mulatos e indios y asalariados rurales de estancias y chacras, en su mayoría "mozos" jóvenes.
Se han propuesto las siguientes hipótesis, enunciados para el análisis de las fuentes primarias relevadas en el Archivo General de Luján39, y el Archivo General de la Nación40.
Y para las fuentes secundarias, detectadas para este estudio, como viajeros, obras literarias contemporáneas a la sociedad en estudio y artículos sobre asuntos en alguna forma relacionados con el objeto de estudio.
Las posibles funciones asignadas a los/as cautivos/as blancos en la sociedad indígena, como:
1)- Mano de obra para la agricultura, y para el cuidado de ganados vacunos y caballar,
2)- Cómo mero botín de guerra, desde una perspectiva de conflicto, tensión; como recurso para mantener una cierta paz "entablar relaciones diplomáticas",
3)- Para constituir un intercambio económico, con la sociedad hispano-criolla: el "rescate",
4)- Función del reemplazo, cubrir demográficamente las bajas producidas por la guerra,
5)- Desde la constitución de las relaciones de reproducción, desde las fuerzas productivas; funcionalidad de la mujer cautiva en la comunidad indígena, no sólo como disposición de la fuerza de trabajo, sino también como "vientre",
6)- Para constituir el comercio interétnico de cautivos,
7)- Valor y función de los cautivos "blancos", como medio indirecto de la "acumulación" y como "medio político" de la dominación" de la clase dominante, privilegio de una autoridad.
8)- Estrategia de "adaptación cultural" de la sociedad indígena, lograr retener al otro, aprehenderlo -el/las cautivo/as trasmite "saberes" "una visión del mundo"-. Aprender, oponerse y dominar.
Discusión.
Si se contrasta la información brindada por el Padre Falkner, ó las observaciones de Palermo, que todos los cautivos eran en su mayoría mujeres y niños; con las afirmaciones de Mayo y Latrubesse, sobre la relevancia de los asalariados rurales y tomados en cautiverio; invita a preguntarse si los cautivos que en su mayoría eran personal afectado al trabajo en las estancias y chacras fronterizas; eran tales o eran huidos a las tolderías41 y declaraban ser cautivos al regresar. Se plantearían entonces nuevas preguntas al caso de Rafael Soto, reseñado por Mayo y Latrubesse (1993), que realiza tareas de supervisión teniendo indios a su cargo; cómo así también al caso de Blas de Pedroza, Pedro Pablo Maldonado y Diego Núñez que fueron asignados por sus caciques al rol de baqueanos y al cuidado de caballadas con indios a su cargo ( Mayo y Latrubesse 1993).
Por otro lado Socolow 42( 1988) afirma que en 1833 los ..."cautivos eran fundamentalmente habitantes rurales que habían sido atrapados en o cerca del lugar de su nacimiento. El grupo era predominantemente femenino, aunque había marcadas referencias en los patrones de edades entre ambos sexos. Los hombres eran llevados muy jóvenes habitualmente, mientras que en el caso de las mujeres, cualquier edad parecía resultar deseable..." (Socolow 1988: 134). Señala también que..."entre los liberados por la expedición de Rosas, 106 personas (o el 16,7%) no podían hablar ni una sóla palabra en castellano. Otras 77 estaban limitadas a unas pocas. Resulta más llamativa la diferencia entre la retención del lenguaje en los hombres y las mujeres cautivas. Mientras que al menos el 28% de los hombres habían sufrido esta privación del lenguaje (69/146), el porcentaje comparable de mujeres era de sólo el 11,6% (45/389)..." (Socolow 1988:129).
Las funciones que Socolow (1988) atribuye43 a las cautivas, son las de concubinas o esposas ya que proporcionaban poder, riqueza y status a sus captores. Por lo que afirma que en períodos relativamente pacíficos, los indios estaban interesados principalmente en cautivar a mujeres y niños, mientras que en los lapsos de guerra capturar más hombres44..
Al estado actual de esta investigación no se puede corroborar esta afirmación de Socolow para los años 1833 y sucesivos, si se puede atestiguar con los documentos relevados que los cautivos hombres tienen más posibilidades y estrategias de escapar de sus captores; como el cautivo que ...."lllevaron los pegulches, el año pasado, quando invadieron la Magdalena dice que se escapo tres veces de cerca de chile, con otro cautivo, que las tres veces lo cautivaron en las sierras de chile los mismos Peguelches, la quarta vez lo cautivo la gente del cacique Antepan. La quinta ves se escapo y lo cogio sobre elsalado el mismo Antepan y llevo mucho ganado, esta en la cabeza de buey, laguna que dista de".....45.
A continuación se contrasta los documentos relevados en el Archivo General de la Nación, Archivo de Lujan y relato de viajeros, con las posibles funciones asigandas a los cautivos; que lejos están al presente de acotar y corroborar las hipótesis planteadas
1)- Mano de obra para la agricultura, y para el cuidado de ganados vacunos y caballar,
Falkner señala, que algunos caciques habrían entregado los cautivos al hacer las paces, pero los Moluches ( a los araucanos y Puenches denomina Moluches) ...."pasaron a Buenos Aires, y recuperaron todos los prisioneros de su nación, como también los de los Tehulhets, sin la devolución de los cautivos que ellos se llevaron de los españoles"... (Falkner 1969:136). Otras observaciones de los historiadores46 reiteran esta negativa de los araucanos para devolver los cautivos, lo que nos invita a señalar, otras funcionalidades de ellos, que no sean en sí mismo el "rescate", "intercambio" y como recurso de entablar relaciones diplomáticas. Cabria preguntarse si estos cautivos son utilizados en las actividades agrícolas practicadas por los araucanos.
El siguiente documento atestiguaría la utilización de un cautivo para el cuidado de ganados.
Doc. Bs.As. 9 de octubre de 1752. Archivo de Indias, Indice S. Montero Nº 6/7471.
Testimonio hecho en Bs.As. desde el 9 hasta el 11 de agosto de 1752, a instancias del Procuarador General de dicha ciudad. El Testigo Nº 4 Raphael Soto, uno de los cautivos declara.
..."A la primera dijo es cierto que dia 23 de diciembre del año pasado de 1751 (.....). haviendo invadido los yndios enemigos que ostilisan las fronteras de esta jurisdicción en el pago de Magdalena las estancias de Don Nicolás de Chavarri y de Doña Bernarda Aria, mataron y robaron en dicha estancia de chavarria a 5 ombres y se llevaron tres cautivos nombrados Bartolo (.....).yndio santiageño, un negro esclavo del dicho Chavarria nombrado Jacinto y un mulato u yndio tape cuio nombre ingnora y toda la cavallada y yeguas que pudieron arear de dicha estancia y al que y a Asencio Millaao del Tucuman los llevaron cautivos dichos yndios de la Estancia de Doña Bernarda Arias donde estaban como asimismo toda la cavallavada y yeguas. (......) .Haviendo tenido industria y sabido agradar a su amo que era un yndio Cazique Peguenche llamado Guepigunque este lo dejo sobre las Salinas de San Lucar en el arroyo que viene de Guamini con 20 yndios a su cargo a que cuidase las yeguas y Cavallos que havian llevado y dicho su amo y Yati con su jente pasaron a los montes a la algarrova".........
Pero es conveniente contrastar más documentos para aseverar cabalmente dicha función, por que bien puede ser un "renegado"; ya que en su declaración señala:
...."que todo quanto se intenta aqui en esta ciudad en defensa de ellla y su jurisdicion y castigo (.....) .ellos lo saven al pie de la letra y esto lo comprueba el que quando se intento crear la compañía de blandengues que se ha puesto en el Arresife, luego tuvieron ellos aviso a aun le dijeron al que declara que se intentava poner a Andres de Soto pariente de el que declara y muy amigo de los yndios peguenches aora no save esta indivualidad de noticia por donde adquieren ellos"......
2)- Cómo mero botín de guerra, desde una perspectiva de conflicto, tensión; como recurso para mantener una cierta paz "entablar relaciones diplomáticas".
Doc. Bs.As.15 de Enero1745. Archivo de Indias, Indice S. Montero Nº 6/7473.
..."De lo acaecido en el mes, de julio antecedente con una porción de Yndios de que dio noticia al cazique de Paz llamado Calelian benian bajo de la misma buena fee amigos a que se les señalase paraje para su comercio, según costumbre, y no aviendoseles permitido con la restrinción a estos de que no les pudiesen bender armas ni aguardiente paracuio fin despache una partida de dragones, se retiraron despues de sufrir, no mui gustosos de esta privación, la que les inzito a vengarse, dejándose caer 15 dias despues sobre tres estancias de la frontera de Lujan, que soorprehendidos sus avizadores por ser de noche aprisionaron 21 personas quitaron la vida a 13 antes que pudiesen ser socorridos de las milicias de cavalleria inmediatas (....) dio tras ellos inmediatamente y les quitaron la mayor parte del ganado con muerte de 14 yndios incluso un principal cazique y siguiendo a los demas. (......) 60 leguas logrando quitarles siete de los prisioneros y pasar a cuchillo hasta 50 y entre ellos algunos principales.(....) algunos de los cautivos que llevaron quese les han huido y se han rescatado que preguntados si entre entre aquellos yndios hiva Calelian o su gente aeguran que no"........
Los siguientes documentos testimonian la práctica de utilizar cautivos (cristianos) para entablar relaciones pacíficas con la Comandancia y poblaciones fronterizas. Como la devolución conjunta de cautivos para ratificar la paz.
Doc. Bs.As. 6de noviembre de 1752. Archivo de Indias, Indice S. Montero Nº 6/7474.
..."Llego un Cazique llamdo Posmay, auca de nación, quien quedo apalabrado con los Padres de benir ha hacerse christiano con toda su gente para lo cual dejo en prenda una cautiva ptima del teniente alguacil mayor.....como tambien trae consigo otra señora y un paraguay cautivos: su gente se compone de 42 hombres de lanza 27 mujeres 8 mucahcos y 16 niñas. Dicho cazique trae consigo tres hermanos todos quantoresueltos a morir entre christianos.................Junto este cazique vino otro llamado Ygnacio quien trae 19 hombres de lanza, 7 mugeres 13 muchachos y 2 niñas el que tambien pide ser christiano".........
Doc, Frontera de Luján 7 de Abril 1768, S. IX 1-6-1 A.G.N..
...."como an pasado muchos dias del pasdo que .....? para subuelta, de su casique Lepin por cuo motibo disen.......... como todad la demas indiada por lo suplican a V.S. le rinda consederles licencia para que se queden d los quatro que binieron con el cautivo puedan volver y conducir las dos chinas que trajeron, quedando dos de ellos asta el regreso del Cap. Vague".....
Doc, Frontera de Luján, 21 de noviembre 1768, S. IX 1-6-1 A.G.N.
..."Pehulchus, aucaes y serranos piden la paz y que la guardaran para los cual despachan tres cautibos y estan (......?) tierra adentro los que hay para entregarlos el dia asignado"...
Doc, Frontera de Luján, 11 de noviembre 1768, S. IX 1-6-1 A.G.N.
..."se pusieron en marcha pa ir a participarlo a sus gentes y quedamos acordes que pa ultimo de febrero se haria la entrega de cautivos de una y otra parte en la laguna de ......?
3)- Para constituir un intercambio económico, con la sociedad hispano-criolla: el "rescate", el significado económico ser el más señalado por los historiadores, en la búsqueda iniciada en los archivos sólo contamos un solo ejemplo; fuera de los tratados de Paz.
Testimonio hecho en Bs.As. desde el 9 hasta el 11 de agosto de 1752, a instancias del Procuarador General Doc. Bs.As. 9 de octubre de 1752. Archivo de Indias, Indice S. Montero Nº 6/7471.
de dicha ciudad. El Testigo Nº 10 Manuel Mazedo, uno de los cautivos, según dice vino por la reducción de los Padres, declara.
..."que aunque es chistiano lo llevaron de pequeño de edad de 9 años en la invasión que hicieron ...........en el pago de Magdalena por cuia causa se ha olvidado de la doctrina y misterios de la fee no siendo licito por esta razon recevirle juramento mando su merced que para los efecos que hubiese lugar en derecho se reziva información (.....) que los cojio un yndio viejo llamado Termiluli? de la gente del Cazique Barvo y que ha estado en la zierra adentro, que su cacique era un yndio ladino pampa" (.....)
Se le preguntó si en el Bolcán hay cautivos con los Indios y si estos tienen ánimo de venir hacer daño a las estancias;
...."Dijo que hay cinco mujeres y tres ombres cautivos que no los oyo tubiesen ánimo de benir a hacer daño que solo si oyo decir entre ellos que aca assia las puntas de Lujan que don Phelipe Yati y Don Joseph Yati hazian daño" (.....)
...."Dice que el año pasado vino con su amo al Bolcan y estubieron en la reducción que havia alli en lo que estavan tres Padres y que en ella y de ella era yndio Don Joseph Yati en cuia casa vivio el que declara dos lunas y que haviendo pretendido liberarse del cautiverio su amo pidio por el muchas yeguas cascaveles?, frenos, espuelas, aguardiente y que su hermano le pidieron lo de el encargo que lo fuese a libertarle pidieron lo de el encargue pura ropa por lo que no pudo hir a rescatarlo conlo cual llevaron otra vez adentro" (.....)
4)- Función del reemplazo, cubrir demográficamente las bajas producidas por la guerra.
Garcia Enciso señala que ..."Pedro de Angelis registra el testimonio de Arms y Coan, quienes manifiestan que, como consecuencia de las guerra entre tribus, la población india dismunuyó entre 1780 y 1830 en un 80 por ciento, aseverando que por esa época al sur del Río Negro había poco más de setescientos habitantes. D'Orbigny, en cambio, sostiene que en 1830 había diez mil patagones. Esta pudo ser la población argentina india en el momento de su sojuzgamiento por la invasión araucana trascordillerana; para completar la información diremos que en 1876 los indios no reducidos en el Sur argentino podían alcanzar a unos sesenta mil con quince mil indios en lanza..." Garcia Enciso (1979: 26-27). Pero estas afirmaciones están legos de comprobar la función del reemplazo.
5)- Desde la constitución de las relaciones de reproducción, desde las fuerzas productivas; funcionalidad de la mujer cautiva en la comunidad indígena, no sólo como disposición de la fuerza de trabajo, sino también como "vientre".
Sobre la mujer cautiva señala el padre Falkner : ..."el cuidado de la casa está a cargo de las mujeres: ellas acarrean la leña, el agua, cocinan, hacen, componen y barren los toldos, soban y cosen los cueros y también las pieles menudas de que fabrican sus mantas o carpas, e hilan y tejen ponchos o macuns. Cuando viajan son las mujeres quienes levantan todo, hasta los pelos de los toldos, y son ellas que tienen que plantar y volverlos a arrancar cada vez que se ofrezca hacerlo: ellas cargan, descargan y disponen las cargas, aprietan las cinchas de las monturas y le llevan adelante la lanza del marido"... (Falkner 1969:152).
Analizar las dotes, disponibilidad y acceso desde la incorporación del ganado vacuno y caballar y la estrategia de cautivar mujeres, como mecanismo de eludir la dote.
Sobre las dotes, la cantidad y la forma de adquirir mujeres, señala Falkner: ...."los casamientos se efectúan por compraventa, como el marido compra a su mujer a los parientes más cercanos y no pocas veces a precio bien subido en abalorios, cascabeles, ropa, caballos, u otra cosa que entre ellos tenga valor. Muchas veces tratan por sus mujeres y hasta pagan parte del precio siendo éstas aún en tierna edad, y años de ser casaderas. A todo indio le es lícito tener tantas mujeres como pueda él comprar o sostener (... ). Rara vez acontece que el indio tenga dos y tres a un sólo tiempo, y en especial los Elmens, los Yas o caciques. La razón de esto es que no abundan las mujeres, y las hay son tan caras que muchos viven solteros (...), razones éstas que justificarían un mayor tráfico de cautivas. Siguiendo al autor , en relación a las cautivas, señala que (...) a mujeres principales, o a las parientas de los caciques se les permite que tengan esclavas, que toman sobre sí la parte más pesada de las tareas domésticas"...( Falkner 1969: 151 y 152).
Al respecto de los malones señala Falkner (1969), que a veces juntándose los Dihuihets, Taluhets ( grupo denominado como pampas) , Pehuenches, haciendo correría por toda la extensión de las fronteras de las sierras de Córdoba y de Buenos Aires desde el río Arrecifes al de Luján, a los hombres los matan, a las mujeres y niños se los llevan para esclavos y se arrean toda la hacienda.
A la invasión al partido de Magdalena unas cuatro leguas distante de Buenos Aires por los Tehuelhets (serranos), Huilliches (gente del sur) y Pehuenches, mataron a muchos españoles y se llevaron gran número de cautivos, mujeres y niños, con más de 20.000 cabezas de ganado vacuno, sin contar caballos y demás (Falkner 1969: 135).
Al referirse a Tehuelhets, Chechehets, (grupo denominado por Canals Frau como Serranos), dice Falkner ..."son gente de mucha fuerza y esbelta, y no tan trigueños como los demás indios; algunas de sus mujeres hasta son tan blancas como las españolas"... ( Falkner 1969: 137). Lo cual nos invita a hipotetizar que eran su mayoría cautivas blancas ó como grupo étnico tiene logrado un alto nivel de mestizaje con la sociedad blanca.
..."El jesuita Cardiel noto que los aucas (araucanos) solían venir a las pampas sin sus mujeres, lo que debe haber favorecido los casamientos interétnicos , uno de los mecanismos básicos de alianza"... (Crivelli Montero 1994: 18) este argumento vale también para hipotetizar la demanda de las cautivas blancas.
17 de mayo a 10 de mayo S. X 27-7-6.
Negociaciones con Indios. tratado firmado el 25 Abril 1826. El artículo 4 dice que las cautivas serán canjeadas una por una las solteras pero que no se podrán entregar todas las mujeres por estar casada y con 2o3 hijos cada una que los parientes pueden ir de visitas y que pagarán los casamientos como de costumbre
6)- Para constituir el comercio interétnico de cautivos.
Doc, Frontera de Luján, 18 de Agosto de 1765, S. IX 1-6-1 A.G.N.
..."de un hermano el cacique Antempan como (....?) enemigos bienen caminando para aca que.....? de este lado de la Cierra del Caiñu, y que traian mucha cantidad de Indios y que...? total cuidado por que benian a dar en las frontera y que esto lo supo su hermano por unos captivos de su parcialidad que se havian escapado de otros Indios"...
Si bien este documento no atestigua el comercio de cautivos, el relato de este indio que dice ser amigo, deja dudas sobre la procedencia de dichos cautivos, por que no ofrece ni su devolución ni su canje, "rescate", siendo la momento propicio para demostrar sus buenas intenciones para con la comandancia y población fronteriza, ya que viene dando noticias de su amistad y de un futuro ataque de indios "enemigos".
7)- Valor y función de los cautivos "blancos", como medio indirecto de la "acumulación" y como "medio político" de la dominación" de la clase dominante, privilegio de una autoridad.
Los estudios clásicos de Service y Sahlins caracterizan a las sociedades tribales como organizaciones políticas con una débil autoridad de jefatura. Al respecto Bechis (1989) y Palermo (1991), sobre los cacicazgos del área pampeana coinciden con esta noción de "jefaturas tipicamente laxas", que podían llevar, si el cacique no conseguía ratificar permanentemente su autoridad, a un proceso de "desgranamiento de la tribu" en donde algunos grupos menores buscaban mejor ubicación dentro de otras parcialides47.
Con relación a estas características sociales, los cautivos pueden funcionar, como esclavos, que según Meillassoux son, el ..." medio indirecto de la acumulación o como medio político de la dominación de la clase dominante: antítesis del parentesco, la esclavitud puede ser también su auxiliar..." (Meillassoux 1990: 113). Su estado está vinculado a su situación de extranjeros desocializados, que los lleva a una "negociación", demostrar su utilidad, buscar un mejor espacio en el interior de la sociedad y con la jerarquía.
8)- Estrategia de "adaptación cultural" de la sociedad indígena, lograr retener al otro, aprehenderlo -el/las esclavo/as trasmite "saberes" "una visión del mundo"-. Aprender, oponerse y dominar.
Doc. Bs.As. 9 de octubre de 1752. Archivo de Indias, Indice S. Montero Nº 6/7471.
Testimonio hecho en Bs.As. desde el 9 hasta el 11 de agosto de 1752, a instancias del Procuarador General de dicha ciudad. El Testigo Nº 10 Manuel Mazedo, uno de los cautivos, según dice vino por la reducción de los Padres, declara.
..."que aunque es chistiano lo llevaron de pequeño de edad de 9 años en la invasión que hicieron (.....) en el pago de Magdalena por cuia causa se ha olvidado de la doctrina y misterios de la fee no siendo licito por esta razon recevirle juramento mando su merced que para los efecos que hubiese lugar en derecho se reziva información (....) que los cojio un yndio viejo llamado Termiluli? de la gente del Cazique Barvo y que ha estado en la zierra adentro, que su cacique era un yndio ladino pampa..."
Se le preguntó si en el Bolcán hay cautivos con los Indios y si estos tienen ánimo de venir hacer daño a las estancias;
...."Dijo que en todos los toldos que ha andado tienen cautivos y que haziendas tienen pocas tal qual tienen su tropilla de bacas y yeguas"....
Al estado actual de la investigación no es posible atestiguar dicha propuesta, como contar con documentos al presente que especifiquen las funciones y atribuciones de los cautivos/as en las distintas parcialidades; pero si señalar que la practica de capturar y la cantidad de cautivos hispoano-criollos no es un dato anecdótico y ocasional.
Por otro lado consideramos que es necesario continuar con la tarea de interpretar, "la práctica de cautivar" .Por que la misma no sólo es practicada por la sociedad aborigen sino por la criolla. Por la documentación, analizada hemos evidenciado que las partidas que salen al campo a vigilar los movimientos y novedades en la frontera a fin de notificar al Virrey, las más de las veces, sin motivo aparente de conflicto, levantan niños, niñas y mujeres indias, para ser repartidos en el poblado de Luján.
Detectamos también que los indígenas se conectan con las autoridades para recuperar sus familiares cautivos, no realizan quejas ni reclamos por los hechos acaecidos, si no que se evidencia una práctica común, reglas de juego aceptadas y practicadas, en cierta manera por las dos sociedades.
Los siguientes documentos ilustran la practica de cautivar de la sociedad por parte de la sociedad criolla.
17 de Octubre de 1778,
..."Muy sor. mio, en consecuencia de la orden que me dice V.E. ( en carta del 14 del corriente) tiene de Su Exia. para. que informe yo donde para el indiecito hijo de la china Paula, que se ofrecio de devolver a su madre en canje del hijo de Fernando Polo, debo decir a V.E. que ygnoro puntualmente quien tiene el otro yndiecito pues el difunto Polo me dijo, y que el que actualmente sigue la instancia, para el difunto Polo, que lo tenía Don Manuel Orreantes en la Villa, creo es incierto, por que me dijo Pinaso el dia antes de marchar a Salinas, que la china vio el de Urientes, y que dijo que no era el suyo. En la villa hay dos mas uno tiene el capellan y otro un tal Dn Diego, aleas el Moro, pudiera ser alguno de esos, todos ellos son Bautizados, yo ignoro e paradero de ellos por que tanto los trajo Dn Manuel Pinaso como los que cojio con Dn clemente Lopez, ny de uno ny de otros cojy ni ny ninguno. Por que he sido (.......?) apuesto (.....?) a ese gentio y nunca he querido ninguno , el modo me parece mejor era que la misma china supiere o viese estos dos que diga, y conosca qual es su hijo, ygualmentehe savido que PInaso se queda algunos, ygnora q quien los dio, uno que tenia en la villa se murio, es quanto en el asupto puedo informar.
Quedo a su disposición del V. E. (....)." Se despide y firma Joseph. vague.48
Se detectó el siguiente documento relativo, al mismo asunto, un mes después y no se resuelve el hecho.
16 de Agosto de 1778
..."Exa sor. mio
El dador de esta es Fernando Polo, quien solicitando con la yndia Paula le trajese a su hijo que estava cautivo en los yndios de tierra adentro, no pudo tener efecto esto hasta que quede yo de fiador con dicha yndia que luego que verificase ha traido del referido hijo de Polo, en my guardia se le entregaría su hijo, la yndia empleo haciendo entrega del cautivo que compro, y me (.......?) para su hijo que le ofrecio en canje, espero de V. E. se sirva dar el correspondiente aviso pr. que se entregue dicho yndio al referido Polo. Ygualmente ofrece la yndia que sy vale ha de dar dos yndias de las que estan en la vivienda, le traera a dicho Polo su familia que se halla cautiva entre dichos barbaros. El campo esta muy sosegado, y los Yndios (......?) buena armonia......" Se despide y firma Joseph Vague.
A propósito de estos documentos, se plantea entre otros interrogantes por que la "india" tiene nombre cristiano, esto invita a pensar que como tal pertenece a un grupo indígena cercano a la frontera, con lazos y relaciones más estrechas con dicha sociedad; pero sin desconocer el movimiento y actividades de los grupos de indios, de "tierra adentro"; de los cuales compran cautivos, como ponchos49.
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https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/lo-quiero-mas-al-indio-que-a-ti-relecturas-de-civilizacion-y-barbarie-en-los-hermanos-mansilla/html/7270477e-a100-11e1-b1fb-00163ebf5e63_2.html
«Lo quiero más al indio que a ti».
Relecturas de civilización y barbarie en los hermanos Mansilla
Fernando Operé
La historia de la conquista y colonización del continente americano fue una historia de encuentros y desencuentros, estos últimos más que los primeros. Las culturas amerindias resistieron el avance europeo de muy diversas formas. Una de ellas fue mediante el cautiverio, rapto de hombres, mujeres y niños que pasaron a engrosar las comunidades indígenas y a paliar, en parte, la pérdida de miembros de estas comunidades debido a guerras, enfermedades y muertes naturales. La historia del cautiverio en América Latina es una historia de vacíos y silencios. Primero, porque la gran mayoría de estos cautivos desaparecieron en el crepúsculo del horizonte histórico y nada más supimos de ellos. Sus vidas no salieron del profundo anonimato e incluso cuando escribieron sus aventuras, los textos quedaron relegados al polvo de los archivos. Segundo, porque cuando estos cautivos regresaron a sus lugares de origen, no hubo interés en que sus vidas sirviesen de ejemplo o modelo, o simplemente como fuente de información. Efectivamente, los cautivos en la América hispana ni escribieron ni se les animó a que lo hicieran. Quizás es éste uno de los aspectos más importantes de la historia del cautiverio, pues invita a la formulación de cuestiones fundamentales.
Si la historia del cautiverio en la América hispánica se extiende desde primeros del siglo XVI a nuestros días, ¿cómo es posible que no se hallan publicado sus relatos ni hallan servido como fuente temática? ¿Es qué no interesaban sus historias? ¿No se consideraba de ningún valor la información que estos testigos pudieran proporcionar sobre la vida de las comunidades indígenas? El romanticismo, tan fascinado con lo exótico, ¿no se vio atraído por estas historias de raptos y fugas? La ausencia de interés en todo el territorio hispanoamericano es más evidente cuando se compara con el mismo fenómeno en los Estados Unidos, especialmente en Nueva Inglaterra, donde la literatura de cautivos (relato y ficción) alcanzó extraordinarias proporciones. Según Gary L. Ebersole, «Thousands of captivity narratives, both factual and fictional, were published over the years, enjoying a wide readership on both sides of the Atlantic; some were reprinted many times» (10). La biblioteca Newberry en Chicago guarda aproximadamente unos dos mil relatos de cautivos publicados con anterioridad a 1880. El dato se refiere exclusivamente a relatos o testimonios. La ficción es otro apartado de extraordinaria fertilidad. Del texto de Mary Rowlandson, Sovereignty and Goodness of God (1682), se publicaron treinta ediciones, siendo uno de los clásicos de la literatura de cautivos en Nueva Inglaterra. El éxito se extendió también a Europa con ediciones aparecidas en Londres. Redeemed Captive. Returning to Zion de 1707, otro relato de cautivos de gran popularidad, vendió más de cien mil copias y fue reeditado con distintos títulos hasta la edición veinte que data de 1918. De los cuatro best-sellers habidos entre 1680 y 1720, tres fueron libros de cautivos. Cien años después, entre 1823 y 1837, cuatro libros alcanzaron ventas de más de cien mil ejemplares: tres novelas de James F. Cooper, en donde el cautiverio forma parte integrante de la trama The Pioneers, The Last of the Mohicans, and The Prairie, y A Narrative of the Life of Mrs. Jemison, de James Everett Seaver, uno de los clásicos de la literatura de cautivos. Del primer relato publicado en Norteamérica, A True History of the Captivity and Restoration of Mrs. Mary Rowlandson (1682), se conocen treinta ediciones. La historiografía y la crítica norteamericana contemporánea también han reconocido su importancia y se han publicado numerosos trabajos críticos e historiográficos. Según Kathryn Derounian-Stodola «Indian captivity narrative is arguably the first American literary form dominated by women's experience as captives, story tellers, writers, and reader», y continúa, «Indian captivity narrative functions as the archetype of American culture» (xi).
¿Por qué interesaban los cautivos y sus historias en la América anglosajona y no en su homónima hispana? Diversos críticos e historiadores (Richard VanDeerBeets, James Axtell, James Leverinier, Hennig Cohen, Gary Ebersole, Joe Snader, y John Demos, la lista es interminable) han meditado sobre el fenómeno, indicando como clave la funcionalidad religiosa que a la experiencia del cautiverio otorgaron las iglesias cristianas, principalmente las puritanas. Éstas se aprestaron a equiparar el cautiverio de los indios al cautiverio que el pecado somete a los hombres, haciendo de los indios encarnaciones del demonio. Para James Levernier y Hennig Cohen, «To be taken captive, then, meant to fall into Stan's power. Indian captivity was an ordeal which had religious implications for both the captive and the Puritan community» (xvii). La decisión de un cautivo de permanecer con sus captores era, a sus ojos, un acto de proporciones incomprensibles y catastróficas. El drama de John Williams y su familia, estudiado por John Demos, ejemplifica el dilema puritano. La tremenda angustia de la familia Williams no provenía del sufrimiento al que sus captores les sometieron por dos años, sino del hecho de que la hija menor, Eunice, rechazase el retorno eligiendo a su esposo mohawk. No todos los protestantes compartían las mismas creencias. Las duras pruebas a las que el cautiverio sometía al cristiano tenían también un efecto saludatorio, especialmente en lo concerniente al elemento redentor del sufrimiento. Escribe Ebersole: «Captivity narratives were part of a spiritual regimen of self-examination and moral improvement» (9). Los puritanos supieron sacar ventajas de la experiencia analizando el dramático episodio como un acto permitido por dios del que podían extraerse importantes lecciones. Es muy común en los textos de cautivos las citas de pasajes bíblicos.
Sin embargo, hay que señalar que la extensa producción de relatos de cautivos adquirió distintas formas dependiendo del grupo social al que iban dirigidos, produciéndose textos anti-indígenas, anti-franceses o anti-católicos. Dada esta múltiple funcionalidad, no sorprende que los cautivos fuesen animados a escribir nada más regresar, bien por familiares, amigos o editores. Su retorno encontraba pronto eco en los titulares de los periódicos. Si el protagonista no era capaz de transcribir su propia experiencia, se le proporcionaba un agente que llevase a cabo el proyecto. Las historias adquirían el carácter de novedad y eran publicadas sin demoras. Richard VanDeerBeets escribe que con el tiempo: «The infusion of melodrama and sensibility into the narratives, appropriately ornametal and stylistically embellished, capitalized on what became an increasingly profitable commercial market for properly "literary" narratives of Indian captivity in the later eighteenth and nineteenth centuries» (xxviii).
La difusión de estos relatos fue tal, que algunos editores no tuvieron escrúpulos en publicar historias inventadas y hacerlas pasar por experiencias reales. Uno de los best-sellers de la época fue el ficcionalizado relato escrito por Abraham Pantler, An Account of the Beautiful Young Lady, Who Was Taken by the Indians and Lived in the Woods Nine Years de 1787, quien lo hizo pasar por verdadero. El abuso llegó a afectar negativamente el prestigio del género. Para salvar la comprometida situación, algunos relatos de cautivos iban acompañados de una declaración jurada en que se daba fe de su autenticidad.
Nada, siquiera parecido, es aplicable a la América hispana. El descubrimiento y conquista fue una empresa de la monarquía española bajo el pendón de un imperio universal cristiano. Entre los planes para el Nuevo Mundo era pivotal la incorporación de los indígenas a la monarquía con el carácter de vasallos, una vez aceptaran el bautismo. En las áreas más densamente pobladas, los indios acabaron incorporándose tras ser vencidas sus iniciales resistencias. Indios y peninsulares convivieron en las ciudades que la sociedad novo hispana construía. El mestizaje fue la nota dominante. La metrópoli se interesaba por los descubrimientos y conquistas, no por los fracasos que estuvieron asociados a las resistencias indígenas. Las crónicas de indias pretendían ser, fundamentalmente, las narraciones de una civilización y su energía expansiva y civilizadora, no de sus fracasos.
Tras la independencia, se observa la aparición de una literatura de ficción (prosa y poesía) sobre tema de cautivos, especialmente en el Río de la Plata. Fue una literatura claramente programática, articulada en el más simplista esquema darwiniano. Dominaba la noción de que el salvajismo de los indios no se cura ni con la religión ni la diplomacia. Se pensaba que el odio al cristiano les era innato y que con sus actos barbáricos continuos (rapto de mujeres blancas y robo de ganados y destrucción de propiedades rurales), los indios estaban justificando los planes civilizadores de hacer tabla rasa. El malón o ataques por sorpresa sobre instalaciones criollas era una dura realidad cotidiana y no un cuento de aventuras. El silencio fue el pago que acompañó el retorno de los ex-cautivos. Más que recordar sus hazañas y mentar sus nombres, la sociedad rioplatense sentía la urgencia por resolver para siempre el problema del indio. Entre las soluciones más barajadas se contemplaba su desplazamiento al corazón de la Patagonia o su extinción.
No se escribieron, al menos no se publicaron, historias de cautivos en el virreinato del Río de la Plata, más tarde Provincias Unidas del Río de la Plata, en los siglos XVIII y XIX. De esos dos siglos, cuando el cautiverio fue una práctica diaria en las zonas fronterizas, tan sólo se conocen tres narraciones de cierta extensión. Sin embargo, existen en los archivos nacionales y de capitales provinciales de la Argentina numerosas declaraciones de cautivos. Aparecen entre los empolvados legajos que el tiempo va desgastando.
Interesa detenerse en el hecho de que sólo tres relatos lograsen tomar forma y salir a la luz pública. De esos tres, dos corresponden a cautivos extranjeros, un francés y un norteamericano, que publicaron en francés e inglés al regreso a casa, animados sin duda por el interés que sus narraciones suscitaron en esos países. Sólo una de las historias, la de Santiago Avendaño, fue publicada en la Argentina, y se hizo incompleta, puesto que sólo se incluyó la fuga. No fue hasta 1999 que este texto se publicó con el título de Memorias del ex cautivo Santiago Avendaño (1834-1874), con un prólogo de P. Meinrado Hux.
Sin embargo la ficción sí se hizo eco de estas historias como fuente temática. Me refiero obviamente a La cautiva (1837), el emblemático poema de Esteban Echeverría, padre del romanticismo argentino, Martín Fierro (1872 y 1878) de José Hernández, que contiene algunas de las escenas más feroces y virulentas sobre el tema, Santos Vega (1851) de Hilario Ascasubi, entre otros. En estos trabajos priva un modelo excluyente. Los indios de la pampa y la Patagonia argentina representan un mal insoslayable que frena el inevitable y necesario expansionismo civilizador que, desde Buenos Aires como epicentro de la nueva República, se expande al resto del territorio.
La visión dantesca de las escenas en La cautiva, o el infernal pasaje con que se inicia la segunda parte del Martín Fierro, no pueden eludir la pesada carga ideológica que contienen. A la sociedad argentina del siglo XIX, en rápido proceso de expansión, le urgía solucionar «el problema del indio». La cautiva funciona como metáfora del antagonismo entre dos sociedades en pugna por su supervivencia. Echeverría rechaza cualquier manifestación de las culturas fronterizas que tantos problemas teóricos representaron a los escritores de su generación, incapaces de gestionar una visión intermedia en el antogonismo maniqueo entre civilización y barbarie. Dada la tremenda difusión de estas obras y su longevidad, se puede decir que los cautivos lo fueron de los indios y de la literatura, puesto que ésta se encargó de cincelar estereotipos y fijarlos en la imaginación popular. De alguna forma, los cautivos/as sirvieron como elementos catalizadores de los conflictos que se debatían en la sociedad argentina.
El drama del cautiverio afectó a todos los sectores de la sociedad desde un punto de vista humano, pero también político y social. Los records que conservamos dan cuenta de un fenómeno de extraordinaria dimensiones. La inteligencia argentina se dividió entre los que se inclinaban por medidas negociadoras o por una guerra continua de exterminio que no admitía paliativos. En este debate teórico hay que situar dos obras peculiares, Una excursión a los indios ranqueles (1870) de Lucio V. Mansilla, uno de los escritores de mayor talento del período, cuyo relato ha cobrado relevancia en los últimos años, y Pablo, o la vida en las pampas (1869), de su hermana, Eduarda Mansilla de García, novela poco conocida y menos estudiada.
Dado la pasión con que el tema fue debatido en su día y las tendenciosas versiones sobre el cautiverio y la vida en los toldos obra de escritores románticos en general, sorprende la frescura y candidez de la novela de Eduarda Mansilla, publicada originalmente en francés en 1869 y traducida al español por su hermano, Lucio. Dirigida al público parisino, Eduarda intentó con este texto hacer digeribles las costumbres del campo argentino al lector europeo. La novela es un tour de fuerza con envoltorio de drama romántico. La trama, con muchos elementos propios de la literatura de la época, trata de Pablo, un muchacho huérfano de padre y único sustento de la madre, que es incorporado al ejército en contra de su voluntad, para engrosar las tropas encargadas de la defensa de las fronteras contra los ataques de los indios. Enamorado de Dolores, hija de un estanciero, y separado del amor materno, Pablo decide huir. No tiene suerte, es acusado de desertor, arrestado y condenado a muerte. La historia incorpora personajes y situaciones características de la literatura decimonónica. Hay indios, malones, gauchos buenos y malos, lenguaje coloquial, oficiales del ejército y alcaldes corruptos, soledad y pampas. Sin embargo, lo que distingue a Eduarda Mansilla de muchos de sus contemporáneos es el tratamiento del tema de la cautiva y, por lo tanto, del indio. La literatura decimonónica, especialmente la romántica, llevó a cabo una división simplista y maniquea de la sociedad argentina. El binomio civilización y barbarie se convirtió en una metáfora ocurrente puesto que de un solo golpe se podía sintetizar un conflicto de una extraordinaria complejidad. La literatura de la época se puso al servicio de esta causa y funcionó como aparato propagandístico e ideológico que justificó acciones militares. En La cautiva los lados del binomio están radicalmente marcados. El indio de Echeverría no es el hombre natural integrado en su medio, sino un ser alienado en el ambiente destructivo de los desiertos donde el viento, las extensiones en su desnudez, la soledad sin habitáculo humano, han hecho mella hasta convertirlo en un ser andrajoso cuyo proceso de sociabilidad se ha ido deteriorando en contacto con el medio natural. Los indios de Martín Fierro no salen mejor parados. Para el gran protector del gaucho, el indio es irrecuperable, y Martín Fierro huye de los toldos sin volver la vista atrás. El último pasaje, en que Fierro mata con sus manos a un indio quien acaba de asesinar a su propio hijo habido con una mujer cautiva, sentenció la causa indígena.
El carácter determinista y tendencioso de estas obras fue muy difícil combatir. La simple insinuación de que un cautivo o una cautiva blanca eligiera quedarse entre sus captores desdeñando la superioridad de la civilización cristiana, parecería blasfemo. Eduarda Mansilla se atreve a hacerlo. Su posición sobre el tema es, no obstante, ambigua, al igual que sobre otros muchos temas controvertidos en los que se arriesga a entrar. Por ejemplo, al referirse al gaucho matiza «no es malo de naturaleza, sino agreste e indolente» (24), y continúa «a mi entender, el Gaucho Malo es uno de los productos más significativos de esa naturaleza grandiosa y salvaje de las pampas. Es la expresión del combate incesante y progresivo que libra una joven sociedad moderna, dispersa en un territorio inmenso, con el desierto y sus leyes terribles. Es el choque, la lucha cuerpo a cuerpo entre el hombre y la tierra» (99).
Eduarda Mansilla fue de las pocas escritoras que se esforzaron por eludir los temas de domesticidad, típicamente asignados a las mujeres escritoras, haciendo incursiones en asuntos políticos, históricos y sociales. Ciertamente influenciada por Sarmiento, entre otros, Eduarda aceptó la versión de los que vieron el mal de la Argentina dentro de un determinismo natural contra el cual el hombre no puede luchar en soledad. Indios, gauchos y personajes fronterizos fueron las víctimas de ese hechizo. Sin embargo, tanto ella como su hermano Lucio, intentaron romper filas con la homogeneidad del análisis liberal criollo añadiendo elementos que complicaran el debate auscultando sin miedo en las celosías de la intrahistoria. En Una excursión a los indios ranqueles, Lucio Mansilla se permite ironizar poniendo en duda la supremacía de la civilización. «La civilización consiste, si yo me hago una idea exacta de ella, en varias cosas. En usar cuellos de papel, que son los más económicos, botas de charol y guantes de cabritilla. En que hay muchos médicos y muchos enfermos, muchos abogados y muchos pleitos, muchos soldados y muchas guerras, muchos ricos y muchos pobres. En que se imprimen periódicos y circulan muchas mentiras» (49). En otras ocasiones compara aspectos de amabas culturas sin que una desnivele en demasía la balanza a su lado. «Como ves Santiago amigo, el espectáculo que presenta el toldo de un indio, es más consolador que el que presenta el rancho de un gaucho. Y no obstante, el gaucho es un hombre civilizado. ¿O son barbaros? ¿Cuales son los verdaderos caracteres de la barbarie?» (194). Sus comentarios, tras encontrarse con numerosas mujeres cautivas al amparo de caciques ranqueles, son interesantes por variados. Evita transgresiones pero también diatribas generalizadas. Cada uno de sus relatos es una micro historia con sus correspondientes elementos de diversidad y complejidad. Como indica Nancy Hanway «For a Nineteenth century Argentine observer, Mansilla's attempt to comprehen the culture of the Ranqueles, is highly anusual» (125). Tras visitar los toldos del cacique Caniupán escribe: «El toldo de Caniupán estaba perfectamente construido y aseado. Sus mujeres, indias y cautivas, limpias. Cocinaron con una rapidez increíble un cordero, haciendo puchero y asado, y me dieron de comer» (266). En otro de los toldos indígenas, del cacique Epumer, charló con varias cautivas, interesándose por ellas. Escribe:
Epumer me presentó a su mujer, que se llamaba Quintuiner, sus hijas, que eran dos, y hasta las cautivas cuyo aire de contento y de salud llamó grandemente mi atención.
-¿Cómo les va, hijas -les pregunté.
-Muy bien, señor -me contestaron.
-¿No tienen ganas de salir?
No contestaron y se ruborizaron.
Espumer me dijo:
-Sí, tienen hijos, y no les falta hombre.
Las cautivas añadieron:
-Nos quiere mucho.
-Me alegro -repuse.
Una de ellas esclamó:
-Ojalá todas pudieran decir lo mismo, Güeselencia.
(232)
La obra y la persona de Lucio V. Mansilla es de extraordinaria ambigüedad y refleja sus orígenes familiares y su vinculación a la Generación del 80, de la que fue uno de sus más clarividentes representantes. A través de su madre, Agustina Rozas de Mansilla, estuvo emparentado con el dictador Juan Manuel de Rosas. Ésta fue una mancha no fácil de borrar y que le valió algún que otro enfrentamiento. Sin embargo, Lucio y su hermana gozaron de las mieles de una clase privilegiada socialmente.
En la misma fecha, recuérdese que Una excursión a los indios ranqueles fue publicado en 1870 y Pablo o la vida en las Pampas en 1869, Eduarda Mansilla incluye en la novela un episodio de similares características. Cuando la madre de Pablo, Micaela, abandonada en su vejez, decide ir a Buenos Aires a visitar a unos familiares. Durante el trayecto entabla amistad con el capataz de la tropa, Melchor Peralta, quien le cuenta la triste historia de su vida. Casado y enamorado de su mujer, en unos muchos viajes por la pampa cerca de San Luis, fueron víctimas de un ataque de los indios, quienes además de caballos y ganado, se llevaron numerosas cautivas y niños, entre ellas a su amada esposa. Melchor fue herido de lanza y le costó un tiempo recuperarse. No pudiendo aceptar la ausencia, se decidió a organizar el rescate. A través de unos indios amigos supo que su esposa se encontraba viva y en buen estado. Con el fin de hacerse con los objetos exigidos por los indios para el rescate, Melchor trabajó duró durante años para hallar que nunca le daba suficiente. Pidió prestado y empeñó todas sus propiedades hasta reunir el rescate requerido. Una vez conseguido y con la emoción y el temor pertinente, inició el viaje hacia los toldos en compañía de sus compadres Velázquez y Gómez. Al llegar, tras larga marcha, con una acumulada sensación de agotamiento y cansancio, se produjo el esperado encuentro con la esposa. La emoción le paralizaba el habla. Sin embargo, la decepción cayó sobre él como una pesada losa. Micaela se negó a regresar. «Guarda el dinero, Melchor, -le dijo- lo quiero más al indio que a vos» (131).
El episodio parece estar extraído del más puro acervo romántico. Es una historia de amores rotos y decepciones, aunque la realidad es que esta escena se repitió en numerosas ocasiones en el territorio del Río de la Plata hasta finales del siglo XIX. La esposa cautiva no regresa, por amor, es decir se ha enamorado de un indio, lo cual parecería una propuesta impensable por la arrogancia criolla. Es una historia repetida y silenciada una y otra vez, por vergüenza, por que desmiente la historia oficial, porque reta la simplicidad con que el discurso positivista articuló la relación con el indio en una época de construcción nacional. Quizás por ello, los libros de los hermanos Mansilla no encontraron su espacio entre los consagrados de la cultura de la época. Por eso también, este libro como otros de sus libros sorprenden e intrigan.
Obras citadas
Levernier, James y Hennig Cohen, eds. The Indians and Their Captives. Wesport, Ct: Greenwood Press, 1977.
Deroundian-Stodola, Kathryn, ed. Women's Indian Captivity Narratives. New York: Penguin Books, 1998.
Ebersole, Gay L., Captured by Texts. Puritan to Post-Modern Images of Indian Captivity. Charlottesville: University Press of Virginia, 1995.
Hux, P. Meinrado, ed. Memorias del ex cautivo Santiago Avendaño (1834-1874). Buenos Aires: El Elefante Blanco, 1999.
Lojo, María Rosa, La «barbarie» en la narrativa argentina del siglo XIX. Buenos Aires: Ediciones Corregidor, 1994.
Masiello, Francine, Between Civilization and Barbarism: Women, Nation, and Literary Culture in Modern Argentina. Lincoln: University of Nebraska Press, 1992.
Mansilla de García, Eduarda, Pablo o la vida en las pampas. Buenos Aires: Editorial Confluencia, 1999.
Mansilla, Lucio V., Una excursión a los indios ranqueles. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1984.
Operé, Fernando, Civilización y barbarie en la literatura argentina del siglo XIX. El tirano Rosas. Madrid: Editorial Conorg, 1987.
VanDerBeets, Richard, ed. Held Captive by Indians. Selected Narratives, 1642-1836. Knoxville, Tn: The University of Tennessee Press, 1994.
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